Un Tristán e Isolda de la guerra: Robert Heger (Berlín, 1943)

Analizamos un registro que habitualmente ha pasado desapercibido: el Tristán que Robert Heger grabara en Berlín para la radio en mayo de 1943, con los conjuntos de la Staatsoper, los habituales cortes de la época en el segundo acto, y un reparto con nombres históricos de la vieja escuela.

TRISTÁN E ISOLDA

Coro y Orquesta de la Staatsoper de Berlín
(grabación de estudio realizada entre
el 14 y el 19 de mayo)
Robert Heger

Tristan: Max Lorenz
König Marke: Ludwig Hofmann
Isolde: Paula Buchner
Kurwenal: Jaro Prohaska
Brangäne: Margarete Klose
Ein Hirt: Erich Zimmermann
Ein Setuermann: Felix Fleischer
Ein junger Seemann: Benno Arnold

Dirección:
Elenco:
Sonido:

Reparto dorado de los años de la guerra en una época en que la radio ya conseguía captar con bastante fidelidad la atmósfera de la obra wagneriana y dirección bien conseguida de Robert Heger. El mejor ejemplo de cómo podía ser un Tristán en aquellos años.

Robert Heger en 1945

        Robert Heger, alsaciano por naturaleza y alemán por azar -nació en Estrasburgo en ese periodo que va de la Guerra franco-prusiana a la I Guerra Mundial- fue uno de los directores que más apareció en la incipiente era de la grabación radiofónica en estudio. Afiliado al partido nazi desde 1937, permaneció en suelo alemán durante toda la contienda, por lo que tuvo fácil acceso a ella, en un país que gozaba de buenos medios técnicos. Heger tuvo el dudoso honor de dirigir uno de los últimos conciertos de la Filarmónica de Berlín, el 12 de abril de 1945, cuatro días antes de que los rusos iniciaran la batalla de Berlín. El programa incluía el concierto para violín de Beethoven, la cuarta sinfonía de Bruckner y la escena de la inmolación de Brunilda -como una suerte de advertencia de lo que estaba por venir-. Al concierto asistieron el arquitecto Albert Speer y el almirante Karl Dönitz, y las crónicas relatan que miembros de las Juventudes Hitlerianas repartieron al público cápsulas de cianuro a la salida. Sea como fuere, aquí estamos para juzgar los méritos artísticos de su Tristán.

Parece ser que este Tristán estaba en el programa de la Staatsoper de Berlín aquella temporada, y de hecho se llevó de gira a la Ópera de Roma -se conserva un cartel de aquellas funciones-. La producción era de Heinz Tietjen y los decorados de Emil Preetorius, lo que nos lleva a pensar que no era un montaje nuevo. Tengo referencias, al menos, de un Lohengrin de ellos en Berlín de 1929, y para 1943 la situación de Preetorius era políticamente muy comprometida: había sido militante activo de la Sociedad contra el antisemitismo y había sido detenido por la Gestapo en 1942 y, si bien fue liberado por orden de Hitler, se movía discretamente. De hecho, cuando analizamos los Maestros de Abendroth en el Festival de Bayreuth de 1943, ya apuntamos que, para aquella nueva producción, Tietjen no cuenta con Preetorius sino con Wieland Wagner. Los resultados musicales probablemente motivaron su grabación, lo que se hizo en estudio de radio entre los días 14 y 19 de mayo de 1943, tras un Lohengrin grabado el año anterior -un registro más conocido que el que nos ocupa, protagonizado por Franz Völker- y viniendo después Rigoletto en 1944 -en alemán, registro muy desconocido-. El resultado es un Tristán prácticamente completo, a salvo el habitual corte en aquella época en el dúo del segundo acto, probablemente porque así se había interpretado la obra en vivo.

