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EL OCASO DE LOS DIOSES / BAYREUTH 2025

EL OCASO DE LOS DIOSES / Festival de Bayreuth, 31 de julio de 2025, 16 horas.
Otra representación: 20 de agosto
Producción de Valentin Schwarz estrenada en 2022 / Decorados: Andrea Cozzi. Vestuario: Andy Besuch. Dramaturgia: Konrad Kuhn. Iluminación: Nicol Hungsberg. Vídeo: Luis August Krawen
Dirección musical de Simone Young (director del coro: Thomas Eitler-de Lint)
Reparto: Klaus Florian Vogt (Sigfrido), Michael Kupfer-Radecky (Gunther), Olafur Sigurdarson (Alberich), Mika Kares (Hagen), Catherine Foster (Brunilda), Gabriela Scherer (Gutrune), Christa Mayer (Waltraute), Noa Beinart (primera Norna), Alexandre Ionis (segunda Norna), Dorothea Herbert (tercera Norna), Katharina Konradi (Woglinde), Natalia Skrycka (Wellgunde), Maria Henriette Rheinhold (Flosshilde)
Minutación: Acto I: 120:50 / Acto II: 66:23 / Acto III: 78:11 / Total: 265:24 (4 horas 25 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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El final de un montaje

        Clemens Nicol desde la Radio de Baviera afrontaba la última jornada del Anillo. En Radio Clásica estaba Irene de Juan, en el primer entreacto junto a Luis Ángel de Benito, quien hizo un repaso sobre el wagnerismo, y en el segundo junto a Ricardo de Cala, con dos partes: una primera parte  con la musicóloga Rosa Fernández Portugal desde el Festspielhaus, donde se pudo poner de manifiesto los puntos de vista sobre esta Tetralogía, y después con Clara Bañuelos, presidenta de la Asociación Wagneriana de Madrid, para hablar sobre el mundo de las asociaciones wagnerianas.

        La dirección de Simone Young vuelve a ser algo más pausada que la del año pasado -casi dos minutos más en los actos primero y tercero y apenas unos pocos segundos más en el segundo-. Comenzó con ese aura contemplativa, crepuscular y melancólica en la escena de las nornas más que épica. Manejó el interludio que representa el amanecer con maestría, con unas cuerdas de gran belleza, y el dúo de los protagonistas se presentó festivo. Magnífico viaje de Sigfrido por el Rhin, en clave de poema sinfónico, siempre manteniendo el equilibrio entre secciones y alejada de cualquier atisbo de efectismo, con una orquesta en la que la cuerda siempre está presente. Teatral en toda la escena en la sala de los gibichungos, manejando con naturalidad accelerandi y ratardandi con propósitos dramáticos y una mayor presencia de los metales -aquí podemos acordarnos más de las maneras de su mentor Barenboim-. A destacar la transición orquestal que nos devuelve a la roca de la Valquiria, atenta a los juegos tímbricos de los vientos sin renunciar a una fluidez orgánica absolutamente natural. Dramáticamente electrizante en el dúo entre Brunilda y Waltraute y con un derroche sonoro en la aparición de Sigfrido a través del fuego -atención a la magnífica superposición de planos sonoros entre violines y metal grave hacia el final del pasaje-. 

        El segundo acto se inicia suave, se echa en falta algo más de brumosidad. Ya es tradicional en este Anillo escuchar los golpes al saco de boxeo por parte de Hagen. Con la entrada de los gibichungos y toda la escena central es de construcción dramática muy sólida. En el trío final se echa en falta un punto más de incisividad en el metal -no así en el final-, dejándose la batuta imbuir de la acústica redondeada del Festspielhaus.

        En el tercero acto, tras una ágil escena con las ondinas, lleva a buen pulso la escena de Sigfrido con Gunther y Hagen. La marcha fúnebre presenta una concepción en inicio un punto melancólica para luego crecer en el motivo principal -sin cargar en exceso las tintas-. Escena de la inmolación un tanto ascética y serena, con atención a los planos sonoros.

        Poco más que decir de Klaus Florian Vogt que no se haya dicho: voz blanquecina, inadecuada para la parte, pero suena juvenil, la dicción es clara, la interpretación resulta dramáticamente viva, puede con la parte sin dificultad y saca adelante el rol. El momento más conflictivo con este material es el juramento en el segundo acto, donde la absoluta carencia de metal en la voz no le hace resultar creíble en uno de los momentos de mayor intensidad dramática del Ocaso.

Brunilda (Foster) en el primer acto
        Catherine Foster empezó entregada desde el prólogo, con un agudo seguro y con metal, que mantuvo a lo largo de toda la representación, con un sólido segundo acto. Sereno en la escena
 de la inmolación, serena y sutil en el grave y firme en el agudo.

        Repito lo que dije el año pasado del Gunther de Michael Kupfer-Radecky: partiendo de una voz mate de timbre no especialmente atractivo, pero sí grande y con una dicción clara, con Young en el podio se han suavizado excesos dramáticos probablemente originados por la producción, que plantea un monarca no pusilánime, sino un caprichoso hombre rico, un punto desequilibrado e inquietante en su impulsibilidad. La encarnación vocal y dramática del personaje es solvente y tiene interés su evolución en el segundo acto, donde se nota su tránsito del desenfreno alegre al presentar a Brunilda al abatimiento en el trío final.

Sigfrido (Vogt) y Gutrune (Scherer)
en el primer acto
        Mika Kares es un solidísimo Hagen, de voz grande y sonora, bien timbrada, fraseo directo y dicción clara. 
En el primer acto tiene ciertas notas de sarcasmo en su interacción con Gunther y Sigfrido, revelando después sus verdaderas intenciones en un monólogo imponente. En el segundo acto se muestra frío y calculador en su dúo con Alberich y un punto distante en la llamada a los gibichungos -después al interactuar con ellos va ganando temperatura-, aunque en todo caso vocalmente sólido. Modélico en sus interacciones con Brunilda y Gunther. En el tercer acto le nota un poco más reservado -nótese en su entrada saludando a Gutrune-, y teniendo en cuenta que al día siguiente canceló su participación en Lohengrin probablemente no vaya desencaminado

        Ya el año pasado no me gustó la Gutrune de Gabriele Scherer y este año lo vuelvo a repetir. Partimos de que el material vocal es inadecuado para un papel que demanda una soprano lírica y de ademanes inocente, no una voz grande, tremolante y con agudo corto. Ahora bien, en el montaje de Schwarz, donde el mundo de los gibichungos es decadente y mafioso, quizás esta caracterización tenga buen encaje, pero musicalmente no lo tiene. Ya ha sido anunciada como Irene en Rienzi el año que viene. No sé hasta qué punto el escalado de esta cantante tiene algo que ver con que es la segunda mujer de Michael Volle, a día de hoy un indispensable de los elencos de Bayreuth -Sachs, el Holandés, ahora Amfortas, el año que viene Wotan-.

        Christa Mayer repite su Waltraute trágica, atentísima al texto y al fraseo, primero mayestática en su relato de cómo Wotan espera el fin de los dioses y después desesperada por los acontecimientos que se avecinan.

Olafur Sigurdarson como Alberich
        El Alberich de Olafur Sigurdarson presenta cierto temblor en el registro grave, aunque dramáticamente funciona con un decir atento al texto e incisivo. La puesta en escena le va haciendo envejecer paulatinamente.

