TANNHÄUSER / BAYREUTH 2023

TANNHÄUSER / Festival de Bayreuth, 28 de julio de 2023, 16 horas
Otras representaciones: 7, 16, 20 y 28 de agosto
Producción de Tobias Kratzer estrenada en 2019 / Decorados y vestuario: Rainer Sellmaier. Iluminación: Reinhard Traub. Vídeo: Manuel Braun. Dramaturgia: Konrad Kuhn
Dirección musical de Nathalie Stutzman (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Günther Groissböck (Landgraf Hermann), Klaus Florian Vogt (Tannhäuser), Markus Eiche (Wolfram von Eschenbach), Siyabonga Maqungo (Walther von der Vogelweide), Olafur Sigurdarson (Biterolf), Jorge Rodríguez-Norton (Heinrich der Schreiber), Jens-Erik Aasbø (Reinmar von Zweter), Elisabeth Teige (Elisabeth), Ekaterina Gubanova (Venus), Julia Grüter (pastor)
Minutación:  Acto I: 57'22 / Acto II: 70'11 / Acto III: 53'35 / Total: 181'08 (3 h 1 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
___________________


Sonoridades historicistas

          Cuarto año de la producción de Tobias Kratzer, estrenada en 2019. Un montaje arriesgado que en el estreno obtuvo algunos abucheos para, unos meses después, ser escogido como producción del año por la revista Opernwelt. Su planteamiento original de teatro dentro del teatro, su hilo conductor de la propia vida de un artista y sus referencias directas al Festival 
-el protagonista se encuentra con sus compañeros frente al Festspielhaus al final del primer acto para, precisamente, cantar Tannhäuser en el segundo, mientras que los peregrinos son asistentes al evento elegantemente vestidos-, han ganado las simpatías del público, hasta el punto de que se anunció en la rueda de prensa previa a la inauguración que podrá volver a verse el año que viene.

          Radio Clásica no ha retransmitido este Tannhäuser. Desde el 2015 para acá ha existido una política de la emisora de no retransmitir ciertas producciones una vez se encuentran en los últimos años de andadura (como si ya estuvieran demasiado oídas). Ocurrió con el Holandés de Jan Philipp Gloger en sus años cuarto, quinto y sexto (2015, 2016 y 2018) bajo la batuta de Kober y, en 2022, con el Lohengrin de Thielemann en su última edición y con esta producción de Tannhäuser bajo la batuta de Kober, que vuelve a sufrir olvido en esta ocasión. Un buen número de emisoras europeas estuvieron conectas en directo. Desde la Radio de Baviera, una voz habitual de los últimos años, Anna Greiter, se ocupaba de la retransmisión. La ingeniería sonora corría a cargo de Clemens Kamp, otro imprescindible de las retransmisiones desde Bayreuth.

          El elenco presenta bastantes cambios respecto a la edición anterior, debido a distintas circunstancias. El pasado año se contó con Albert Dohmen como Landgrave, que se despedía así del Festival a los 66 años con gran dignidad -también cantó Hagen en el Ocaso-. Para éste se tenía pensado contar con Dmitry Belosselskiy para los dos roles, pero problemas de salud impidieron al ucraniano acudir a Bayreuth, por lo que se volvió a contar con el habitual Günther Groissböck, quien ya cantara el rol tanto en la anterior producción de la obra como en ésta en 2021. Por otro lado, Stephen Gould hubo de desistir de participar en esta edición por consejo médico. El tenor de Virginia realizó una abrumadora maratón wagneriana el año pasado acumulando los roles de Tannhäuser, Tristán y el Sigfrido del Ocaso, y que tenía previsto repetir éste. El nombre del sustituto no se hizo esperar, y Klaus Florian Vogt fue rápidamente anunciado, con gran alegría para él, como declaró en una entrevista concedida a la NRD, pues se le brinda así la oportunidad de cantar el rol en el Festival. No es el rol que más cante, frente a sus indispensables Lohengrin y Walther, fundamentalmente por no encajar en su vocalidad, si bien sale airoso del empeño y ya quisieran muchos tenores tener el fiato y la técnica de éste.

          Nueva Elisabeth, ahora encarnada por una excelente Elisabeth Teige después de que Lise Davidsen -magnífica en años anteriores- se haya ausentado en esta edición. Nuevo Walther cantado por Siyabonga Maqungo, en una reasignación de roles entre los tenores secundarios del Festival, dejando así más liberado a Attilio Glasser, que pasa de tres roles a dos -el Timonel del Holandés y Froh en el Anillo-. Al haber salido del Festival Wilhelm Schwinghammer, Jens-Erik Aasbø toma el relevo como Reinmar

