PARSIFAL / BAYREUTH 2023

PARSIFAL / Festival de Bayreuth, 25 de julio de 2023
Otras representaciones: 30 de julio y 12, 15, 19, 23 y 27 de agosto
Nueva producción de Jay Scheib / Decorados: Mimi Lien. Vestuario: Meentje Nielsen. Dramaturgia: Marlene Schleicher. Iluminación: Rainer Casper. Vídeo: Joshua Giggason
Dirección musical de Pablo Heras-Casado (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Derek Welton (Amfortas), Tobias Kehrer (Titurel), Georg Zeppenfeld (Gurnemanz), Andreas Schager (Parsifal), Jordan Shanahan (Klingsor), Elīna Garanča (Kundry), Siyabonga Maqungo (primer caballero del Grial), Jens-Erik Aasbø (segundo caballero del Grial), Betsy Horne (primer escudero y muchacha-flor), Margaret Plummer (segundo escudero y muchacha-flor), Jorge Rodríguez-Norton (tercer escudero), Garrie Davislim (cuarto escudero), Evelin Novak (muchacha-flor), Camille Schnoor (muchacha-flor), Julia Grüter (muchacha-flor), Betsy Horne (muchacha-flor), Marie Henriette Reinhold (muchacha-flor y solo).
Minutación: Acto I: 97:46 / Acto II: 62:49 / Acto III: 74'23  / Total: 233'58 (3 h 53 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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Nací en el Mediterráneo

          Un año más comenzamos de nuevo con las retransmisiones del Festival de Bayreuth. A las 15:40 horas, Ricardo de Cala se ponía de nuevo a los micrófonos de Radio Clásica con las sinopsis argumentales, ya históricas, de Ángel-Fernando Mayo, grabadas ya hace unos años por Ana Vega Toscano. La Radio de Baviera llevaba ofreciendo entrevistas desde
 un rato antes, en un programa desarrollado a pie del Festspielhaus por Sylvia Schreiber en una jornada lluviosa desde casi una hora antes del inicio de la función -en el paso de micrófono a pie de calle es perceptible la lluvia y hemos dejado esos momentos en la grabación por el componente añadido que tienen de naturalidad e inmediación. Las alocuciones desde el estudio corrían a cargo de Constanze Fennel.

       Debut de Pablo Heras-Casado en el Festival, un acontecimiento inesperado que fue anunciado en la rueda de prensa previa a la edición de 2022. Según relató, recibió la oferta después de que Katharina Wagner acudiera a una de las funciones del Ocaso que estaba dirigiendo en el Teatro Real de Madrid, en la veterana producción de Robert Carsen producida para Colonia.

Aspecto de la Verde Colina el día de la inauguración, con los simpáticos
Wagner colocados este año, obra del artista alemán Ottman Hörl
          Respecto al reparto, hay que partir de una práctica que el Festival retomó a partir de 2015 -no sé si deliberadamente, pero lo cierto es que existe- y que a mi ver es la más adecuada: contar con un conjunto de cantantes que son el cuerpo solista estable del certamen y que van pasando de unas producciones a otras, dando continuidad al propio proyecto artístico. Esto ha sido lo habitual desde la reapertura del Festival en 1951, pero entre 1999 y 2015 no se produjo, con una gran cantidad de debuts anuales y multiplicaciones de nombres, que cantaban un solo papel durante un par de años -y a lo sumo una producción completa- para después no regresar. El paradigma de este suceso quizás fue la producción de Katharina Wagner de Maestros Cantores que dirigiera Sebastian Weigle, con un plantel inusitado de debutantes. En cambio, el otro sistema permite contar con cantantes que tienen experiencia no sólo en el repertorio wagneriano sino también en las particularidades del Festspielhaus. En la nueva producción, de los seis cantantes principales, cuatro proceden del anterior montaje, tres de ellos en el mismo rol -Schager (Parsifal), Zeppenfeld (Gurnamenz) y  Kehrer (Titurel)-, y Welton pasa de Klingsor a Amfortas. Debutan en Bayreuth Sanahan (Klingsor) y Garanča (Kundry), si bien la idea del Festival ha sido darle el rol femenino a otra habitual del Festival, Ekaterina Gubanova, quien al cantar también Venus en Tannhäuser, se ve apoyada por Garanča en las tres primeras funciones.