        Bien las nornas, destacando la primera, encomendada a Noa Beinart, con un bello instrumento terso y oscuro, serena y con elegante línea de canto. Sería deseable que se le encomendaran papeles de mayor relieve. La segunda, encomendada a Alexandra Ionis presenta por momentos un vibrato no del todo agradable, y la primera, Dorothea Herbert se desenvuelve con profesionalidad, si bien yo prefiero una voz con más metal en el agudo para el trágico relato del fin del mundo.

            Notables las ondinas de Katharina Konradi, Natalia Skrycka y Maria Henriette Rheinhold, bien empastadas.

        El Coro dirigido por Thomas Eitler-de Lint desarrolla un magnífico trabajo. Como ya hemos apuntado, la sonoridad tiende a ser ahora más granítica frente a esos pianissimi envolvente de la etapa de Friedrich.

        Finaliza la Tetralogía de Valentin Schwarz, en su último año en cartel, y a salvo el segundo ciclo. Una propuesta escénica que ha obtenido críticas mayoritariamente negativas, que con los años no ha conseguido ganarse el aprecio de la crítica ni del público y que casi todos los medios califican de la misma forma: demasiadas ideas paralelas insertadas por Schwarz que complejizan la trama, la contradicen y que al final quedan sin solución en el desenlace del Ocaso. Musicalmente se ha salvado gracias a la presencia en el podio de Simone Young y de un elenco que la ha llevado a término con dignidad. Es difícil lograr un elenco redondo en la Tetralogía y se hacen inevitables los altibajos, pero el conjunto ha funcionado bien, eso sí, con distintos niveles vocales. En el haber hemos tenido un Sigmundo sobresaliente -Spyres-, como asimismo un plantel magnífico de voces graves -los bajos Zielke, Kehrer, Kowaljow y Kares-, también un Mime -Hung- y un plantel del dioses a considerar, destacando la debutante Anna Kissjudit como Erda, quien ha sido anunciada como Fricka para el año que viene. La notable Catherine Foster sigue siendo insustituible como Brunilda, papel que solventa siempre con profesionalidad y sin descalabros. Correcta sin más la sustituta de Davidsen como Sieglinde, Holloway, y ya sabemos que el Wotan de Konieczny, profesional ante todo, va de menos a más a lo largo del ciclo. No soy partidario del Alberich de Sigurdarson por las objeciones que los seguidores del blog ya conocen, pero creo que donde estuvo mejor ha sido en Sigfrido.

        En esta producción los roles de Wotan y Alberich han sido problemáticos. Inicialmente se anunció a Günther Groissböck y John Lundgren, respectivamente. El primero iba a debutar el rol después de haber cantado los adioses en concierto, y fue anunciado para las tres funciones de La Valquiria que en formato de perfomance se ofrecieron en el Festival de pandemia de 2021, con vistas a debutar las otras dos partes en 2022. El mismo día que se inauguraba el Festival Groissböck desistió de cantar el rol y fue sustituido in extremis por Tomasz Konieczny. A principios de agosto de 2021 se anunció que John Lundgren, magnífico Wotan en las Tetralogías de Janowski, se haría cargo del rol para 2022 -había sido el Holandés en 2021 y cedía esta parte a Konieczny-, por lo que Sigurdarson fue contratado como Alberich. La situación personal de Lundgren le impidió acudir a los ensayos de la nueva producción del Anillo, por lo que Konieczny, que tenía previsto cantar Gunther, asumió el rol del dios en Valquiria y Sigfrido -en el Oro el papel recayó en Egils Silins- y Lundgren regresó al Holandés, producción que ya conocía del año anterior. Avanzado el calendario la situación persistía, por lo que Lungren tuvo que desistir de acudir a Bayreuth, siendo sustituido como Holandés por Thomas J. Mayer. Finalmente Konieczny y Sigurdarson se quedaron con la Tetralogía y Michael Volle asumió el Holandés. Ya sabemos que Vogt no es voz adecuada para Sigfrido, pero saca el papel adelante con una facilidad pasmosa. Lo peor del elenco ha sido la Gutrune manifiestamente inadecuada de Scherer. 

        En cuanto a la batuta, este año la dirección ha sido más intelectualizada, recogida y centrada en la paleta de color y en una sonoridad redondeada y equilibrada, a su gusto, demostrando conocer el complejo entramado de la partitura, sin efectismos ni personalismos y al servicio de la dicción y rendimiento de los cantantes, que se han sentido cómodos en todo momento. Hay quien puede preferir una dirección más chispeante y desbordante, pero esta concepción de la Tetralogía ha beneficiado la dicción y el rendimiento de los cantantes. No nos olvidemos tampoco que las lecturas de Thielemann y Janowski andaban un punto sobradas de decibelios. El Ocaso ha sido la que ha tenido una conjunción vocal y dramática más alta, seguida de Valquiria

        Creo que es indispensable contar con Simone Young para proyectos futuros. Particularmente me hubiera gustado que se hubiera hecho cargo de Rienzi el año que viene, pues la australiana dirigió todas las óperas de Wagner durante su andadura en Hamburgo -Rienzi, en concreto, pudo verse en enero de 2013, con motivo del centenario del compositor-, si bien se ha preferido a Nathalie Stutzmann, quien goza de la total confianza de Katharina Wagner.

Grabación digital en HD, en formato .acc a 256 kpbs, procedente de la Radio de Baviera.
Se incluyen alocuciones iniciales y finales.

3 DE AGOSTO DE 2025.

SIGFRIDO / BAYREUTH 2025

SIGFRIDO / Festival de Bayreuth, 29 de julio de 2025, 16 horas.
Otra representación: 16 de agosto
Producción de Valentin Schwarz estrenada en 2022 / Decorados: Andrea Cozzi. Vestuario: Andy Besuch. Dramaturgia: Konrad Kuhn. Iluminación: Nicol Hungsberg
Dirección musical de Simone Young
Reparto: Klaus Florian Vogt (Sigfrido), Ya-Chung Huang (Mime), Tomasz Konieczny  (Viandante), Olafur Sigurdarson (Alberich), Tobias Kehrer (Fafner), Anna Kissjudit (Erda), Catherine Foster (Brunilda), Victoria Randem (pájaro del bosque).
Minutación: Acto I: 81:37 / Acto II: 76:33 / Acto III: 83:09 / Total: 241:19 (4 horas 1 min)
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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Sigfrido reposado

        Tras la preceptiva jornada de descanso, pasamos el ecuador de la Tetralogía con Sigfrido. El día anterior estaba programada la segunda sesión de Festspiele Open Air que, al igual que la primera, iba a ser dirigida por Pablo Heras-Casado. La climatología adversa impidió la celebración del concierto, una climatología que parece que continuará así en lo que resta de primer ciclo.

        Clemens Nicol desde la Radio de Baviera e Irene de Juan desde Radio Clásica nos daban la bienvenida minutos antes de las cuatro de la tarde. Irene de Juan ha estado acompañada en el primer descanso por Pedro Gómez, quien como en Valquiria el pasado domingo se ha ocupado de analizar algunos leitmotivs de Sigfrido, y en el segundo por el historiador Enrique Gavilán, quien ha hecho un repaso a las cuestiones artísticas y literarias de Wagner.

        Reparto idéntico al del año anterior con los cambios en Erda -Okka von der Damerau deja paso a Anna Kissjudit- y en el pájaro del bosque -Alexandra Steiner es reemplazada por la debutante Victoria Randem-. En conjunto notable, aunque como ocurriera en la jornada anterior, a distintos niveles: sobresalientes Ya-Chung Huang y Anna Kissjudit como Mime y Erda, dos voces de entidad que encajan a la perfección en sus respectivos roles. Muy notable, con presencia, el Fafner de Tobias Kehrer, como asimismo el pájaro del bosque de Victoria Randem. Notable Catherine Foster y el Viandante de Tomasz Konieczny. Cumple con solvencia Olafur Sigurdarson como Alberich y en cuanto al protagonista, el inclasificable Klaus Florian Vogt... pues es él mismo, con sus virtudes técnicas y su inadecuación tímbrica al personaje.

