LOS MAESTROS CANTORES DE NUREMBERG / BAYREUTH 2021

LOS MAESTROS CANTORES DE NÚREMBERG / Festival de Bayreuth, 26 de julio de 2021, 16:00 horas
Otras representaciones: 1, 8, 12, 17 y 24 de agosto
Producción de Barrie Kosky estrenada en 2017 / Decorados: Rebecca Ringst. Vestuario: Klaus Bruns. Dramaturgia: Ulrich Lenz. Luces: Franck Evin
Dirección musical de Philippe Jordan (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Michael Volle (Hans Sachs), Georg Zeppenfeld (Veit Pogner), Tansek Akzeybek (Kunz Vogelgesang), Armin Kolarczyk (Konrad Nachtigal), Bo Skovhus (en sustitución de Johannes Martin Kränzle como Sixtus Beckmesser), Werner Van Mechelen (Fritz Kothner), Martin Homrich (Balthasar Zorn), Christopher Kaplan (Ulrich Eisslinger), Ric Furman (Augustin Moser), Raimund Nolte (Hermann Ortel), Andreas Hörl (Hans Schwarz), Timo Riihonen (Hans Foltz), Klaus Florian Vogt (Walther von Stolzing), Daniel Behle (David), Camilla Nylund (Eva), Christa Mayer (Magdalene), Günther Groissböck (Sereno).
Minutación: Acto I: 80'04 / Acto II: 58'11 / Acto III: 117'02 / Total: 255'17 (4 h 15 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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Dice Kosky que Wagner es uno y trino

               Cuarto y último año de la producción de Maestros debida a Barrie Kosky, en cartel desde 2017 y que previsiblemente no obtendrá una prórroga pese que el simpático montaje ha cosechado alabanzas año tras año, siendo el que mejor acogida a tenido de todas las producciones ofrecidas en los últimos años, pese a ser una propuesta arriesgada. 
Fino humor, desparpajo y una vuelta de tuerca al Wagner artista, cuya obra es juzgada en la sala de los Juicios de Nuremberg y absuelta, y en el que Sachs, Wather y David se muestran como alter ego del propio Wagner -como Eva lo es de Cósima, Pogner de Franz Liszt y Beckmesser del director judío Hermann Levi, encargado de estrenar Parsifal-. Tras un primer acto desarrollado en la biblioteca de la villa Wahnfried, casa del compositor en Bayreuth, el segundo acto ha venido pecando de cierto simplismo escénico -el primer año con una suerte de patio entre dos viviendas, demarcado por las paredes de la sala de los Juicios de Nuremberg y con hierba y, los años siguientes, una suerte de habitación, también demarcada por las paredes de la sala y con muebles apilados-, como si fuese una mera transición al desenlace cuando es, sin duda, el acto que tiene mayor carga teatral. La sala de los Juicios de Nuremberg invadida por el tumulto de aldeanos, burgueses y artesanos de época ha sorprendido todos los años por la perfecta coreografía de la gran masa.

               Desde la Radio de Baviera nos saludaba una nueva voz, la de Konstanze Benel, que tomaba el relevo de Barbara Malish para esta retransmisión. 

