El Lohengrin del Sumo Sacerdote (Kna, Munich, 1963)

Analizamos un registro discográfico de gran importancia: el único Lohengrin completo del gran director wagneriano Hans Knappertsbusch, grabado por la Radio de Baviera en Munich un 2 de septiembre de 1963 y que fue publicado por el sello Orfeo en 2015.

LOHENGRIN

Coro y Orquesta de la Ópera Estatal de Baviera
2 de septiembre de 1963
Hans Knappertsbusch

Heinrich der Vogler: Kurt Böhme
Lohengrin: Hans Hopf
Elsa von Brabant: Ingrid Bjoner
Friedrich von Telramund: Hans Günther Nöcker
Ortrud: Astrid Varnay
Der Heerrufer des Königs: Josef Metternich


Dirección:Excepcional
Elenco:
Sonido:

               Un Lohengrin completo por Kna, el Teatro del Príncipe Regente de Munich como sede interina de la Ópera Estatal de Baviera y un reparto no de los de siempre, pero con cantantes de la era dorada del canto wagneriano son las claves de este registro, de sonido monoaural no especialmente bueno, y con los cortes habituales de la partitura.
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Hans Knappertsbusch
               El gran director wagneriano del siglo XX, Hans Knappertsbusch, no fue en su momento objeto del tratamiento discográfico que merecía. Por un lado, las fechas se imponen -falleció en 1965, cuando la industria del disco empezaba a florecer-; por otro, tampoco fue un director especialmente relacionado con los grandes productores del momento, Walter Legge de EMI y John Culshaw de DECCA, el primero más próximo a Karajan y el segundo a Solti. De hecho, Culshaw descartó a Kna para su famosa Tetralogía en estudio con la Filarmónica de Viena (1958-65), optando por Solti, al considerle un director más flexible y abierto de cara a lo que se esperaba de una grabación de estudio. Así las cosas, y a salvo el magnífico registro de Parsifal en estéreo del Festival de Bayreuth de 1962, el legado discográfico de Kna fue muy escaso y en ediciones piratas. Afortunadamente, ya entrado el siglo XXI, Orfeo ha realizado ediciones oficiales de registros que hasta entonces circulaban en ediciones piratas y editado otros nuevos. Entre estas novedades se encuentra este Lohengrin, procedente de una toma en vivo en Munich en 1963 y que fue editado en 2015.

               La importancia de este registro radica, en primer lugar y sobre todo, en que es el único Lohengrin de Kna en disco. El director no dirigió nunca la obra en Bayreuth, como tampoco Tannhäuser ni Tristán. Parsifal fue su obra desde 1951 hasta su última aparición en 1964 -a excepción de 1953-; dirigió en cuatro ediciones el Anillo (1951, 1956, 1957 y 1958), en tres Maestros (1951 -en la última función, sustituyendo a Karajan-, 1952 y 1960) y en una el Holándes (1955). Todas ellas son bien conocidas, tanto en edición oficial como pirata. Ahora bien, faltaban las otras tres, algo que Orfeo ha remediado en el caso de Tristán y Lohengrin con dos registros procedentes de Munich -Tannhäuser queda pendiente, pese a que en el librillo que acompaña a este registro se indica que lo dirigió en más de treinta ocasiones en Munich-.

              El 21 de diciembre de 1954, la Ópera Estatal de Baviera estrenaba una nueva producción de Lohengrin debida a Rudolf Hartmann, intendente de la compañía entre 1952 y 1967, con decorados de Helmut Jürgens. Tenía lugar en el Teatro del Príncipe Regente, donde se encontraba asentada la compañía en aquél momento, pues un bombardeo aliado en octubre de 1943 había destruido el Teatro de la Ópera, que no fue reabierto hasta su reconstrucción en 1963. Esta producción, como apunta el librillo de la edición Orfeo, en texto de Klaus Kalchschmid, y como puede comprobarse a la luz de las fotografías, tomaba inspiración de una anterior que Wieland Wagner realizó en 1949 para Stuttgart. Efectivamente, aquí el estilo de Hartmann tiene cierta sobriedad que contrasta con el mayor naturalismo que imprimió a sus Maestros de Bayreuth (1951-52). Como curiosidad, en esta producción, Gottfried, hermano de Elsa y Conde de Brabante, estaba encarnado por una bailarina -en la función recogida en disco, por la rusa Gislinde Skroblin (1944-1998), quien contaba con diecinueve años y que más tarde llegaría a ser primera bailarina del Ballet de la Ópera Estatal de Baviera-. La producción fue estrenada por Kna y el sumo sacerdote wagneriano se colocó a su frente en dieciséis representaciones, dirigiéndola por última vez en 1963 -al año siguiente pasaría a manos de Joseph Keilberth-. 