Primer acto. Gurnemanz (Zeppenfeld) con los escuderos.
A su lado, Kundry (Garanča)
          Para los papeles menores se ha contado en su mayoría con cantantes que combinan otros montajes: los caballeros proceden de Tristán (joven marinero) y del Anillo (Fasolt). Al igual que en la anterior producción, los dos escuderos femeninos se desempeñan también como muchachas-flor, otra muchacha-flor será también Woglinde en el Anillo (Novak), otra el pastor en Tannhäuser (Grüter) y caso paradigmático es el de Reinhold, procedente del octeto de valquirias, porque no sólo hará de muchacha-flor sino que también cantará el solo del final del primer acto, una combinación inhabitual, pues esta parte tradicionalmente se adjudica a la Erda del Anillo -aunque no siempre, así, Ruth Hesse en los últimos Parsifales de Kna alternaba la parte con la de segundo escudero, o en los primeros años de la segunda producción de Parsifal de Wolfgang Wagner, con James Levine en el podio, Hitomi Katagiri alternaba el solo con el rol de Schwertleite en el Anillo de Barenboim/Kupfer-. Simone Schröder, la histórica mezzosoprano que tantas veces ha cantado el solo -14 ediciones a contar desde 1999, si bien debutó en Bayreuth en 1992-, estará en esta edición, pero se ocupará de Flosshilde y Rossweisse en el Anillo. Como curiosidad final, el español Jorge Rodríguez-Norton no ha querido perderse el debut de su compatriota y está presente como tercer escudero en una edición en la que se pluriemplea, pues repite su Heinrich der Schreiber en Tannhäuser y el pastor en Tristán.

El exótico jardín mágico de Klingsor de esta producción
          En 2019, el Festival despidió, sin prórroga alguna -extremo confirmado antes de que llegara la pandemia- el emotivo montaje de Parsifal debido a Uwe Eric Laufenberg y estrenado en 2016, que no tenía grandes despliegues técnicos pero sí un mensaje sencillo de fraternidad interconfesional frente al islamismo radical en Oriente Medio. Un montaje que discurrió sin polémica, sin grandes fans apasionados pero tampoco sin que pudiera criticársele nada importante. En 2023 llega éste debido al norteamericano Jay Schaib, que ha despertado mucha expectación por el empleo de gafas de realidad aumentada y de la cual nada más se sabía. Tanto Heras-Casado como Schager la habían calificado de emocionante, y que en las fotografías resulta desconcertante por su colorido y vestuario, en lo que parece que es el Pacífico Sur -con un plástico segundo acto que parece que toma influencias del arte urbano- y donde la propuesta tiene como hilo conductor la emergencia climática. A espera de poder verla en vídeo y hacer una crónica más detallada, la prensa ha apuntado que las gafas permiten ver distintos objetos en movimiento, destacadamente el cisne atravesado por la flecha, que vuela por la sala del Festspielhaus, pero también insectos, piedras y luces galácticas en el primer acto, calaveras y plantas exóticas en el segundo y residuos plásticos en un fondo marino en el tercero. En general, la prensa ha sido unánime en considerar que este recurso termina por resultar visualmente agotador en una obra tan larga y que parece que se ha apostado todo a una carta: la realidad visual no camufla una dirección de actores poco original.

             El resultado ha sido una jornada inaugural que, en conjunto y en lo que a la parte musical se refiere, ha dejado un magnífico sabor de boca, con un reparto sobresaliente, inmejorable en nuestros días, y una dirección que, si bien se ha mostrado irregular en el primer acto, ha sabido sacar partido a la vena electrizante en el dúo del segundo y que se ha asentado en un muy notable tercer acto. La retransmisión presenta el magnífico sonido habitual gracias a la ingeniería sonora de Peter Urban, indispensable para tener en nuestra casa un sonido directo y de impacto, con pianissimi nítidos y fortissimi que permite escuchar los distintos instrumentos y voces sin saturación alguna.