Pogner (Zeppenfeld) y Eva (Nylund)
en el primer acto de la obra, una licencia
de Kosky para el preludio, pues padre
e hija no coinciden en el primer acto.
             El elenco trae una serie de cambios respecto a las ediciones anteriores. El más significativo 
es la sustitución de Günther Groissböck por Georg Zeppenfeld como Pogner, rol que ya cantó hace una década en el Festival. Groissböck asume el más discreto rol de Sereno para descargarse de actividad -al día siguiente será el Landgrave en Tannhäuser- y tener más tranquilidad de cara a su debut del rol de Wotan en La Valquiria, debut que el pasado día 25 se confirmó no tendrá lugar, pues el bajo alemán ha decidido posponerlo aduciendo que la caída de la actividad artística debida a la pandemia ha hecho que no se encuentre en las condiciones vocales que él desearía -no obstante, sí cantará los adioses de Wotan en el concierto que dirigirá Andris Nelsons el 25 de agosto, un fragmento que ya ha cantado en recital con anterioridad. Wiebke Lehmkuhl (Magdalena) se cayó de cartel hace unas semanas sin que se haya dado explicación, siendo sustituida por la veterana Christa Mayer. En la corporación de Maestros se producen tres cambios: Daniel Schmutzhard (Kothner) es sustituido por Werner Van Mechelen, quien en 2017 ya fue Klingsor en algunas funciones de Parsifal; Paul Kaufmann (Balthasar Zorn), quien también era uno de los escuderos en la última producción de Parsifal, deja paso al debutante Martin Homrich; y Stefan Heibach, habitual secundario del Festival desde 2007, y ya Augustin Moser en la producción de Maestros de Katharina Wagner (2007-11), es reemplazado por el debutante Ric Furman. El último cambio se ha producido pocas horas antes de levantarse el telón, y es que debido a una indisposición de Johannes Martin Kränzle, el rol de Beckmesser ha tenido que ser asumido in extremis por el danés Bo Skovhus. Se ha dicho que, una hora y media antes de iniciarse la representación, el barítono seguía sentado en un avión. No ha trascendido desde donde venía, pero su residencia habitual está en Viena desde hace años. Dado que la producción de Kosky es muy detallada en movimientos, se ha optado porque cante colocado en un lateral del proscenio mientras Kränzle se ocupaba de la parte escénica. En términos sonoros, el resultado ha sido bueno.

              Muy buena dirección de Philippe Jordan, animada y bien articulada. El director ha ido restándole a la minutación año a año, notándose especialmente entre 2018 y 2019 -entonces empleó 4 horas y 24 minutos y pasó después a las 4'17-. El año del estreno, esto es, 2017, fueron 4 horas y 21 minutos, algo más ligero, y en esta ocasión consigue los tempi más rápidos, con 4 horas y 15 minutos. Tanto en 2019 como en esta ocasión, el tercer acto bajó de las dos horas. La sonoridad de Jordan es bastante característica, redondeada, con perceptible presencia de trompas y metales nobles. En esta ocasión, quizás menos tonante y más dada al lirismo en los momentos más íntimos de la partitura. El preludio y la escena de la pradera están expuestos con nobleza y evocación, y a lo largo de todo el discurso hay especial atención a los contrapuntos y detalles que ofrece la partitura. Absoluta limpieza y frescura en el tumulto con que finaliza el segundo acto y un preludio del acto tercero con una preponderancia del metal -muy redondo y noble, eso sí- algo más acusada de lo que estamos acostumbrados. Hay sonoridad original en la respuesta rítmica del viento en la arenga final de Sachs, sobre los versos Das unsre Meister sie gepflegt / grad recht nach ihrer Art, que resuena muy nítida y marcada, alcanzando por acumulación el clímax hasta la entrada del coro. Fanfarrias de trompeta nítidas en los últimos compases de la obra.

Sachs (Volle) y Eva (Nylund) en el
segundo acto.
             Notable elenco, muy homogéneo, que conoce bien sus roles y realiza una buena recreación, bien plegada a la propuesta de Kosky. En lo estrictamente vocal, destacan el Walther personal de Klaus Florian Vogt, el juvenil David de Daniel Behle -también magnífico actor- y el nobilísimo Pogner de Georg Zeppenfeld. Bo Skovhus realiza una tradicional encarnación de Beckmesser, dramáticamente irreprochable.

              El Sachs de Michael Volle es ya conocido. La voz no es especialmente bella, sonando en algunos momentos un punto ácida y falta de nobleza, pero la psicología del personaje es magnífica. Hay complicidad y picardía -escúchese la socarronería en el Jerum! del segundo acto-, hay humanidad en el Wahnmonolog. A sus 61 años no hay signos de fatiga, sabiendo dosificar sus fuerzas hasta el final sin sonar reservón, e incluso su instrumento me ha resultado un punto más oscuro que en años anteriores, lo que supone una mayor adecuación a la parte. En estos años ha acometido siempre la arenga final con cierta suavidad, lejos de la tradicional sonoridad estentórea, probablemente por sus medios, más como consejo o consigna dirigida al público -en esta puesta en escena Sachs-Wagner queda solo en la escena final, como justificando al público su obra de arte para, en el coro final, dirigir una orquesta en el escenario-.

