LOHENGRIN / BAYREUTH 2018

LOHENGRIN / Festival de Bayreuth, 25 de julio de 2018
Otras representaciones: 29 de julio y 2, 6 y 10 de agosto
Nueva producción de Yuval Sharon / Decorados y vestuario: Neo Rauch y Rosa Loy. Iluminación: Reinhard Traub
Dirección musical de Christian Thielemann (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Georg Zeppenfeld (Rey Enrique), Piotr Beczala (Lohengrin), Anja Harteros (Elsa von Bravant), Tomasz Konieczny (Friedrich von Telramund), Waltraud Meier (Ortrud), Egils Silins (Heraldo), Michael Gniffke (primer noble brabanzón), Eric Laporte (segundo noble brabanzón), Kay Stiefermann (tercer noble brabanzón), Timo Riihonen (cuarto noble brabanzón)
Minutación: Acto I: 57'50 / Acto II: 81'07 / Acto III: 60'16 / Total: 199'13 (3 h 19 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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Lohengrin es azul, es polaco, y su adversario también


               Un año más, llegado el 25 de julio, se inaugura el Festival de Bayreuth. Salvado el escollo de la renuncia de Roberto Alagna, nada más ha trascendido sino elogios hacia el Festival y a Christian Thielemann por parte de Yuval Sharon, encargado de la nueva producción. Sharon también se ha mostrado muy contento con el trabajo de Neo Rauch y Rosa Loy, responsables de decorados y vestuario, quienes, quizás por ser pintores conocidos en Alemania, han acaparado la misma atención que el propio director de la producción, algo que no es lo habitual, aunque ya ha habido algún caso antes -estoy pensando en la diseñadora Rosalie, encargada del vestuario del Anillo de Alfred Kirchner, que dirigió James Levine (1994-98), aunque en este caso fue tras el estreno y debido a la peculiar estética de su trabajo-.

               Desde la Radio de Baviera Barbara Malisch y desde Radio Clásica de Radio Nacional de España Rafael Banús, han retransmitido este Lohengrin en una tarde en que en Bayreuth se han mantenido invariables los 32º durante gran parte de las horas que dura la representación, por lo que es posible que en la sala se hayan alcanzado los 35º -recordemos que por cuestiones de protección del patrimonio, el Festspielhaus carece de aire acondicionado-. Banús centró el primer intermedio en la carrera de Waltraud Meier, ofreciendo fragmentos de un recital de los años noventa, y el segundo en Siegfried Wagner, ofreciendo su Sinfonía en do mayor. Es de agradecer su labor de presentación y sus comentarios, en un trabajo de documentación en que ha estado asesorado por Isabel Zamorano. Como curiosidad, la diligentísima Barbara Malisch se ha despistado en sus comentarios en el tercer acto y no se ha dado cuenta de que daba comienzo el preludio, callando inmediatamente.


Primer acto. Lohengrin (Beczala), Ortrud (Meier), Telramund (Konieczny),
Rey Enrique (Zeppenfeld) y Heraldo (Silins). Delante, Elsa (Harteros).
                  La producción de Yuval Sharon, a la espera de poder obtener información completa sobre su propuesta, efectivamente es absolutamente en color azul -Lohengrin es azul ha sido la consigna de Neo Rauch a la prensa y en los anuncios de la retransmisión- y con una estética próxima al cuento de hadas -de hecho los personajes llevan unas elegantes alas a sus espaldas, salvo Lohengrin a su llegada-, por lo que las imágenes de conjunto tienen una especial belleza plástica. El vestuario también parece sacado de un cuento de hadas, recordándome a los cuadros de Vermeer. El escenario, bastante ambiguo, parece trasladarnos a un bosque con una estación eléctrica en el centro y un poste de la luz. Lohengrin, de hecho, aun con toda la elegancia de su atuendo azul, es el único que viste diferente, pues bien parece un electricista -en lugar de espada lleva un rayo de alta tensión-. La idea de un Lohengrin azul ya viene de las producciones de Wolfgang y Wieland Wagner, unos Lohengrin azul y plata, tonalidades que encajan bien con lo etéreo de la música. En cualquier caso, esta producción ha venido marcada por el perfecto entendimiento entre Thielemann y Sharon, ajeno a cualquier polémica -frecuentes en los estrenos de los últimos años-, con Rauch y Loy realmente interesados en Lohengrin a lo largo de los años en que se ha ido fraguando la producción, y el público la ha acogido con agrado. Algunas imágenes en vídeo del montaje pueden verse aquí.