               La dirección de Kna es excepcional, por su conocimiento de la obra, carga épica, flexibilización de los tempi según las exigencias del drama y transparencia de líneas -los cellos en el preludio del primer acto y en la sección intermedia del preludio del tercero- aun con las deficiencias de una toma sonora antigua -nótense los arpegios del arpa acompañando a Elsa en el primer acto en la parte final de su narración, cuando acepta participar en el juicio de Dios, o las maderas en la llegada de Elsa a la catedral en el segundo-. Curiosamente, aligera algunos momentos con una finalidad puramente dramática -en los preludios, cuando el coro murmura en la entrada de Elsa o en la segunda parte de su narración del sueño, en la llegada de Elsa a la catedral-. Destaca el primer acto por su genuino estilo Kna, pausado, dosificando la tensión, sin decaer en ningún momento,y con unas voces que corren por la partitura creando verdadera poesía, absolutamente imbuidos en la concepción dramática casi de oratorio. En el segundo y tercero, en cambio, existe una mayor flexibilización en los tempi, algo más propio de sus últimos años -si bien con algunos momentos en que parece que se para el tiempo, como en la confrontación de Elsa y Ortrud frente a la catedral, dramáticamente magnífica-. En algún momento se notan maneras de viaje escuela que pueden chocarnos, como el concertante del final del primer acto, un tanto cuadriculado debido a su tempo lento y ritmo muy marcado -no ocurre así en la escena de los soldados en el segundo acto, más flexible-.

               La prestación orquestal es solvente, con algunas pifias en las trompetas -fanfarrias-, defectos de afinación en las trompas -preludio del tercer acto- y cierta blandura en los trombones, que hoy criticaríamos, pero que era más habitual en aquellos tiempos. El entramado de líneas secundarias en el Preludio del primer acto, sin embargo, evidencia buena orquesta. La disposición orquestal tampoco favorece el equilibrio de planos sonoros, sobre todo con las fanfarrias de escena -nótense las del Preludio del segundo acto (CD2, pista 1, 2:32) o en el interludio del tercero (CD3, pista 8, 2:00)-. Por desgracia, Orfeo no ha obrado aquí el milagro sonoro que ha conseguido en otros registros: toma un tanto alejada,  la orquesta no tiene la definición que cabría esperar, existe una molesta reverberación en la entrada de Lohengrin y en su subsiguiente dúo con Elsa y en su última frase de la obra, como también ocurre en menor medida en algunas estrofas del Heraldo anunciando en el segundo acto las novedades a los soldados, o en la entrada de Lohengrin y el Rey hacia la catedral, todo ello probablemente debido a que cantan desde el fondo del escenario. A favor de la toma hay que decir que el sonido se muestra natural y no enlatado, lo que se agradece en los momentos más explosivos de la obra.


               En cuanto al reparto, nos encontramos ante voces de la era dorada del canto wagneriano, pero no puede calificarse de los de siempre y, en el caso del protagonista (Hans Hopf) o del Rey Enrique (Kurt Böhme), no son las más adecuadas para encarnar a estos personajes. El registro juega con las ventajas de la dirección y que es la única oportunidad de escuchar a algunos cantantes en estos roles -Hopf como Lohengrin, Nöcker como Telramund o Metternich como Heraldo (éste, sí, antológico y de obligado conocimiento)-. En otros casos, como la Elsa de Bjoner o el Rey Enrique de Böhme, sí existen otros registros, pero de difícil localización y me atrevería a decir que con peores condiciones sonoras2.


Hans Hopf como Lohengrin
               Hans Hopf afrontó con solvencia los tres grandes papeles wagnerianos -Sigfrido, Tannhäuser y Tristán- y, curiosamente, se presentó en numerosas ocasiones como el lírico Walther von Stolzing de Maestroscumpliendo sobradamente. En el caso de Lohengrin, su voz pesada y su emisión espontánea le restan enteros para colocarse entre los intérpretes destacados del personaje. Tras un primer acto competente, aunque sin especiales alardes de finura, destaca su intervención en el segundo, donde los tintes más heroicos se acomodan mejor a su vocalidad. Por desgracia, en el tercero no está al mismo nivel, con un dúo de amor cantado de forma espontánea, sin especial delicadeza, y con agudos esforzados. El In fernem land lo inicia atropellado, con algunas sílabas ininteligibles: In fernem Land / unnahbar euren Schritten (CD3, pista 11), y prefiere un tempo ligero que probablemente chocaría con la idea que Kna tenía de este pasaje, aunque en su favor hay que decir que hay alguna mezza voce bien conseguida, como también en su Mein lieber Schwan! (pista 13, 0:26), que resulta encomiable.

