TANNHÄUSER / BAYREUTH 2019

TANNHÄUSER / Festival de Bayreuth, 25 de julio de 2019
Otras representaciones: 28 de julio y 13, 17, 21 y 25 de agosto
Nueva producción de Tobias Kratzer / Decorados y vestuario: Rainer Sellmaier. Iluminación: Reinhard Traub. Vídeo: Manuel Braun. Dramaturgia: Konrad Kuhn
Dirección musical de Valery Gergiev (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Stephen Milling (Landgraf Hermann), Stephen Gould (Tannhäuser), Markus Eiche (Wolfram von Eschenbach), Daniel Behle (Walther von der Vogelweide), Kay Stiefermann (Biterolf), Jorge Rodríguez-Norton (Heinrich der Schreiber), Wilhelm Schwinghammer (Reinmar von Zweter), Lise Davidsen (Elisabeth), Elena Zhidkova (Venus), Katharina Konradi (pastor)
Minutación:  Acto I: 55'26 / Acto II: 68'16 / Acto III: 49'33 / Total: 173'15 (2 h 53 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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Porque la pasión es pasajera o haciendo el payaso con Venus

               Comenzamos por tercer año las crónicas de las retransmisiones del Festival de Bayreuth. Una labor que año a año me resulta un agradable pasatiempo veraniego y del que además tengo que dar las gracias por la enorme cantidad de seguidores que se enganchan a Discografía Wagneriana en estos días para leer, ver las imágenes de la producción de turno o escuchar la representación. La disponibilidad horaria no siempre es posible -y en algunos casos nos leen desde el otro lado del Atlántico, donde la diferencia horaria dificulta bastante seguir una retransmisión del viejo continente-, por lo que es habitual las personas que se enganchan al blog en estos días para poder escuchar las retransmisiones. Así las cosas, gracias a todos los seguidores.

               A las cuatro de la tarde, puntualmente, Frank Manhold desde la Radio de Baviera nos daba la bienvenida a la retransmisión inaugural. Minutos antes lo habían hecho desde Radio Clásica de Radio Nacional de España Ricardo de Cala y Miguel Ángel González Barrio, quienes en el primer entreacto han repasado a los españoles que, con anterioridad al debutante Jorge Rodríguez-Norton, han cantado en Bayreuth: Plácido Domingo -escuchando el final del acto primero de La Valquiria del año 2000, con Waltraud Meier y Giuseppe Sinopoli dirigiendo, grabación no publicada, y por tanto, procedente de los archivos radiofónicos- y Victoria de los Ángeles -escuchando el aria de la sala de Tannhäuser en la histórica grabación de Wolfgang Sawallisch de 1961-. El segundo entreacto ha estado dedicado al 150 aniversario del nacimiento de Siegfried Wagner (1869-2019) y al recuerdo de un español que podría haber cantado en Bayreuth pero que no lo hizo: el tenor Isidoro Fagoaga (1896-1976). González Barrio ha relatado su historia: parece ser que en 1928 el tenor navarro audicionó en Bayreuth con Siegfried Wagner para cantar Tannhäuser, papel que ya interpretaba en italiano. Por desgracia, el cantante no pudo con el alemán ni con la obra completa y Siegfried falleció en 1930, por lo que el proyecto se truncó.

               Una nueva producción en Bayreuth siempre atrae todos los focos, aunque la fama provocadora de Tobias Kratzer, a quien está encomendada la parte escénica, no había hecho hecho correr ríos de tinta en los medios. Incluso todo sonaba comedido en la entrevista que concedió hace unos días. El único contratiempo ha venido provocado por el accidente sufrido por Ekaterina Gubanova (Venus) el paso 12 de julio, que ha motivado su sustitución en la jornada del estreno por Elena Zhidkova. La también mezzosoprano rusa había cantado a principios de siglo algunos papeles secundarios en el Anillo que dirigiera Adam Fischer con producción de Jürgen Flinn. Actualmente tiene una carrera internacional bien asentada, con varios roles wagnerianos para mezzosoprano en el repertorio y con preferencia por la Staatsoper de Viena. Allí ha coincidido el pasado mes de abril con Gergiev en Parsifal interpretando Kundry, por lo que quizás la propuesta de hacer esta sustitución haya venido de la mano del director.