Segundo acto. Entrada de Ortrud en la procesión (Meier).
               En cuanto a la parte musical, hay varias características muy definidas: lectura solemne y monumental de Thielemann, con tempi ligeros -el primer acto con algo menos de 58 minutos-, sonoridades redondeadas, pero atento a la articulación y a los contrastes de dinámicas. Preciso acompañamiento a un elenco sobresaliente y homogéneo, en algunos casos realizando interpretaciones absolutamente matizadas de la parte que encarnan. Es el caso de Konieczny (Telramund) en sus alegaciones al Rey Enrique, o de Harteros (Elsa) y Meier (Ortrud) en el dúo del segundo acto. En todo caso, en mi opinión, este estreno constituye un documento fonográfico importante, por varias razones. Por supuesto, la culminación del Canon de Bayreuth por Thielemann, pero también el tratarse de la última intervención wagneriana de Waltraud Meier, como declaró al diario Merkur hace unas semanas -al menos la última intervención de relieve, pues tiene anunciada una ocasión posterior el 20 de enero de 2019 en la Staatsoper de Viena, donde cantará la breve parte de Waltraute en el Ocaso, bajo la dirección de Axel Kober-. Además, ha supuesto el debut en Bayreuth, por primera vez en su Historia, de dos cantantes polacos -Konieczny (Telramund, anunciado desde el primer momento) y Beczala (Lohengrin)-, con grandes resultados en ambos casos.

                   Christian Thielemann desarrolla un Lohengrin monumental, en los momentos más apoteósicos marmóreo, en los más íntimos, dúctil y manierista. Lectura precisa, de sonido redondo y con atención a las filigranas camerísticas que puede obtener de la partitura -así, el arpa en el sueño de Elsa del primer acto o en la marcha nupcial del tercero-. La construcción de los clímax es perfecta, destacando los finales de acto -final del primero, acentuando la parte final de las frases del coro- y el preludio y el interludio del tercero -electrizantes ambos y con precisión y brillo en los metales-.

Lohengrin (Beczala) junto al peculiar poste de la luz.
                Piotr Beczala realiza una sólida interpretación de Lohengrin. El tenor polaco ha tenido que cancelar otros compromisos para poder incorporarse desde el inicio de los ensayos y en todo momento se ha manifestado como un artista comprometido. Beczala es un cantante versátil, que ha abordado con éxito desde el verismo a la ópera eslava. Debutó Lohengrin con Thielemann en Dresde en mayo de 2016 con gran éxito -grabado por DG, que ya comentamos-. Se hace inevitable una comparación, y ésta resulta a favor de su interpretación en Bayreuth. Beczala tiene cualidades indudables para abordar el repertorio wagneriano. Su centro es ancho y viril, tiene graves, ataca el agudo con arrojo y franquea la zona de pasaje de manera impercetible. Además, tiene aire juvenil y es un cantante musical. En su interpretación de Dresde se le achacaba un mezzoforte casi continuo y algún momento de emisión tosca. Ciertamente, el primer acto está prácticamente cantado en mezzoforte, pero hay una mayor matización en el tercero y está más compenetrado con el papel. En los piano la voz parece perder brillo, por lo que procura evitarlos. Sobresale en su larga intervención del tercer acto. En conjunto, uno de los mejores cantantes actuales para la parte y, aunque ha declarado no querer adentrarse más en los papeles wagnerianos, por poderle resultar demasiado pesados para su voz, Erik y Walther son roles que creo se adecúan a sus medios y en los que podría cosechar también gran éxito.

               También debutaba en Bayreuth Anja Harteros como Elsa, probablemente el que es su papel más destacado del repertorio wagneriano. Ha demostrado maneras y técnica, pero no ha estado a la altura del resto del elenco. Algo curioso, pues los críticos más feroces con Bayreuth venían repitiendo su nombre en los últimos años y consideraban un síntoma de decadencia del Festival que Harteros no cantara allí. El timbre no es especialmente bello, un punto aniñado y chillón, y la soprano tuvo problemas con el registro agudo, con un vibrato nervioso, sobre todo en el primer acto. Quizás pudo ser el calor de la sala, pues ofreció variedad de de dinámicas y un fraseo elegante y fue ganando enteros según avanzó la representación, con un buen dúo con Beczala en el tercer acto.