           Pablo Heras-Casado, quien ha dirigido sin batuta como suele ser habitual en él, desarrolló una lectura de planteamientos variables y que fue de menos a más. En estos últimos meses tuvo la oportunidad de dirigirla en versión de concierto a la Orquesta de Extremadura en el mes de febrero, después vino un segundo acto también en versión de concierto en Milán y, a principios de junio y justo un día antes de comenzar los ensayos con la orquesta del Festival, otro concierto con el preludio y el tercer acto, con la Orquesta de la SWR alemana (Stuttgart) en Baden-Baden. Inició la obra pulcra y un punto lenta, con un preludio un tanto aséptico. Las fanfarrias, espaciosas y separadas, no hacían presagiar los tempi que iba a emplear en el primer acto, agilísimos. De las entrevistas concedidas en las últimas semanas parecía deducirse que el granadino quería desarrollar una lectura lenta, mística y serena, pero en una entrevista publicada ayer por la Radio de Baviera, declaraba incluso si es más corto que con otros directores, lo cual creo que es mi caso, la pregunta crucial sigue siendo si hay suficiente espacio para cada momento emocional. Asimismo, indicó que pathos no significa pesado, lento u oscuro. Esta pieza está llena de luz transparencia en los momentos más oscuros. Hay infinitos matices, cambios armónicos y cromáticos. De estas palabras también podría pensarse en una lectura al estilo de Boulez, pero tampoco. Este Festival Escénico Sacro se aproxima en concepción a Barenboim en sus dos primeros actos, una lectura más dramática que mística, más terrenal que ascética, de marcados acentos en la cuerda, sin clímax extáticos. Una línea ya iniciada en su momento por Solti, y de hecho en la primera parte del primer acto me he acordado del húngaro por sus contrastes bruscos de tempo -nótese el accelerando en Jetzt auf, ihr Knaben! de Gurnamenz-, violencia en la articulación de la cuerda e incluso, un aparente interés por crear clímax en el monólogo de Gurnemanz, lo cual me ha decepcionado por resultar bastante efectista. Es verdad que en este primer acto ha habido algunos detalles interesantes en los vientos, entresacando líneas secundarias en el preludio o en la intervención de Amfortas camino del legado o en los compases que se suceden tras su marcha, pero otros, a pesar de su interés sonoro, no llegan a crear atmósfera -así, la conjunción de maderas y arpas cuando Gurnemanz inquiere a Gurnemanz por haber matado al cisne-. Toda la Verwandlungsmusik me ha resultado un punto atropellada, aunque ha resultado efectivo en el monólogo de Amfortas. En el segundo acto parece que se ha serenado: hay agilidad, pero ya no esos contrastes bruscos, y el dúo se ha beneficiado de una lectura incandescente en su tramo final -¿ha querido dejar patente que es, ante todo, una personalidad mediterránea?-. El más logrado ha sido el tercero, una lectura notabilísima con atención al detalle, mucho más reposada. Rara vez la entrada de los caballeros en la escena final ha sonado tan cantábile, y los arpegios del arpa al final de la obra resultan exquisitos.

         Pocos directores han bajado de las 4 horas con Parsifal en Bayreuth. En el viejo Bayreuth entendemos que Richard Strauss en 1933 con su ultrarápida lectura y, en el Nuevo, Clemens Krauss en la única ocasión que dirigiera la obra en 1953 -3 horas 54 minutos-, Eugen Jochum -si bien casi las alcanzaba- y Horst Stein en los 70 y 80 solía moverse por las 3:50. Hartmut Haenchen invirtió apenas unos segundos menos en 2017 que Heras-Casado -en 2016 pasó de 4 horas, sobre todo por un segundo acto más reposado- pero con una diferencia fundamental: Haenchen compensa más las duraciones entre los actos, mientras que el granadino ha enlentecido el tercer acto sobre los otros dos -prácticamente es idéntico en duración al de Kna de 1964 y, por algo más de un minuto, más lento que el de 1962-. En cambio, el primer acto le dura unos segundos menos que el del primer Parsifal de Boulez (1966), eso sí, sin superarle en las minutaciones que aquél lograría en años sucesivos -el récord de la Historia de Bayreuth está en su despedida en 2005, con poco más de 91 minutos-.

Gurnemanz (Zeppenfeld) en el tercer acto de la obra
          La lectura de Heras-Casado no ha beneficiado en el primer acto a Georg Zeppenfeld (Gurnemanz), a quien no se le notaba del todo cómodo con los tempi de la batuta. Además, por las características de su instrumento -voz que no es enorme ni muy oscura, pero sí aterciopelada, de amplia tesitura, de timbre noble- y su personalidad artística -fraseo paladeado-, una lectura contemplativa o reposada es la que mejor encaja en el cantante. En sus apariciones en el rol con Haenchen (2016 y 2017), el veterano director supo conjugar una lectura que no era especialmente densa ni dilatada con las virtudes poéticas del cantante. Ahora bien, Haenchen tenía un dominio superlativo de la colocación de los planos sonoros. El bajo se ha mostrado mucho más cómodo en el tercer acto, donde la batuta se ha serenado.

