LOHENGRIN / BAYREUTH 2019

LOHENGRIN / Festival de Bayreuth, 26 de julio de 2019
Otras representaciones: 29 de julio y 3, 7, 11, 14 y 18 de agosto
Producción de Yuval Sharon estrenada en 2018 / Decorados y vestuario: Neo Rauch y Rosa Loy. Iluminación: Reinhard Traub
Dirección musical de Christian Thielemann (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Georg Zeppenfeld (Rey Enrique), Klaus Florian Vogt (Lohengrin), Camilla Nylund (Elsa von Bravant), Tomasz Konieczny (Friedrich von Telramund), Elena Pankratova (Ortrud), Egils Silins (Heraldo), Michael Gniffke (primer noble brabanzón), Tansel Akzeybek (segundo noble brabanzón), Marek Reichert (tercer noble brabanzón), Timo Riihonen (cuarto noble brabanzón)
Minutación: Acto I: 60'01 / Acto II: 84'58 / Acto III: 61'35 / Total: 206'34 (3 h 26 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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Azul brillante

               Segundo año de la producción de Yuval Sharon con decorados y vestuario de Neo Rauch y Rosa Loy, el Lohengrin azul. Siete representaciones con varios cambios respecto al año pasado. Waltraud Meier se despedía de sus heroínas y enemigas wagnerianas en la pasada edición, y la vacante de su Ortrud la cubre Elena Pankratova, sobresaliente Kundry en años precedentes. Piotr Bezcala y Anja Harteros, la pareja que protagonizó el estreno, son cantantes muy versátiles, lo que les genera unas agendas muy abultadas -unido al hecho de que las temporadas de los teatros terminan cada vez más tarde y se inician cada vez antes-. Ello ha provocado que Beczala se incorpore al Festival el 7 de agosto, por tener hasta el 27 de julio Luisa Miller en el Liceo, y que las funciones de este Lohengrin se concentren en las primeras semanas de Festival, pues a finales de agosto marchará a cantar también Luisa Miller al Festival de Salzburgo -con James Conlon en el podio y Plácido Domingo como Miller-. Harteros ni siquiera estará presente en esta edición -por un lado, el Otello del Festival de Ópera de Munich con Petrenko ha coincidido con los últimos ensayos de Bayreuth, la última función del Andrea Chénier del mismo certamen con Asher Fisch ha sido el día 25, e inicia la temporada 2019/20 muy pronto, el 6 de septiembre, con Don Carlo en Viena bajo la batuta de Jonathan Darlington, por lo que asistir a Bayreuth le impediría descansar en agosto, único mes que tiene libre-. No nos olvidemos que el dúo Beczala-Harteros del pasado año fue la opción final motivada por las circunstancias y estos cantantes tienen agenda cerrada con varios años de antelación.

               Así las cosas, las tres primeras funciones tienen como protagonista a un wagneriano consumado, Klaus Florian Vogt, y como Elsa, inicialmente a Krassimira Stoyanova, salvo las dos últimas funciones, encomendadas a Anna Netrebko. El pasado once de julio, Stoyanova hubo de cancelar por motivos de saludsiendo sustituida por Camilla Nylund, que alternará el rol junto con el de Eva en Maestros. Nylund ya sonó en las quinielas para esta producción y además ha cantado el pasado mes de mayo con Thielemann la Emperatriz de La mujer sin sombra de Strauss en las funciones que han homenajeado los 150 años de la Staatsoper de Viena.

              Fuera de todo este vaivén, dos cambios anecdóticos: no repite como segundo noble brabanzón Eric Laporte, sustituido por el habitual secundario Tansel Akzeybek; mientras que Kay Stiefermann -tercer noble el año pasado-, pasa a cantar Biterolf en Tannhäuser y le sustituye el debutante Marek Reichert, joven barítono berlinés de carrera centrada en el recital.

               A las cuatro de la tarde, Barbara Malisch anunciaba la retransmisión desde la Radio de Baviera, con Ricardo de Cala en Radio Clásica. Le acompañaba Paloma Ortiz de Urbina, profesora titular de Filología Alemana de la Universidad de Alcalá de Henares, y que tiene entre sus líneas de investigación la obra de Richard Wagner en España.


La curiosa torre eléctrica que es es el eje
de esta producción.
            El resultado global de este Lohengrin ha sido sobresaliente. Thielemann realiza una lectura muy idiomática de la obra, en mi opinión superior a la del año pasado, acompañando a un reparto homogéneo y de alto nivel protagonizado, por las circunstancias, por la misma pareja que al día siguiente va a protagonizar Maestros -Vogt y Nylund-. Pareja, por tanto, de voces muy líricas y destacada dimensión etérea, contrapuesta a una robusta pareja de villanos y a unas sólidas voces graves. ¿Resultado global superior al del año pasado? Me atrevería a decir que sí. Batuta y reparto, en conjunto, rinden un punto por encima.

               Christian Thielemann desarrolla una extraordinaria lectura de la partitura en su segundo año al frente de la obra en Bayreuth. Ya el año pasado su trabajo fue muy bueno, pero en esta ocasión los tempi resultan más convencionales -en 2018 fueron veloces en algunos momentos, sobre todo con un primer acto que bajó de los 58 minutos-, por lo que todo se expone con mayor sosiego. La orquesta suena suntuosa, con perfecta diferenciación tímbrica de planos sonoros siempre sobre una cuerda carnosa y amasada que sirve de base al tejido orquestal -bellísimo vibrato en el preludio cuando se va disolviendo el clímax, las figuraciones de la cuerda nítidas cuando el coro ve llegar a Lohengrin en el primer acto o la línea de los violines en el segundo cuando Elsa va a entrar a la catedral-. Thielemann, como ya es norma en él, busca las sonoridades más recónditas de la partitura, y así, en el final del relato de sueño de Elsa, podemos escuchar los arpegios del arpa. El uso del rubato y la amplia gama de dinámicas alimenta la tensión dramática cuando es necesario.