Walther (Vogt) obtiene la mano de Eva (Nylund) con la 
aprobación de los Maestros.
             También es muy conocido el Walther de Klaus Florian Vogt, quien desde 2007 ha sido dueño y señor del rol en Bayreuth, cantándolo en todas las ediciones en que se ha programado la obra excepto en 2011, cuando al hacerse cargo de Lohengrin fue reemplazado por Burkhard Fritz. La voz es blanquecina y la interpretación desprende más candidez que pasión -con los años su canto se ha ido volviendo más sobrio si cabe- con una voz emitida con blandura, pero el fraseo es exquisito y los juegos de medias voces le hacen a día de hoy imbatible en un rol para el cual no hay muchos candidatos disponibles. Aunque parece que Vogt tiene cada día más detractores -parece que nos olvidamos de la sensación que despertó en 2005 cuando apareció con el personaje del caballero del cisne en el Festival de Baden-Baden, o en 2007 cuando debutó en Bayreuth como Walther-, siendo realistas, no hay otro cantante que pueda colocarse a su altura en este rol en los mismos términos de compromiso -impoluta presentación a los Maestros y canción del premio con una técnica irreprochable-. Teniendo en cuenta que Piotr Beczala no ha preparado el personaje -aunque por material vocal estoy seguro de que haría un gran Walther-, el único que podría hacerle competencia es Jonas Kaufmann, pero ha cantado el rol de manera anecdótica, sólo en cinco funciones a lo largo de toda su carrera: tres en septiembre de 2018 en Munich y dos en junio de 2019 en el Festival de Ópera de la misma ciudad -iba a cantar dos funciones más allí en junio de 2020, pero fueron suspendidas por la pandemia-, por lo que no se le puede considerar representativo en el personaje. Además, si consultamos las agendas de los principales teatros entre 2018 y 2022, Vogt acapara todas las funciones de la Deustche Oper de Berlín, del Metropolitan de Nueva York, de la Semperoper de Dresde, de la Ópera de Budapest y del Festival de Pascual de Salzburgo -sin un segundo cantante, él exclusivamente hace todas las funciones-, aunque también hay otros que están en el Festival -Magnus Vigilius (Leipzig) o han participado en él -Tomislav Mužek (Munich) o Norbert Ernst (Tokio)- que están asumiendo el rol actualmente.

             Camilla Nylund es una soprano lírica que en los últimos años ha hecho una serie de incursiones en roles wagnerianos que a mi ver no le van por tipología de voz -Sieglinde, Senta o incluso el segundo acto de Tristán en versión de concierto, con próximo debut del rol completo el año que viene-. Como Eva acierta plenamente por vocalidad, realizando una interpretación sensible y de delicada línea de canto, si bien con un cierto vibrato agresivo en el registro agudo en forte. Su caracterización de muchacha enamorada de Walther y a la vez temperamental con Sachs está muy bien conseguida.

             Daniel Behle repite su magnífico David de años anteriores, un rol que ha hecho suyo gracias a una voz juvenil pero viril y con una interpretación apasionada, con unas explicaciones a Walther en el primer acto muy teatrales sin renunciar a una buena línea de canto.

Magdalena (Mayer) y Eva (Nylund) en el tercer acto.
          Christa Mayer realiza una buena encarnación de Magdalena, de tonos oscuros y sonoridades un punto matroniles, a veces ácidas, pero con buena línea de canto y atención al texto.

