LA VALQUIRIA / Festival de Bayreuth, 31 de julio de 2017
Otras representaciones: 18 y 29 de agosto
Producción de Frank Castorf estrenada en 2013 / Decorados: Alecsandar Denic. Vestuario: Adriana Braga Peretzki. Iluminación: Rainer Casper. Vídeo: Andreas Deinert y Jens Crull
Dirección musical de Plácido Domingo
Reparto: Stephen Gould (Siegmund), Tobias Kehrer (Hunding), John Lundgren (Wotan), Anja Kampe (Sieglinde), Catherine Foster (Brünnhilde), Marina Prudenskaya (Fricka), Caroline Wenborne (Gerhilde), Christiane Kohl (Ortlinde), Simone Schröder (Waltraute), Marina Prudenskaya (Schwertleite), Regine Hangler (Helmwige), Mareike Morr (Siegrune), Mika Kaneko (Grimgerde), Alexandra Petersamer (Rossweisse).
Minutación: Acto I: 66'50 / Acto II: 91'45 / Acto III: 69'56 / Total: 228'31 (3 horas 48 min)
Minutación: Acto I: 66'50 / Acto II: 91'45 / Acto III: 69'56 / Total: 228'31 (3 horas 48 min)
Todas las imágenes de este artículo son propiedad dwwwel Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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La Valquiria de Domingo
La esperada Valquiria de Plácido Domingo, de la que tanto ha hablado la prensa. Como ya dijimos el año pasado, esta jornada del Anillo de Castorf es la que dramáticamente funciona mejor, sobre todo por los impactantes decorados de Alecsandar Denic. De estética industrial, la escena se desarrolla íntegramente de noche y en el Azebaiyán de los años sesenta. Las estructuras son de madera, destacando la casa-granero de Hunding, con dos pisos, y el imponente pozo petrolífero en la roca de las valquirias, con diferentes alturas.
Para esta reposición extraordinaria, Plácido Domingo ha contado con un elenco reforzado, si se me permite la expresión, empleando bien cantantes habituales del Festival, bien cantantes que han cantado en este Anillo en años anteriores, en el mismo papel o en otro diferente. La práctica utilizada en este caso, excepcional en la Historia del Festival, me recuerda al Festival de Ópera de Munich, donde para unas funciones escogidas se pulen los repartos de producciones rodadas en la temporada ordinaria. Así ha ocurrido, teniendo en cuenta que este Anillo ha tenido dos periodos diferentes: los tres primeros años, bajo la dirección de Kirill Petrenko, y los dos últimos, bajo la dirección de Marek Janowski. Así, tras cantar Johan Botha el papel de Siegmund con Petrenko, un cáncer que terminó acabando con su vida obligó a Janowski a buscar otro cantante, optando por el lírico Christopher Ventris. Con Domingo se ha contado con el sólido Stephen Gould, voz privilegiada en el panorama wagneriano actual y de amplia trayectoria en el Festival -alternando estas tres funciones con Tristán-. En el caso de Sieglinde, Janowski no pudo contar con Anja Kampe, tras mantener ésta diferencias con Thielemann en 2015. Ahora parece que tales diferencias se han atenuado y Kampe regresa al Festival para cantar Sieglinde, al igual que hizo los tres primeros años. Janowski sustituyó al discreto Wotan de Wolfgang Koch por el poderoso sueco John Lundgren, que se ha mantenido este año. Marina Prudenskaya, la elección de Janowski para Waltraute, es ascendida a Fricka. La única elección nueva es la del debutante Tobias Kehrer como Hunding, tarea nada fácil después de haber cantado el papel Franz-Josef Selig y Kwangchul Youn con Petrenko y Georg Zeppenfeld con Janowski.
Frank Manhold retransmitía desde la Radio de Baviera esta jornada final del primer ciclo, y extraordinaria por lo que supone representar seis y no cinco obras en un año sin Anillo y utilizando una de las jornadas de éste. Curiosamente, Radio Clásica no ha retransmitido una Valquiria que ha tenido en la prensa algo de acontecimiento nacional, por ser Domingo el primer español en dirigir en Bayreuth y también el primer cantante que ocupa el podio.