El peculiar segundo acto en la propuesta de Valentin Schwarz,
con Sigfrido (Vogt) abatiendo al anciano Fafner (Kehrer) ante
la mirada del pájaro del bosque (Randem), el Viandante (Konieczny)
y Alberich (Sigurdarson)
        Simone Young, al igual que los días previos, prosigue con una lectura un punto más pausada que la del año anterior -este Sigfrido dura seis minutos más, si bien la duración del segundo acto es apenas unos segundos mayor que la de 2024-. En general estamos ante una lectura contemplativa, muy atenta a la sonoridad de la orquesta, típicamente romántica, con una cuerda siempre presente, nunca ampulosa ni recargada, alejada de todo efectismo, incluso sobria por momentos, de volumen ajustado y huyendo del derroche sonoro, y con especial esmero en los planos sonoros, siempre bien calculados a la hora de exponer el complejo entramado sonoro. Comienza con un preludio no especialmente misterioso ni inquietante, que en la sección central, con el tema de Mime, deja escuchar con presencia la línea del grave. En la primera escena la batuta es briosa en la discusión entre Sigfrido y Mime, muy atenta a la articulación. En el torneo del saber en cambio resulta un tanto prosaica, sin la épica que asociamos a este pasaje. Mejor en los subsiguientes sueños de Mime y acompañando en su descripción del miedo a Sigfrido, con un entramado orquestal redondo y terso de clara impronta sinfónica. Lectura pulcra de la fragua, con atención a la línea del grave, que se presenta nítida, y una forja cómoda para Vogt.

        Bien planteado el preludio del segundo acto y con una escena del protagonista en el bosque muy atenta a la tímbrica. En el tercero puede echarse en falta más garra y épica -pensemos en ese preludio de metales rugientes que ofreció Marek Janowski en 2017, y toda la pirotecnia orquestal en el interludio y el despertar de Brunilda-, pero sin duda hay una batuta sabia y experta, que se recrea ofreciendo una pátina de dulzura con una orquesta dúctil y absolutamente plegada al planteamiento de la batuta.

        Lo más discutible del elenco es el Sigfrido de Klaus Florian Vogt, cuyo timbre blanquecino no casa con el que asociamos al rol, como tampoco el material de partida -voz mate y sin metal- pero que presenta elementos técnicos que le hacen salir triunfante donde un sin fin de tenores fracasan: respiración, resistencia, dicción... amén de un fraseo natural y variedad de dinámicas. En su voz el rol no parece que entrañe dificultad. Va bien de volumen en todo momento, el instrumento funciona bien en los momentos más líricos y saca adelante los más dramáticos: en los primeros opta por esa emisión blanda angelical que tan bien le ha funcionado como Lohengrin -así, en los murmullos del bosque- y en los segundos opta por un discurso preciso en medida y atención al texto. Por si fuera poco no muestra síntomas de cansancio y termina fresca la función. La dirección suave de Young, además, le beneficia.

        Ya-Chung Huang repite el sobresaliente Mime del año pasado, con una voz potente y bien timbrada, de cierta anchura -lo cual se hace patente al contraponerla a la de Vogt- preciso en la medida y dramáticamente equilibrado, sin recurrir a histrionismos.

        Como en años anteriores, Tomasz Konieczny realiza la mejor interpretación en esta jornada, donde la tesitura le es más cómoda y la emisión es más natural, sin estar tan engolada. Notable labor en conjunto, con presencia frente a Alberich y mostrándose poderoso en su encuentro con Sigfrido en el tercer acto.

        Olafur Sigurdarson comienza bien en su intervención en el segundo acto, con esa caracterización orgullosa que tan bien viene al personaje, tornándose vacilante según avanza el dúo con el Viandante, pero mostrándose firme en su intento de negociar con Fafner. La voz no es muy oscura pero en esta ocasión me resulta menos problemática, más allá de esa pérdida de color en el registro agudo.

Anna Kissjudit con la enigmática pirámide
que aparece en Oro, Valquiria y Sigfrido
y que el montaje no termina de aclarar qué es:
¿un trasunto del oro?
        Tobias Kehrer compone un convincente Fafner, con presencia y entidad, un punto vibrante y sin renunciar a ciertos ademanes animalescos en su contestación a Alberich -nótese como pronuncia el schlafen! final antes de volver a dormir, dejando desconcertado al nibelungo-, si bien en el montaje de Valentin Schwarz, como ya es conocido, Fafner es el moribundo patriarca familiar al que Wotan y Alberich acuden con la intención de hacerse con el control.

        Anna Kissjudit revalidó las buenas impresiones que suscitó en el Oro, componiendo una Erda modélica: por timbre oscuro, intención y fraseo. Una creación de la madre tierra a considerar.

        Catherina Foster demuestra que está en buena forma, con un instrumento terso y lacerante, con metal, en la parte más escarpada de las tres intervenciones en el Anillo. Estuvo entregada, aunque caló algún agudo comprometido, incluyendo el del final.

        La noruega Victoria Randem, de ascendencia nicaragüense tiene los mimbres ideales para el Pájaro del bosque, realizando una encarnación muy idiomática de la parte, si bien un punto dubitativa en algún agudo puntual.

        En definitiva, una dirección experta y un reparto cumplidor, si bien la batuta ha dejado mejor sabor en Valquiria y la dirección es más intelectualizada que emotiva, en todo caso de calidad por la buena comprensión del entramado sonoro y por la búsqueda de una sonoridad redonda y elegante.

Grabación digital en HD, en formato .acc a 256 kpbs, procedente de la Radio de Baviera.
Se incluyen alocuciones iniciales y finales.

31 DE JULIO DE 2025.

Lohengrin / Gran Teatro del Liceo (marzo 2025)

LOHENGRIN / Gran Teatro del Liceo, 17 de marzo de 2025, 19 horas
Nueva producción de Katharina Wagner / Escenografía: Marc Löhrer / Vestuario: Thomas Kaiser / Iluminación: Peter Younes / Dramaturgia: Daniel Weber
Dirección musical de Josep Pons (director del coro: Pablo Assante)
Reparto: Günther Groissböck (Rey Enrique), Klaus Florian Vogt (Lohengrin), Elisabeth Teige (Elsa von Bravant), Olafur Sigurdarson (Friedrich von Telramund), Miina-Liisa Värelä (Ortrud), Roman Trekel (Heraldo), Jorge Rodríguez-Norton (primer noble brabanzón), Gerardo López (segundo noble brabanzón), Guillem Batllori (tercer noble brabanzón), Toni Marsol (cuarto noble brabanzón)
Minutación: Acto I: 60 / Acto II: 81'40 / Acto III: 60'02 / Total: 201'42 (3 h 21 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Gran Teatro del Liceo (hwww.liceubarcelona.cat). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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El Lohengrin asesino

        Estaba previsto que en marzo de 2020 se estrenase en el Liceo de Barcelona una nueva producción de Lohengrin debida a Katharina Wagner, quien retomaba así un título que había llevado a Praga en 2017, en una reposición del histórico montaje de su padre estrenado en el Festival de Bayreuth cincuenta años atrás -el histórico Lohengrin de Kempe-. Comenzó a ensayarse, pero la pandemia cerró toda actividad artística y el proyecto quedó estancado hasta ahora, cinco años después, en que ha vuelto con bastantes cambios de reparto, pero manteniendo al protagonista y al director, el titular del teatro, Josep Pons.

