TANNHÄUSER / BAYREUTH 2021

TANNHÄUSER / Festival de Bayreuth, 27 de julio de 2021, 16 horas
Otras representaciones: 2, 5, 13, 16 y 23 de agosto
Producción de Tobias Kratzer estrenada en 2019 / Decorados y vestuario: Rainer Sellmaier. Iluminación: Reinhard Traub. Vídeo: Manuel Braun. Dramaturgia: Konrad Kuhn
Dirección musical de Axel Kober (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Günther Groissböck (Landgraf Hermann), Stephen Gould (Tannhäuser), Markus Eiche (Wolfram von Eschenbach), Magnus Vigilius (Walther von der Vogelweide), Olafur Sigurdarson (Biterolf), Jorge Rodríguez-Norton (Heinrich der Schreiber), Wilhelm Schwinghammer (Reinmar von Zweter), Lise Davidsen (Elisabeth), Ekaterina Gubanova (Venus), Katharina Konradi (pastor)
Minutación:  Acto I: 57'41 / Acto II: 70'48 / Acto III: 51'49 / Total: 180'18 (3 h).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
___________________

Vida de artista

             Segundo año de la producción de Tobias Kratzer, estrenada en 2019, ahora con cambio de batuta. La salida de Valery Gergiev ya se sabía nada más iniciarse las representaciones el año del estreno,
pues las idas y venidas por medio mundo del director durante los ensayos ya tensaron bastante el clima de trabajo en Bayreuth. Estas salidas incluso se produjeron entre funciones, lo que produjo un notorio enfado de Christian Thielemann como director musical del certamen, quien le advirtió que corría el riesgo de que en la siguiente representación dirigiese él. De hecho, la tercera de las seis funciones estuvo a cargo del director berlinés, pero fue debido al fallecimiento de la madre del director ruso. El crítico de la Radio de Baviera Bernhard Neuhoff se despachó a gusto con Gergiev hablando de una dirección sin ideas, borrosa y sin contorno, y concluyendo que no había sido de clase mundial lo ofrecido por él. Quizás estas afirmaciones resultaron un tanto exageradas, y en parte, se dice, motivadas por una vieja rencilla ocasionada por el director ruso hace algunos años, cuando comenzó su andadura wagneriana en el Mariinsky, desde donde criticó el predominio alemán en la interpretación de este repertorio. A nuestro juicio, la dirección fue notable en conjunto, aunque hubo contrastes bruscos y un mayor interés en los pasajes más electrizantes y sensuales que en los ascéticos, no siendo especialmente imaginativo ni refinado en la paleta orquestal.

             Así las cosas, ya se sabía en 2019 que el testigo lo iba a coger el eficiente kapellmeister Axel Kober, tapahuecos oficial en Bayreuth en los últimos años y desde la retirada de otro fiel cumplidor en este cometido como fue Peter Schneider. Vaya por delante que lo de tapahuecos se dice desde el mayor de los respetos, pues el director de Kronach es una batuta profesional y que no defrauda. Director desde 2009 de la Ópera Alemana del Rhin (Düsselforf-Duisburg), ha dirigido abundante Wagner -en los últimos años ha programado la Tetralogía completa anualmente- y en los últimos años en teatros de primera línea -en la Deustche Oper de Berlín Lohengrin (2016-17) y el Holandés (2019), en la Staatsoper de Viena el Anillo en 2019, que repetirá en 2022, y en Zurich Tannhäuser en 2019, precisamente con la misma pareja protagonista. En Bayreuth ya se ha puesto al frente de las anteriores producciones de Tannhäuser (2013-2014) y del Holandés (2015, 16 y 18) con solvencia.

Gould (Tannhäuser) y Gubanova (Venus) de viaje en su furgoneta.
           La producción de Tobias Kratzer tiene cierto atractivo en su relato meta argumental, resultando simpática, en una suerte de teatro dentro del teatro. Tannhäuser es un artista -vestido de payaso- que últimamente viene corriendo aventuras con la hippie Venus y dos colegas -el enano Oskar, interpretado por el actor  Manni Laudenbach, y el drag queen Le Gateau Chocolat- en una característica furgoneta Citroën que parece moverse por una carretera que recorre la vistosa campiña alemana gracias a las proyecciones que se realizan sobre el escenario. El artista se cansa de este modo de vida y regresa al teatro tradicional con sus compañeros, quienes precisamente se encuentran representando Tannhäuser en Bayreuth con unos preciosos decorados tradicionales -sugerente Wartburg románico que puede verse en el segundo acto-. Pero Venus no quiere perder a Tannhäuser y conseguirá colarse en el Festspielhaus y reventarle la función, en un segundo acto que termina con intervención policial. Las proyecciones de vídeo tienen un papel muy importante en el segundo acto, pues nos permiten ver a Venus, Oskar y Le Gateau Chocolat escurrirse por los pasillos laberínticos del Palacio de Festivales.

