El experimentado y siempre solvente Franz Konwitschny no dejó un legado discográfico muy numeroso, si bien en los últimos años se han ido rescatando grabaciones. En el campo operístico sólo nos han llegado algunas grabaciones wagnerianas, entre las que siempre ha sobresalido este Tannhäuser en versión de Dresde grabado en estudio en 1960 con los cuerpos estables de la Staatsoper de Berlín y un reparto de la era dorada del canto wagneriano.
Franz Konwitschny pertenece a esa rica tradición de los kapellmeister. Oriundo de Moravia, comenzó su carrera como viola en la orquesta de la Gewandhaus de Leipzig bajo la dirección de Wilhelm Furtwängler, para después iniciar su andadura como director de orquesta, pasando por Stuttgart, Leipzig, y finalmente, la Staatsoper de Berlín, donde estuvo desde 1955 hasta su fallecimiento repentino en 1962, mientras se encontraba en Belgrado ensayando la Missa Solemnis de Beethoven. Con los berlineses realizó dos grabaciones wagnerianas en estudio en 1960: un Holandés y el presente Tannhäuser, con repartos bastante coincidentes, y donde plasmó su forma de entender esta música, con una concepción sobria.
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Franz Konwitschny en una fotografía de octubre de 1958. |
El Tannhäuser que nos ocupa fue grabado con medios bastante modestos. Ni grandes estudios de grabación con sofisticados equipamientos ni largas sesiones, lo que diferencia esta grabación de otras de la época realizadas en estudio -así, el Anillo y el Tristán de Solti con la Filarmónica de Viena-. La Grunewaldkirche de Berlín sirvió de estudio de grabación durante apenas cinco días, del 17 al 21 de octubre de 1960. La grabación pasó al fondo discográfico de EMI, quien la remasterizó y editó en CD en 1990, pasando después a ser editada bajo el sello Warner, quien posee actualmente el fondo discográfico de EMI, y que ha creado una serie específica para los registros procedentes de Electrola con el nombre de Collogne Collection.
Anverso de la edición en vinilo de este Tannhäuser. |
Reverso de la edición en vinilo de este Tannhäuser. |
Konwitschny dirige un Tannhäuser sobrio y sincero, con un pulso un punto ligero en los actos primero y segundo y más reposado en el tercero. Sus cualidades giran más hacia el misticismo de este último acto que a la voluptuosidad de Venus en el primero -curiosamente, la primera aparición del himno a Venus en la Obertura resulta contenido, sin esa pasión que contrasta con el tema de los peregrinos, algo que también se repite en la segunda aparición, con tintes solemnes y unas segundas voces en la cuerda un poco amasadas-. La reexposición del tema de los peregrinos resulta de buena factura, aunque a velocidad más bien ligera, incluso demasiado en los últimos acordes.
Primitiva edición en CD de este Tannhäuser. |
Como hemos indicado, el tercer acto destaca sobre los dos anteriores, resultando excepcional. El Preludio, de contornos redondeados, respira misticismo; el acompañamiento orquesta a Wolfram y Elisabeth en sus frases iniciales es reposado y otoñal, mientras que el coro suena un punto melifluo y eclesial; la marcha de Elisabeth ante un enamorado Wolfram pocas veces se ha expuesto con tanta nostalgia; y el acompañamiento al protagonista en su narración de Roma respira tintes de oratorio. Mencionar el detalle de los trombones un punto más destacados de lo habitual tras el Elisabeth! del protagonista, cuando el coro entona en la lejanía Der Seele Heil (CD3, pista 7, 3:29) y poco después, en Ihr ward der Engel (4:10). El coro de peregrinos final es uno de los más bellos de la discografía, con atmósferas celestiales (pista 8).
