A pesar de que Andris Nelsons es uno de los directores wagnerianos más destacados del momento, sólo tiene dos títulos recogidos en disco: Lohengrin en Bayreuth (2011, Opus Arte) y este Holandés, de difusión más reducida, procedente de dos conciertos ofrecidos en la sala del Concertgebouw los días 24 y 26 de mayo de 2013 en una versión híbrida de la obra.
A la par que dirigía Lohengrin en Bayreuth (2010-14), Andris Nelsons dirigió en 2013 a la Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam en el Holandés, con un reparto en el que destaca la Senta de Anja Kampe. El sello propio de la formación, RCO Live, registró esta interpretación.
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Andris Nelsons en el foso del Festspielhaus. |
Terje Stensvold. |
Nelsons emplea para su Holandés una versión híbrida: obertura de 1864, final del primer acto de 1843, segundo y tercer acto enlazados sin solución de continuidad como en la versión de 1864 pero sin los compases adicionales que tienen Senta, Daland y el Holandés al final del segundo acto en esta versión, y final de la versión de 1864. Es habitual escuchar la versión de 1843 en un solo acto -utilizando las uniones de 1864-, pero no lo es escuchar un Holandés en dos, lo cual no tiene mucho sentido si no es por hacer descanso -quizás para facilitar la tarea a Terje Stensvold-.
La dirección de Andris Nelsons es pulcra y minuciosa, con equilibrio de planos sonoros, control de dinámicas y pulso rítmico, y atención a las líneas secundarias, que quedan claramente expuestas -nótese, por ejemplo, el fagot en la introducción del coro de hilanderas (CD1, pista 11) o al citar el tema del Holandés (pista 12, 3:48) seguido de los pizzicatos de la cuerda, el acompañamiento a Erik al exponer sus miedos a Senta (CD2, pista 5) o las maderas que acompañan a Daland en su aparición al final del segundo acto (CD2, pista 11)-. Su visión, con tempi un punto amplios -la Obertura le dura 10:52-, es más evocadora e intimista que cataclísmica, con metales contenidos, maderas nítidas y cuerda destacada de bello fraseo. Así, en la Obertura se echa en falta explosividad y hay cierta blandura. Tampoco el tema de los marineros noruegos exhibe folclorismo. Falta también explosividad en la entrada del Holandés o en el encuentro entre los marineros noruegos y los del Holandés en el tercer acto, donde estos últimos no terminan de dar todo el miedo esperado. El coro de hilanderas es más evocador que folclórico, pero hay momentos plasmados con una ensoñación muy bella y un punto de melancolía -el tema de la balada en la Obertura, el aria del timonel, una cuerda evocadora al final del primer acto o la balada, o el dúo de los protagonistas-. A destacar lo bien manejada que está rítmicamente y en control de dinámicas la transición entre los actos segundo y tercero (CD2, pista 12), para desembocar en una fiesta de los marineros muy lograda.
Aunque ya quisieran muchos cantantes a los sesenta y nueve años conservar el estado vocal de Terje Stensvold (Holandés), la edad se hace patente desde las primeras frases, con voz nasal, emisión abierta y pérdida de color del instrumento. En el aria del primer acto tiende al parlato para camuflar las dificultades que tiene para mantener una frase larga, pasa de puntillas por los puntos extremos de la tesitura y es acompañado con sumo cuidado por Nelsons -demasiado, quedando desprovista el aria de la habitual explosividad y con un clímax final desinflado-. Aunque dramáticamente el personaje tiende a sonar achacoso, no se le puede negar su atención al texto y su implicación, sobre todo en el dúo con Senta.
Anja Kampe |
Kwangchul Youn (Daland) ha cantado casi todos los papeles para bajo de las diez óperas de madurez de Wagner -se exceptúan Fafner y Hagen-. Es un cantante expresivo, con una elegante línea de canto y variedad de dinámicas, pero no todos los papeles le vienen igual a su material vocal. En el caso de Daland, la voz clarea en los extremos en forte, con su característico vibrato no molesto, y le falta algo más de peso, aunque exhibe su habitual rotundidad exponiendo las frases -las hay muy bien dichas, como su despedida del Holandés al final del primer acto (CD1, pista 9, 1:19) o la presentación del Holandés a Senta (CD2, pista 7)-. Como anécdota, se adelanta en Wohl, Fremdling, / hab' ich eine schöne Tochter, sin esperar a que terminen las trompas (CD1, pista 8, 2:19).
Esperaba más del Erik de Christopher Ventris, un tenor de material lírico en un papel en el que encaja bien, pero su interpretación no pasa de la mera corrección. Su Mein Herz, voll Treue bis zum Sterben resulta falto de agilidad en el agudo y con una sonoridad a medio camino entre la fatiga y el lloro. También en la cavatina parece que tiene problemas de respiración.
Muy bien el norteamericano Russell Thomas como un Timonel de voz juvenil, un punto apurada en el agudo pero muy efectiva para el papel, realizando una interpretación apasionada.
Competente la Mary de Jane Henschel, en una línea clásica del papel.
Los integrantes de los tres coros realizan un excelente trabajo, con voces frescas y explosivas, aunque la toma sonora los coloca demasiado cerca, por lo que se hecha en falta esa distancia natural de las grabaciones en directo, sobre todo en un escenario grande como el del Festspielhaus. Las hilanderas suenan un punto más livianas y juveniles de lo habitual.
En definitiva, estamos ante un Holandés para coleccionistas wagnerianos y para incondicionales de Andris Nelsons, que desarrolla una lectura muy personal de la partitura, ensoñadora y un punto melancólica. En lo vocal no tiene especial interés más allá de escuchar la Senta de Anja Kampe, quien el mismo año grabó en vídeo el papel con Alain Altinoglu en la Ópera de Zurich (DG), acompañada de Bryn Terfel (Holandés) y Matti Salminen (Daland), que quizás son mejores compañeros de viaje -no conozco este registro-. En cuanto a registros en CD del siglo XXI, vocalmente es preferible al de Barenboim en estudio (Teldec, 2001), pero no supera a los de Thielemann (Opus Arte, 2013) y Janowski (Pentatone, 2015).
MAYO DE 2020.
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1 Parece ser que Christian Thielemann, en su condición de Director musical, presenciaba los ensayos de Nelsons e incluso se permitía realizar comentarios o dar indicaciones a la orquesta, poniendo en duda los tempi ligeros que imprimía Nelsons al Festival Escénico Sacro. Esto provocó que Nelsons desistiera de continuar su trabajo a escasas tres semanas y que hubiera de ser sustituido por Hartmut Haenchen.
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