El sello Sony acaba de sacar al mercado un Parsifal con Philippe Jordan al frente de los conjuntos de la Staatsoper de Viena, de la que es titular, y un reparto encabezado por los mediáticos Jonas Kaufmann, Elīna Garanča y Ludovic Tézier. Gurnemanz es el experto Georg Zeppenfeld.
Hablemos claro: si bien se agradece la labor de Sony de sacar al mercado un Parsifal flamantemente editado, con completo librillo con comentarios de la producción, libreto en alemán, inglés y francés y fotografías en color, nos da la sensación de que ha primado el componente promocional por encima del puramente artístico. No es este un Parsifal a considerar, por mucho que tenga grandes voces de nuestros días y una de las batutas más importantes a nivel mundial.
Si el verano pasado el sello Hänssler sacaba al mercado de forma oficial el Parsifal de Kna que restaba de toda su serie en Bayreuth, el de 1955, marzo de 2024 nos ha traído este registro procedente del ensayo general y el estreno de la producción debida a Kirill Serebrennikov para la Staatsoper de Viena, los días 8 y 11 de abril de 2021. La toma sonora aparece atribuida a Unitel y la ORF.
El reparto, mediático, incluye los debuts de Elīna Garanča y Ludovic Tézier en sus respectivos roles y la aparición de Jonas Kaufmann como protagonista en un periodo de frecuentes cancelaciones aquí y allá. Georg Zeppenfeld, Gurnemanz por excelencia en nuestros días, cantaba el rol por primera vez en la Staatsoper, al igual que Wolfgang Koch, habitual en Klingsor.
El ruso Kirill Serebrennikov, físico de formación y autodidacta en la dirección escénica, fundando el proyecto de teatro experimental Plataforma en Moscú en 2011. Tenía 51 años al tiempo del estreno y saltó a Europa hace pocos años, con Salomé en Stuttgart y El barbero de Sevilla en la Komische Oper de Berlín. Con este Parsifal se ha producido su debut en la Staatsoper de Viena. Su propuesta es la enésima vuelta de tuerca que pretende descontextualizar Parsifal no ya de sus coordenadas histórico-temporales, sino directamente de su concepto de Festival Escénico Sacro, ubicándola en un gulag: los caballeros del Grial se encuentran prisioneros y se reúnen en torno a su jefe Amfortas, que además de estar detenido desea morir. Kundry es una especie de reportera, Klingsor es su jefe, una suerte de magnate de los medios de comunicación, mientras que Parsifal es un educador que pretende reintegrar a los miembros de esta comunidad en colaboración con Gurnemanz, el encargado del orden. La obra está narrada en los dos primeros actos desde los recuerdos pasados del protagonista, que se pasea por la escena sin interactuar, pues escénicamente aparece desdoblado en un actor joven.
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Primer acto en la propuesta de Serebrennikov |
No sé si es debido a la pandemia, a la extraña producción o a ambas cosas, pero Philippe Jordan desarrolla una lectura anodina y decepcionante, incomprensible teniendo en cuenta sus cualidades musicales. Basta comparar su trabajo aquí con el ofrecido en sus Maestros en Bayreuth (2017, DG) o su Parsifal en el Festival de 2012 en la histórica producción de Stefan Herheim, que no pudo salir al mercado por un problema legal que no llegó a trascender, pero cuyo vídeo circula por la red gracias a que fue emitido por la cadena franco-alemana Arte.
Tras un preludio suave, a tempi intermedios, se desarrolla una lectura del primer acto fluida y ligera como agua, desarticulada, blanda -nótese la orquesta carente de tensión tras la orden de Titurel de descubrir el Grial (CD2, pista 3, 2:30)-, carente de religiosidad y misticismo, desarrollada en 100 minutos, próxima a los tempi de Boulez, que no consigue la luminosidad de éste más allá de la Verwandlung -con unas campanas resonantes en una atmósfera amplia-, ni tampoco el dramatismo de lecturas tendentes de la desacralización, como Barenboim. Tras la consagración (CD2, pista 5), la batuta se impregna de cierta atmósfera de religiosidad dulce más atractiva. Final de sonoridades dúctiles muy bellas, fundiéndose las campanas con las maderas.
