Otra representación: 12 de agosto
Nueva producción de Roland Schwab / Decorados: Piero Vinciguerra. Vestuario: Gabriele Rupprecht. Dramaturgia: Christian Schröder. Iluminación: Nicol Hungsberg. Vídeo: Luis August Krawen
Dirección musical de Markus Poschner (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Stephen Gould (Tristán), Georg Zeppenfeld (Rey Marke), Catherine Foster (Isolda), Markus Eiche (Kurwenal), Olafur Sigurdarson (Melot), Ekaterina Gubanova (Brangäne), Jorge Rodríguez-Norton (pastor), Raimund Nolte (timonel), Siyabonga Maqungo (joven marinero).
Minutación: Acto I: 81'43 / Acto II: 79'35 / Acto III: 79'06 / Total: 240'24 (4 h).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
Minutación: Acto I: 81'43 / Acto II: 79'35 / Acto III: 79'06 / Total: 240'24 (4 h).
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Sueños y sensaciones
Un año más, y ya van seis -si tenemos en cuenta el no Festival de 2020- comenzamos las crónicas del Festival de Bayreuth. En este tiempo las circunstancias han cambiado mucho para el aficionado español: si en 2017 teníamos la estela del recién fallecido José Luis Pérez de Arteaga, voz indiscutible de las retransmisiones de Bayreuth desde 2005, en 2022 inicialmente no se habían anunciado ni siquiera retransmisiones en Radio Clásica. Un servidor manifestó su queja y pidió explicaciones a la emisora en el buzón que al efecto dispone en su web, no obteniendo respuesta. Parece que otros tantos melómanos han hecho lo propio y la emisora sí dará, al menos, el Anillo en diferido la primera semana de agosto. Afortunadamente, las nuevas tecnologías -y en esto ya estábamos avanzados en 2017- nos permiten escuchar el Festival online a una calidad sonora óptima. Puntualmente la Radio de Baviera daba paso a la retransmisión con las habituales fanfarrias en una voz novedosa, la de Constanze Fennel. La tarde en Bayreuth ha sido calurosa por lo que ha comentado la prensa, notándose en la sala, si bien parece no haber afectado al resultado musical.
La temporada se abre con la nueva producción de Tristán, inicialmente prevista para 2023 y no asignada a director de escena ni musical alguno hasta finales del año pasado, cuando e adelantó por si acaso la pandemia frustraba el estreno de la nueva producción del Anillo. Roland Schwab no es uno de los directores de escena estrella de nuestros días, pero como esto a día de hoy no es garantía de nada, preferimos saber que tiene un currículum serio: discípulo de Götz Friedrich en Hamburgo, su carrera se desarrolla fundamentalmente en teatros alemanes, pero también en el extranjero. Es además profesor en la Universidad de Música y Artes Escénicas de Franckfurt y en la Academia de Teatro de Baviera. Anunció una puesta en escena que fuera una huella de la música y, hace unos días, en una entrevista, prometió una escapada a un mundo de belleza, dejándonos llevar por los estados de embriaguez que propone la música. Schwab se ha mostrado contento con el clima de trabajo en el Festival, donde ha podido trabajar libremente y con apoyo de su directora, Katharina Wagner. Eso sí, ha puesto de manifiesto que la pandemia y el hecho de estrenarse también la nueva producción del Anillo ha hecho que los ensayos escénicos se hayan reducido -quizás tuvimos un tercio, ha declarado-, pero se ha mostrado contento con el resultado gracias a que todos los personajes principales conocen sus papeles, y en particular la pareja protagonista. Dada la función comodín de esta producción, al ser preguntado por un montaje lo menos complicado y adaptado a la pandemia, declaró que algo así, y arguyó: No tengo, como la Ópera Estatal de Viena, más de cien figurantes desnudos, en alusión al polémico montaje de Calixto Bieito que la pasada primavera ha dirigido Philippe Jordan en el coliseo vienés.