        El regreso del montaje ha traído polémica desde el día de la rueda de prensa previa, cuando se confirmó que Iréne Theorin, anunciada como Ortrud, no estaría presente por diferencias con Katharina Wagner, y que incluso no cantaría en el estreno, la función a la que la bisnieta del compositor acudiría, anunciándose a Miina-Liisa Värelä en su lugar. La web del Liceo lo anunció puntualmente, indicando que ello obedecía a desacuerdos artísticos entre Iréne Theorin y la directora de escena de la producción, Katharina Wagner. Estos desacuerdos artísticos parece que hay que buscarlos, según los medios, en en el primer ciclo del Anillo del Festival de Bayreuth de 2022 -la polémica producción de Valentin Schwarz, dirigida en el último momento por Cornelius Meister y que se estrenaba con dos años de retraso también por la pandemia-. La soprano tuvo un rendimiento deficiente y, al final del Ocaso, recibió perceptibles abucheos, a lo que aquélla respondió mostrando un dedo al respetable. Katharina, como directora del Festival, y como no podía ser de otra manera, censuró el comportamiento de la soprano y defendió la libertad del público para expresar su juicio sobre el resultado artístico, algo que por otra parte ha sido un dogma esencial en Bayreuth. Los abucheos y reprobaciones son relativamente frecuentes en el Festival, dado el exigente público, y nunca un artista se había encarado a la reacción de aquél. Por supuesto, Theorin no regresó y la británica Catherine Foster, Brunilda entre 2013 y 2018, fue llamada para retomar el exigente rol -una decisión que suscribo sin reservas-. Para rematar la historia, Katharina tampoco acudió a la rueda de prensa ni a las fotografías que después se realizaron en el escenario: Víctor García de Gomer, director artístico del Liceo, la excusó aduciendo que no se sentía cómoda para asistir, si bien también apuntó que en el teatro se sentían herederos del desencuentro entre ambas.

Sigurdarson y Värelä como Telramund y Ortrud al comienzo del segundo acto
        Ahora bien, en esta historia hay algo que no cuadra. Theorin no estaba anunciada en el elenco original, sino Evelyn Herlitzius -a día de hoy, y a punto de cumplir 62 años, retirada de los roles de soprano dramática y haciendo apariciones como mezzo-. Entonces, si los sucesos polémicos ocurrieron hace casi tres años, cuando aún no se había retomado esta producción, ¿por qué se contó con Theorin? ¿Fue contra la voluntad de Katharina Wagner o con su desconocimiento? Pues si nos atenemos al relato que estos días ha circulado, parece que sí. Quizás el Liceo tiró de una agencia de artistas habitual y dicha agencia les propuso a Theorin, o bien como ha llegado a apuntar un crítico, alguien se ha obstinado más de la cuenta. García de Gomar adujo en la rueda de prensa que cuando se contrató a Theorin todavía no habían surgido las diferencias con Katharina -¿se pensaba estrenar en 2025 y se cerró el elenco, a más tardar, a principios de verano de 2022?-. Lo que es cierto es que 
Theorin es una cantante apreciada en el coliseo barcelonés. Apareció en el Tristán que los conjuntos de Bayreuth ofrecieron en septiembre de 2012 como prólogo del bicentenario del nacimiento del compositor que se celebraría en 2013 y después como Brunilda en el Anillo que durante varias temporadas desarrolló el teatro bajo la dirección de Josep Pons, y también como Turandot. El Liceo la galardonó como cantante del año. 

        Se ha intentado dar una imagen de revancha por parte de Katharina, pero lo cierto es que el estado vocal de Theorin, que este año cumplirá 62 años, es una sombra de lo que fue hace diez, y no sería de extrañar que la bisnieta del compositor hubiera querido contar para el estreno con una voz más saneada y dejar a criterio del teatro las restantes funciones. No en vano, la soprano Miina-Liisa Värelä debutará este verano en Bayreuth precisamente como Ortrud. La cuestión se ha enrevesado más, pues Theorin presentó un informe médico que acreditaba la existencia de una afección en una de sus cuerdas vocales, por lo que finalmente las cuatro primeras funciones se las han repartido la citada Värelä y la mezzo Okka von der Damerau, conocida en el Festival de Bayreuth por aparecer en roles menores. Theorin fue anunciada para las dos últimas, pero parece que la afección ha persistido, haciéndose cargo también Värelä de éstas.

        Del reparto originalmente previsto se han mantenido el protagonista -el incombustible Klaus Florian Vogt-, el Rey Enrique -Günther Groissböck- y el heraldo -un veterano Roman Trekel, ahora muy mermado de facultades-. La Elsa inicialmente prevista, la canadiense Erin Wall, falleció en el otoño de 2020 debido a un cáncer, mientras que Telramund estaba asignado al alemán Carten Wittmoser. Los que finalmente han encarnado estos roles, la noruega Elisabeth Teige y el islandés Olafur Sigurdarson, tienen un currículo más meteórico, sobre todo la primera, una de las voces femeninas wagnerianas indiscutibles a día de hoy. Ambos son habituales de Bayreuth. Como el montaje se llegó a ensayar en 2020, se tomaron fotografías, algunas de las cuales han empleado estos días los medios sin indicar que procedían de entonces: es fácil reconocer en ellas a un Klaus Florian Vogt más joven y la presencia apabullante de Evelyn Herlitzius como Ortrud. Lo que sí es claro es que en los cambios de reparto Katharina ha hecho prevalecer su criterio: todos los cantantes son habituales de Bayreuth e incluso la pareja de villanos será la que se escuchará el próximo verano bajo la dirección de Christian Thielemann.

En el preludio presenciamos el asesinato de Gottfried
        La presencia de Katharina Wagner con un nuevo montaje ha generado expectación a nivel internacional. La bisnieta del compositor, que cosechó un abucheo mayúsculo en 2004 en Budapest precisamente con esta obra -la trama se desarrollaba en un marco de luchas políticas internas en torno al partido político del cisne-, tuvo años de mayor presencia en el mundo de la escena que ahora. Tras retirar de cartel su Tristán en el Festival de Bayreuth de 2019 no había producido nada más. Se hablaba de un Parsifal para Bayreuth en 2022, que debía dirigir Christian Thielemann, pero la pandemia y las diferencias -hoy solventadas- entre ambos, terminó por llevar al traste el proyecto. En este caso las cosas son diferentes. No nos encontramos ante una propuesta moderna, sino más bien atemporal, siendo lo más destacado -y polémico- su reinterpretación de la trama: el protagonista es el malo y los malos son los buenos. Durante el preludio vemos un hermoso bosque verde oscuro con un lago donde juegan Elsa y Gottfried. Lohengrin aparece y mata a Gottfried. Ortrud y Telramund intentarán desenmascararle y tendrán una conducta detectivesca en el comienzo del segundo acto: en el mismo paraje Ortrud encontrará una corona y una espada de juguete que pertenecían a Gottfried. La escena con Elsa se desarrolla en tres cubículos blancos a media altura del escenario, algo que ha sido criticado por las dificultades de visibilidad que presenta un teatro clásico de herradura, y que se mantendrán en toda la escena del Heraldo con las tropas e incluso en la primera parte del tercer acto. 
Ortrud acaba por apresar a Lohengrin y se lo muestra al Rey Enrique y a las tropas. Al final de la obra el protagonista muestra el cadáver de Gottfried para, acto seguido, suicidarse. Ortrud y el Rey Enrique se miran fijamente mientras cae el telón. El cisne, de color negro, es una suerte de artefacto animatrónico que ha despertado desde enfado a hilaridad.

