El letón Andris Nelsons dirigió durante cinco años Lohengrin en Bayreuth (2010-2014), en la controvertida producción de Hans Neuenfels. Opus Arte registró en vídeo la representación del 14 de agosto de 2011 y la publicó al año siguiente. En junio de 2018, el sello británico editó este registro en CD, de gran interés, pues dejando aparte la escena, cuenta con una dirección musical excepcional y un competente reparto encabezado por Klaus Florian Vogt, el Caballero del cisne por excelencia de nuestros días.
Andris Nelsons debutó en Bayreuth en 2010, con tal solo 32 años pero con una sólida carrera a sus espaldas. Entre 2003 y 2007 había sido el director de la Ópera Nacional de Letonia y, en 2008, fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de Birmingham, puesto que ocuparía hasta 2014, en que pasó a dirigir la Sinfónica de Boston. Su dirección fue enormemente alabada en el Festival durante los cinco años que estuvo al frente de la obra, por su rotundidad, brillantez y sentido dramático. Vocalmente contó con uno de los mejores repartos contemporáneos posibles y la toma sonora de Opus Arte es magnífica, espaciosa y captando con fidelidad la acústica del Festspielhaus. Dada la particular producción de Neuenfels, era difícil colocar este registro entre los a considerar, pero habiendo sido editado en CD, evitando así la puesta en escena, su interés es indudable.
____________________
Andris Nelsons en el foso de Bayreuth. |
Para la escena, Katharina llamó a Hans Neuenfels, uno de los más famosos enfant terribles del Regietheater alemán. Alumno del Max Reinhardt Seminar de Viena, a sus sesenta y nueve años contaba con una dilatadísima experiencia teatral y de escándalos. Por tanto, en lo musical Bayreuth buscaba un repunte de calidad, escogiendo con más atención a directores y cantantes, mientras que en lo escénico se optaba por las tendencias más vanguardistas e incluso polémicas. Una constante que ha llegado hasta nuestros días, pues mientras han empuñado la batuta los mejores directores wagnerianos -Thielemann, Gatti, Nelsons, Jordan, Petrenko, Janowski- y cantantes como el fallecido Johan Botha, Klaus Florian Vogt, Stephen Gould, Andreas Schager, Iain Paterson, John Lundgren, Georg Zeppenfeld, Günther Groissböck, Anja Kampe, Camilla Nylund, Petra Lang, Catherine Foster, Elena Pankratova, Michelle Breedt o Christa Mayer han sido los habituales del certamen actual-, las puestas en escena han generado abucheos y feroces críticas por regla general, atemperadas eso sí tras sucesivas reposiciones en cartel. Los Maestros de Barrie Kosky (2017) y el Lohengrin de Yuval Sharon (2018) parecen haber atemperado esta tendencia, no siendo tampoco montajes clásicos.
Los resultados de la primera edición de este Lohengrin en 2010 fueron desiguales. Indiscutiblemente alabados, a un nivel homologable a los históricos, fueron Andris Nelsons en el podio, vibrante y dramáticamente electrizante, y Jonas Kaufmann (Lohengrin baritonal), Georg Zeppenfeld (mayestático Rey Enrique de voz bellísima) y Samuel Youn (sólido Heraldo de sonoridades épicas). Por desgracia, la pareja de villanos resultó ramplona, pues Ketelsen ya había pasado su mejor momento vocal y su instrumento lucía destimbrado y falto de vigor, mientras que Herlitzius fue una Ortrud carente de graves y tendente al grito en el agudo. Neuenfels enfocó Lohengrin como un experimento sociológico, convirtiendo al pueblo de Brabante en ratas y los decorados en fríos espacios blancos que recordaban a un laboratorio. Ciertamente, la dirección de actores estaba bien trabajada y se notaba la experiencia de Neuenfels, pero parece excesivo recurrir a los ratones para desarrollar la idea de Lohengrin como experimento. El público abucheó la puesta en escena los primeros años, aunque finalmente parece que se resignó a ella.