Tristán (Gould) e Isolda (Foster) |
Markus Poschner, director de la Orquesta Bruckner de Linz, ha sido un recambio de última hora, sustituyendo al inicialmente propuesto Cornelius Meister antes de afrontar los dos ensayos generales -algún medio habla de tres-, al tener que hacerse cargo este último del Anillo. Su trayectoria es la de un kapellmeister en el sentido más tradicional del término -no peyorativo-, pues en Linz dirige anualmente gran cantidad de títulos operísticos que le permite tener una visión global que siempre suma experiencia a la hora de enfrentarse a un reto de estas características. La última vez que dirigió la obra fue en la temporada 2018/19, teniendo programado un Parsifal en la primavera de 2020 que fue cancelado por la pandemia. La víspera del estreno le dedicaba una entrevista la Radio de Baviera, donde relataba cómo se produjo la llamada desde Bayreuth el pasado 15 de julio proponiéndole hacerse cargo de la inauguración del certamen dirigiendo Tristán e Isolda. Poschner pidió media hora para pensarlo y lo discutió con su familia para poco después dar su conformidad. Se ha mostrado cómodo ante la propuesta de Schwab, director de escena a quien no conocía y con quien ha podido tratar en los últimos días sobre los aspectos escénicos.
Tercer acto, con Tristán (Gould) y Kurwenal (Eiche) |
La jornada inaugural tuvo una acogida unánimemente positiva, sin división de opiniones ni provocaciones, con aplausos superpuestos al acorde final, algo que no es habitual en el Festspielhaus salvo, hace ya décadas, en los festivos Maestros -escuchénse los registros de Karajan (1951) o Varviso (1974), por poner dos ejemplos-, aunque ya se produjo en el estreno del Parsifal de Stefan Herheim con dirección musical de Daniele Gatti en 2008. La puesta en escena ha convencido al respetable y la dirección musical ha demostrado no sólo buen saber hacer sino valía, pese a la tardía incorporación de Poschner. Solvente reparto, con una pareja protagonista que puede con los papeles, lo cual para los tiempos que corren es una alegría. Sobresalen por medios e intención dramática Georg Zeppenfed (Marke) y Ekaterina Gubanova (Brangania), dos indiscutibles en sus respectivos roles. Un punto por debajo Markus Eiche como un Kurwenal liviano y falto de mordiente.
La pareja protagonista |
Las primeras notas del preludio no presagian la propuesta general, mostrando unas texturas sedosas y blandas, con aristas limadas y una cuerda diáfana, huyendo de sonoridades musculadas, como si de una sutil evocación se tratase, expuesta con serenidad. Con la primera escena encontramos las primeras señas de identidad de la batuta: marcada articulación en el acompañamiento a Brangania -pero sin resultar marcial-, con una cuerda siempre presente, dejando fluir el discurso con gran naturalidad- y atención a las líneas secundarias de la compleja partitura. El acompañamiento a Isolda en la tercera escena es ágil, brioso y dramáticamente atento, con una cuerda de gran precisión rítmica. Hay detalles originales, como las fanfarrias nítidas de trompeta con las que acompaña a Kurwenal tanto en la segunda escena como cuando entra en el camarote de Isolda. Igualmente, el clarinete en el monólogo de Isolda -Das wär' ein Schatz...-, que culmina explosivo y con una vibrante sonoridad de los metales o el remarque en forma de fanfarria que tienen algunos pasajes del dúo de los protagonistas en el segundo acto. Si hay que destacar una escena, nos quedaríamos desde el encuentro de los protagonistas al final del primer acto, en lo que es un acompañamiento magnífico, de perfecta articulación y sonoridad, calculado control de dinámicas y crecimiento hasta un electrizante final, donde se combina la introspección de los amantes con unas sutilísimas maderas y el júbilo vibrante y explosivo de las tropas del rey en los metales.
La introducción del segundo acto se beneficia de una planificada distribución de los planos sonoros en las fanfarrias de las trompas, redondas y envolventes. El dúo se desarrolla con fluidez, más desbordante que contemplativo o poético, y la Liebesnacht resulta limpia y pulida. Magnífico su trabajo hacia final de acto, cuidando el entramado de líneas -nítido y preciso arpa- y con un final de gran densidad orquestal que denota la afinidad que el director tiene con Bruckner.
