PARSIFAL / BAYREUTH 2018

PARSIFAL / Festival de Bayreuth, 26 de julio de 2018
Otras representaciones: 1, 8, 14, 19 y 25 de agosto
Producción de Uwe Eric Laufenberg estrenada en 2016 / Decorados: Gisbert Jäkel. Vestuario: Jessica Karge. Dramaturgia: Richard Lorber. Iluminación: Reinhard Traub. Vídeo: Gérard Nizi
Dirección musical de Semyon Bychkov (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Thomas J. Mayer (Amfortas), Tobias Kehrer (Titurel), Günther Groissböck (Gurnemanz), Andreas Schager (Parsifal), Derek Welton (Klingsor), Elena Pankratova (Kundry), Tansel Akzeybek (primer caballero del Grial), Timo Riihonen (segundo caballero del Grial), Alexandra Steiner (primer escudero y muchacha-flor), Mareike Morr (segundo escudero y muchacha-flor), Paul Kaufmann (tercer escudero), Stefan Heibach (cuarto escudero), Ji Yoon (muchacha-flor), Katharina Persicke (muchacha-flor), Bele Kumberger (muchacha-flor), Sophie Rennert (muchacha-flor), Wiebke Lehmkuhl (solo).
Minutación: Acto I: 105'26 / Acto II: 69'49 / Acto III: 81'49 / Total: 257'04 (4 h 17 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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Tradición musical, modernidad escénica


               Segundo día de Festival, hoy con Parsifal. La temperatura parece no dar apenas tregua, pues los 31º en el exterior  durante buena parte de la tarde probablemente se traduzcan en unos cuantos grados más en el interior de la sala. Rafael Banús dedicó el primer interludio al Vía Crucis de Franz Liszt, compuesto para solistas, coro y órgano. Ascética obra, una de las últimas del compositor, iniciada en Roma y finalizada en Budapest, y también una de las menos habituales. El segundo intermedio estuvo dedicado a Engelbert Humperdinck y sus obras inspiradas en cuentos románticos. Humperdinck fue el asistante de Wagner en el estreno de Parsifal y lo nombró su apoderado cuando marchó a Italia.

               Tercer año de la producción de Uwe Eric Laufenberg que, en conjunto -música y escena-, ha resultado ser la más sólida en los dos años precedentes, gracias a un hilo conductor eficaz, sin provocación gratuita ni deconstrucción de la obra, y un sólido reparto. Laufenberg ambienta la obra en un monasterio en algún lugar de Oriente Próximo, con referencias a la Guerra de Siria, los refugiados y el radicalismo religioso, con algunos momentos muy emotivos -impresionante final panreligioso, marchando hombres y mujeres juntos, sin distinción de credos-, aunque también con algunas soluciones dramáticas demasiado simples. Un montaje que, curiosamente, este año ha sido abucheado por un sector -se escucharon algunas protestas aisladas al terminar la obra y mucho más perceptibles cuando salió a saludar-.

               Varios cambios en la parte musical, comenzando por el director. Debut en Bayreuth de Semyon Bychkov, que sustituye a Hartmut Haenchen. El veterano director, que se hizo cargo de la obra tras la renuncia in extremis de Andris Nelsons en 2016, cuenta ya con 75 años y ha preferido ceder el testigo. Una lástima, pues su concepción diáfana, clara en las líneas melódicas, de tempi más bien ligeros y un poco melosa en los momentos más espectaculares, resultaba muy atractiva (la interpretación de 2016 está editada en vídeo por DG). En segundo lugar, varios cambios en el reparto. Georg Zeppenfeld, noble Gurnemanz en los dos últimos años, cede el rol a Günther Groissböck, equilibrándose así las intervenciones de uno y otro en el Festival este año -Zeppenfeld pasa a encarnar al Rey Enrique y a cantar Marke en algunas funciones y Groissböck, que al no haber Anillo ya no encarna a Fasolt, hace Gurnemanz y Pogner-. El norteamericano Ryan McKinny (Amfortas) deja paso a un habitual de la casa, el bajo-barítono Thomas J. Mayer, quien ha venido encarnando en ediciones anteriores a Telramund, Holandés y Viandante. Debuta como Titurel Tobias Kehrer, tomando el relevo de Karl-Heinz Lehner.


Thomas J. Mayer como Amfortas en el primer acto.
               El pasado 21 de julio, Laufenberg era entrevistado en el Wiesbaden Kurier y se le preguntaba por estos cambios. El director de escena ya había trabajado hace años con Bychkov. Coincidieron en Dresde, en una Lady Macbeth de Mtsenk y un Caballero de la rosa. Reconoce la diferente personalidad artística de Haenchen y Bychkov -analítico el primero, subjetivo y emocional el segundo-, pero califica su colaboración como armoniosa y fructífera. Laufenberg también fue preguntado por la escena de la Consagración, aquí con Amfortas transmutado en una suerte de Cristo. Ryan McKinny, aunque no tenía barba, sí tenía un cuerpo atlético para afrontar con impacto esta escena en la que se queda con un simple paño que tapa los genitales. No se ha modificado esta escena para el nuevo Amfortas, Thomas J. Mayer, e incluso ha declarado que Thomas Mayer sangra aún más, especialmente en lo mental. Es un talentoso actor-cantante. Probablemente con mental se ha querido referir al fuerte componente dramático con que Mayer ha dotado al personaje, como bien puede comprobarse en las imágenes, verdaderamente convertido en Cristo gracias a su melena y barba habituales. ¿Quizás haya sido éste el motivo de contar con él como Amfortas?