Dirigir en Bayreuth es una tarea difícil. Lo reconoció el propio Plácido Domingo, no sólo por el retardo del foso con relación a los cantantes, sino también por las sonoridades más estridentes en el profundo abismo místico que es el foso del Festpielhaus -pero nítidas y redondeadas en la sala- y la dificultad de dirigir la cabalgata de las valquirias en un escenario tan alto, escapadas de la vista del director. Domingo declaró esperar con respeto, emoción y amor este debut como director en la Verde Colina, para lo cual ha estado preparándose intensamente, especialmente en los últimos cinco meses cuando aprovechaba las representaciones de Macbeth en Berlín con Barenboim para desplazarse a Bayreuth. Incluso alquiló una orquesta para los ensayos y dirigió la obra en versión de concierto con la Orquesta del Mariinsky el pasado 7 de julio. De la producción de Castorf indicó que ya es norma que los directores modernos se van un poco de la historia, y que las instalaciones y los vídeos nos rompen la concentración. De la orquesta ha dicho que toca casi sin ver, pero tienes que dirigirlos, motivarlos, y asomarse al foso de Bayreuth es mucha responsabilidad. Y apuntó: He dirigido a las mejores orquestas del mundo, pero nada es comparable a empuñar la batuta aquí. Cada función en Bayreuth es un acontecimiento histórico.
La prensa española -pero también la alemana- ha aumentado la expectación en los últimos días y, tras la función, ríos de tinta corren entre partidarios y detractores, entre quienes se deshacen en elogios al tenor madrileño y quienes consideran que Domingo, excelente cantante, no es un buen director. En alguna emisora alemana se alababa su dirección solemne, sensual y apasionada, donde los cantantes respiran envueltos en libertad y lirismo... El diario El Mundo también se entregaba sin reservas a las críticas elogiosas, diciendo que el público de Bayreuth se rindió a sus pies. Por regla general las críticas han sido tibias, destacando la muy completa de El Periódico y la publicada en ABC. Al salir a saludar, recibió algunos abucheos, aunque desaparecieron tras su segunda salida, acompañado de todo el elenco.
No pasará esta Valquiria a los anales de la Historia por su dirección, bastante discreta. Para el primer acto se emplean tempi lentos y el discurso se torna lánguido varias veces, con caídas de tensión, falta de fluidez del discurso y rigidez en los enlaces entre las grandes frases. Curiosamente, el primer acto supera en casi un minuto al de Kna en Bayreuth en 1958 -la Valquiria más lenta de la famosa tríada 1956-58-. Con un tempo tan lento, Kampe no parece sentirse cómoda en su narración de la espada a Sigmundo en la tercera escena del primer acto. Acompañando a Gould se producen dos desajustes -al comienzo del primer Wälse! y en el momento en que se dispone a sacar la espada-. Las cosas mejoran en el segundo acto, donde la sonoridad tiene más cuerpo y sobre todo en el tercero, con unos adioses de Wotan bastante interesantes, acompañando con atención a Lundgren, que frasea con redondez, aunque Domingo realiza una serie de ritardandos y acelerandos curiosos. No obstante, en toda la dirección se aprecian momentos de blandura, falta de rotundidad.
Uno de los atractivos de esta Valquiria era poder escuchar a Stephen Gould como Sigmundo, papel que interpretó en los inicios de su andadura wagneriana pero que lleva bastantes años sin abordar, al estar centrado en Tannhäuser, Sigfrido y Tristán. Ni siquiera lo había cantado antes en Bayreuth. La voz baritonal le viene muy bien al personaje y afronta el papel sin dificultad, quizás con un poco de frialdad, pero de manera muy convincente. A su lado, la carnosa voz de Anja Kampe corre bien como una Sieglinde delicada, elegante en el fraseo y dramáticamente atenta.
Frente a estos dos cantantes, Tobias Kehrer queda inevitablemente en un segundo plano como Hunding. Kehrer ha sido en esta edición un competente Titurel en Parsifal y sereno en Maestros, pero son papeles muy breves donde no se precisa apenas impronta dramática. Hunding entraña una serie de actitudes que hay que hacer valer en escena. El joven bajo posee medios más que suficientes para encarnar a Hunding, con un grave muy sólido, al que desciende con absoluta facilidad, como también asciende al agudo, pero su interpretación no tiene profundidad psicológica.
La Brunilda de Catherine Foster ya es muy conocida a lo largo de estos seis años. La soprano británica ha ido afrontando el personaje cada vez con más seguridad. Aunque no tiene una voz muy ancha, afronta el papel con gran solvencia, sin problemas en el agudo ni necesidad de forzar la voz.