Ingrid Bjoner como Elsa
                Escuchamos a Ingrid Bjoner encarnar a Elsa con 35 años. No es una cantante a la que haya seguido mucho, y su discografía es más bien escasa, pero me sorprende que tras cantar papeles de lírica pura (Elsa, Freia o Gutrune -¿no abordó el repertorio mozartiano?-), abordase Senta, Isolda, Turandot  y Brunilda a partir de la década de los setenta -de todos estos papeles hay registro a excepción de su Brunilda, aunque no los he escuchado-. En su libro autobiográfico La Nilsson, la soprano sueca relata cómo coincidió con ella en Bayreuth en 1960 cantando Freia, Helmwige y Gutrune en el Anillo de Kempe y nos dice: Más adelante lograría triunfos en su carrera como Turandot, Isolde, Elektra y otros grandes papeles dramáticos4. En este registro exhibe una voz rica en armónicos, con un timbre cálido y cándido y agudo fácil, frasea con elegancia, con un cierto ensimismamiento muy adecuado, y la voz es homogénea en toda la tesitura, si bien escasa de volumen, lo que se hace sobre todo patente en su confrontación con Varnay en el segundo acto frente a la catedral. En todo caso, su presencia hacer ganar interés a este registro y, en lo puramente vocal, es la baza más destacada, junto con el Heraldo de Metternich -a Varnay la podemos escuchar en otros registros de mejor sonido-.

Hans Günter Nöcker
               Hans Günter Nöcker (Telramund), quien ha fallecido en 2019 a los 92 años, fue miembro del elenco estable de la Ópera Estatal de Baviera durante décadas y tuvo algunas apariciones en el Bayreuth de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta en papeles secundarios5. Su voz, de bajo-barítono, es sólida, con un centro ancho y un agudo más que suficiente, sin pérdida de color, y destaca más por su material vocal que por la concepción dramática del personaje, sin especial originalidad. Relata el librillo que acompaña al disco que Nöcker pertenecía al elenco estable de la Ópera de Stuttgart, y que tras cantar Telramund en 1962 en esta producción, Kna recomendó fervientemente a Hartmann, como intendente de la Ópera Estatal de Baviera, su contratación. Una relación que perduró nada menos que hasta su retirada en 1998, aunque en 2003 hizo una aparición como Krusina en La novia vendida de Smetana.

                Astrid Varnay repite aquí su conocida Ortrud. Su voz ya no tiene el mismo fiato ni el agudo fulgurante de los años cincuenta que exhibe en los registros de Bayreuth con Keilberth en 1953 (Membran) y Jochum en 1954 (Archipel, Andrómeda, Opera d'Oro), pero sería absurdo negar que aún estaba en buenas facultades6 con una invocación a los dioses paganos que ya quisieran muchas cantantes. Esta Ortrud es una mujer introspectiva, reservada y calculadora, sacando partido a una gran variedad de dinámicas suaves en su engaño a Elsa en la escena nocturna del segundo acto.

                  Kurt Böhme es un Rey Enrique de voz potente pero mate, falto de un punto de nobleza, alguna nasalidad puntual y más próximo a un fiero guerrero que a un monarca mayestático. En su favor, pese a ser un bajo profundo, se encuentra cómodo en la amplia tesitura que demanda el papel. No desmerece, pero tampoco aporta nada original frente a contemporáneos suyos como Franz Crass y Karl Ridderbusch, que hicieron suyo el papel con un material más adecuado para la parte. Le preferimos en su archiconocido Fafner calculador en los Anillos de Solti (DECCA) y Böhm (DG).

Josef Metternich
              Josef Metternich ha supuesto para mí el gran descubrimiento de este registro. Su Heraldo es superlativo y queda para los anales de la discografía. De timbre noble, fraseo depuradísimo y aliento épico, es inevitable que atraiga toda nuestra atención en sus intervenciones. Miembro del elenco estable de la Ópera Estatal de Baviera desde 1954 hasta su retirada en 1971, su discografía es amplia gracias a que aparece en un importante número de registros grabados en Munich. También es variopinta -desde los villanos de Los cuentos de Hoffmann al Conde de Luna en El Trovador, el Barón Escarpia en Tosca o Juan el Baustista en Salomé-. Su presencia en el repertorio wagneriano también es notable, incluyendo un registro como un lírico Holandés (Ferenc Friscsay, DG, 1952).