Tomasz Konieczny
caracterizado como Telramund.
               Sentía curiosidad por el debut de Tomasz Konieczny, quien comenzó su carrera en el elenco estable de la Ópera de Mannheim y desde hace siete años es un cantante habitual de Thielemann -Alberich en el Anillo de la Staatsoper de Viena (DG, 2011) y Telramund en Dresde (DG, 2016)-. Desde 2013 es el Wotan del Anillo de esa producción. Si en el Anillo vienés de Thielemann me parece que como Alberich suena demasiado liviano, con los años la voz ha ido ganando peso y proyección. Su Wotan en 2016 en la Staatsoper de Viena, bajo la dirección de Adam Fischer, sin duda constituía un atractivo -circula por la red grabación en vídeo, procedente de la retransmisión que por televisión llevó a cabo la ORF-. La voz es tersa, firme, generosa en la tesitura, dúctil en los pasajes que requieren agilidad y rico en dinámicas. Destacan sus matizadísimas alegaciones al Rey Enrique en el primer acto, donde si bien la medida es algo libre en algún momento, muestra variedad de dinámicas y elegancia en los parlamentos, algo no demasiado habitual, pues no es infrecuente encontrarse con cantantes que prácticamente ladran esa parte. Ciertamente su dicción no es perfecta, pero no empaña su buen saber hacer.

             Waltraud Meier regresa a Bayreuth con 62 años y al final de su carrera. Y demuestra que tras casi cuatro décadas en los escenarios tiene mucho más que ofrecer que muchas sopranos dramáticas en su mejor momento. La voz ha perdido cuerpo, sin resultar tan cremosa como en sus mejores años, y también estabilidad y volumen, pero aun así realiza una notable recreación de Ortrud gracias a su técnica y sus extraordinarias dotes como actriz -convenientemente caracterizada, no aparentando tal edad-. Thielemann parece consciente de ello y la acompañó con atención, favoreciendo los puntos fuertes -fraseo, intención dramática- y sorteando con profesionalidad los más comprometidos -invocación a los dioses paganos en el segundo acto e intervención final en el tercero-. Un gran trabajo, dejando la escena wagneriana con porte y dignidad musical y dramática.

Rey Enrique (Zeppenfeld), Telramund (Konieczny)
y Ortrud (Meier).
               Georg Zeppenfeld, habitual en Bayreuth, vuelve a ser el Rey Enrique, papel que ya cantó en la anterior producción de Hans Neuenfels dirigida por Andris Nelsons. Es uno de sus papeles señeros, pues se beneficia de su timbre noble y de la tesitura de su instrumento, que le permite subir al agudo sin dificultad. El Rey Enrique es un papel de tesitura especialmente extensa, y Zeppenfeld acomete la parte con una voz homogénea en toda la tesitura, incluyendo agudos perfectamente colocados y graves bien proyectados. Un valor seguro del Bayreuth de nuestros días.

            Como Heraldo debutaba en Bayreuth el letón Egils Silins. Bajo-barítono de sólida carrera, su repertorio habitual son papeles más pesados -Holandés, Wotan, Juan el Bautista en Salomé de Strauss- y, por medios, no me cabe duda de que le van bien. La voz es potente, con centro ancho y agudo suficiente, y afronta la parte desde la línea más clásica, encarnando un Heraldo vibrante y sonoro.

         Bien los cuatro nobles brabanzones en sus breves intervenciones. Como curiosidad, el Festival reasignó hace una semana el papel del tercero, pues inicialmente estaba previsto que Raimund Nolte se hiciera cargo de la parte. Fue sustituido por Kay Stiefermann, probablemente por equilibrar las intervenciones de los cantantes secundarios -Nolte canta Melot en Tristán y Hermann Ortel en Maestros, mientras que Stiefermann sólo cantaba el timonel en Tristán-.

         Extraordinario el coro, como es norma en Bayreuth, dúctil -desde los pianissimo envolvente a los fortisimo explosivos- y maravillosamente empastado.

               En definitiva, una vibrante sesión inaugural, con un magnífico reparto, una extroardinaria dirección y una producción que no parece que sea clásica, pero sí respetuosa con la obra, a la espera de poder ofrecer más datos. Lohengrin es azul gracias a los sugerentes decorados de Neo Rauch y Rosa Loy, es polaco gracias a Beczala, y su adversario Konieczny también lo es.

               Es previsible que el reparto se mantenga el año que viene -aunque sólo está confirmado oficialmente Beczala-, si bien entrará en escena Anna Netrebko como Elsa, quien no cantará todas las funcionas, y Waltraud Meier no regresará, al poner fin a su carrera wagneriana, coronada de éxitos. Se dice que Elena Pankratova -actual Kundry en Parsifal- será quien la sustituya.


Grabación digital procedente de la WDR (Radio del Oeste de Alemania, Colonia) en HD,
en formato .flac. Admite estéreo 5.1.
Por petición de un seguidor del blog realizada el año pasado, se incluye la alocución inicial y final de la locutora de la Radio de Baviera.

26 DE JULIO DE 2018.

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