Probablemente lo más impactante de esta interpretación haya sido la pareja de dioses. John Lundgren y Marina Prudenskaya, cada uno en su cometido, son Wotan y Fricka épicos, sobrados de medios vocales y excelentemente cantados. El primero posee una voz noble, tersa, que corre por la partitura sin dificultad, asciende al agudo con brillantez y es capaz de mantener una bella línea de canto en los momentos más líricos -magníficos adioses-. La segunda posee una bella voz un punto cremosa, frasea con elegancia y afronta el papel con gran dignidad.
Competente el octeto de valquirias.
Con esta crónica ponemos fin a las retransmisiones desde Bayreuth 2018. Un año con un nivel alto y homogéneo por regla general, con unos directores de marcada personalidad cada día y algunos acontecimientos que quedan para el recuerdo de la Historia del Festival: el debut de Piotr Beczala como Lohengrin, el regreso de Waltraud Meier al Festival, la curiosidad de que Plácido Domingo haya dirigido La Valquiria separada del ciclo del Anillo o escuchar a Greer Grimsley como Holandés. Un año en que recordábamos el centenario del nacimiento de dos grandes sopranos wagnerianas: Astrid Varnay y Birgit Nilsson. Y siempre la memoria de José Luis Pérez de Arteaga, quien dominaba como nadie los intermedios de las retransmisiones.
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La Valquiria de Domingo
La esperada Valquiria de Plácido Domingo, de la que tanto ha hablado la prensa. Como ya dijimos el año pasado, esta jornada del Anillo de Castorf es la que dramáticamente funciona mejor, sobre todo por los impactantes decorados de Alecsandar Denic. De estética industrial, la escena se desarrolla íntegramente de noche y en el Azebaiyán de los años sesenta. Las estructuras son de madera, destacando la casa-granero de Hunding, con dos pisos, y el imponente pozo petrolífero en la roca de las valquirias, con diferentes alturas.
Para esta reposición extraordinaria, Plácido Domingo ha contado con un elenco reforzado, si se me permite la expresión, empleando bien cantantes habituales del Festival, bien cantantes que han cantado en este Anillo en años anteriores, en el mismo papel o en otro diferente. La práctica utilizada en este caso, excepcional en la Historia del Festival, me recuerda al Festival de Ópera de Munich, donde para unas funciones escogidas se pulen los repartos de producciones rodadas en la temporada ordinaria. Así ha ocurrido, teniendo en cuenta que este Anillo ha tenido dos periodos diferentes: los tres primeros años, bajo la dirección de Kirill Petrenko, y los dos últimos, bajo la dirección de Marek Janowski. Así, tras cantar Johan Botha el papel de Siegmund con Petrenko, un cáncer que terminó acabando con su vida obligó a Janowski a buscar otro cantante, optando por el lírico Christopher Ventris. Con Domingo se ha contado con el sólido Stephen Gould, voz privilegiada en el panorama wagneriano actual y de amplia trayectoria en el Festival -alternando estas tres funciones con Tristán-. En el caso de Sieglinde, Janowski no pudo contar con Anja Kampe, tras mantener ésta diferencias con Thielemann en 2015. Ahora parece que tales diferencias se han atenuado y Kampe regresa al Festival para cantar Sieglinde, al igual que hizo los tres primeros años. Janowski sustituyó al discreto Wotan de Wolfgang Koch por el poderoso sueco John Lundgren, que se ha mantenido este año. Marina Prudenskaya, la elección de Janowski para Waltraute, es ascendida a Fricka. La única elección nueva es la del debutante Tobias Kehrer como Hunding, tarea nada fácil después de haber cantado el papel Franz-Josef Selig y Kwangchul Youn con Petrenko y Georg Zeppenfeld con Janowski.
Frank Manhold retransmitía desde la Radio de Baviera esta jornada final del primer ciclo, y extraordinaria por lo que supone representar seis y no cinco obras en un año sin Anillo y utilizando una de las jornadas de éste. Curiosamente, Radio Clásica no ha retransmitido una Valquiria que ha tenido en la prensa algo de acontecimiento nacional, por ser Domingo el primer español en dirigir en Bayreuth y también el primer cantante que ocupa el podio.