El tercer acto se inicia más terrenal que evocador o metafísico, con un acompañamiento en todo momento vibrante, quizás con un trazo un punto más grueso y menos sutil en las juegos tímbricos.
Brangania (Gubanova) e Isolda (Foster) |
En cuanto al reparto, Catherine Foster interpreta su primera Isolda en Bayreuth, pero es un papel que ya ha rodado, especialmente en el último año por distintos teatros alemanes -la última función ha sido el pasado 1 de julio en en Leipzig, con Andreas Schager y René Pape, bajo la dirección de Ulf Schimmer-. Por lo que respecta a Stephen Gould, ya fue Tristán en la anterior producción, debida a Katharina Wagner (2015-19), con dirección musical de Christian Thielemann, al igual que Zeppenfeld, quien se alternó con René Pape como Marke. Por su parte, Ekaterina Gubanova afronta el que sin duda ha sido su gran papel wagneriano: Brangania, que ha cantado en las últimas representaciones de la obra en la Staatsoper de Viena el pasado mes de mayo con Schager, Pape, la Isolda de Martina Serafin y el Kurwenal de Iain Paterson -quien encarnó el rol en la anterior producción-, bajo la dirección de Philippe Jordan. Gubanova hizo suyo este rol de la mano de Daniel Barenboim, si bien últimamente lo tiene menos en agenda en favor de otros papeles más dramáticos, como la Venus de Tannhäuser y, desde el año pasado, la Ortrud de Lohengrin.
Gould como Tristán malherido al final del segundo acto |
Los amantes en el dúo del segundo acto |
El veterano Markus Eiche se ha convertido en un todoterreno en Bayreuth. Desde su debut en 2007 como Kothner en Maestros, ha pasado como Wolfram por dos producciones de Tannhäuser y también ha sido Donner y Gunther en el anterior Anillo. Este año afronta Kurwenal, y lo hace con sus habituales medios, ya conocidos: la voz no es especialmente grande y tiene un timbre un tanto diáfano. Es un cantante musical, ofreciendo una interpretación equilibrada y con clara dicción, si bien el rol no es el que mejor se adapta a sus particularidades, componiendo un Kurwenal juvenil, un punto aristocrático y amanerado, sobre todo en el tercer acto, con claros ademanes otoñales un punto ensoñadores más propios del Wolfram de Tannhäuser, y falta la virilidad que tradicionalmente se asocia al rol. Tampoco es su mejor faceta afrontar parlamentos ágiles, como se pone de manifiesto en sus intervenciones en el primer acto -en la segunda escena suena un punto desabrido-.
Ekaterina Gubanova es una elegantísima y a la vez electrizante Brangania, conjugando su timbre aterciopelado con un vibrato rápido, consiguiendo una interpretación nerviosa y dramáticamente atenta en todo momento, con detalles de muy buena factura -nótese su diálogo con Tristán en la segunda escena- y cuyo único pero -menor- es una dicción no del todo clara.
La voz de Georg Zeppenfeld es aterciopelada y rica en armónicos, ofreciendo un Marke magníficamente cantado, implicado dramáticamente, noble y resonante, y la vez cargado de humanidad y condescendencia por su sobrino. Hacia el final de su monólogo revela un punto de rabia, reflejada en una orquesta vibrante.
El rol de Melot tiene una tesitura fundamentalmente intermedia, lo que permite que tanto tenores como barítonos se hagan cargo de la breve parte. Sin embargo, Olafur Sigurdarson, quien cantará Alberich en el Anillo, es un bajo-barítono al que la tesitura le viene alta, pasando apuros en sus frases del segundo acto. Físicamente tampoco parecer encajar especialmente en el rol, por edad y por dimensiones, pareciendo más bien Marke.