          Debut en Bayreuth de la directora francesa Nathalie Stutzmann, otrora mezzosoprano -por cuya carrera recibió la Legión de Honor- y discípula de Hans Hotter. Actualmente es la directora de la Orquesta Sinfónica de Atlanta y ha hecho apariciones con formaciones importantes, como las Filarmónicas de Munich o Filadelfia. Su presencia en los fosos operísticos es relativamente reciente, y su contratación en Bayreuth viene motivada por la buena crítica cosechada con Tannhäuser en la Ópera de Montecarlo en genuina versión de Paris, idioma incluido, en 2017 -funciones que supusieron el debut de un veterano José Cura en el rol, que luego no volvió a frecuentar-. En el foso ha dirigido habitualmente Gluck y Mozart, con algunas incursiones románticas, como este Wagner, La dama de picas de Tchaikovsky o el Mefistofele de Boito. El repertorio habitual de Stutzman como cantante ha sido el Barroco, visión estilística que se plasma en su propuesta, de líneas historicistas. No es el primer intento de este tipo en el Festival, pues ya en 2011 Thomas Hengelbrock desarrolló una versión de la obra desde esta óptica. En aquella ocasión el experimento fracasó, no tanto por el planteamiento en sí mismo como por una producción horrible de Sebastiam Baugartem que se estrenaba aquél año y que nunca fue querida ni apreciada por el público, a lo que se sumó un elenco con algunos fallos importantes y un director que no se adaptó bien a la dinámica de trabajo. Aquí encontramos planteamientos similares, pero con una producción ya rodada y que tiene buena acogida y, sobre todo, con un elenco a buen nivel. Su lectura es de tempi ligeros, en la misma línea que los manejados por Axel Kober en años anteriores, sin llegar a los ultra rápidos de Gergiev en 2019. Presenta especial atención a la articulación, un punto danzable, con inflexiones en las grandes frases que recuerdan al canto -nótese en la aparición del himno a Venus en la obertura-, cuerda no musculada y de brillo contenido, atención a las líneas secundarias, que quedan patentes -por ejemplo, los vientos en la obertura, la flauta en la intervención inicial del protagonista o los clarinetes hacia el final del concertante del primer acto-, trompas un punto secas y tonantes -nótese en los tutti de la obertura o en el final de la obra- y trompetas afiladas -entrada de los invitados o los golpes secos hacia el final del dúo de los protagonistas al comienzo del segundo acto-. Curiosamente, realiza entre los grandes números de la partitura pausas de duración un punto más dilatada, no sé si una práctica heredada de su andadura en la ópera a números. 

         En conjunto no es el tipo de lectura que más me guste, si bien reconozco que hay buenas ideas en toda la introducción orquestal del Venusberg, los concertantes finales primer y segundo acto o al final de la obra. No creo que la sonoridad conseguida, un punto mate frente al habitual sonido Bayreuth, redondeado y potente, sea la más fiel a Wagner, por mucho que la crítica haya sido unánime en considerar su trabajo como sobresaliente. La claridad de líneas no está reñida con un sonido brillante y suntuoso -que se lo digan a Christian Thielemann, quien ha dirigido la obra en cinco ocasiones-, y hay momentos donde tengo la sensación que se desperdicia la privilegiada Orquesta del Festival -por ejemplo, las maderas en el tercer acto en la transición de la plegaria de Elisabeth a la romanza de Wolfram-. No obstante, parece que Katharina Wagner quería un golpe de efecto en la dirección musical de esta producción, una novedad que atrajera los focos en este aspecto. Como es bien sabido, el montaje no tuvo buen clima de trabajo en el podio el año de su estreno, debido a un Valery Gergiev que no se amoldó a la dinámica de ensayos por su apretadísima agenda, lo que hizo que fuera anunciado el competente Axel Kober para el año siguiente aun antes de que finalizara aquella edición. Kober estuvo al frente de la obra en 2021 y 2022 -ya la había dirigido en 2013 y 2014- y, aunque no es un director con una personalidad abrumadora, encaja en ese perfil de competente kapellmeister que tiene todo en su sitio y desarrolla una lectora tradicional e idiomática de la partitura. Yo personalmente lo prefiero, reconociendo no obstante que Stutzman conoce la obra y ofrece algunos detalles interesantes en sonoridad y pulso -no puede negarse que el coro final ha sonado rotundo, compacto y con verdadero fervor-. Tannhäuser es el único título wagneriano que tiene actualmente en repertorio, si bien hará el Holandés en mayo del año que viene en Turín.