          Andreas Schager
 es un cantante ya muy conocido, y que también había coincidido con Heras-Casado, tanto en el Anillo del Real como a principios de junio en el referido concierto en Baden-Baden. De hecho, en el descanso del segundo acto, Radio Clásica ha ofrecido una entrevista realizada hace unos días a Heras-Casado, y una de las preguntas se refería al 
asunto Calleja. El granadino ha intentado ser comedido, pero no ha podido evitar indicar que no veía al tenor maltés en este repertorio, y que la presencia de Schager ha supuesto toda una garantía, con quien además siempre ha trabajado muy bien. El tenor austriaco se ha mostrado muy entregado durante toda la representación, con sonoridades juveniles y desbordante en un electrizante dúo con su partenaire en el segundo acto -aun a riesgo de algún sonido feo en algún momento puntual-. Ha ofrecido lirismo y una atractiva mezza voce en los Encantamientos del Viernes Santo.

Elīna Garanča como Kundry
          La letona Elīna Garanča no es una cantante propiamente wagneriana, pero forma parte de esa suerte de mezzosopranos que, como Christa Ludwig, poseen una versatilidad destacada que le permite abordar un amplio repertorio. Ya había cantado el rol en Viena bajo la dirección de Jordan, y la pasada Pascua se presentó en Salzburgo con el de Venus bajo la dirección de Andris Nelsons -el también debut de Tannhäuser de Jonas Kaufman-, además de haber cantado los Wesendonck Lieder en 2021 con Thielemann en el Festival de Salzburgo -existe grabación publicada por DG-. Con neto color de mezzosoprano, comodidad por regla general en la tesitura -un punto apurada en las notas altas que tiene que sortear hacia el final del segundo acto- una línea cantábile, variedad de dinámicas y presencia escénica apabullante, ha compuesto una Kundry seductora y colorista muy atractiva. Un ideal vocal y escénico no visto desde Waltraud Meier. Como anécdota, indicó Ricardo de Cala desde Radio Clásica que, en el día anterior por la tarde, en el informe que a las distintas emisoras remite la Radio de Baviera sobre la retransmisión, se indicaba que había dudas de que Garanča cantase la función del estreno debido a que el peculiar retardo que presenta la acústica del Festspielhaus le había jugado una mala pasada en el ensayo general, en cuyo caso pasaría el cometido a Ekaterina Gubanova, quien a todos los efectos era la cantante principal -el hecho de cantar el estreno no implica nada: los tiempos de 1955, con la distinción entre Nilsson y Varnay en el Holandés de Kna y Keilberth, que llevaron a la primera a no cantar tras concederse la jornada del estreno a Varnay, han pasado-, y de hecho en los últimos años el cantante de apoyo ha hecho la primera función por razones de agenda: Vogt en 2019 frente a Beczala en Lohengrin, o Grimsley frente a Lundgren en 2018 en el Holandés-. La mezzo letona, probablemente ante alguna filtración, confirmó en redes sociales a la mañana siguiente que iba a cantar el estreno, si bien algún medio ha indicado que estaba muy pendiente en todo momento del gesto de Heras-Casado, para evitar cualquier tipo de desajuste.

Final de la obra
          Muy buen Amfortas de Derek Welton, una voz con suficiente anchura, siempre controlada, cómoda en toda la tesitura y con el punto suficiente de dramatismo, sin caer en histrionismos, algo que ya fue su seña como Klingsor en la anterior producción, y cuyo único pero es cierta afectación en su intervención final.

          Excelente el Titurel de Tobias Kehrer -en esta puesta en escena se le ve, acercándose a Amfortas-. Debutó en Bayreuth en 2018 pluriempleado como Titurel, Hunding y sereno. En aquella ocasión resultó correcto de medios -voz de verdadero bajo profundo manejada sin especial brillantez- y escaso en lo dramático. Cinco años después, la voz ha ganado profundidad y proyección, componiendo un Titurel rotundísimo, vibrante y temible, que hace presagiar un buen Fafner en el Anillo.

Shanahan como el demoníaco Klingsor
de esta producción
          He quedado gratamente sorprendido con el trabajo del hawaiano Jordan Shanahan como Klingsor, con una voz incisiva y tersa, magníficamente manejada para componer un imponente nigromante, vocal y dramáticamente, potente y orgulloso.

          Secundarios a un magnífico nivel. Sorprenden voces de entidad en estas breves partes, destacando a Maqungo y  Aasbø como caballeros y a Horne y Rodríguez-Norton entre los escuderos. Correcta Marie Henriette Reinhold en el solo.