No es nuestra intención hacer un comentario extenso del montaje, que tras un par de visualizaciones queda como algo anecdótico -es frío, carece de épica y contradice las acotaciones y el espíritu del compositor, nada recomendable para iniciarse en la obra y sin ofrecer tampoco una experiencia muy disfrutable para los wagnerianos consumados-. Si comentamos este registro es por su calidad musical. De hecho, Opus Arte, quien entre 2008 y 2014 tuvo un acuerdo con el Festival para grabar una ópera al año -a partir de 2015 DG ha tomado el relevo-, parece haberse dado cuenta de ello y ha editado en 2018 en CD todos los registros que realizó en vídeo. Despojado de imagen, este Lohengrin tiene muchos puntos fuertes y es uno de los registros más importantes de la obra realizado en los últimos años. El reparto se pulió -Ketelsen y Herlitzius dieron paso a Jukka Rasilainen y Petra Lang como la pareja de villanos- mientras que Kaufmann, quien decidió no volver -se dice que el tenor estrella no se adaptó del todo bien a los disciplinados ensayos de Bayreuth-, fue sustituido por Klaus Florian Vogt.
En pocas palabras: en lo directoral y coral estamos ante el mejor registro, en Bayreuth y fuera de Bayreuth, desde aquella gloria que fue el Lohengrin que Rudolf Kempe dirigiera en el Festival de 1967 (Orfeo), un nivel que con posterioridad sólo ha igualado Thielemann en el Festival de 2018 (DG). Las escenas corales, los interludios orquestales y el pulso dramático de la obra son excepcionales de todo punto. También se coloca esta opción como la mejor en términos de sonido, con una toma de Opus Arte espaciosa y natural, captando con fidelidad la acústica del Festspielhaus y permitiendo escuchar perfectamente a distinta distancia orquesta y fanfarrias, tan importantes en esta obra. Y todo ello en un registro en directo de una única función.
En pocas palabras: en lo directoral y coral estamos ante el mejor registro, en Bayreuth y fuera de Bayreuth, desde aquella gloria que fue el Lohengrin que Rudolf Kempe dirigiera en el Festival de 1967 (Orfeo), un nivel que con posterioridad sólo ha igualado Thielemann en el Festival de 2018 (DG). Las escenas corales, los interludios orquestales y el pulso dramático de la obra son excepcionales de todo punto. También se coloca esta opción como la mejor en términos de sonido, con una toma de Opus Arte espaciosa y natural, captando con fidelidad la acústica del Festspielhaus y permitiendo escuchar perfectamente a distinta distancia orquesta y fanfarrias, tan importantes en esta obra. Y todo ello en un registro en directo de una única función.
En cuanto al elenco, es desigual y resta puntos a un registro que, con algún cambio de cantante, se hubiera convertido en una referencia para todos los tiempos -en este sentido, le adelantan los que consiguió reunir Thielemann para Dresde y Bayreuth-. Nelsons pudo contar con tres voces de indiscutible valía -Klaus Florian Vogt (Lohengrin), Georg Zeppenfeld (Rey Enrique) y Samuel Youn (Heraldo)- y una solvente Elsa en la voz de Annette Dasch, pero la pareja de villanos flaquea, con Petra Lang como una Ortrud de buena construcción dramática, pero voz mate y limitaciones en los agudos más comprometidos, y Jukka Rasilainen como un Telramund de voz poco atractiva y de maneras toscas.
Comenzando por la dirección de Andris Nelsons, hemos de calificarla como de excepcional. Todo el trabajo es absolutamente magistral, tanto en los momentos orquestales como acompañando a los cantantes, con tempi vivos, siempre atento al drama, calculando perfectamente los clímax, aunando épica y lirismo a partes iguales. La Orquesta del Festival demuestra que es absoluta conocedora de la obra, sonando tersa, granítica y explosiva en los clímax. El preludio se inicia sutil y Nelsons frasea con naturalidad para ir poco a poco ganando volumen y fuerza (CD1, pista 1, 4:34, hasta el clímax, que se inicia en 5:15) y después diluyéndose poco a poco (6:03). La cuerda es densa y vigorosa, la madera nítida y el metal brillante. A lo largo del primer acto, Nelsons maneja con absoluta maestría la creación y desarrollo de los clímax, alternando tensión y relajación para culminar en un concertante final explosivo.
En el segundo acto, tras el dúo de villanos con un pulso atento al drama y un etéreo acompañamiento a Elsa en su salida al balcón de tempo más contenido y un cierto preciosismo en los violines que acompañan la parte final del dúo de Elsa y Ortrud (CD2, pista 8), se inicia un largo arco de continuidad dramático-musical histórica. Desde aquí, la construcción global de Nelsons, alternando lirismo, preciosismo, ensoñación y explosividad, es prodigiosa: interludio del amanecer (pista 9), escena del Heraldo con los hombres de Brabante, entrada de Elsa a la catedral, discusión con Ortrud, entrada del Rey y Lohengrin...
Modélico también el tercer acto, con brillante preludio, marcha nupcial ligera e interludio solemne y vibrante. Los últimos compases presentan un bello aire nostálgico, desde la aparición del cisne.