El segundo acto se inicia con un solvente preludio, más elegante que cataclísmico, pero que en todo caso tiene cuerpo y garra. Correcta escena de Klingsor y Kundry y una entrada de las muchachas-flor con impulso. Pulcra escena de las muchachas-flor, un punto afrancesada pero sin prestar tampoco especial atención al color. El dúo de los protagonistas carece de progresión y resulta una pulcra sucesión de notas. Tampoco el final de acto consigue emocionarnos.
El preludio del tercer acto se presenta en una lectura de aristas redondeadas, carente del pathos de las grandes lecturas pero disfrutable en su suavidad. Existe cierta atmósfera en la entrada del protagonista (CD4, pista 4). Los encantamientos de Viernes Santo, bien delineados, se pasan en un suspiro, como si se pretendiera ante todo realizar una lectura objetiva, sin recrearse en las posibilidades de esta música. Imponentes las campanas del interludio, como sucediera en el primer acto. Lo más destacado es la escena final, con atractivos detalles de color acompañando a Parsifal (en CD4, pista 12, 1:44 a 2:31, trémolo en violines, cellos, oboe, trompa...) y en el pasaje orquestal previo a la entrada del coro, con unas arpas muy nítidas (5:00). La obra finaliza con solvencia. A título de curiosidad, estamos ante el único caso en que un padre y un hijo han grabado la misma obra: Armin Jordan hizo lo propio en estudio en 1981, con la Orquesta Filarmónica de Montecarlo y el Coro Filarmónico de Praga, en una grabación que habitualmente pasa desapercibida y que hoy puede encontrarse en el sello Erato.
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Kaufmann y Tézier como Parsifal y Gurnemanz |
Georg Zeppenfeld es el Gurnemanz de nuestros días. Su timbre cálido y noble y su fraseo redondeado le permiten ser un cronista de calidad. Es este su segundo registro tras el procedente del Festival de Bayreuth de 2016 con Haenchen (DG), y sale poco antes de la prevista publicación del de Heras-Casado del pasado año también en Bayreuth. Si en el de Haenchen realiza una emotiva encarnación del caballero, de tintes suaves, aquí también está presente esa suavidad, pero por momentos se le nota con cierto automatismo, desentendido del drama -nótese su descubrimiento de Kundry al comienzo del tercer acto-.
Elīna Garanča es una Kundry con personalidad, persuasiva y con atención al texto y a lasdinámicas. Vocalmente se estaba haciendo a la tesitura -no podemos olvidar que es su debut en el rol-, y en este sentido su debut en Bayreuth dos años después evidenció un dominio superior. Su llamada a Parsifal en el segundo acto presenta un vibrato acusado (CD3, pista 9). En toda su intervención larga posterior (pista 10) el agudo es inestable, sin descalabros pero perceptible, y donde se mueve con cuidado. A partir de Grausamer! (pista 13) se muestra más atrevida, pero con el instrumento forzado en el forte. En particular, el und... lachte! suena gritado (4:03) -al que sigue por cierto una pausa de Jordan de nada menos que diecinueve segundos, si ya los trece de Thielemann parecían una eternidad, aquí, con menos intensidad dramática en la batuta, parece que hay que cambiar de disco-.![]() |
Garanca y Koch como Kundry y Klingsor |
El Titurel del austríaco Stefan Cerny, habitual de la casa y de la Volksoper en todo tipo de roles, pero con cierta habitualidad en los mozartianos, presenta una voz corta de volumen y grave, alejada de la tesitura de bajo profundo que demanda la breve parte, siendo con diferencia lo más flojo del elenco.
Competente Wolfgang Koch como Klingsor, con voz grande y de resonancias maduras -55 años tenía al tiempo de esta grabación-, con esa emisión un punto basta que siempre le ha caracterizado pero que en este rol no resulta problemática.
Competentes secundarios, al nivel que se espera de la Staatsoper de Viena. El solo de Elīna Garanča es una curiosidad que nos recuerda a la ejecución de esta breve parte por Martha Mödl en algunos de los Parsifales de Kna del Bayreuth de los años cincuenta. Muy bien el coro
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Zeppenfeld como Gurnemanz en el primer acto |
ABRIL DE 2024. ACTUALIZADO EN AGOSTO DE 2024.
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