        La bisnieta del compositor justifica esta vuelta de tuerca en la pregunta de que si alguien puede estar con una persona de la que no se conoce ni su nombre ni su origen.

      Se han ofrecido seis funciones entre los días 17 y 30 de marzo, retransmitiendo Cataluña Música la correspondiente al estreno, en una toma sonora dotada de la debida presencia y empaque. La última de las funciones se ha dedicado a Isabel Llorach i Dolsa, mecenas y figura destacada del wagnerismo en Barcelona en el primer tercero del siglo XX, en el 150 aniversario de su nacimiento.

        Josep Pons, director titular del Liceo desde hace más de una década, ha ofrecido una lectura equilibrada y académica, atenta a la claridad, sin merma de la emoción, y donde la orquesta y el coro han estado en su sitio, profesionales y entregados. La batuta procura extraer una paleta de colores bien trabajada y delineada. Estamos ante una lectura que bien podría asemejarse a las primeras que se ofrecieron de la obra: tempi más bien ligeros pero sin sensación de apresuramiento, distribución bien planteada y atención a los concertantes. Ahora bien, no encontraremos las explosiones sonoras de Bayreuth, se echa en falta en algunos momentos una cuerda con más músculo -que en todo caso se presenta empastada y afinada- y unos metales más contundentes. El fraseo por momento resulta cuadriculado -nótese el concertante del final del primer acto, toda la primera parte del dúo entre Elsa y Ortrud en el segundo o la marcha nupcial- o lineal -falta progresión en la entrada del protagonista-, echándose en falta un punto más de vuelo. Sí funcionó bien en el que procede a la lucha entre Lohengrin y Telramund. En todo caso, la respuesta orquestal ha ido de menos a más, con un tercer acto importante-. Hay también algún timbalazo excesivo -cuando el coro llama al Juicio de Dios en el primer acto o en el interludio del tercero-. Los metales han estado en su sitio a salvo alguna pifia anecdótica en las fanfarrias. Lo más interesante, unas maderas nítidas y que en el primer acto han creado unas sonoridades cremosas muy atractivas -nótese el clarinete bajo acompañando al coro en la entrada de Elsa en el primer acto o la belleza del color obtenido en el acompañamiento de Elsa a la catedra en el segundo, con dulce parsimonia-. Se opta por el corte más amplio posible tras el In fernem land, pues tras la breve intervención de Elsa aparece el cisne.

Klaus Florian Vogt como Lohengrin en el tercer acto
        Klaus Florian Vogt compone su ya muy conocido Lohengrin. En el primer acto hay alguna aspereza dentro de su dulzura habitual, como asimismo en el segundo cuando se dirige a Elsa para entrar a la catedral se muestra puntualmente apurado en el agudo. Tercer acto exhibiendo su fraseo y dulzura, haciendo gala de una cuidada variedad de dinámica, y segunda parte del acto 
con su habitual recogimiento y un punto manierista en el In fernem land. No es, desde luego, la mejor encarnación de Vogt del caballero del cisne: a sus 54 años la voz ha perdido algo de esmalte y puede sonar incluso más hueca, pero la técnica y el fraseo están ahí, y con inteligencia y capacidades saca adelante la función con comodidad, en un rol que lleva siendo suyo veinte años debido por un lado a su técnica y por otro a que sus eventuales competidores -Jonas Kaufmann primero y Piotr Beczala después- se han acercado al papel sólo puntualmente y no han sido constantes en el rol.

Teige como Elsa y Trekel como el Heraldo en el primer acto
        Elisabeth Teige como Elsa fue la gran triunfadora de la velada, con una voz firme y tersa, un punto apasionada pero sin renunciar a la dulzura tan característica del personaje, cuidada línea de canto y fraseo y variedad de dinámicas. Tuvo problemas de colocación de la voz en su intervención final en el segundo acto, como si no estuviera bien colocada y proyectada desde atrás, algo en todo caso anecdótico.

        Olafur Sigurdarson como Telramund tuvo una intervención pobre en el primer acto: la voz es incisiva y funciona bien en los parlatos ágiles, pero la voz pierde color en el agudo y se muestra apurada por momentos, incluso desabrida, con un vibrato desagradable en los agudos largos. La tesitura más central en el segundo le hace estar más cómodo en su escena con Ortrud, donde ofrece un personaje muy teatral en su fracaso.

        La soprano finlandesa Miina-Liisa Värelä tiene voz y maneras para afrontar el rol de Ortrud, si bien se muestra más cómoda como la intrigante esposa de Telramund que como una hechicera pagana: en la invocación de los dioses paganos es vencida por la tesitura, con un agudo muy forzado y asentada en el grito. Estuvo mejor en la también temida intervención final.

Concertante en el segundo acto
        Respecto a Günther Groissböck como Rey Enrique, el que es uno de los grandes bajos wagnerianos de nuestros días lleva en los últimos meses una deriva preocupante: la voz no termina de proyectarse bien, ha perdido brillo y suena mate, leñosa y áspera por momentos, especialmente en su contestación a las tropas en el tercer acto. Eso sí, ofreció su voz grande, presente siempre en los concertantes. Parece que se contagió del fraseo por momentos cuadriculado de Pons. En todo caso, estamos ante una interpretación plausible, de un monarca más fiero que venerable.

        A sus 62 años, Roman Trekel ofrece un Heraldo insuficiente, con emisión abierta y ajada, problemas en el agudo y timbre desabrido. En más de un momento parece que la voz va a romperse, especialmente en la escena con los soldados en el segundo acto. Trekel encarnó al Heraldo en Bayreuth en la producción de Keith Warner que pudo verse entre 1999 y 2005, en un momento importantísimo de su carrera -alternó este rol con el de Wolfram en Tannhäuser-. El que fuera uno de los grandes valores de la Staatsoper de Berlín y heredero de la tradición liederista de Dietrich Fischer-Dieskau y Andreas Schdmith, ha pasado ya hace tiempo su mejor momento y este rol exige, ante todo, una voz fresca y tonante.

        Bien los cuatro nobles brabanzones.

        El coro del Liceo, dirigido por Pablo Assante estuvo correcto, más cómodo en las suavidades de la entrada de Elsa que en los dificultosos pasajes que para los hombres exige la escena con el Heraldo en el segundo acto. En todo caso, aguantó el tipo en los concertantes, que es mucho decir.

        El público ha disfrutado de la velada, con aplausos en los tres actos antes de que finalizara la música y con un sonorísimo abucheo a la propuesta escénica. En la retransmisión se puede escuchar un vergogna nada más iniciarse los aplausos del tercer acto. De hecho parece que para no avivar la polémica, una vez que salió el equipo escénico a saludar y se hizo patente el rechazo del público, no hubo más salidas. La propuesta de Katharina termina resultando incoherente en el tercer acto, por lo que es plausible pensar que en los dos primeros actos el respetable disfrutaba de la parte musical y no se mostraba del todo desagradado en la escénica, hasta su culminación.