Cartel de las representaciones de Roma

        El sonido, monoaural, es muy bueno para la época y denota la maestría de los técnicos de radio del momento -ligeramente superior a los Maestros de Hermann Abendroth en Bayreuth del mismo año, si bien esta última grabación es un directo-. Para los oídos de hoy es aceptable y no espantará a los no familiarizados con grabaciones antiguas: nítido y definido, carente de cualquier soplido pero no por ello encorsetado, pues la toma tiene la adecuada atmósfera y sorprende por la presencia y nitidez del arpa, probablemente debido a que se colocó un micrófono específico. Tiene algunos inconvenientes menores, de ahí su calificación: coloca por momentos las voces demasiado adelante, y tiene un punto de saturación en forte, más patente en el tercer acto que en el segundo y éste, a su vez, que en el primero. Lo más significativo es que cuando Isolda comienza su intervención larga en el tercer acto -Ha! Ich bin's, ich bin's (CD3, pista 20)-, se pierde la fuente inicial, pasando a una segunda de sonido mucho más pobre y con fritura, una suerte de reproducción de un vinilo de la época, pasando, tras la intervención del marinero (CD3, pista 22, 0:44), a la fuente inicial. Asimismo, hay un corte perceptible de la cinta en CD3, pista 24, probablemente de origen. 

        El registro estuvo publicado en vinilo de 33 rpm en los años cincuenta y fue reeditado en 1970 por el sello Eterna. Su aparición en CD tuvo lugar en 1998 por el sello Gramofono 2000, un año después lo publicó Preiser y, en 2000, apareció en Opera Magic's -la edición que yo posee, adquirida en el mercado de segunda mano-. Esta última parece copia de la de Preiser, sello que siempre ofrece garantías sonoras en grabaciones antiguas. De hecho, Ángel Fernando Mayo en su segunda edición de la Guía Wagner (2001) apuntaba que la edición de Opera Magic's podía conseguirse por tan solo 1895 pesetas -una verdadera ganga teniendo en cuenta los precios en los que por aquél entonces se movía Golden Melodram cada vez que desenterraba un tesoro canoro-.

La dirección de Robert Heger fue calificada por Mayo como eficiente pero no inspirada. Yo creo que es de notable alto: tras un preludio paladeado y reposado (12:38), planteado más a la manera de poema sinfónico, un punto lánguido en los primeros compases y algo relamido en el entorno del clímax -nótense los glissandos en la cuerda en CD1, pista 1, de 7:50 a 8:15-, la batuta discurre segura por el primer acto, sin apresurarse -algo más de 79 minutos- pero sin sensación de lentitud -en la primera escena se palpa la tensión causada por Isolda, como igualmente en su relato de la tercera escena-. En el segundo ofrece buena dosis de tensión, con momentos en el dúo verdaderamente electrizantes, y lo único que podría pedirse es algo más de dramatismo en el acompañamiento a Marke en su monólogo. El preludio del tercer acto, también planteado a modo de poema sinfónico, resulta un punto lánguido y plúmbeo, presentando después tempi más bien ligeros (en total el acto dura poco más de 74 min), lo que favorece la tensión del monólogo de Tristán, que se nos presenta muy ardiente. Correcta la escena final.

Edición en vinilo del sello Eterna (1970), que presenta
dos fotografías de los protagonistas, probablemente
correspondientes a las representaciones que motivaron
después la grabación.

        De Max Lorenz nos han llegado cuatro registros de Tristán, ninguno en Bayreuth1. El que comentamos es el más recomendable, por sonido, estado vocal y reparto -está más fresco con Erich Kleiber en el Colón de Buenos Aires en 1938 (Archipel) pero aquí, cumplidos pocos días antes los 42 años no es desdeñable, y el sonido de aquél registro es paupérrimo, como deficientes lo son las tomas sonoras de los directos de Hamburgo de 1949 con Schmidt-Isserstedt y de La Scala de 1951 con de Sábata, publicadas por Myto-. Interpretación impetuosa pero elegante y aristocrática, ardiente en el dúo, resignado en el O König -si bien el pasaje le queda un poco bajo de tesitura y la voz no termina de brillar hasta que sube a las notas altas- y noble en su monólogo, sin comprometer la línea vocal pero sin desentenderse del drama ni dejar de prestar atención al texto -nótese la desesperación creciente en el monólogo hasta su clímax al creer ver un barco (CD3, pista 9, 2:20 a 3:03)-. Se le perdona el cierto requiebro que hace para sortear el agudo en el erjag' ich mir heut' Isolden! (CD3, pista 10, 1:13). Compárese este registro con su postrer Sigfrido en el Festival de Bayreuth de 1952, donde está más asentado en el mezzoforte-forte y donde su canto suena más afectado.

