Tras la inauguración del Nuevo Bayreuth en 1951, Maestros pasó de Karajan a Knappertsbusch, quien sentó cátedra al frente de la obra, en una lectura histórica.
Kna se había reído del halo de exclusividad que envolvió a Karajan y al productor de EMI Walter Legge en su desembarco en el Festival de 1951 y, en particular, grabando Maestros. Un año después la obra pasó a sus manos y, con mucha más discreción y sin tanto despliegue, dejó una histórica lectura con un reparto muy similar al de su antecesor. Esta interpretación a veces queda relegada a un segundo plano o a ser un complemento de la del año anterior, escondiendo lo que a todas luces es un hito histórico.
Para el Festival de 1952, sin Novena de Beethoven y con Furtwängler no queriendo coincidir con Karajan, a éste y a Kna se unió Joseph Keilberth, director de la Orquesta Sinfónica de Bamberg, con quien los hermanos Wagner habían contactado el año anterior pero que sus compromisos con el Festival de Ópera de Munich le habían impedido cuadrar agenda. A las obras presentadas en 1951 se añadió Tristán en producción de Wieland, que fue asignada a Karajan. El Anillo pasó a Keilberth y Kna conservó Parsifal y se hizo cargo de Maestros, de la que el año anterior había dirigido la última función sustituyendo a Karajan y obteniendo la admiración de músicos y público1. No en vano, el año anterior se había publicado su registro de estudio para DECCA con la Filarmónica de Viena, por lo que es probable que se creciese ante la competencia que acababa de salir al mercado: la grabación que EMI había realizado utilizando las funciones que Karajan había dirigido el año anterior. Además, la conjunción de la clásica producción de Rudolf Otto Hartmann y Kna en el foso hicieron que Maestros fuera la obra con mayor ocupación, 91%, aun siendo el título más programado -7 funciones frente a 5 de Tristán y de Parsifal y a los dos ciclos del Anillo-2.
Della Casa (Eva), Edelmann (Sachs) y Hopf (Walther) |
El registro que comentamos ha estado muy presente en la discografía, siempre de modo no oficial, aprovechando la retransmisión que la Radio de Baviera realizara de la primera función el 30 de julio. Tras las pobres ediciones de Hunt, Arkadia y Cantus, Mucis & Arts publicó en 1997 una remasterización que incluía como bonus un Idilio de Sigfrido con Kna y la Orquesta de la Radio de Colonia grabado el 7 de mayo de 1953. Sin embargo, la edición definitiva vino poco después de la mano de Golden Melodram, nítida y limpia, que reprodujo en 2003 Archipel en su serie Desert island collection, y que volvió a reeditar en 2009 y 2021. El sonido monoaural de Golden Melodram y Archipel mejora al registro de 1951: no presenta soplido ni ruidos escénicos, el balance es muy natural, hay más espacio entre secciones orquestales y permite apreciar un sinfín de detalles. El público disfrutó de una velada histórica en la que aplaudía aun antes de finalizar cada uno de los actos, algo completamente excepcional en Bayreuth.
Kna nos deja aquí no sólo una lectura excepcional de la obra entre todas las de la discografía sino que, para quien estas líneas escribe, su mejor dirección de Maestros de entre los cuatro registros de que disponemos -los otros son la de estudio en Viena y la del Festival de Ópera de Munich ya aludidas, a las que se suma la del Festival de Bayreuth de 1960 (Orfeo)-. Es la más lenta -y respecto a Karajan el año anterior supone 9 minutos más-, pero ello no es sinónimo de pesadez o acartonamiento, sino de lirismo y evocación sincera de un pasado dulce y entrañable. Franconia en música, con cada una de las atmósferas perfectamente traducidas y con una orquesta que se pliega sin reservas y con magnífica precisión al Sumo Sacerdote wagneriano. Ya desde el preludio comprobamos cómo la representación va a discurrir con tempi cómodos, y la par se nos revela ensoñadora, a nuestro juicio la más alta de toda la Historia de la discografía, particularmente el preludio -atentísima articulación en el desarrollo, a partir del 5:57 cellos y vientos, la contestación de los cellos en la reexposición en 7:21 o flautas y violines en la coda (9:20), la reexposición es maravillosa, con unos violines que son puro aire fresco (6:49) o la triunfante entrada de las trompetas con el tema principal junto a una cuerda que fluye generando tensión. El solo de cello se escucha en todo momento en el contexto de un coro inicial cargado de religiosidad y un punto de nostalgia. A destacar la atmósfera que se genera en la escuela de canto, de creciente consternación para los maestros -maravillosos en su dudar (CD2, pista 1, 5:11)- y de pasión para Walther, que acaba abandonando con enfado la iglesia de Santa Catalina.