        Lohengrin ha vuelto al Liceo de Barcelona después de la fallida producción de Peter Konwitschny -hijo del kapellmeister Franz Konwitschny- que pudo verse en 2006 en coproducción con la Ópera de Hamburgo, donde la escena se desarrollaba en una escuela y donde el reparto presentaba deficiencias importantes -unos pasados John Treleaven y Luana DeVol como Lohengrin y Ortrud- y donde probablemente lo más interesante fue la dirección del wagneriano Sebastian Weigle, en aquél momento director del teatro. El montaje que nos ocupa es polémico, muy polémico, pero más serio que la parodia escolar vista hace casi veinte años y donde hay ciertas estampas visualmente atractivas con la diferenciación por colores -algo que ya utilizó Katharina en su Tristán de Bayreuth-, un fondo sugerente -el bosque, la aparición del protagonista- y una interpretación chocante del personaje que a nadie se le había ocurrido antes. La crítica también se ha hecho eco de un movimiento de la masa coral un tanto rígido o de cierta oscuridad en la iluminación en contraste con la agresividad de los cubículos blancos. En todo caso, creo que este montaje deja mejor sabor en todos sus aspectos, con el añadido de una respuesta orquestal y coral superior. Los conjuntos del Liceo han sabido estar a la altura. No tengo en cuenta las dos funciones de Lohengrin en versión concierto que los conjuntos de Bayreuth ofrecieron en la ya citada visita de septiembre de 2012, un acontecimiento histórico, si bien Andris Nelsons no pudo estar en el podio por razones de agenda y fue sustituido por Sebastian Weigle.

Grabación digital procedente de Cataluña Música en HD, en formato .mp3 a 256 kbps

30 DE MARZO DE 2025.

EL OCASO DE LOS DIOSES / BAYREUTH 2024

EL OCASO DE LOS DIOSES / Festival de Bayreuth, 2 de agosto de 2024, 16 horas.
Otra representación: 25 de agosto
Producción de Valentin Schwarz estrenada en 2022 / Decorados: Andrea Cozzi. Vestuario: Andy Besuch. Dramaturgia: Konrad Kuhn. Iluminación: Nicol Hungsberg. Vídeo: Luis August Krawen
Dirección musical de Simone Young (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Klaus Florian Vogt (Sigfrido), Michael Kupfer-Radecky (Gunther), Olafur Sigurdarson (Alberich), Mika Kares (Hagen), Catherine Foster (Brunilda), Gabriela Scherer (Gutrune), Christa Mayer (Waltraute), Noa Beinart (primera Norna), Alexandre Ionis (segunda Norna), Christina Nilsson (tercera Norna), Evelin Novak (Woglinde), Natalia Skrycka (Wellgunde), Maria Henriette Rheinhold (Flosshilde)
Minutación: Acto I: 119'17 / Acto II: 66'13 / Acto III: 76'48 / Total: 262'18 (4 horas 22 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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De nuevo el joven Sigfrido

        Finalizamos el 
Anillo y las retransmisiones desde Bayreuth, ya conocido el hecho de que la Radio de Baviera no recogerá y, por tanto, no se retransmitirá, el Parsifal de Pablo Heras-Casado. No han trascendido los motivos y nos quedamos con las ganas de escuchar lo que a buen seguro fue una importante velada. Clemens Nicol desde la Radio de Baviera daba puntual saludo a la larga retransmisión y Ricardo de Cala desde radio clásica, con intervenciones muy ilustrativas de Arturo Reverter (vocalidad), Paloma Ortiz de Urbina (filología), Guillermo Carbonell (escenografía), David López (filosofía) y Miguel Ángel González Barrio (dirección de orquesta).

        La Radio de Polonia no ha retransmitido en directo el Ocaso -curiosamente, la única jornada en la que no participa el polaco Tomasz Konieczny-, por lo que esperamos un día para recoger la retransmisión que, en diferido, dio RAI-3, con la misma calidad que la ofrecida por la Radio de Polonia. También hemos podido conocer que Michael Volle tuve un percance tras el primer acto del Holandés, terminando la función con una muleta. Mientras escribimos estas líneas el Festival ha anunciado que no cantará la segunda función del Holandés, siendo sustituido por Tomasz Konieczny. Segundo incidente de este tipo tras el que sufriera en 2022 el propio Konieczny en el segundo acto de La Valquiria del primer ciclo, que obligara a tomar parte a Michael Kupfer-Radecky en el tercer acto.

        Reparto con algunos cambios respecto al año pasado: Klaus Florian Vogt es Sigfrido y la debutante Gabriele Scherer asume el rol de Gutrune. Nornas completamente renovadas respecto de la Tetralogía anterior y respecto a las ondinas, como pasara en el Oro, sólo se mantiene Woglinde.

        Simone Young desarrolló un Ocaso de tempi casi idénticos a los de Pietari Inkinen en los dos primeros actos y dos minutos más breve en el segundo, pero con una construcción musical y dramática sobresaliente. Desarrolló un prólogo muy interesante, a tempo contenido de atmósfera sutil pero diáfana, alejada de brumosidades y procurando, ante todo la musicalidad. Intenso viaje de Sigfrido por el Rhin, muy marcado en la articulación de la cuerda. Primer acto llevado con buen sentido del drama. Hay detalles tímbricos de muy buena factura en el momento en que el fuego mágico se aparta para dejar pasar a Sigfrido con la apariencia de Gunther -maravillosas maderas y violines-. Segundo acto explosivo y oscuro, con metales poderosos. En el tercero desarrolló una lectura cantábile en la escena de las ondinas y rítmicamente atenta en el relato de Sigfrido, culminando en una poderosa y vibrante marcha fúnebre y en una escena de la inmolación de pathos espiritual y riquísima paleta orquestal, muy atenta a la sonoridad de los vientos, relevando toda una amalgama de sonidos que pasen desapercibidos.

Catherine Foster como Brunilda
        Klaus Florian Vogt prosigue con su aventura de cantar Sigfrido. No hay duda de que puede con el papel perfectamente, manteniendo una línea de canto elegante y equilibrada. Además, el papel aquí es menos extenuante, por lo que está, si cabe, más cómodo. No es la voz que demanda el rol, pero ya sabemos que con él estamos ante una rara avis, que pasará a la Historia del canto como todo un inclasificable. Su relato del tercer acto se beneficia de una línea cantábile.

        Catherine Foster volvió a ofrecer su solvente Brunilda. Tras calentar la voz en el prólogo, consiguió momentos notables tanto en su encuentro con Waltraute como en la escena de la inmolación. Sorteó con tablas y profesionalidad el temido segundo acto, muy arrojada en el agudo, con squillo, y que consiguió momentos notables tanto en su encuentro con Waltraute como en la escena de la inmolación.

        Tras dos años con mis reservas hacia Michael Kupfer-Radecky como Gunther, este año he de reconocer que me ha gustado, partiendo de su voz mate de timbre no especialmente atractivo. Ha cuidado más la línea de canto, procurando evitar esos sonidos abiertos de los que hacía gala en los dos años anteriores. También resulta menos histriónico. En esta producción Gunther no es un monarca pusilánime sino un caprichoso hombre rico un punto desequilibrado, inquietante en su impulsividad.

        Mika Kares volvió a repetir su excelente Hagen, este año más expansivo y desbordante. Ya desde su entrada exhibió un derroche de voz imponente, convirtiéndose en dueño y señor de la función en términos canoros y con una presencia dramática apabullante. Tonante pero sutil en los momentos más introspectivos, siempre temible, y con un instrumento que, a pesar de su anchura, volumen y profundidad, suena juvenil.