              Por segundo día, Konstanze Benel se hacía cargo de la retransmisión desde la Radio de Baviera. El reparto trae tres cambios respecto a 2019: Stephen Milling cede el papel de Landgrave al habitual del Festival Günther Groissböck, quien precisamente debutara en el Festival hace una década con este rol; Kay Stiefermann deja paso como Biterolf al debutante Olafur Sigurdarson; y Daniel Behle cede el papel de Walther von der Vogelweide a Magnus Vigilius, cambio este último que pretende equilibrar roles, pues Behle ya canta David en Maestros, mientras que Vigilius tenía previsto cantar Froh en el Anillo, hecho que no se ha producido debido a la pandemia. Ekaterina Gubanova es, por fin, Venus, rol que tuvo que abandonar en 2019 ya iniciados los ensayos debido a una caída que le provocó una rotura de rodilla que la obligó a pasar por quirófano y guardar reposo -la sustituyó Elena Zhidkova-. Además, el drag queen Le Gateau Chocolat no ha podido acudir a Bayreuth este año debido a las limitaciones de movilidad impuestas en Reino Unido por la pandemia, por lo que ha sido sustituido por el bailarín neerlandés Kyle Patrick.

Tannhäuser (Gould) en el centro, canta al amor tomando del brazo a la
arpista que acompaña el torneo de canto. Delante, Walther (Vigilius),
y a la derecha, Reinmar (Schwinghammer).
            El resultado global es un solvente Tannhäuser en la batuta, idiomático y tradicional, con un notabilísimo reparto, probablemente el mejor que ha ofrecido Bayreuth este año, y en el que indiscutiblemente descollan por sus privilegiados medios vocales Lise Davidsen (Elisabeth) y Günther Groissböck (Landgrave). Stephen Gould es un sólido valor como Tannhäuser, sin duda alguna el cantante que mayor solvencia puede demostrar a día de hoy en el rol
y el resto del elenco se desempaña a buen nivel.

               Axel Kober plantea una dirección ágil y fluida, con un sonido netamente wagneriano. Los tempi son menos agresivos que los empleados por Gergiev en 2019, cuando despachó la obra en tan solo 2 horas y 53 minutos. No es corriente que Tannhäuser baje de las tres horas, aunque el propio Kober lo consiguió en su grabación de 2014 en Bayreuth, con 2 horas y 58 minutos. El tema de Venus está expuesto con verdadera pasión en la Obertura, acumulando tensión gracias a la líneas secundarias de la cuerda, de nítida presencia, que desembocan en una reexposición del tema de los peregrinos que va acumulando tensión hasta su clímax. Hay detalles de original factura, como los nítidos pizzcatti en la cuerda durante la aparición de los peregrinos en el primer acto, y la presencia de la línea secundaria del corno inglés. Ha acelerado demasiado la parte final del concertante, llegando a provocar casi un descuadre con las trompas en sottovoce. Artesanal dúo de los protagonistas y entrada de los invitados, efectivo pero no especialmente imaginativo. Muy notable en toda la escena del torneo de canto, acompañando con elegancia y exhibiendo ricos detalles tímbricos en la madera. Muy bien construido el preludio del acto tercero, de rica sonoridad, acompaña bien a Elisabeth y a Wolfram en sus intervenciones solistas -plegaria y romanza del lucero vespertino, con claridad de líneas en las maderas-, explosiva aparición final de Venus y emotivo coro de peregrinos, con el viento nítido y muy presente.

