El ligero Tannhäuser de Axel Kober (Bayreuth 2014)

Un eficiente kapellmeister llegó a Bayreuth en 2013: Axel Kober. Nacido en Kronach, en la Alta Franconia de Baviera, a escasos 44 kilómetros de Bayreuth, se ponía al frente de una producción de Tannhäuser que había comenzado con mal pie en su estreno en 2011, tanto en lo escénico como en lo musical. Su labor fue llevada al vídeo por Opus Arte, registrando una representación del 12 de agosto de 2014 que, en junio de 2018, ha sido también editada en disco.

TANNHÄUSER

Festspielhaus Bayreuth, 12 de agosto de 2014
Axel Kober

Tannhäuser: Torsten Kerl
Elisabeth: Camilla Nylund
Venus: Michelle Breedt
Wolfram von Eschenbach: Markus Eiche
Landgrave: Kwangchul Youn
Walther von der Vogelweide: Lothar Odinius
Biterolf: Thomas Jesatko
Heinrich der Schreiber: Stefan Heibach
Reinmar von Zweter: Rainer Zaun
Pastor: Katja Studer
Dirección:
Elenco:
Sonido:

               Hablemos claro: la producción de Tannhäuser que Sebastian Baumgarten diseñó para el Festival de Bayreuth y que se estrenó en 2011 ha sido la peor que de esta obra ha presentado el certamen wagneriano. Y probablemente la segunda peor en el cómputo global, sólo superada por el hecho desgraciado que supuso el montaje de Parsifal de Christoph Schlingensief (2004-07), que tuvo que recorrer el mínimo de cuatro años en cartel entre enormes abucheos y con el rumor de si iba a ser retirada al tercer año. En el primer año de este Tannhäuser ni siquiera batuta y elenco estuvieron a la altura, lo que provocó que al siguiente Christian Thielemann tuviera que ponerse a su frente para reconducir las cosas, y ciertamente en lo musical mejoró mucho. En los dos años siguientes, fue Axel Kober quien estuvo en el podio. El sello británico Opus Arte, que entre 2018 y 2014 tuvo un convenio con el Festival para editar una ópera al año en vídeo, grabó la tercera de las seis representaciones de su último año en cartel, correspondiente al 12 de agosto de 2014. Probablemente, dado el escasísimo interés visual del montaje, la compañía consideró más interesante lanzar al mercado sólo el audio, lo que ha tenido lugar en junio de 2018. Para esta producción se empleó la versión original de Dresde, habitual por otra parte en las representaciones de Tannhäuser en Bayreuth.
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              La producción de Sebastian Baumgarten no merece casi ni que se hable de ella. Una desfiguración absoluta de la obra debida a uno de los más polémicos directores -aunque también de carrera más sólida en el mundo de la ópera- del regietheater alemán. Nacido en Berlín Este, Baumgarten es el nieto del que fuera director de la Staatsoper Unter den linden -la Ópera de Berlín Este- entre 1963 a 1984, Hans Pischner, una de las piezas clave del régimen cultural de la antigua República Democrática Alemana y miembro del Cómité Central del SED (Partido Socialista Unificado de Alemania, el partido oficial del régimen). Algo de esta influencia parece que hay en el trabajo de Baumgarten, que ve Tannhäuser como una sociedad opresora de ideas y acciones, pero no sólo recriminando la actitud moral del protagonista, sino absolutamente en todo. Sus miembros viven en una suerte de gran fábrica llamada Wartburg presidida por un enorme tanque cilíndicro rojo que lleva el nombre de Alkoholator y que tiene por finalidad reciclar la materia orgánica. El Alkoholator es el trabajo de esta particular sociedad y también su fuente de alimentación, por lo que estará presente a lo largo de toda la representación. El mundo de Venus es una gran jaula que emerge del subsuelo cuando corresponde. No hay telón, toda la obra es un continuo aun en los descansos, donde se podía ver a los operarios de la fábrica trabajando -figurantes que iban y venían-. El vestuario es una suerte de atuendos industriales y mal gusto, protagonista en calzoncillos incluido. Venus es una mujer embarazada que intenta seducir a Wolfram durante la canción del lucero vespertino y Elisabeth se suicida dentro de un tanque de gas. Toda una suerte de despropósitos que es lo que ocurre cuando se pretende encajar a la fuerza una idea cualquiera -como esta- con una obra de sólido argumento como Tannhäuser. Afortunadamente aquí sólo vamos a escuchar.