Tannhäuser canta el Himno a Venus mientras ella conduce una
furgoneta en lo que parece una pequeña compañía de circo.
               Por lo que respecta al montaje desconocemos en profundidad su hilo conductor, aunque por las imágenes parece que utiliza el trasfondo de la vida del artista -ejemplificado en el artista circense en este caso- y no es muy atractivo visualmente. Una producción que cuenta con dos artistas en escena de papel mudo -el texto y la partitura son intocables- cuya presencia anunciaba el Festival en su página web, lo cual es una novedad, pues nunca los figurantes constan en el reparto, aunque probablemente se haya hecho una excepción en esta ocasión por tratarse de personajes conocidos en Alemania. Son el travesti Le gateau chocolat -del cual circula por la red una grabación del aria de la sala con orquesta de teatro- y el enano Manni Laudenbach -que según la web del Festival interpreta el papel de Oskar-. El primer acto, según ha indicado la prensa, se desarrolla bajo la técnica de la road movie. Una compañía teatral formada por Tannhäuser (un payaso), Venus (una suerte de hippie), Le gateau chocolat (disfrazado de Blancanieves) y Oskar (un enano de circo) viajan por una carretera rural de Turingia en una furgoneta Critroën y paran a comer en lo que parece un Burger King. A Tannhäuser le entra el hastío y deja la compañía. El segundo acto, curiosamente, sí se desarrolla bajo cánones clásicos -imponente sala románica-, aunque en la parte superior del escenario se ubica una pantalla donde puede verse lo que se desarrolla entre bastidores -la idea de las cámaras y la pantalla ya fue explorada por Frank Castorf en su Anillo (2013-18) de forma redundante-. El tercer acto se desarrolla en lo que parece un vertedero de chatarra. En los próximos días esperamos conocer los entresijos de la nueva producción. Lo que sí hemos podido comprobar es que, tras dos actos con el público más centrado en la música, en el tercero se han escuchado perceptibles abucheos hacia el equipo escénico.

               El trabajo de Valery Gergiev ha sido notable. En algún foro de internet se hablaba de su apretada agenda para este verano y se llegaba a dudar de su implicación en los ensayos de Bayreuth. Así, los pasados 6 y 7 de julio se presentó en Baden Baden con el segundo concierto para piano de Tchaikovsky -siendo el solista Alexandre Kantorow- y la Patética, junto con las wagnerianas Marcha Funebre y Escena de la Inmolación del Ocaso -en esta última con la soprano Eva-Maria Westbroek-; el día 9 dirigió allí Simón Boccanegra; el 14 el concierto de la Filarmónica de Munich en la Odeonplatz, un monográfico de Beethoven -Obertura de CoriolanoEmperador con Daniil Trifonov y la Sinfonía número 5-; y los días 18 y 22 La mujer sin sombra en versión de concierto en Verbier-. Y alternará este Tannhäuser con Simón Boccanegra en el Festival de Salzburgo -también seis funciones, entre el 15 y el 29 de agosto-. No obstante, en el mes de junio programó tres funciones de Tannhäuser en el Mariinsky, con un reparto ruso, sin duda con la finalidad de refrescar la obra antes de los ensayos de Bayreuth.


Tobias Kratzer posa con el decorado del segundo acto.
               El reparto ha resultado solvente en conjunto, pero con diferencias. Sin lugar a dudas deslumbra la debutante Lise Davidsen como una Elisabeth vocal y dramáticamente excelente, junto con un veterano Stephen Milling que dibuja un tonante Landgrave de voz grande y rocosa que me recuerda por maneras a los de Josef Greindl -quien figura en las grabaciones de los Tannhäuser gloriosos de los Festivales de 1954, 1955, 1961 y 1962-. Notable trabajo el de Stephen Gould como un sólido Tannhäuser, llevando mejor las partes más dramáticas -imponente tercer acto- que los recovecos más líricos de la partitura -más frío en la escena del Venusberg-. Solvente trabajo el de Markus Eiche como Wolfram y el resto de cantores, así como el del pastor. Desluce un poco el resultado global la Venus monocromática e inflexible de Elena Zhidkova, carente de erotismo en su canto pese a su apabullante presencia física. Todo ello en una sala que ha alcanzado los 36º durante la representación.

               Como curiosidad, apuntar que entre los papeles principales se ha dado un curioso cruce de actuaciones previas en distintos teatros europeos: la pareja protagonista ha cantado la obra en Zurich en marzo y abril, con Axel Kober a la batuta; Gubanova y Milling lo hicieron en abril en Ámsterdan con Marc Albrecht; y Davidsen y Milling lo han hecho en mayo en Munich con Simone Young.