Semyon Bychkov, instantes antes de su entrada al foso del Festspielhaus.
               Como ya habíamos apuntado el año pasado, era probable que Semyon Bychkov optara por una dirección más ascética y reposada del Festival Escénico Sacro. Así ha sido, no tanto en el primer acto, pero sí en el segundo y, sobre todo, en el tercero. Treintra y cuatro minutos más le ha durado la obra en comparación con Haenchen el año pasado, en una minutación que se aproxima bastante a las de Knapperstsbuschpero que tiene una diferencia curiosa: Kna dilataba sobre todo el primer acto, mientras que Bychkov ha alargado especialmente el tercero2. Tenía gran expectación por su dirección, sobre todo tras las elogiosas críticas recibidas por la dirección de la obra en el Teatro Real de Madrid (2016) y en la Staatsoper de Viena (2017 y 2018), que nos hacían presagiar, quizás, otro traductor de la obra para la posteridad, como lo fue Daniele Gatti en los Festivales de  2008 a 2011. El ruso presenta una visión bastante tradicional, granítica en el color orquestal, con oscuros metales y por regla general sobria. Su trabajo ha sido notable, pero sin alcanzar la excelencia reservada a unos pocos. Hay momentos especialmente arrebatadores, como la escena de la Verwandlung, donde a veces parece que el tiempo va a detenerse, o la parte final del dúo de Parsifal y Kundry del segundo acto y su conclusión con la caída del castillo de Klingsor. Ha demostrado finura en los momentos más líricos del dúo de Parsifal y Gurnemanz del tercer acto y en la escena final, aunque también ha habido momentos un tanto rutinarios en el primero.


Kundry (Pankratova) intenta seducir a Parsifal (Schager).
             Protagoniza la obra Andreas Schager como Parsifal. Timbre juvenil e interpretación impetuosa son sus señas de identidad. Atractivo color en el registro medio, aunque en el Amfortas! Die Wunde! faltó algo de peso y al final de los actos segundo y tercero se le veía menos ágil.

               Günther Groissböck (Gurnemanz) ya conoce esta producción, pues el pasado año hubo de sustituir a Karl-Heinz Lehner como Titurel en la primera representación. De voz rocosa y firme, va parejo con la sonoridad de la orquesta. A diferencia de Zeppenfeld, no tiene un timbre aterciopelado, pero sí más autoridad. Aquél sonaba más flexible y dúctil, éste mucho más poderoso, más próximo a la concepción tradicional de monje-guerrero. En el primer acto, con ese componente de inflexibilidad, resulta menos poético que su predecesor, aunque no se le puede negar lirismo en el tercero, con variedad de matices y exquisito fraseo. En definitiva, dos interpretaciones diferentes pero ambas muy válidas. Zepenfeld y Groissböck, junto con René Pape -a quien escucharemos como el Rey Marke en Tristán- son los tres bajos wagnerianos más importantes de nuestros días, cada uno con su estilo, pero solidísimos y sin nada que envidiar a los históricos.

               La soprano rusa Elena Pankratova se confirma como la mejor Kundry de nuestros días y una de las mejores voces wagnerianas para los papeles de soprano dramática. Si el primer año sorprendió más por lo vocal que por lo escénico, resultando un tanto aséptica, su interiorización del personaje es ahora indudable, con una visión nerviosa y electrizante -magnífico final del segundo acto, gracias también a la batuta de Bychkov-.

Final de la obra.
     Quienes siguen habitualmente Discografía Wagneriana ya conocen mis reparos por Thomas J. Mayer, de voz oscura y madura, poco ágil y apurada en el agudo, aunque de indudable aliento dramático. Tenía mis dudas con su elección como Amfortas, pero he de reconocer que su interpretación ha sido de las más destacadas que le he oído. Acometió el primer acto con voz poderosa e interpretación sufriente, aliento dramático, centro anchísimo y correctos agudos. Más apurado en la zona alta en las últimas frases de su intervención final en el tercero, pero en conjunto una notable encarnación del rey del Grial.

               Competente el debutante Tobias Kehrer como Titurel, procedente del elenco estable de la Deustche Oper de Berlín. Kehrer inició su carrera en la Deustche Oper en 2011 gracias a la beca Franz Josef Weisweiler, incorporándose un año más tarde a su elenco. Es un habitual del Festival de Salzburgo desde entonces. También procede de la Deustche Oper el australiano Derek Welton, que ya dio muy buena impresión el año pasado como Klingsor y este año resulta aún mejor. De sólida voz, homogénea en toda la tesitura y de timble noble, compone uno de los Klingsor mejor cantados y con mayor autoridad.

               La atractiva voz de Wiebke Lehmkuhl se ocupa del solo del final del primer acto.

               Buen nivel por parte de los secundarios -caballeros y escuderos- y correctas las muchachas-flor.

               En definitiva, una buena representación con un sólido elenco y una dirección notable, con momentos de alto nivel y otros más rutinarios.


Grabación digital procedente de la Radio de Rumanía en formato .mp3 a 256 kbps.
Se incluyen las alocuciones iniciales y finales de la locutora de la Radio de Baviera, obtenidas de Radio Nacional de España, en formato .mp3 a 128 kbps.

27 DE JULIO DE 2018.
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1 Para los amantes de la estadística, algunas cifras: Kna empleó 4 horas y 31 minutos en su histórico Parsifal de 1951, pero fue aligerando los tiempos con el paso de los años, situándose, en 1962 -grabación oficial de DECCA en estéreo-, en 4 horas y 9 minutos, ocho minutos menos que Bychkov en esta interpretación. 
2 Kna invirtió en 1951 1 hora y 57 minutos y, en 1962, diez minutos menos. Byckov emplea 1 y 45 minutos. Pero en el acto tercero, mientras Kna emplea en 1951 casi 1 hora y 21 minutos -lo mismo que Bychkov, apenas unos segundos más lento Kna-, en 1962 emplea cuatro minutos menos que éste.

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