El Venusberg en la propuesta de Sebastiam Baumgarten

             Como hemos dicho, la parte musical fracasó el primer año. Para esta producción se pensó en Thomas Hengelbrock, quien el año del estreno iniciaba su andadura al frente de la orquesta de la NDR alemana (Radio del Norte de Alemania, con sede en Hamburgo) -llamada, desde 2017, Orquesta NDR de la Filarmónica del Elba-. Hengelbrock era y es uno de los defensores de las prácticas historicistas en todo tipo de repertorios, habiendo fundado para este fin la Orquesta Barroca de Friburgo y el Ensemble Balthasar Neumann. El meticuloso director no se adaptó bien a la dinámica de Bayreuth ni a tener la plantilla preestablecida, sin poder reducir músicos de cuerda. Llegó a acusar a la orquesta de falta de profesionalidad, diciendo que había músicos que no asistían a todos los ensayos y que se intercambiaban entre sí -algo que no sabemos si fue cierto, pero que desde luego no afectó al rendimiento excelente de la orquesta, algo que es indiscutible-. Hengelbrock dirigió con un facsímil de la partitura una lectura ligera, un poco caprichosa en los tempi -con ciertos acelerandos y ritardandos- y algo plana en dinámicas. El reparto tampoco acompañó, con algunas elecciones inadecuadas. Lars Clevemann, un tenor sueco que en su juventud había cantado en una banda de rock y que había cosechado éxito con su Sigfrido en la Ópera Real de Estocolmo, fue el encargado de dar vida al protagonista, pero a sus cincuenta y tres años la voz sonaba nasal y con problemas de respiración, si bien fue a más a lo largo de la representación -a pesar de todo, su presencia en el Festival no puede ser tachada de patinazo, pues Clevemann ha grabado Parsifal con Mark Elder en los Proms de 2013 y fue también aquél año Sigfrido en el Metropolitan, referencias más que solventes para cualquier cantante-. No fue lo peor, pues la guinda la puso Stephanie Friede, soprano neoyorquina que se convirtió en la peor Venus de la Historia del Festival y cuyo sinfín de problemas vocales -respiración, colocación de las notas, subida al agudo- parecía casi una broma. La dirección tampoco parece que le sentara bien a una cantante de buenos medios como Camilla Nylund -sensible Elisabeth que cantó el papel los cuatro años que duró en cartel la producción-. El elenco lo completaban, dejando aparte secundarios, el Wolfram del liederista alemán de ascendencia húngara Michael Nagy y el debut en Bayreuth del excelente Günther Groissböck como Landgrave.

               Al año siguiente Christian Thielemann tuvo que poner orden. Aun no era Director musical del Festival, pero no cabe duda de que Eva y Katharina Wagner le tenían como el más fiel de sus asesores musicales. Así, además de dirigir la nueva producción del Holandés, se hizo cargo de la obra. Los cambios fundamentales fueron quitar a Clevemann y a Friede. Para el papel protagonista optó por un cantante de trayectoria sólida y conocida: Torsten Kerl. Como Venus, apostó por una cantante de su confianza, la mezzosoprano Michelle Breedt -que ya había cantado bajo su dirección Magdalena en Maestros y Fricka en el Anillo y se encontraba cantando Brangania en Tristán con Peter Schenider-. La mezzosoprano sudafricana afrontaba de esta manera un papel para una voz más dramática, próxima a la tesitura de soprano, y resultó ser excelente en la parte. Por su parte, la soprano Camilla Nylund estuvo más cómoda cantando Elisabeth.