La voz de Hans Hopf es conocida, ancha y de color baritonal. El tenor resultaba muy espontáneo en su forma de cantar, como si todo ello dependiese de lo que la naturaleza otorga. En este registro demuestra sus buenos medios vocales, buen fiato y agudos más que suficientes. Solventa los recovecos vocales de las tres estrofas del himno a Venus con solvencia, aunque algo falto de refinamiento, con formas que pueden encajar más en la rusticidad del Sigfrido juvenil que en la personalidad pasional y atormentada del caballero cantor, lo que resta credibilidad al personaje en el segundo acto -la cándida Elisabeth Grümmer como Elisabeth enamorada contrasta con la escasa identificación que Hopf tiene con este estado mientras canta su dúo, aunque se compenetran bien en su parte final, conjunta, y en el torneo de canto resulta frío-. Sin duda lo más logrado es su narración de Roma, donde las exigencias de un tenor dramático las cumple sobradamente y donde su rusticidad es válida para plasmar la desesperación del personaje. En el plano dramático, la caracterización del personaje es bastante simple, sin profundidad psicológica en cuanto a evolución del personaje, por lo que en algunos momentos acaba resultando acartonado. Hopf no puede competir con la nobleza de Wolfgang Windgassen y su teatralidad. También Ramón Vinay, aun estando más limitado en el registro agudo, y aunque abordara el papel sólo durante un breve periodo de tiempo, resulta más completo en el aspecto dramático -por citar dos grandes nombres contemporáneos de él-. En cualquier caso, este registro constituye un buen documento para conocer al que, en los años sesenta, fue uno de los principales tenores heroicos y alternativa a Windgassen como Sigfrido y Tannhäuser en Bayreuth1. En definitiva, un notable Tannhäuser en estilo de vieja escuela -que a los oídos más italianizantes de hoy puede resultar algo áspero, aunque adecuado a las necesidades vocales que reclama Wagner-, mejor en lo que a materia prima de voz se refiere que a interpretación o personalidad dramática.
Marianne Schech. |
La luminosa voz de Elisabeth Grümmer, de lírica pura, maravillosamente manejada y con exquisita línea de canto, es ideal para el papel de Elisabeth, en el que es su único registro. En Bayreuth cantó todos los papeles para soprano lírica a excepción de éste (Elsa, Eva, Freia y Gutrune), probablemente por el azar de los repartos, pues el papel estuvo dominado en los Festivales de los cincuenta y sesenta por Gré Brouwenstijn y Leonie Rysanek, sopranos lírico-dramáticas, y sólo las líricas Victoria de los Ángeles (1961 y 1962) y Anja Silja (1962) lo cantaron por aquellos años.
El Wolfram de Dietrich Fischer-Dieskau es bien conocido gracias a los registros de Bayreuth (Keilberth en 1954, Cluytens en 1955 y Sawallisch en 1961). Disponemos de seis grabaciones del que, para quien estas líneas escribe, es su papel por excelencia, de las cuales cinco tuvieron lugar lugar antes de los 40 años -y en la última, en estudio en 1968 con Otto Gerdes y los cuerpos estables de la Deutsche Oper de Berlín, contaba con 43-. Indicamos esto porque es conocido el manierismo exagerado del Fischer-Dieskau de su última etapa, mientras que en la década de los cincuenta y de los sesenta, el barítono conservaba esa chispa de frescura y espontaneidad, no exenta de poesía y ensoñación -la elegancia con que pregunta al Landgrave en el primer acto si puede contar a Tannhäuser la suerte que le espera con Elisabeth (Erlaubest du mir, Herr, daß ich / Verkünder seines Glücks ihm sei?, CD1, pista 7, 4:39) y su inmediata narración (pista 8), cargada de inflexiones y cambios de dinámicas que enriquecen la interpretación. Su intervención en el concurso de canto es enérgica al inicio, para pasar poco a poco a su ensoñación (CD2, pista 7), mientras que la romanza del lucero vespertino del tercero está cargada de patetismo (CD3, pista 4).
Gottlob Frick es un excelente Landgrave, aplomado, elegante en el fraseo, rotundo en su sobriedad en el primer acto, apasionado en su airoso del segundo (CD2, pista 6) -con un acompañamiento intenso de Konwitschny- e implacable en su condena a Tannhäuser (CD2, pista 11).