De Paula Buchner, otra de las grandes cantantes de la época, sólo poseemos este registro y uno como Venus en un Tannhäuser en vivo en la Staatsoper de Berlín en 1949. Aquí contaba con 43 años y muestra una voz poderosa pero flexible, con ribetes de cierto lirismo y una convincente evolución dramática, de la venganza en el primer acto al amor en el segundo. El Liebestod, en cambio, resulta algo frío y falto de metafísica. Se integró en el elenco estable de la Staatsoper en 1938 y pasó a la Deustche Oper en 1949, hasta su retirada en 1955. La era dorada del gramófono aún no había llegado y su carrera fue demasiado doméstica en torno a Berlín pese a sus medios vocales, lo que le impidió un reconocimiento internacional.

Excelente Brangania de Margarete Klose, mezzo dramática que afrontó Ortrud -tenemos su registro de un año antes con Heger (Preiser, Opera Magic's) además del tercer acto con Furtwängler en el Festival de Bayreuth de 1936 (Archipel)- pero que hizo de la doncella de Isolda una verdadera creación2. Fabulosa dicción y magnífico saber decir, cobrando vida en cada palabra el texto y sin merma de una línea de canto poderosa y noble.

Un veterano Jaro Prohaska de 53 años -el Sachs de los Maestros de Furtwängler en el Festival de Bayreuth de aquél año- es un sólido Kurwenal, de voz un punto afectada por momentos y con una aparición algo estentórea en la segunda escena del primer acto, pero en todo caso da buenas muestras de saber cantar, con una magnífica línea.

Ludwig Hofmann a sus 48 años es un Marke humano, con voz poderosa y ademanes de la vieja escuela. Su caracterización no resulta especialmente desarrollada, pero que en todo caso no desentona.

Imponente el Melot de Eugen FuchsDe línea clásica, la misma que podemos escuchar hasta hoy en Bayreuth, el joven marinero de Benno Arnold y el pastor de Erich Zimmermann. Menos interesante el marinero de Felix Fleischer.

El coro de la Staatsoper se muestra a un nivel sobresaliente pese a lo avanzado de la contienda, que había mermado los cuerpos estables de los teatros al movilizar a filas a población civil.

En definitiva, una grabación a gran nivel y buen sonido de los años cuarenta que es muy recomendable conocer por una batuta comprometida con el drama y un elenco dorado. Notable alto para la batuta y sobresaliente sin cinco estrellas para el elenco por algunas reservas menores -el Marke de Hofmann y el Liebestod de Buchner-.

NOVIEMBRE DE 2024.

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1 Lo cantó en 1938 y 1939, con la Isolda también histórica de Frida Leider y Karl Elmendorff y Víctor de Sábata en el podio. Fueron las dos últimas ediciones en que se escuchó la obra antes del Nuevo Bayreuth, pues con la guerra los títulos se fueron reduciendo paulatinamente hasta interpretarse sólo Maestros en 1943 y 1944. Heinz Tietjen había diseñado la producción, que sustituía a la de Siegfried Wagner, estrenada en 1927 y retirada de cartel en 1931, un año después de su muerte.
2 Otros cuatro nos han llegado, todos en vivo y a cada cual más impresionante: el histórico de Thomas Beecham en el Covent Garden con Melchior y Flagstadt (1937, EMI), el de Schmidt-Isserstedt en Hamburgo ya citado y, en Munich, Kna (1950, Orfeo) y Erich Kleiber (1952, Myto, Walhall).

1 comentario:

  1. Supe de esta edición de Ópera Magic's gracias a la sección "El Baratillo" que firmaba un misterioso "Nadir Madriles" en la revista Scherzo. Fue un simpático artículo de respuesta cómplice a Ángel Fernando Mayo que un mes antes había recomendado la recién salida edición en Naxos del Tristán de Reiner, Melchior y Flagstad en Londres. Estoy plenamente de acuerdo con usted en que es uno de los Tristanes más injustamente desconocidos de la discografía y que se puede codear de igual a igual con los de Melchior y Flagstad de la misma época. El danés era un prodigio de la naturaleza canora que probablemente nunca sea igualado, pero empatizo más con el Tristán de Lorenz porque su actuación a la hora de a rodar el personaje no resulta tan añeja como las caracterizaciones de Melchior. Un saludo.

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