               En 2013, Thielemann se centró en el Holandés y este Tannhäuser fue encomendado a Axel Kober. Kober encarna el perfil tradicional de eficiente kapellmeister con amplia trayectoria en teatros alemanes: primero Dortmund (1998-2003), luego Mannheim (2003-07) y, en 2007, codirector de la Ópera de Leipzig junto a Riccardo Chailly cuando el teatro reabrió sus puertas tras su restauración -con una nueva producción de Rienzi-. Desde 2009 es el Director Musical de la Ópera Alemana del Rhin (Düsseldorf-Duisburg). Su vinculación con el repertorio wagneriano es incuestionable, pues en todos los teatros en que ha estado al frente ha programado frecuentemente las obras del Maestro, además de haber sido invitado a otros teatros a dirigirlas. Valga de ejemplo que Kober será quien dirija, en 2019, el Anillo en la Staatsoper de Viena, en la habitual producción de Sven-Eric Bechtolf, que se programa anualmente desde hace algunos años -creo que el segundo Anillo que grabó Thielemann, su Anillo vienés, procede de las representaciones ofrecidas de esta producción en el año 2011-.

               El sonido de los registros que Opus Arte realizó en el Festival son muy fieles a la acústica del Festspielahus, respetando las distancias acústicas  -así, por ejemplo, el sottovoce de las fanfarrias de caza (CD1, pista 11, 5:12) o las distintas intervenciones del coro de peregrinos en la lejanía- y con un balance natural entre orquesta y voces. No le hemos dado la máxima puntuación por considerar que la toma está grabada un poco baja, si bien posee un sonido de calidad.


Axel Kober
               La dirección de Axel Kober es viva y ligera al frente de una orquesta de gran precisión, sonido y empaste como es la del Festival de Bayreuth, que se pliega a esta concepción sin fisuras. La Obertura se inicia incluso demasiado ligera, con un tema de los peregrinos al que le falta un poco más de misticismo. En cambio, el tema del Venusberg está expuesto con pasión y brillantez, al igual que la última exposición del himno a Venus (CD1, pista 1, 8:55) y su clímax (10:19) que se diluye para retomar el tema de los peregrinos (10:53), ahora sí expuesto con un tempo más convincente y con una nítida cuerda en escalas descendentes sobrepuesta al tema principal en los vientos. El metal rugiente del final es marca de la casa en el Festival. Ligero y mordiente se muestra a continuación en los compases introductorios del primer acto (pista 2), que se diluyen en las etéreas atmósferas de ninfas y náyades -al menos en las acotaciones de Wagner, no así en la propuesta de Baumgartem-. En general toda la obra está dirigida con buen pulso y competencia y con una sonoridad idiomática. Algunos pasajes para mi gusto resultan demasiado rápidos -intervención final del primer acto de Wolfram, entrada de los invitados en el segundo (CD2, pista 5, con gran virtuosismo en la agilidad de las cuerdad) o coro de peregrinos al final de la obra-.