Fritz Wunderlich es un extraordinario Walter von der Vogelweide, que combina buenos medios líricos, excelente fraseo y un punto de pasión a su interpretación de la breve parte. Indicar, como curiosidad, que los dos únicos Wagner que grabó fueron éste y el Timonel del Holandés, el mismo año y también con Konwitschny.
Rudolf Gonszar es un competente Biterolf, con la fiereza que requiere el papel. Competentes también Gerhard Unger como Heinrich der Schreiber y Reiner Süss como Reinmar von Zweter.
Lisa Otto resulta excelente como un Pastor grácil y espontáneo.
En esta grabación se optó por contar con niños para los papeles de los cuatro pajes.
La prestación del Coro de la Staatsoper de Berlín, dirigido por Karl Schmidt, es buena, sin llegar a la densidad telúrica del coro de Bayreuth. La toma sonora favorece a los tenores sobre los bajos en el coro de peregrinos, lo que lo hace sonar un punto más liviano y juvenil.
En definitiva, un Tannhäuser que se coloca entre las primeras recomendaciones de la discografía y que es necesario conocer, con una dirección sincera de Konwitschny y varios cantantes absolutamente referenciales en sus papeles: Grümmer, Fischer-Dieskau, Frick, Wunderlich, y en el caso de Grümmer y Wunderlich, en el que es su único registro en sus respectivos papeles. No le damos cinco estrellas a la dirección por considerar que es muy buena, pero no genial en conjunto, pues el tercer acto descolla sobre los dos precedentes. En cuanto al reparto, tampoco le damos cinco estrellas, pues Hans Hopf y Marianne Schech son dos notables Tannhäuser y Venus, pero no excepcionales -Hopf falto de dimensión psicológica y sutileza en los pasajes más elegantes, y Schech más imperiosa que seductora en su creación de Venus-.
ENERO DE 2019.
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1 Entre sus registros, además de los archiconocidos Maestros con Karajan y la parte de tenor en le Novena de Beethoven con Furtwängler, ambos en Bayreuth en 1951, podemos escuchar su Lohengrin en Munich con Kna (Orfeo, 1960) y su Sigfrido en el Anillo de Kempe, también en el Festival (Orfeo, 1961). Allí también cantó Tannhäuser en 1965 bajo la batuta de André Cluytens y en 1966 bajo la batuta de Carl Melles, pero no disponemos de registro. Si queremos escucharle otro Tannhäuser debemos acudir a un directo del Metropolitan con Solti del mismo año que la grabación que nos ocupa, editado por Walhall, y que cuenta con un reparto excelente (Leonie Rysanek como Elisabeth, Irene Dalis como Venus, Hermann Prey como Wolfram y Jerome Hines como Landgrave), aunque con los inevitables inconvenientes del sonido de una toma radiofónica editada no oficialmente. Para escuchar su Tristán debemos acudir a una grabación no oficial del sello Exclusive, procedente de una representación en la Staatsoper de Viena en 1973 -con Carlos Kleiber en el podio y Catarina Ligendza como Isolda-, hoy de difícil localización.
2 Como curiosidad, en 1955 fue la tercera Norna del Anillo de Kna en Munich (Orfeo). En 1960, Schech tuvo una importante presencia fonográfica, pues además de esta Venus, había sido Senta en el Holandés que Konwitschny grabó meses antes y fue también Chryostemis en la grabación de estudio de Elektra de Karl Böhm con la Staatskapelle Dresden -había sido la Mariscala dos años antes en su grabación de El caballero de la rosa-. Curiosamente, en todas ellas coincidió con Dietrich Fischer-Dieskau. Con 46 años, de 1960 datan sus últimos registros en disco.
Una de esas grabaciones wagnerianas quizá no suficientemente valorada, pues de las versiones de estudio sólo la de Solti puede ponerse por delante. Estupendo y exhaustivo análisis.
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