Tannhäuser (Gould) y Gubanova (Venus) tal y como aparecen
durante la obertura.
              Modélico Stephen Gould, pletórico de medios como un rotundo Tannhäuser. Tras una intervención inicial donde el instrumento ha ido templándose, ha exhibido una voz potente, de interesantísimo color baritonal, tersa y bien asentada en la temible tesitura, sin problemas en las agilidades que demandan las estrofas del himno a Venus. El lirismo no es su fuerte -puede comprobarse especialmente en la última aparición del himno a Venus en el torneo de canto-, y dramáticamente puede resultar un punto frío, en una concepción un punto doliente y de hastío -nótese al regresar al mundo terrenal tras su marcha del Venusberg- pero la rotundidad vocal con que maneja el rol compensa estas limitaciones. Narración de Roma generosa y cantada sin reservas.

              Excelente Lise Davidsen como Elisabeth, de voz carnosa, tersa, riquísima en armónicos, con centro de verdadera lírica wagneriana y agudos brillantes. La línea de canto es exquisita, con una paleta rica en dinámicas, y una intención dramática irreprochable. La soprano noruega ha tenido que suspender este año su recital en Peralada, debido a que los protocolos en Alemania exigen cinco días de cuarentena cuando se entra en el país procedente de España, lo que le imposibilitaría cumplir con el calendario de Bayreuth.

              Ekaterina Gubanova es una mezzo nata a la que la tesitura de un papel híbrido como el de Venus no le termina de encajar totalmente, con un registro agudo apurado. Ahora bien, la cantante demuestra sus buenas maneras con una línea de canto elegantísima, atención al detalle en el fraseo -muy bien acompañada por Kober- y ascenso al agudo a través de un vibrato rápido y nervioso que añade excitabilidad a la interpretación, un recurso que ya fue utilizado en su día por Waltraud Meier al abordar roles de soprano. La mezzosoprano rusa, muy vinculada en sus inicios wagnerianos a Barenboim, ha logrado gran éxito en los roles de Brangania, Fricka y Waltraute, y en los últimos tiempos se está desempeñando como Venus y Ortrud, papeles de mayor impronta dramática y tesitura más comprometida.

Wolfram (Eiche) y Elisabeth (Davidsen)
en el tercer acto.
                Muy efectivo el Wolfram de Markus Eiche, de voz más bien liviana y no dado a especiales manierismos en el primer acto -su Als du in kühnem Sange uns bestrittest del primer acto, a un tempo muy ligero a pesar de que la introducción orquestal de Kober esta cargada de ensoñación, no despliega toda la magia que debería tener-, pero con una serie de virtudes que le convierten en un Wolfram a tener en cuenta. En el debe, se echa en falta un instrumento un punto más denso, pero en su favor hay que decir que es un cantante musical y de fraseo dúctil, que conoce el papel y lo aborda con naturalidad, pero sobre todo, conoce bien su propio instrumento y sabe manejarlo con inteligencia -efectivos reguladores, muy atractivos-. Notables intervenciones en el torneo de canto y una romanza del lucero vespertino muy bien defendida, con una bella mezza voce.

              También excelente el Landgrave de Günther Groissböck, de tonos poderosos y nobles, haciendo gala de su timbre terso, su sólida línea de canto y su ductilidad en el fraseo.

               El debutante Magnus Vigilius, tenor danés de cierta trayectoria -tiene ya 47 años- pero incorporado más recientemente al repertorio wagneriano, es un Walther de línea clásica, tenor lírico un punto aristocrático y menos dado a la virilidad o al apasionamiento que su antecesor en la parte, Daniel Behle. También clásica la interpretación de Biterolf del debutante islandés Olafur Sigurdarson, fiera e inflexible. Ambos cantantes asumirán el año que viene, además, los roles de Froh y Alberich, respectivamente, en la nueva producción del Anillo. Cumplen bien su cometido Jorge Rodríguez-Norton como Heinrich der Schreiber y Wilhelm Schwinghammer como Reinmar von Zweter.

                Muy bien Katharina Conradi como un Pastor de voz fresca e interpretación delicada.

              Magnífico el coro, dirigido por Eberhard Friedrich, dúctil, de la suavidad a la explosión sonora, pero siempre suave, envolvente y un punto angelical en los peregrinos jóvenes que comienzan el tema al final de la obra.

Grabación digital procedente de la WDR (Radio del Oeste de Alemania, Colonia) en HD, en formato .mp3 a 256 kbps.
Se incluyen alocuciones iniciales y finales de la locutora de la Radio de Baviera.

31 DE JULIO DE 2021.

No hay comentarios:

Publicar un comentario