El segundo acto choca por su puesta en escena clásica.
               Entrando en la dirección, Gergiev ha conseguido un resultado global notable, dentro de una lectura muy personal de la partitura, más próxima a la tradición rusa que a la germana -muy rápida, de bruscos contrastes, con explosiones sonoras en los clímax y con mayor interés por los pasajes más electrizantes y sensuales que por los ascéticos-. No es habitual que Tannhäuser baje de las tres horas, aunque ya lo consiguió Axel Kober en 2014, en la última producción que se ofreció en el Festival, con 2 horas y 58 minutos. Gergiev consigue recortar cinco minutos más y hacer bajar el tercer acto de los 50 minutos. Una minutación que ha sido más veloz de lo previsto inicialmente, pues la información que manejaba la Radio de Baviera procedente del ensayo general daba un minuto más al primer acto y once al tercero. Ni siquiera la Obertura, iniciada a tempo contenido, parecía presagiar estas velocidades. Precisamente ya desde la Obertura se nota algo que es seña de identidad de su lectura, sobre todo en el primer acto, cual es el apoyo rítmico en la cuerda, muy marcada sobre el tema de los peregrinos en el metal, llegando a cuadricular el discurso, que no levanta el vuelo y se encorseta, en varios momentos del primer acto. Mucho más redondo el segundo, con una dirección más flexible y con más vuelo. El tercero está bien construido dramáticamente, pero con exceso de velocidad en el preludio -virtuosos pasajes de la cuerda- y menos inspirado en la dimensión espiritual de la partitura, aunque electrizante en el final. A su favor hay que destacar que acompaña muy bien a los cantantes, que a pesar del tempo que imprime respiran con comodidad, así como la nitidez de pizzicatti y arpa a lo largo de toda la obra.

               Stephen Gould demuestra su dominio y solvencia en el papel protagonista, que saca adelante con un resultado notable en conjunto. La voz no es especialmente bella, pero es grande y de color baritonal, homogénea por regla general y con agudos emitidos sin aparente esfuerzo. Comienza su intervención algo frío, aunque con una adecuada caracterización doliente del hastío que le produce el VenusbergSu canto gana vigor según avanza el dúo con Venus. No es un cantante especialmente musical en las tres estrofas del Himno a Venus, ni tampoco especialmente apasionado en sus intervenciones en el torneo de canto, pero aguanta el extenuante papel sin cansancio, no se muestra reservón en los concertantes del final del primer y segundo acto -al contrario, su participación es generosa-, y su narración de Roma es de altos vuelos.


Elisabeth (Lise Davidsen) en el tercer acto de la obra.
               Como Elisabeth, una joven revelación de un tiempo a esta parte: la soprano noruega Lise Davidsen, que a sus treinta y dos años ya canta en los teatros de primera fila y tiene discos grabados. Davidsen salió a la luz al ganar en 2015 el concurso Operalia creado por Plácido Domingo, a lo que rápidamente siguieron apariciones en teatros de primera fila -Staatsoper de Viena, Ópera de Zurich, Ópera Estatal de Baviera, Colón de Buenos Aires, Covent Garden, los Proms londinenses o los Festivales de Aix-en-Provence o Glyndebourne-. La voz es homogénea, con tintes de lírico-dramática y de timbre agradable. La maneja con absoluto control, ofreciendo gran variedad de matices, de la sobriedad de su plegaria al dolor en su defensa de Tannhäuser o cierta ingenuidad en su aria de la sala, por lo que su Elisabeth no puede calificarse sino de impecable. El Festival ya ha anunciado que el año que viene será Sieglinde en el nuevo Anillo, por lo que esperamos disfrutar mucho tiempo de una voz que deparará gratas interpretaciones. De momento Davidsen está cantando papeles líricos del repertorio wagneriano -Freia, Ortlinde, Elisabeth, Isabella en La prohibición de amar- y straussiano -Ariadne-, aunque en octubre hará incursión en Leonora de Fidelio en Montreal con Nézet-Séguin, papel que repetirá en febrero de 2020 con Pappano en el Covent Garden de Londres, y sin duda tiene material para adentrarse en roles de lírico-dramática.