Vogt como Sigfrido y Scherer como Gutrune
    Si el año pasado Aile Asszonyi fue una pobre Gutrune, la de la suiza Gabriela Scherer ha sido para olvidar. Voz grande, matronil, con abundante vibrato y problemas de colocación. No es el nivel propio de Bayreuth y extrañan sus apariciones en Leipzig, Dresde, París y en la Staatsoper de Berlín en papeles de mayor relieve -Elsa, Ariadna, Arabella-. Tiene en repertorio papeles como la Condesa de Las bodas de Fígaro o Doña Elvira en Don Giovanni, roles mozartianos que exigen canto puro. De hecho, en otoño podrá vérsela en la Staatsoper de Berlín como Pamina junto al Tamino de Siyabonga Maqungo, éste sí excelente tenor lírico que ha demostrado siempre buenas maneras como secundario en Bayreuth. No se explica este patinazo dos años seguidos, después de Elisabeth Teige en 2022 como una Gutrune con presencia y entidad vocal, pero también la solvente Allison Oakes de la anterior producción o la dulce y sutil de Edith Haller con Christian Thielemann, una Gutrune a recordar.

        Christa Mayer volvió a encarnar a Waltraute. Como ya hemos indicado otras veces, la voz ha perdido esmalte y suena un punto ácida, si bien es indudable su aliento dramático y su atención al texto.

        No aporta mucho en lo vocal el Alberich de Olafur Sigurdarson, que suena pequeño contraponiendo su voz a la de Kares.

        Buen trío de nornas, más contemplativas que dramáticas, pero sutiles. Destaca la israelí Noa Beinart como primera norna por su bello instrumento, su elegante línea de canto y sus graves profundos -esta temporada apareció con el rol con Thielemann en la Staatsoper de Berlín y ha sido Erda tanto en el Anillo de la Staatsoper de Viena como en Sydney con Simone Young-, una voz sin duda a tener en cuenta-, la moldava Alexandra Ionis ofrece una interpretación con personalidad fuerte, con un instrumento fuertemente timbrado, y la sueca Christina Nilsson, a quien ya escuchamos como Freia, ofrece aliento dramático, si bien el agudo no ha sido especialmente generoso.

Brunilda (Foster) y Gunther (Kupfer-Radecky)
en su entrada en el segundo acto
        Notable el trío de ondinas formado por Evelin Novak, Natalia Skrycka y Maria Henriette Rheinhold, como ya indicamos en el Oro, con voces bellas y bien empastadas, en una línea cantábile muy atractiva.

        Poderoso, envolvente y dúctil el coro dirigido por Eberhard Friedrich, que convierten siempre su entrada en uno de los grandes momentos del Anillo.

        Vocalmente creo que este Anillo se coloca un punto por debajo del elenco que consiguió reunir Janowski -no así Petrenko-: John Lundgren (Wotan), Albert Dohmen (Alberich), Tanja Arianne Baumgartner (Fricka), Nadine Weissmann (Erda), Markus Eiche (Gunther) o Marina Prudenskaya (Waltraute) estuvieron a un nivel superior. Catherine Foster ya fue Brunilda entonces y Hagen estuvo en manos de Stephen Milling, también una voz a considerar. Janowski, eso sí, tuvo unos welsungos más discretos -Christopher Ventris como Sigmundo y Heidi Melton y Camilla Nylund como Sieglinde- y esta Tetralogía se ha beneficiado de mejores Sigfridos. En términos de dirección, Janowski ofreció un Anillo a buen nivel, pero con ciertos momentos de rutina, a tempi rápidos y con una orquesta por momentos arrolladora en cuando a volumen. Simone Young ha mostrado una construcción de la Tetralogía superior, tanto en lo que respecta a sonoridad orquestal, con una paleta variada y bien estudiada, tempi más convencionales pero mejor manejados en el drama y un volumen siempre atento a los cantantes. Su sonoridad compacta y poderosa en los metales, sus tempi y su pathos dramático recuerdan a las lecturas de Daniel Barenboim, ofreciendo una interesante alternativa a las concepciones de Thielemann y Petrenko. Ahí está la gracia del Festival y eso es lo que demanda el certamen: diferentes lecturas con personalidad. Esperemos que el año que viene siga al frente de la Tetralogía.

        Ponemos fin a las retransmisiones desde Bayreuth. Agradeceros a todos los que os acercáis al blog en esta época del año, la de mayor número de visitas.

Grabación digital procedente de RAI-3 en HD, en formato .aac a 330 kpbs. 
Se incluyen las alocuciones iniciales y finales, obtenidas de la Radio de Baviera.

6 DE AGOSTO DE 2024.

SIGFRIDO / BAYREUTH 2024

SIGFRIDO / Festival de Bayreuth, 31 de julio de 2024, 16 horas.
Otra representación: 23 de agosto
Producción de Valentin Schwarz estrenada en 2022 / Decorados: Andrea Cozzi. Vestuario: Andy Besuch. Dramaturgia: Konrad Kuhn. Iluminación: Nicol Hungsberg
Dirección musical de Simone Young
Reparto: Klaus Florian Vogt (Sigfrido), Ya-Chung Huang (Mime), Tomasz Konieczny  (Viandante), Olafur Sigurdarson (Alberich), Tobias Kehrer (Fafner), Okka von der Damerau (Erda), Catherine Foster (Brunilda), Alexandra Steiner (pájaro del bosque).
Minutación: Acto I: 80'20 / Acto II: 73'26 / Acto III: 81'20 / Total: 235'06 (3 horas 55 min)
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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El joven Sigfrido

        Prosigue el Anillo de Simone Young tras la preceptiva jornada de descanso, en la que tuvo lugar, por la mañana, el ensayo general del Holandés -la víspera de la primera función- y, por la tarde, 
la segunda función de Festspiele Open Air. No es habitual que un ensayo general se posponga hasta el comienzo de las representaciones, pues normalmente todos tienen lugar en los días previos, pero en este caso se trata de la obra más breve de cuantas se representan en el Festival y no tiene descansos, por lo que es posible colocar dicho ensayo por la mañana de una jornada de descanso con facilidad. Es también conocido que los músicos que interpretan unas u otras obras también son diferentes, por lo que es probable que los que tocan en el Holandés nada tengan que ver con los que están haciendo la Tetralogía. Desde la Radio de Baviera con Clemens Nicol y desde Radio Clásica con Ricardo de Cala hemos seguido la segunda jornada de este Anillo. En los intermedios españoles con los siempre precisos comentarios de Miguel Ángel González Barrio, gran wagneriano que viene acompañando en los últimos años una de las retransmisiones, y que hizo un interesante recorrido por la trayectoria artística de Simone Young, con distintos registros. 

        Este Sigfrido trae la gran curiosidad de esta edición -una curiosidad rayana en lo morboso por un sector de los melómanos-: escuchar a Klaus Florian Vogt cantar el rol protagonista. Se incorpora Catherine Foster como Brunilda -ya el año pasado interpretó a la valquiria en el título homónimo y en el Ocaso, pero Daniela Kohler se hizo cargo de la de Sigfrido debido a que la Foster cantaba también Isolda-. El reparto inicialmente anunciado preveía a Arnold Bezuyen como Mime, quien ya había cantado el rol en las dos ediciones anteriores, y la sustitución de Alexandra Steiner, pájaro del bosque en las dos anteriores ediciones, por la debutante Slávka Zámecnikova, soprano eslovaca habitual de la Staatsoper de Viena. Bezuyen fue sustituido por el taiwanés Ya-Chung Huang poco antes de comenzar los ensayos, mientras que de la segunda nada se ha sabido, en un discretísimo movimiento que no ha sido anunciado. Nosotros supimos que en l ensayo general de este Sigfrido cantó Steiner -no es algo inhabitual ante este tipo de contingencias, así, en el ensayo general de Parsifal, Amfortas fue cantado por Michael Kupfer-Radecky ante una indisposición de Derek Welton, que sí cantó el estreno-, pero pensamos que se debía a una indisposición puntual de la otra cantante. Y finalmente, en el reparto anunciado para hoy, figuraba Steiner. Se ha confirmado la presencia de Catherine Foster, quien ayer rehusó participar en el recital Festspiele Open Air por indisposición, siendo sustituida por las sopranos Brit-Tone Müllertz (Ortlinde) y Christina Nilsson (Freia). La ola de calor que estos días azota Europa se deja sentir en Bayreuth -durante la tarde se alcanzaron los 32º y la climatología ha sido todavía más agobiante en días previos, en una ciudad no acostumbrada a esas temperaturas y con una sala que carece de aire acondicionado-.