Muy bien de estilo y maneras el debutante Siyabonga Maqungo como joven marinero, en la línea clásica de esta parte, con una dicción clarísima y atención a los reguladores. Muy bien el pastor de Jorge Rodríguez-Norton, exhibiendo un instrumento atractivo de cierto vigor que se sale de la tradición de encomendar el rol a tenores de carácter y que me hace pensar que el español bien podría cantar papeles de más relieve, como David o Loge. Bien el timonel de Raimund Nolte, de voz no especialmente grande ni oscura, quien en la anterior producción fue un elegante Melot.
Magnífico el coro dirigido por Ebarhard Friedrich, como es norma de la casa, si bien en la toma sonora se escucha un punto pastoso y lejano. Desconocemos si se trata de una cuestión de la toma sonora o si se ha optado por algún tipo de medida derivada de la pandemia.
En definitiva, un Tristán con una batuta muy bien manejada, que ha presentado un nivel homogéneo digno del Festival y algunos detalles originales que denotan clase. Poschner es la evidencia de que los kapellmeister pueden ofrecer un planteamiento maduro de alto vuelo que a veces no está a la altura de batutas mediáticas en un repertorio tan complejo como el wagneriano. Solvente reparto, uno de los mejores posibles. Tristán a día de hoy es de Schager o de Gould, Gubanova es Brangania, y Zeppenfeld es uno de los grandes Marke de nuestros días. Eiche fuera de rol. En cuanto al rol de Isolda, ya en el Tristán de 2019 apunté el interés que tenía en escuchar a Foster, y creo que hoy, tres años después, sigue siendo la opción más realista para un rol en el que Nina Stemme, con 59 años, está ya de retirada, lo mismo que Iréne Theorin, de la misma edad, quien ya el año pasado fue una Brunilda desgastada que este año volveremos a escuchar. También tengo dudas respecto a que Christine Goerke sea mejor opción, con 53, sin cantar el rol desde 2019 y habiendo limitado sus apariciones a los Estados Unidos. Es evidente que el relevo generacional tiene que llegar ya para así poder hacer una transición adecuada, pues aunque el estado vocal del elenco sea bueno, la mayoría de rolesn principales han estado asignados a cantantes que superan los 50 años, a excepción de Gubanova, que tiene 43 y de Foster que tiene 47. Si repasamos nombres históricos, Windgassen se retiró de Bayreuth antes de cumplir los 56, 57 tenían Hans Hotter y Josef Greindl cuando hicieron lo propio, 50 James King, 56 Leonie Rysanek -con sus postreras Kundrys a principios de los ochenta- y Birgit Nilsson lo hizo con 52. Por supuesto que siguieron cantando, pero consideraron que su mejor etapa había pasado, lo cual es evidente a la luz de los registros que nos han llegado. Gould lleva en Bayreuth desde 2004, Eiche desde 2007 y Zeppenfeld desde 2010. Foster es algo posterior, de 2013, y Gubanova no llegó a Bayreuth hasta 2019, pero con años de carrera consolidada.
No parece que este año dispongamos de grabación en vídeo de la obra, pues será el esperado Anillo el que la obtenga. En cuanto al audio, si bien MDR Kultur ofrecía, en principio, la mejor calidad, emitiendo a 260 kbps en formato AAC -equivalente a algo más de 320 kbps en formato mp3-, me he decantado por incluir la grabación de la WDR, que emite a 256 kbps en formato mp3 y, en principio, ofrece menor calidad. Habiendo grabado las dos emisiones, la de la WDR tiene mejor sonido, pues la de MDR Kultur evidencia un sonido más borroso por momentos y con menos empaque, sobre todo en los momentos de mayor densidad orquestal, lo que me lleva a dudar de que la retransmisión se haya ofrecido efectivamente en esa calidad de audio.
Grabación digital procedente de la WDR (Radio del Oeste de Alemania, Colonia) en HD, en formato .mp3 a 256 kbps.
Se incluyen las alocuciones iniciales y finales de la locutora de la Radio de Baviera.
29 DE JULIO DE 2022.
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