Tannhäuser (Stephen Gould) y Venus (Elena Zhidkova).
               La Venus de Elena Zhidkova me ha decepcionado. Esperaba mucho más de una cantante de sólida carrera internacional. Su Venus es inflexible, tirana por momentos, escasa en dinámicas -continuo forte, lo que se hace patente incluso frente a un cantante como Gould, al que en los inicios de su carrera se le achacaba la falta de variedad de dinámicas y que ahora ha ganado en dinámicas- y exhibiendo una voz potente y bien timbrada pero con tendencia a la brusquedad, sobre todo en el agudo, donde se muestra calante en algunas notas. No hay sensualidad ni erotismo, sino posesión hacia el protagonista. Estos defectos se hacen aún más patentes en su intervención del tercer acto, con un Gergiev acelerado. Desconocemos si este resultado se debe a la propuesta escénica, a la falta de compenetración con el papel por la sustitución o a un poco de ambas. El resultado global, aunque correcto, no es el más idóneo para el papel de la diosa y su caracterización se acerca más a la Ortrud vengativa o a la locura de Kundry.

               Markus Eiche es un barítono solvente, de voz no muy grande, dúctil en el fraseo y musical, práctico en la interpretación del romántico Wolfram, sin un especial manierismo. Su Als du in kühnem Sange uns bestrittest del primer acto es cantado a tempo ligero, elegante pero sin cargas las tintas en la faceta más ensoñadora del personaje. En la romanza del lucero vespertino demuestra su buen saber hacer.

                Stephen Milling es sin duda el otro punto álgido de este Tannhäuser. De voz grande, de verdadero bajo negro, rocosa más que caballeresca, un punto mate, desciende al grave con absoluta facilidad creando un Landgrave poderoso.

               Daniel Behle suma un papel más a su carrera en el Festival. A sus exitosos David y Froh se suma Walther von der Vogelweide. Su timbre viril y apasionado resulta muy adecuado, si bien su frase en la intervención larga del segundo acto resulta algo cuadriculada, probablemente debido a la batuta. Resulta curiosa su contraposición a Kay Stiefermann como un Biterolf al que no le falta intención dramática, pero que tiene una voz demasiado clara para la parte. Como curiosidad, en esta producción, la primera frase de Biterolf -cuando los cantores y el Landgrave se encuentran a Tannhäuser-, Nach seiner Tracht ein Ritter (Por su aspecto parece un caballero) se dice con ironía, resonando una carcajada (no olvidemos que en esta propuesta el protagonista es un payaso).

        Muy buen trabajo el de Jorge Rodríguez-Norton como Heinrich der Schreiber y Wilhelm Schwinghammer como Reinmar von Zweter. El tenor español, además de deshacerse en elogios a su experiencia en el Festival en la prensa española, ha confirmado que repetirá papel el año que viene. Desde aquí le deseamos lo mejor y confiamos en que se convierta en una habitual del Festival.

               El pastor está muy bien cantado por la debutante Katharina Konradi, joven cantante de Kirguizistán que en 2016 ganó el concurso Deutscher Musikwettbewerb y actualmente su carrera está asentada en Alemania con papeles líricos -Susana en Las bodas de Fígaro, Zerlina en Don Giovanni, Despina en Cossì fan tutteMusetta en La bohème- y que es conocida en España, pues en 2018 inauguró la Subertiada de Vilabertrán. Como curiosidad, no es la primera cantante de Asia Central en el Festival, pues la precede el kazajo Oleg Bryjak, quien encarnó a Alberich en 2014 y falleció en 2015 en un accidente de avión.

               Excelente el Coro del Festival, preparado por Eberhard Friedrich, en esta ocasión con la particularidad -quizás por indicación de Gergiev- de la búsqueda de sonoridades originales en las segundas voces de los peregrinos a cappella en los actos primero y tercero.

               En definitiva, una buena representación, no totalmente redonda ni en batuta ni en elenco -Venus y Biterolf mejorables-, pero a buen nivel. Queda la duda de si Gergiev repetirá el año que viene, pues por la red ya circulan rumores que su compromiso no va a ser dirigirla los cuatro años de rigor.


Grabación digital procedente de la WDR (Radio del Oeste de Alemania, Colonia) en HD, 
en formato .mp3 a 320 kbps.
Se incluyen las alocuciones iniciales y finales del locutor de la Radio de Baviera.

27 DE JULIO DE 2019.

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