        Simone Young ha desarrollado una lectura de tempi cómodos -primer y tercer acto de más de ochenta minutos, y un tercero un punto más ágil, empleando tan sólo setenta y tres-, de trazo más sutil que en las obras precedentes -probablemente, como ya comentamos, va ganando experiencia con el foso una vez que se desarrolla una representación con el Festspielhaus lleno de público-. Dos minutos y algo menos que Inkinen, pero con importantes diferencias a la hora de exponer el drama. Ha comenzado el introspectivo preludio de una forma un tanto rutinaria., que se ha extendido a toda la primera escena. El drama ha ido creciendo en la segunda escena y en la tercera ha ofrecido una fragua y forja vigorosas y potentes. Magnífico segundo acto, en lo puramente musical y en lo dramático, ya desde un preludio cargado de pathos que se ha proyectado en una primera escena entre Alberich y el Viandante potentísima, pasando por una filigranas exquisitas en los murmullos del bosque y una muerte de Fafner épica. En el preludio del tercer acto no ha cargado las tintas en los metales, permitiendo escuchar en todo momento la línea de los violines y con atención a las maderas. La escena de Erda ha resultado un punto prosaica. Bien el encuentro entre el Viandante y Sigfrido y magnífico interludio y todo el dúo posterior, con importante nervio dramático y trascendencia.

Vogt como Sigfrido en el primer acto,
preguntando por su ascendencia
        Que Klaus Florian Vogt no tiene voz para Sigfrido ya era algo conocido. Debutó el rol juvenil en marzo del año pasado en Zurich con Noseda, llevándolo a Viena en junio con 
Welser-Möst. En otoño debutó el del Ocaso en Zurich también con Noseda. Ha aparecido a principios de año en Wiesbaden y de nuevo en Zurich en mayo. Antes del segundo ciclo, los días 18 y 20 de agosto, cantará en Graz la parte bajo la dirección de Markus Merchel en una selección denominada El Anillo en una tarde, junto a Michael Volle (Wotan) y Elena Pankratova (Brunilda). ¿Es un rol que vaya a cantar habitualmente? Pues es difícil de decir. Para la próxima temporada, además de Tannhäuser en la Deutsche Oper -otro rol pesado que se lanzó a cantar, además de en Bayreuth y en el Festival de Ópera de Munich-, tiene previsto el Sigmundo y el Sigfrido en el Anillo de La Scala que dirigirá Christian Thielemann. Desde luego esta temporada ha sido la de puesta de largo del rol, apareciendo en con él absolutamente interiorizado. Que Vogt es un trabajador incansable es indiscutible, no se presenta con un rol a medio hacer o como experimento -y frente a esto ya conocemos algunos ejemplos ocurridos en Bayreuth recientemente, donde con los ensayos ya comenzados o incluso avanzados, el tenor de turno se da cuenta de que no puede con el rol-. Vogt puede con el papel y lo demuestra con creces: está cómodo con la tesitura, con el fraseo, con la respiración, la dicción es buena, llega entero hasta el final, su instrumento le permite desarrollar una línea cantábile sin dificultad alguna... No es una voz idiomática para la parte, pero allí donde casi todos los tenores con voz para cantar el rol naufragan por uno u otro motivo, Vogt sale triunfante. Si a eso le añadimos la acústica diáfana y envolvente del Festspielhaus, es razonable entender los aplausos cosechados. Y, pese a que estemos acostumbrados a pesados tenores, Sigfrido no deja de ser un chaval de, como mucho, dieciocho años, inocente y guiado por sus impulsos. Con estos dos ciclos del Anillo habrá cantado en el Festival todos los roles protagónicos para tenor salvo Tristán, el último que ha preparado y con el que ha hecho aparición, casi sin esperar tras Sigfrido, en enero de 2024, con Thielemann en Dresde y la Isolda de Camilla Nylund-. Con motivo de aquél debut, un crítico sentenciaba: parece que no hay ningún papel wagneriano que ponga a prueba el timbre de Klaus Florian Vogt. Dada la trayectoria de Vogt en el Festival no sería de extrañar que, en alguna edición próxima, Schager vuelva a Sigfrido para permitir a Vogt cantar Tristán.

Las marionetas que parecen ser la afición de Mime en
esta producción, y con las que el personaje responde al
Viandante en el torneo del saber
        El taiwanés Ya-Chung Huang es un sobresaliente Mime. En su aparición parece que intentó buscar una emisión que generase el mayor volumen y anchura posible. Se dio cuenta de que no era necesario, que la voz fluía bien por la sala sin recurrir a ello y optó por una emisión más natural tras la entrada de Sigfrido. La voz es grande y tiene cierta anchura, lo que se hace más patente en presencia de Vogt. Estuvo preciso en la medida y ágil en sus parlamentos. Además su complexión menuda le hace un Mime ideal en escena. 
Haría también un buen Loge.

        De Tomas Konieczny repetir lo dicho el año pasado: es la jornada que mejor le resulta, componiendo un notable Viandante, con una voz que fluye libre, si estar asentada en la gola y sin sonar pastosa. Generoso en el torneo del saber y poderoso frente a Alberich en el segundo acto.

        El Alberich de Olafur Sigurdarson se enfrenta a su habitual problema del registro agudo: la
voz pierde color y se torna blanquecina. En todo caso, como actor ofrece una completa interpretación del malévolo personaje, en la propuesta de Valentin Schwarz nada menos que hermano de Wotan, con quien se encuentra en la vasta mansión de Fafner, una suerte de venerable patriarca que custodia el patrimonio con mano de hierro pero que es un anciano moribundo. El tesoro y el anillo convertidos en intrascendente lucha familiar.

Vogt (Sigfrido) y Foster (Brunilda)
        Bien sin más Tobias Kehrer como Fafner, pues el año pasado sonó un punto más generoso en su aparición inicial a Alberich y el Viandante, con un grave más prominente y resonante. Mejor cuando Sigfrido lo abate, demostrando su capacidad para desarrollar un fraseo elegante.

      Okka von der Damerau no tuvo buen día, componiendo una intrascendente Erda, con una emisión inestable por su amplio vibrato y una interpretación carente de misterio.

    Como ya he dicho en anteriores ocasiones, no es Alexandra Steiner mi pájaro del bosque favorito, con su voz afilada y metálica y no siempre controlada en el registro agudo, pero hace una lectura idiomática de la parte, alejada de ademanes operísticos.

    Catherine Foster comenzó con la voz no del todo templada, e incluso en O Siegfried! Siegfried! Seliger Held! estuvo a punto de hacer un gallo. El instrumento se templó rápido y compuso una buena Brunilda, entregada y apasionada.

Grabación digital procedente de la Radio de Polonia en HD, en formato .aac a 330 kpbs. 
Se incluyen las alocuciones iniciales y finales, obtenidas de la Radio de Baviera.

5 DE AGOSTO DE 2024.