               Inicialmente no me motivaba demasiado escuchar a Vogt como Lohengrin después del sobresaliente trabajo llevado a cabo por Beczala el año pasado. No porque Vogt sea mal cantante -desde 2007 lleva en el Festival ofreciendo veladas y veladas de éxito-, sino porque su caballero del cisne es archiconocido -existen cuatro grabaciones discográficas: con Kent Nagano en Baden-Baden (Opus Arte, 2006, en vídeo), con Andris Nelsons en Bayreuth (Opus Arte, 2011, en audio y vídeo), con Marek Janowski y la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín (Pentatone, 2012) y con Mark Elder y el Concertgebouw (RCO Live, 2015)-. Sin embargo, ha sido hacer entrada en el primer acto y atraer toda mi atención, con una interpretación extraordinaria del personaje: voz homogénea en todo el registro, fraseo, dinámicas y control de la respiración en una demostración de canto puro. Puede hacer un caballero excesivamente etéreo y espiritual, pero es innegable su altura artística y ha demostrado que sigue siendo dueño y señor del papel.


Camilla Nylund como Elsa en el primer acto.
               Tampoco me motivaba mucho el cambio de Krassimira Stoyanova por Camilla Nylund. Stoyanova es una cantante de timbre muy personal y de maneras expresivas y, dados sus buenos resultados con Richard Strauss, tenía curiosidad por escuchar el que, salvo error, es su único papel wagneriano. Nylund, al igual que Vogt, es una cantante conocida en el Festival, donde ya ha cantado Elisabeth (2011-14) y Sieglinde (2017), además de escucharla este año también como Eva en Maestros. El papel lo tiene grabado -es la Elsa del Lohengrin de Mark Elder antes citado-. Con medios netamente líricos -incluso demasiado-, compone una interpretación convincente gracias a que conoce bien su materia prima y sabe sacarle partido. Su Elsa es muy cándida y espiritual, con buenas maneras en dicción y fraseo. Tiene un vibrato amplio en el registro agudo que a mí nunca me ha convencido, sobre todo en el primer acto -apareciendo más contenido en el segundo y tercero-, pero su interpretación en conjunto es notable y se compenetra bien con la voz y maneras de Vogt. A destacar su Euch Lüften, die mein Klagen con que inicia su aparición en el segundo acto, modélico, muy bien acompañado por Thielemann.


Telramund (Tomasz Konieczny) y Ortrud (Elena Pankratova).
               El Telramund de Tomasz Konieczny, sólido el pasado año, gana enteros este año en lo vocal y en lo dramático. En lo vocal porque la voz, que ya era tersa, ha ensanchado en el centro, adquiriendo una oscuridad muy atractiva si perder firmeza en al agudo. En lo dramático, su concepción del personaje está muy bien trabajada, un punto introspectiva en el primer acto, deliberadamente frío en sus respuestas al Rey, y con variedad de dinámicas y cuidada línea de canto en los parlamentos. En el segundo acto su interpretación desesperada en el dúo de Ortrud resulta electrizante.

                Elena Pankratova ha sido un buen recambio para Waltraud Meier como Ortrud, siendo inevitable hacer comparaciones. Meier el pasado año evidenciaba que su mejor momento vocal había pasado -pérdida de ese timbre cremoso y agudo brillante-, pese a lo cual el instrumento era aseado y compensaba sus carencias con un conocimiento absoluto del papel -incluyendo cómo maquillar los pasajes más comprometidos- y una personalidad dramática apabullante. Pankratova no cabe duda de que es una de las mejores sopranos dramáticas de nuestros días, con voz homogénea de timbre atractivo brillante -curiosamente más brillante que el de Nylund en momentos de gran impacto, como su discusión a la entrada de la catedral en el segundo acto-. Se siente cómoda en el papel sin comprometer la línea de canto ni necesidad de forzar el instrumento. Por tanto, en lo vocal se cuenta ahora con una voz más fresca. Cuestión distinta es la parte dramática, donde no tiene la profundidad psicológica de Meier, aunque tampoco es desdeñable, sonando persuasiva en sus explicaciones a Telramund.

               Georg Zeppenfeld vuelve a ser un sobresaliente Rey Enrique, de voz homogénea, timbre noble, dúctil en el fraseo y variedad de dinámicas, con alguna licencia de medida en algún final de frase, perfectamente calculado con Thielemann. Ataca los agudos con absoluta seguridad y generosidad y su interpretación adquiere tintes mayestáticos. Ha sido anecdótico el hecho de que le haya templado la voz en el primer acto en  Im Mittag hoch steht schon die Sonne, en un amago de gallo.

               Egils Silins posee una voz sólida, con centro ancho y agudo suficiente, componiendo un Heraldo tonante de personalidad ruda en el mejor sentido del término.

               Competentes los cuatro nobles brabanzones.

               Excelente el coro, desde la explosividad en las grandes escenas de conjunto a la sutileza en los momentos más recogidos.


Grabación digital procedente de la Radio de Rumanía en formato.mp3 a 256 kbps.
Se incluyen alocuciones iniciales y finales de la locutora de la Radio de Baviera.
El 4 de agosto se ha retocado el audio del acto II.


28 DE JULIO DE 2019.

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