          El Coro del Festival, dirigido por Eberhard Friedrich demuestra que está al insuperable nivel de costumbre.

          En definitiva, una inauguración que en el primer acto no fue totalmente redonda en la batuta pero que fue creciendo para componer un destacado segundo acto y un tercero magnífico. Evidentemente, sin este plantel de cantantes no hubiera sido posible. El Festival por fin cuenta con dos voces de rango Kavalierbariton -Shanahan con sonoridades proximas al Helden- que son agradables y poseen buena técnica, lo cual era necesario, pues la única voz interesante con la que contaba en esta cuerda y sin ser Kavalier, era la de Markus Eiche, un cantante de buenas maneras que ha compuesto un buen Wolfram en sucesivas temporadas, pero que también ha tenido que asumir roles como  Gunther del Anillo y ahora el Kurwenal de Tristán sin ser la voz ideal para estos cometidos. Welton es verdad que lleva cantando en el Festival ininterrumpidamente desde 2017, pero ha estado demasiado centrado en Klingsor y el año pasado cantó el Heraldo. El reparto es difícilmente mejorable a día de hoy, y Zeppenfeld, Garanča, Kehrer y Shanahan en sus respectivos papeles podrían codearse sin problema con los históricos.

Grabación digital procedente de la MDR (Radiodifusión de Alemania Central, Leipzig) en HD, en formato .acc a 260 kbps.
Se incluyen las alocuciones iniciales y finales, obtenidas de la Radio de Baviera.

26 DE JULIO DE 2023.

10 comentarios:

  1. Fiel a la cita, cada 25 de julio, me siento a escuchar las retrasmisiones desde Bayreuth para antes y después visitar su blog. Muchas gracias por su extensa y detallada crítica de este Parsifal. Son de agradecer su dedicación y esmero en sus artículos. ¡Enhorabuena!.

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    1. Muchísimas gracias. Para mí es un placer, es uno de mis pasatiempos veraniegos.

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  2. Muchas gracias por los extensos y ponderados comentarios y por poner a disposición de todos las grabaciones. Muy generoso por su parte.

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  3. Gracias por seguir el blog. Eso es lo que le da vida. De poco sirve hacer entradas y entradas si nadie las leyese. Espero que, como en años anteriores, los comentarios estén siendo de su agrado.

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  4. Por lo poco que voy viendo/oyendo, me parece un Parsifal excelente. Sobre el comentario final, creo que con los históricos podría equipararse solo Garança. Su Kundry me va pareciendo la heredera de Waltraud Meier. Zeppenfeld pasará a la historia como el bajo wagneriano de esta época, pero no creo que pueda compararse su torrente caudal con el de Hotter, Weber y no digamos ya el totémico Frick. De los que menciona, solo he visto en vivo a Kehrer y puedo decir con total seguridad que no es equiparable a los históricos. Le vi en el Comendador de Don Giovanni en el Real y aunque la voz es bonita, con buenos graves, el volumen no le acompañaba, y eso en una voz de ultratumba como el Comendador desluce mucho. Cuestión de gustos, supongo.

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    1. A mí Kehrer me ha sorprendido en esta ocasión pues le recordaba un cantante que tiene los medios pero que tampoco hacía un uso extraordinario de los mismos. En esta función me parece que hace un magnífico Titurel. Zeppenfeld no tiene una voz enorme, pero su intención y su fraseo funcionan de maravilla. El Gurnemanz de Gottlob Frick siempre me ha parecido aburridísimo, y creo que esa es la razón por la que hace años que no escucho el Parsifal de Solti. Es curioso, porque no es tan fácil encontrar en este rol el ideal vocal y dramático: Weber funcionaba maravillosamente bien en lo dramático, pero en los registros de Bayreuth tiene momentos en que la voz pierde color. Greindl era granítico, pero no tan expresivo como Weber. Y Hotter tenía su nasalidad. Hans Sotin cantó el rol durante décadas, pero tampoco era el colmo de la emotividad -no hablemos ya de Matthias Hölle, que era un cantante más monótono-. Quizás Kurt Moll en el registro de Kubelik.

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  5. Aquí le va, y a quien la quiera leer, mi visión, mucho más modesta que esta gran crítica, sobre esta misma producción: https://emocionesliricas.blogspot.com/2023/07/un-espanol-conquista-la-colina-verde.html

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  6. Muchas gracias por su labor divulgativa.

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