               En definitiva, un registro que tiene como alicientes la dirección, la Elsa de Ingrid Bjoner y el Heraldo de Josef Metternich. El resto del elenco está formado por cantantes de la era dorada del canto wagneriano, más o menos adecuados para sus respectivos papeles, pero sus solos nombres hacen que merezcan interés. El sonido es el inconveniente de este registro, que para 1963 podía haber tenido mejor calidad.

OCTUBRE DE 2019.
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1 Rudolf Hartmann, musicólogo, cantante y después escenógrafo, produjo algunos de los estrenos de las últimas óperas de Richard Strauss (Día de Paz en 1938, Capriccio en 1942 o la póstuma El amor de Danae en 1952). Su vinculación a Munich comenzó en 1937 de la mano de Clemens Krauss y fue el encargado de diseñar la producción de Maestros que se viera en la reapertura del Nuevo Bayreuth en 1951. Fue galardonado con la Orden bávara de Maximiliano en 1984.
2 Así, podemos escuchar a Bjoner como Elsa con Wolfgang Sawallisch en 1965 en la Scala con Jess Thomas de protagonista (Melodram) y a Böhme como Rey Enrique con Kempe en una desconocida grabación de estudio de 1951 en la Ópera Estatal de Baviera (Cantus Classics). 
3 Así, además de los conocidos registros de Bayreuth de 1951 (EMI, ahora editado por Membran) y 1952 (Golden Melodram, Archipel) con Karajan y Kna, respectivamente, existen dos en vivo en el Met con Fritz Reiner  en el podio, de 1952 (Archipel) y 1953 (Sony), y con el histórico Sachs de Paul Schöffler. A primera vista, resulta más interesante el de 1953, por contar con Victoria de los Ángeles como Eva y Josef Greindl como Pogner. La lista no termina aquí, pues están los Maestros de Kna en Viena en 1955 (Orfeo) y los de Hans Rosbaud en la Scala un año más tarde (Walhall). En total seis registros, el cantante del que más tenemos de Walther, mientras que de otros cantantes más idóneos, como Wolfgang Windgassen, sólo tenemos los dos conocidos de Bayreuth, con Cluyens en 1956 (Golden Melodram, Walhall) y con Kna en 1960 (Orfeo); o Sándor Kónya, del que disponemos de cuatro (destacamos el de Kubelik en estudio, de 1967, editado por Arts Archives). Hopf supera incluso a cantantes de la era moderna, en una época en la que es más sencillo realizar grabaciones: Ben Heppner ha registrado el papel en tres ocasiones, Peter Seiffert dos, Robert Dean Smith sólo una, como también Johan Botha, y Klaus Florian Vogt dos. También es cierto que en los seis registros de Hopf los repartos son impecables.
4 En NILSSON, Birguit; La Nilsson, Capítulo Med ett ord - Bayreuth! ("En una sola palabra: Bayreuth"), pp. 195 a 244. Fisch & Co., Estocolmo, 1995.
5 Como curiosidad, es el Gunther del primer Anillo de Janowski, grabado en 1980 con la Staatskapelle Dresden, y volvió a Bayreuth en 1984 para sustituir en una función a Hermann Prey como Beckmesser en los Maestros de Horst Stein.
6 Nada menos que ocho registros de Ortrud tenemos de Astrid Varnay, todos en vivo. Ninguna otra cantante ha superado esta cifra. Oficiales, el de Keilberth en el Festival de Bayreuth de 1953 (Membran), el de Sawallisch de 1962 en Bayreuth (DECCA) -el único en estéreo- y el que nos ocupa. No oficiales o piratas, el de Stiedry en el Met en 1950, con una pareja protagonista de veteranos: Lauritz Melchior a punto de cumplir 60 años y Helen Traubel con 50 (Archipel), los de Bayreuth de 1954 con Jochum (Archipel, Andrómeda, Opera D'Oro), 1958 con Cluytens (Golden Melodram, Walhall) y 1960 con Maazel (Golden Melodram, Myto) y el de Sawallisch en la Scala que ya hemos apuntado, al coincidir con Ingrid Bjoner (Melodram).

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