El segundo acto es todo un alarde de detalles. Se abre con atmósfera de fiesta popular pero con sonoridad opulenta, con esa grave tan característico de Kna. La fuerza dramática del director está presente en el encuentro entre Eva y Magdalena, donde la primera se muestra inquieta por el resultado cosechado por su amado. Sigue un monólogo de las lilas cargado de ensoñación y un dúo de Eva y Sachs donde la batuta es capaz de transmitir todas las emociones de los personajes -enamoramiento y pasión ella, simpatía por el caballero pero también saber mantenerse firme en su posición de maestro cantor él, acumulando tensión hasta declarar Sachs Sein Glück ihm anderswo erblüh! -¡Que se vaya a otra parte!-. La socarrona canción de Sachs está acompañada con una atentísima precisión rítmica sin que ello suponga encorsetamiento alguno, y la fuga de final de acto es todo un alarde de aliento dramático y claridad de líneas -se escucha claramente la entrada de David (CD3, pista 1, 6:05) y acto seguido el tema en los violines (pista 2)-. El público, divertido, está impaciente por aplaudir, lo que hace antes de que suene el último acorde. Emocionadísimo público que, una vez más, irrumpe en aplausos antes de concluir la música.
Final de la obra, con Sachs (Edelmann) cogiendo de la mano a Eva y Walther (Della Casa y Hopf) |
Edelmann como Sachs anota la canción del premio de Walther. La imagen corresponde a 1951. |
Hans Hopf repite como Walther de voz grande y baritonal. Con su entrada en la escuela de canto saludando a Pogner se evidencia que su interpretación aquí va a ser algo más espontánea y menos pulida que con el perfeccionista Karajan, aunque también pudiera deberse a que escuchamos una única función de principio a fin y no una selección de fragmentos de varias funciones. Arrojado en su presentación a los maestros y sin apuros, más allá de un fraseo no especialmente aquilatado, también acomete con arrojo y espontaneidad la canción del premio -mejor cuando acomete la tercera estrofa (CD4, pista 4)-, sonando por momentos leñoso pero efectivo.
Lisa della Casa como Eva |
Gerhard Unger repite su completo David, más teatral que el año precedente y menos aristocrático. Salía beneficiado con la línea cantábile que Karajan imprimía a sus explicaciones a Walther en el primer acto, pero aquí suena más espontáneo. Modélico en su pregón de la fiesta de San Juan, acompañado con viveza por Kna.
Ira Malaniuk repite su Magdalena del año anterior, cálida, bien cantada y atenta al texto.
Para olvidar el Pogner de Kurt Böhme, un lunar de este registro y de las interpretaciones en el Nuevo Bayreuth en general, en una de las peores apariciones de su discografía. Su monólogo en el primer acto es tosco, con afinación dudosa, muy rudimentario en el fraseo y con detalles de mal gusto. Y ello con un Kna atentísimo en dinámicas y fraseo. En su aparición en el segundo con Eva resulta prosaico.
Heinrich Pflanzl como Beckmesser |
Insospechadamente adecuado Gustav Neidilinger como sereno, con su voz mate, cavernosa y severa, que además comienza lejana para irse aproximando.
Buena corporación de maestros, con voces de entidad. Hay algunos cambios -sale Arlnold van Mill, entra Theo Adam- no significativos. Werner Faulhaber es un Kothner de entidad, que además expone las reglas de la tabulatura con un tono deliberadamente pedante.
Portentoso el Coro, dirigido por Wilhelm Pitz, en una de sus veladas inolvidables.
El quinteto del tercer acto |
Kna sólo dirigió Maestros en Bayreuth en 1952 y 1960 -dejando a salvo la última función de 1951-. El reparto de 1960 es superior -Greindl, Windgassen, Grümmer, Adam...- y los tempi de 1960 resultan más flexibles, pero yo no puedo prescindir de la dirección de 1952, absolutamente evocadora y cargada de suave felicidad, la mejor dirección de la Historia. No cabe duda de que estaba más cómodo dirigiendo el tradicional montaje de Hartmann que el minimalista de Wieland. Además, el sonido de 1952 es superior aun cuando el de 1960 sea una edición oficial de Orfeo. La comparación entre Karajan y Kna resulta indiscutiblemente favorable a Kna. En cuanto al reparto, se mueven al mismo nivel sobresaliente en conjunto, si bien en ambos hay algunas debilidades menores: Karajan pulió más a Hopf, probablemente a base de ensayo, pero della Casa ofrece un retrato dramáticamente más completo de Eva que la Schwarzkopf; el Pogner de Böhme es indiscutiblemente inferior al de Dalberg, pero Faulhaber es un Kothner superior, y la corporación de maestros está más pulida en 1952. Asimismo, aunque ni Faulhaber (1951) ni Neidlinger (1952) son las voces más adecuadas para el sereno, gana Neidlinger. En cuanto a Unger, habrá quien prefiera al más aristocrático de 1951 que al más teatral de 1952 o a la inversa. En todo caso, un monumento a la obra wagneriana, una grabación histórica de obligado conocimiento.
OCTUBRE DE 2024.
Felicidades, estupenda disección de un excelente director.
ResponderEliminarMuchas gracias!
EliminarLos tres pilares wagnerianos de la discografía de Kna: Parsifal, Anillo y Maestros. El del 51 cuenta con la ventaja de un sonido de estudio y dos magníficos Sachs (Schöffler) y David (Dermota), pero las voces de Walther (Treptow) y Magdalena (Schürhoff) suenan un poco "antiguas". El del 55 para mí es el más redondo, cómico y teatral y con el buen sonido de una fuente radiofónica, aunque el coro y la orquesta son inferiores a los de Bayreuth. El del 60 ya está extensamente comentado en este mismo blog. Un saludo y como siempre enhorabuena por cada magnífico análisis.
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