Torsten Kerl (Tannhäuser) junto con el Pastor (Katja Stuber)
               Torsten Kerl es un tenor lírico-spinto que poco a poco ha ido escalando hasta centrar prácticamente su carrera en los tres papeles más dramáticos del repertorio wagneriano -Tannhäuser, Tristán y Sigrido-, además de Rienzi -el tenor más identificado actualmente con el inhabitual papel1- y Paul en La ciudad muerta de Korngold. En Bayreuth cantó varios papeles secundarios en los inicios de su carrera, a finales del siglo XX, volviendo como un cantante consumado para este Tannhäuser. Ciertamente, los medios no son los idóneos para ninguno de los tres grandes roles wagnerianos, sonando su voz en algunos momentos muy liviana, con emisión desde atrás y sonoridad nasal, pero juegan a su favor varios aspectos. En primer lugar, que es un cantante musical, capaz de frasear con elegancia y con fiato más que suficiente para las temidas estrofas del himno a Venus del primer acto y la narración de Roma del tercero, pues donde otros tenores pasan a duras penas por estos pasajes, cuando no como una apisonadora, escuchar a un tenor con una línea de canto equilibrada y respetando los reguladores resulta toda una alegría. En segundo lugar, sus agudos son rutilantes y emitidos con absoluta facilidad, lo que añade vistosidad a su interpretación -corona con un brillante agudo de seis segundos la invocación a la Virgen María que pone fin a la escena de Venus (CD1, pista 9, 1:41), su desesperación hacia el final del segundo acto -Weh! Weh! mir Unglücksel'gem!- (CD2, pista 16) o en los momentos finales de la narración de Roma-. El caso de Kerl es parecido al de otro lírico-spinto, Peter Seiffert -quien ha grabado el papel en tres ocasiones-, si bien Seiffert posee un timbre más bello y técnicamente es mejor cantante, pese a tener que forzar la voz en ocasiones a lo largo del extenuante papel, algo en lo que creo que Kerl aventaja, pues pese a sus limitaciones en cuanto a materia prima, se le escucha cómodo. Finalmente, hay que destacar que el timbre un poco ácido de la voz de Kerl juega a su favor en este papel, al dotar al personaje de una dimensión arrogante muy adecuada que, unida a una adecuada resistencia, le hace culminar su interpretación con una notable narración de Roma -por cierto, nótese como caricaturiza la voz del Papa (CD3, pista 8, 5:58)-. En definitiva, uno de los pocos Tannhäuser de nuestros días capaz de defender el papel con solvencia, aunque sin grandes alardes vocales.


Camilla Nylund (Elisabeth) al final del segundo acto.
               Como Venus, la mezzosoprano Michelle Breedt realiza un trabajo insospechadamente bueno. Breedt es una notable cantante wagneriana, especialmente por su cuidada línea de canto,  pero no parecía que el papel de la diosa del amor fuese tan adecuado para ella. En este registro sorprende con una interpretación seductora y voluptuosa, de centro carnoso y agudos más que suficientes. Breedt muestra todo un alarde de dinámicas con total naturalidad -así, por ejemplo, nótese el ataque en piano en su contestación a la primera estrofa de Tannhäuser en Wohin floh die Begeist'rung dir (CD1, pista 4, 2:25) o la sutiliza con que canta el Geliebter, komm!, previo a la tercera estrofa del himno (pista 6)-.

               Camilla Nylund es una cantante sensible y atenta, de voz netamente lírica -¿quizás demasiado aun para Elisabeth?- y un vibrato amplio que no me termina de convencer para el repertorio wagneriano, pero con indudables buenas maneras vocales.

En la puesta en escena de Sebastian Baumgarten, Venus (Michelle
Breedt) aparece mientras Wolfram entona la Romanza del lucero
vespertino,intentando seducirle sin éxito.
               Markus Eiche, quien había sido un buen Kothner en los Maestros de Katharina Wagner dirigidos por Sebastian Weigle (2007-11) volvió a Bayreuth para cantar Wolfram, sustituyendo a Michael Nagy, quien había sido tildado de demasiado otoñal y apagado los tres años precedentes. Eiche tiene una voz dúctil y es un cantante competente2, aunque sin ese halo de ensoñación y manierismo que caracteriza a los grandes Wolfram. Su labor va de menos a más. Su Als du in kühnem Sange uns bestrittest del primer acto (CD1, pista 13) está cantado sin demasiada inspiración -en parte también por un Kober demasiado rápido-. En sus intervenciones del torneo de canto del acto segundo procura meterse en la compleja labor de poeta-cantante y en el tercero acierta en la Romanza del lucero vespertino con una inspirada mezzavoce en O du, mein holder Abendstern (CD3, pista 5, 1:34).