          Bo Skovhus es un barítono de dilatada carrera, muy versátil, con algunas incursiones wagnerianas más en el pasado que a día de hoy -fue Kurwenal en la grabación del Tristán de Jiri Belohlavek en Glyndebourne (2007, Opus Arte)-. A sus 59 años, su carrera se centra en la ópera del siglo XX y en el repertorio ruso, siendo Beckmesser el único rol que mantiene en agenda, papel que cantó junto a Philippe Jordan en París en 2016. Su caracterización de Beckmesser es muy clásica, con esa emisión caracterizada de tintes secos, aunque su serenata está cantada con gran belleza, y finaliza su dúo con Sachs en el tercer acto con un largo y seguro agudo. En todo momento ha estado muy compenetrado con el resto de personajes y con la orquesta pese a haber hecho aparición en el último momento, por lo que su interpretación es doblemente meritoria.

            Excelente el Pogner de Georg Zeppenfeld, rol que ya abordó en el Festival hace una década, de voz noble y redondeada, puro terciopelo y paternalismo. Magnífico su monólogo del primer acto.

Tumulto al final del segundo acto, con Beckmesser
(Kränzle) en el suelo
               Notable corporación de Maestros, como viene siendo norma, bien empastada. Correcto Wener van Mechelen como Kothner, sin una voz especialmente personal, aunque matizando la exposición de las reglas de la tabulatura, y excelente el Sereno poderoso y terso de Günther Groissböck. Se da la circunstancia de que Zeppenfeld y Groissböck ya coincidieron en esta producción el año del estreno con los papeles invertidos: Groissböck como Pogner y Zeppenfeld como Sereno.

            Magnífico, como siempre, el coro del Festival, en una obra más complicada que la de ayer por la gran masa coral.

            Se despide una producción querida, apreciada y muy homogénea musicalmente. En lo estrictamente vocal, me atrevería a decir que la mejor que ha ofrecido el Festival desde la clásica de Wolfgang Wagner estrenada en 1981 -Bernd Weikl, Siegfried Jerusalem, Graham Clark y Hermann Prey en los roles principales-. En cuanto a la batuta, la presencia de Thielemann al frente de la obra entre 2000 y 2002 proyecta una sombra muy alargada y difícilmente superable, pues nos llevaría a aquéllos históricos Maestros que dirigiera Kna en 1960, pero el berlinés entonces contó con un elenco inferior en conjunto al que hemos venido escuchando estos años.

Grabación digital procedente de la Radio de Baviera.
Se incluyen alocuciones iniciales y finales de la locutora de la Radio de Baviera.

28 DE JULIO DE 2021.

3 comentarios:

  1. De entrada muchísimas gracias por las grabaciones y los comentarios. Yo pienso que la escenografia de Kosky es un despropósito más en el Bayreuth actual. No me gustan la lecciones de historia en las óperas wagnerianas. Mi visión es exactamente la del argumento original de Wagner (y el que se canta en escena) todas estas presuntas "interpretaciones" no hacen sinó desorientar el público. Si uno quiere representar una obra de teatro con alusiones históricas del nazismo, judaismo o lo que sea, que componga la música, que escriba la letra adecuada y que lo haga representar en un teatro, a ver qué éxito tiene... Para Wagner, hay una norma fundamental. Lo que cantant sobre el escenario y lo que suena en la orquesta tiene que ser lo mismo que se ve sobre el escenario. Yo pienso así y sé que me espera época de sufrimiento y aflicción si quiero ver "mi Wagner" . No pierdo la esperanza.
    Otra vez gracias
    Josep Mallol
    leitmotivacions.blogspot.com

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  2. Muy atinado tu comentario. La autenticidad de una interpretación musical -y a fortiori, operística- comienza por respetar la intención y el espìritu del creador. De saberlo, Wagner quisiera recombinar sus átomos y protestar en su teatro por tamaña deformación de su escenografía. Que algunos alemanes actuales sientan todavía complejos de culpa por lo que hicieron algunos de sus abuelos, no le da razón para desahogarlos en la ópera. Quizás la intención fue hasta interesante: llevar a juicio para reinvindicar el arte nuevo de Wagner, pero ... a costa de alterar el contexto histórico.

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  3. Ah, entiendo que la presentación en el MET el mes próximo sí será como "Dios y Wagner mandan¡"

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