         La pareja protagonista, conformada por Klaus Florian Vogt y Elisabeth Teige, repiten un día después por los azares del destino, y salen no sólo airosos sino exitosos en su cometido. Ya sabemos que Vogt no tiene voz de heldentenor, pero hay que reconocer que es un inclasificable, una voz única y digna de estudio: pese a su timbre aniñado y blanquecino puede con la tesitura del rol, con sus intrincados recovecos en el himno a Venus, con la extenuante narración de Roma y con la orquesta, el coro y los demás solistas en el concertante del segundo acto, sin síntomas de desgaste ni de forzar el instrumento. La zona de pasaje nunca es perceptible. En su voz, el rol parece un juego de niños. Comenzó a cantarlo en Munich en 2017, con Anja Harteros como Elisabeth y Kirill Petrenko en el podio, así que ya lleva unos años con él, por lo que lo tiene muy asimilado -si bien se le notó un poco en segundo plano en el tramo final del dúo con Elisabeth del segundo acto-, y sin que le haya causado ningún tipo de desgaste. A eso se suma su buena presencia escénica. Hay detalles de muy buena factura dramática, como su Mein Heil? antes de que desaparezca el mundo de Venus, que en la voz de Vogt es verdadera pregunta retórica -y se lo piensa un poco-, o en la narración de Roma, donde se muestra orgulloso, con una voz suave y deliberadamente avejentada para el Papa, y espiritual al narrar su llegada a la Ciudad Eterna o a invocar a Elisabeth en sus últimas frases. Por lo que respecta a la soprano noruega, ha dado toda una lección magistral de canto con su voz plateada de verdadera lírico-dramática, de texturas cremosas, su exquisito fraseo de elegantísima retórica y su intención dramática. Hacía años que no se escuchaba una pareja protagonista tan bien cantada.

Tannhäuser (Vogt) y Venus (Gubanova)
          Ekaterina Gubanova
 desarrolla su Venus ya conocida de años anteriores: voz exuberante, de voluptuosos acentos, importante intención dramática y cuidado fraseo. En esta ocasión la he notado más apurada en la zona superior en el primer acto, con demasiado vibrato tras la segunda estrofa del himno a Venus y en la parte final del dúo, como también en su nota final en el tercer acto.

               Markus Eiche, ya Wolfram oficial de Bayreuth -ha cantado el rol en todas las funciones ofrecidas desde 2014-, ha estado más bien prosaico y distante en el primer acto, falto de cierta elegancia y manierismo que tradicionalmente se identifican con el rol. Como ya sabemos, tiene preferencia por cantar el aria a tempo ágil, por lo que queda desprovista de ensoñación. En el torneo de canto opta por una interpretación directa, sin retórica, que reserva más para el tercero, sin ser tampoco la interpretación más romántica, pero en todo caso bien cantada y con los medios adecuados para la parte.

Fina del segundo acto
         Günther Groissböck desarrolla su habitual Landgrave, muy bien cantado gracias a su timbre granítico y su fraseo noble y ductil. pese a tener un instrumento denso terso.

           El resto de los minnesänger se han desempeñado a un nivel muy bueno, el más alto conseguido en los cuatro años que lleva la producción en cartel. Siyabonga Maqungo es un Walther de línea clásica, con voz lírica luminosa muy bien manejada. Lo mismo hay que decir de Jorge Rodríguez-Norton y de Jens-Erik Aasbø, dos voces con personalidad, bien timbradas y con sobradísimas capacidades para encarnar a Heinrich y Reinmar -de hecho, sería muy interesante escucharles como Walther y Biterolf-. Olafur Sigurdarson como Biterolf, si bien desarrolla un trabajo competente, se queda un punto por debajo, menos elegante y con cambios de color en la zona alta, lo que le resta empaque.

            La debutante Julia Grüter, soprano alemana de 34 años de edad y miembro del elenco estable de la Ópera de Linz desde 2016, encarna a un pastor muy idiomático, como viene siendo tradición en el Festival.

         Los cuatro pajes encargados de practicar el sorteo en el torneo de canto han sonado desabridos y además descoordinados, un patinazo histórico en esta breve parte que normalmente suena a gloria.

          El coro dirigido por Eberhard Friedrich a su habitual nivel, quizás las escenas de conjunto hayan sonado un punto menos brillantes que en otras ocasiones por esa sonoridad un punto mate que desarrolla Stutzman.

Grabación digital procedente de la MDR (Radiodifusión de Alemania Central, Leipzig) en HD, en formato .acc a 260 kbps.
Se incluyen las alocuciones iniciales y finales de la Radio de Baviera.

28 DE JULIO DE 2023.

2 comentarios:

  1. Hola! Sólo una pequeña observación a tan extensa y excelente reseña. Los cuatro pajes del segundo acto cantan siempre desacompasados en el segundo acto porque uno de ellos (el que entra tarde) es Venus. En el montaje, Venus se cuela en la representación de Tannhäuser "camuflada" como integrante del coro en busca de Tannhäuser y de repente se encuentra con que tiene que salir a cantar una parte que no se sabe. Es un gag más de los muchísimos de esta excelente producción

    ResponderEliminar
  2. Estimado Nacho. Muchas gracias por la aclaración. Vi el montaje en vídeo el año del estreno y no reparé en ese detalle. Intenté hacerme con entradas el año pasado, pero cuando me decidí a ir a Bayreuth ya sólo quedaban entradas para el Holandés y el Anillo. El próximo verano será el último en que pueda verse este montaje, que ha conseguido un año de prórroga.

    ResponderEliminar