Dash (Elsa), Vogt (Lohengrin) y Lang (Ortrud) en el segundo acto. |
Vogt hace gala de sus extraordinarias dotes desde su primera intervención, con un Nun sei bedankt, mein lieber Schwan! (CD1, pista 10) de timbre limpio y maravilloso piano. Su Heil, König Heinrich! Segenvoll, más de cuento de hadas que de caballero heroico, podrá despertar opiniones encontradas (pista 11), pero en su actuación no se puede negar belleza a su canto. Su Durch Gottes Sieg / ist jetzt dein Leben mein con que perdona la vida a Telramund es verdaderamente piadoso (pista 16). A destacar sobre todo su larga intervención en el tercer acto, con envidiable fiato y bella mezza voce: un In fernem Land etéreo (CD3, pista 14) y un Mein lieber Schwan! muy romántico (pista 16) -nótese la mezza voce, bellísima, en wollt' ich dich anders wieder sehn!-.
La peculiar marcha nupcial de esta producción. |
Annette Dasch ha sido y es una soprano querida y reconocida en Alemania, gozando de popularidad tanto por sus dotes vocales como por sus apariciones en televisión y su bella presencia física. De instrumento lírico puro, su repertorio habitual es el mozartiano, con algunas incursiones en la ópera románica -Genoveva de Schumann, Elsa en Lohengrin y Elisabeth en Tannhäuser-. Su voz no es muy grande, lo que se hace patente en algunos momentos en que se tiene que hacer oír por encima de la orquesta -nótese, por ejemplo en la narración del sueño, en weit in die Lüfte schwoll (CD1, pista 6, 0:54), donde tiene que hacerse oír por encima de la cuerda forte en trémolo-, pero es una cantante con excelente dicción, gran sensibilidad para transmitir la inquietud y desesperación del personaje en unos momentos y la devoción que siente por el protagonista en otros -excelente expresión en el concertante final del primer acto-. En el segundo acto, su intervención desde el balcón destaca por su dulzura (CD2, pista 4) -sutilmente acompañada por unas maderas limpísimas-, así como su inocencia en el subsiguiente dúo con Ortrud. En el tercero desarrolla una buena progresión dramática en el dúo con Lohengrin, desde la abnegación al miedo. En definitiva, una competente Elsa, que compensa sus limitaciones de volumen con un instrumento bello y buena dosis de expresividad.
Lang (Ortrud), Rasilainen (Telramund), Vogt (Lohengrin), Dash (Elsa) y Zeppenfeld (Rey Enrique) en el segundo acto. |
Jukka Rasilainen (Telramund). |
Petra Lang regresó en 2011 a Bayreuth como Ortrud después de haber cantado Brangania en Tristán. Su voz es homogénea, de timbre mate -lo que para el papel de la villana funciona bien-, con un centro ancho y extremos suficientes. Su dúo con Telramund en el segundo acto resulta muy convincente, con una personalidad fría y despiadada -su risotada tras la primera intervención de su marido o tras su Gott?-. Se encuentra más limitada en los momentos más comprometidos del agudo, pero sin descalabros -invocación a los dioses paganos (CD2, pista 6) o intervención final (CD3, pista 17)-, tendente al grito en las notas más escarpadas, pero con un arrollador acompañamiento orquestal.
Samuel Youn (Heraldo) anuncia las nuevas noticias a los soldados en el segundo acto, aquí convertidos en ratas. |
El tratamiento coral es, asimismo, magnífico. A la excelencia habitual del Coro del Festival, dirigido por Ebehard Friedrich, se suma la especial atención de Nelsons, sonando envolvente y esponjoso, maravillosamente empastado entre sí y con la orquesta, dúctil desde los pianísimos a los fortísimos, explosivos. El coro murmura ante Elsa en el primer acto con gran belleza -nótese cuando Elsa suplica la venida de su paladín (CD1, pista 9, 2:40) o cuando se ve llegar al cisne (3:05)-, y en otros ruge -final del primer acto, amanecer con los soldados en el segundo-.
En definitiva, un registro moderno a considerar, con una excepcional batuta y un excelente sonido, que pierde un poco por un desigual reparto en el que la pareja de villanos está a un nivel inferior. Es una lástima que Nelsons sólo haya grabado este Lohengrin y un Holandés en versión concierto con los conjuntos del Concertgebouw.
FEBRERO DE 2019.
ACTUALIZADO A AGOSTO DE 2021.
No hay comentarios:
Publicar un comentario