               Para el papel de Landgrave se contó con Kwangchul Youn en lugar de con Günther Groissböck, quien lo había cantado los años anteriores. Quizás hubo una pretensión de contar en el año de la grabación con un cantante habitual de la casa -Groissböck lo es ahora, pero Youn en aquél momento llevaba casi dos décadas cantando en el Festival (su relación con Bayreuth va de 1996 a 2015) y su presencia en el escenario no se correspondía con los registros grabados-. Así, existe grabación de su Sereno en Maestros con Barenboim (Teldec, 1999) y su Fasolt y Hunding en el Anillo de Thielemann (Opus Arte, 2008), pero no pudo grabar los que, a mi juicio, son sus dos papeles más destacados: el Rey Marke en Tristán -pues cuando se grabó la producción en la que participaba cantaba el papel Robert Holl- y, sobre todo, su Gurnamenz en Parsifal -el registro que se realizó, en la aclamada producción de Stefan Herheim, nunca llegó a editarse por una cuestión legal para mí desconocida, aunque circula por la red, pues fue emitido por la cadena francoalemana Arte-. Youn había cantado el Landgrave en la anterior producción de Tannhäuser, la de Philippe Arlaud, dirigida por Christian Thielemann, y parecía de justicia concederle la posibilidad de registrar un papel más, aunque no es éste su mejor rol. La voz de Youn no es muy grande ni muy profunda, lo que le hace pasar apuros en el grave, con un cierto vibrato y una frialdad en la inteción dramática -por ejemplo, su última frase antes de la intervención larga de Wolfram, daß würdig er ihn löse! (CD1, pista 12, 5:00) o al dirigirse a Elisabeth antes de que lleguen los invitados en el segundo (CD2, pista 4), donde suena con demasiada severidad-. Sí convence en el Arioso (CD2, pista 7), donde no tiene notas graves comprometidas y hace alarde de su elegante línea de canto, su cuidado fraseo y su variedad de dinámicas. En su condena a Tannhäuser (pista 17), demuestra sus ademanes rotundos, pese a algún momento puntual en que la voz clarea en forte.

               Lothar Odinius encarna a un Walther von der Vogelweide de voz viril y apasionada. Cantante de buena escuela -Ingrid Bjoner, Alfredo Krauss y Dietrich Fischer-Dieskau-, se echa en falta el poder escucharle un poco más.

               Thomas Jesatko es un competente Biterolf, con ademanes un punto fieros muy adecuados para el papel. Igualmente, Stefan Heibach y Rainer Zaun en los breves papeles de Heinrich der Schreiber y Rainer von Zweter, habituales secundarios del Festival.

              Adecuado el pastor de Katja Stuber (CD1, pista 10), de voz aniñada e interpretación despierta.

              Excelente el coro, rutilante y explosivo en sus diversas intervenciones. En una ocasión leí que los sucesivos directores del Coro de Bayreuth parecían irreemplazables cuando llegaba uno nuevo, pero sin embargo, parece como si el siguiente superara al anterior.


Escena final.

               En definitiva, un registro competente, sin sobresaltos aunque tampoco con actuaciones estelares. Recomendable para coleccionistas wagnerianos, pues veinticinco años separan este registro de 2014 del último Tannhäuser grabado en Bayreuth, el realizado en vídeo en  1989 con Giuseppe Sinopoli en el podio y puesta en escena de Wolfgang Wagner (EuroArts). Recomendable también si se quiere disponer de un registro moderno en audio procedente de una toma en vivo, pues no son muchas las opciones disponibles, e incluso se codea bien con los dos registros en estudio modernos -Barenboim (Teldec, 2001) y Janowski (Pentatone, 2013)-, que también tienen sus más y sus menos.


OCTUBRE DE 2018.
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1 Lo ha grabado en dos ocasiones, ambas en vídeo y en vivo: en la Deustche Oper de Berlín (Arthaus, 2010, bajo la batuta de Sebastian Lang-Lessing y con Camilla Nylund como Irene) y en el Teatro del Capitolio de Toulouse (Opus Arte, 2012, con dirección de Pinchas Steinberg). Las producciones son modernas y de tintes totalitarios.
2 No en vano, Eiche fue reclamado después para encarnar a Donner y Gunther en el Anillo de Marek Janowski en 2016 y 2017 y volverá a cantar Wolfram en la nueva producción de Tannhäuser dirigida por Valery Gergiev, que se estrenará en 2019.

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