La roca de las valquirias en la producción de Frank Castorf. |
Dirigir en Bayreuth es una tarea difícil. Lo reconoció el propio Plácido Domingo, no sólo por el retardo del foso con relación a los cantantes, sino también por las sonoridades más estridentes en el profundo abismo místico que es el foso del Festpielhaus -pero nítidas y redondeadas en la sala- y la dificultad de dirigir la cabalgata de las valquirias en un escenario tan alto, escapadas de la vista del director. Domingo declaró esperar con respeto, emoción y amor este debut como director en la Verde Colina, para lo cual ha estado preparándose intensamente, especialmente en los últimos cinco meses cuando aprovechaba las representaciones de Macbeth en Berlín con Barenboim para desplazarse a Bayreuth. Incluso alquiló una orquesta para los ensayos y dirigió la obra en versión de concierto con la Orquesta del Mariinsky el pasado 7 de julio. De la producción de Castorf indicó que ya es norma que los directores modernos se van un poco de la historia, y que las instalaciones y los vídeos nos rompen la concentración. De la orquesta ha dicho que toca casi sin ver, pero tienes que dirigirlos, motivarlos, y asomarse al foso de Bayreuth es mucha responsabilidad. Y apuntó: He dirigido a las mejores orquestas del mundo, pero nada es comparable a empuñar la batuta aquí. Cada función en Bayreuth es un acontecimiento histórico.
La prensa española -pero también la alemana- ha aumentado la expectación en los últimos días y, tras la función, ríos de tinta corren entre partidarios y detractores, entre quienes se deshacen en elogios al tenor madrileño y quienes consideran que Domingo, excelente cantante, no es un buen director. En alguna emisora alemana se alababa su dirección solemne, sensual y apasionada, donde los cantantes respiran envueltos en libertad y lirismo... El diario El Mundo también se entregaba sin reservas a las críticas elogiosas, diciendo que el público de Bayreuth se rindió a sus pies. Por regla general las críticas han sido tibias, destacando la muy completa de El Periódico y la publicada en ABC. Al salir a saludar, recibió algunos abucheos, aunque desaparecieron tras su segunda salida, acompañado de todo el elenco.
Sieglinde (Kampe) y Hunding (Kehrer) |
Sieglinde (Kampe) y Sigmundo (Gould) |
Frente a estos dos cantantes, Tobias Kehrer queda inevitablemente en un segundo plano como Hunding. Kehrer ha sido en esta edición un competente Titurel en Parsifal y sereno en Maestros, pero son papeles muy breves donde no se precisa apenas impronta dramática. Hunding entraña una serie de actitudes que hay que hacer valer en escena. El joven bajo posee medios más que suficientes para encarnar a Hunding, con un grave muy sólido, al que desciende con absoluta facilidad, como también asciende al agudo, pero su interpretación no tiene profundidad psicológica.
La Brunilda de Catherine Foster ya es muy conocida a lo largo de estos seis años. La soprano británica ha ido afrontando el personaje cada vez con más seguridad. Aunque no tiene una voz muy ancha, afronta el papel con gran solvencia, sin problemas en el agudo ni necesidad de forzar la voz.
Probablemente lo más impactante de esta interpretación haya sido la pareja de dioses. John Lundgren y Marina Prudenskaya, cada uno en su cometido, son Wotan y Fricka épicos, sobrados de medios vocales y excelentemente cantados. El primero posee una voz noble, tersa, que corre por la partitura sin dificultad, asciende al agudo con brillantez y es capaz de mantener una bella línea de canto en los momentos más líricos -magníficos adioses-. La segunda posee una bella voz un punto cremosa, frasea con elegancia y afronta el papel con gran dignidad.
Marina Prudenskaya como Fricka. |
Con esta crónica ponemos fin a las retransmisiones desde Bayreuth 2018. Un año con un nivel alto y homogéneo por regla general, con unos directores de marcada personalidad cada día y algunos acontecimientos que quedan para el recuerdo de la Historia del Festival: el debut de Piotr Beczala como Lohengrin, el regreso de Waltraud Meier al Festival, la curiosidad de que Plácido Domingo haya dirigido La Valquiria separada del ciclo del Anillo o escuchar a Greer Grimsley como Holandés. Un año en que recordábamos el centenario del nacimiento de dos grandes sopranos wagnerianas: Astrid Varnay y Birgit Nilsson. Y siempre la memoria de José Luis Pérez de Arteaga, quien dominaba como nadie los intermedios de las retransmisiones.
Grabación digital procedente de la WDR (Radio del Oeste de Alemania, Colonia) en HD,
en formato .flac. Admite estéreo 5.1.
Se incluyen las alocuciones iniciales y finales de la locutora de la Radio de Baviera en formato .mp3 a 128 kbps.
1 DE AGOSTO DE 2018.
Muchisimas gracias por las críticas y los enlaces. El sentido común y la objectividad son denominador común en la pàgina.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a ti por seguirla. Para mí es un placer y ya que grabo las retransmisiones, poderlas compartir.
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