ZYX Music es un sello alemán fundado en 1971 y dedicado durante décadas a la música pop. Desconocía su existencia hasta hace poco, cuando descubrí que había editado el Oro y el Ocaso del Anillo de Joseph Keilberth en el Festival de Bayreuth de 1952. Consultada su web, recoge a una serie de sellos de pequeña distribución entre los que se encuentra Membran, quien ha publicado una serie de registros wagnerianos históricos a muy buen precio. De hecho, bajo la etiqueta de ZYX Music se han publicado algunos de aquellos reprocesados de Membran -el Parsifal de Kna de 1951, el Tristán de Furtwängler de 1952 o el Lohengrin de Keilberth de 1953-. También ha publicado el registro que nos ocupa, con una ventaja sobre los anteriores: los reprocesados de Membran buscaban ante todo quitar todo el ruido de fondo, por lo que resultan un punto abrasivos con los agudos y de sonido encorsetado. Aquí, como la toma sonora ya era buena en origen, ZYX Music se ha limitado a copiar la edición de Philips, por lo que podemos disfrutarla sin reservas a un precio muy asequible. Como viene siendo norma en este sello, la portada es un cuadro, aquí Tannhäuser en el Venusberg de John Collier (1901).
Philips había iniciado su andadura de publicar completo el Canon de Bayreuth en estéreo en 1961, registrando el Holandés. Los buenos resultados dieron lugar a que al año siguiente registrara Tannhäuser, Lohengrin y Parsifal1.
El Venusberg en la segunda producción de Wieland Wagner. La imagen corresponde a 1965, con Anja Silja como Venus. |
Acto I. Tannhäuser regresa del mundo de Venus y se encuentra con el Landgrave y los cantores. La imagen corresponde a 1964. |
Acto II. El revuelo generado en la sala del Wartburg. La imagen corresponde a 1964, con la Elisabeth de Leonye Rysanek. |
Acto III. La gran cruz uno de los elementos que Wieland conservó de su anterior producción. La imagen corresponde a 1964, con Eberhard Waechter (Wolfram) y Leonie Rysanek (Elisabeth). |
La dirección de Wolfgang Sawallisch es de las más veloces de toda la discografía, lo que junto con el un pequeño corte propuesto por Wieland en la parte final del dúo de los protagonistas en el segundo acto, que ya estaba en la anterior producción, hace que la obra sea despachada en apenas dos horas y cincuenta minutos. Acompaña bien a los cantantes, quienes se sienten cómodos, pero hay mucho de rutina y poco de imaginación, lo que hace que la batuta sea lo más flojo de este registro, en todo caso correcta.
La languidez inicial de los vientos al inicio de la Obertura no ayuda a entrar en ambiente, y el tema de los peregrinos aparece expuesto a tempo animado y con cierta rutina, restándole solemnidad. Tampoco el mundo de Venus, expuesto a tempo muy ágil, acaba de convencer, con una lectura literal de volumen contenido que no despliega ni toda la pasión en la aparición del himno a Venus ni todo el refinamiento tímbrico que la reposada sección intermedia ofrece. La batuta parece centrarse una vez iniciada la bacanal, ofreciendo una versión frenética y psicológicamente potente del frenesí, que se torna asfixiante, para después irse difuminando con naturalidad. La escena del Venusberg es correcta, no especialmente sutil, e intensa en las últimas frases de Venus y en la desaparición de su mundo (CD1, pista 6). El concertante final está resuelto eficazmente, con una línea cantabile, aunque el tempo que imprime a la intervención de Wolfram resulta demasiado rápida y deja poco margen para la ensoñación.
El segundo acto se inicia a ritmo veloz, festivo. El aria de la sala y el dúo de los protagonistas suenan frescos y juveniles. Efectiva la entrada de los invitados, tonante y a ritmo muy vivaz. Adecuado acompañamiento en el torneo de canto y correcto desarrollo del concertante final.
El preludio del tercer acto es correcto, aunque demasiado literal, sin entrar del todo ni en la esfera de lo ascético ni en la de lo dramático, lo que también puede decirse del coro de peregrinos. Notable acompañamiento en la plegaria de Elisabeth y en la romanza de Wolfram, como también en la narración de Roma del protagonista, donde sabe mantener la tensión. El final de la obra, desde la aparición de Venus, se va en un suspiro.
Wolfgang Windgassen es un excelente Tannhäuser, revelándose como el paradigma del actor-cantante deseado por Wagner. Es cierto que la voz clarea un punto respecto a la densidad que muestra en 1955, pero aquí hay mayor profundidad dramática. El personaje aparece en toda su complejidad de orgullo y desesperación, sin renunciar a la pasión en el primer acto -con las notas largas del Himno a Venus algo recortadas en medida y con un tempo ágil en la batuta- y con la acostumbrada línea cantabile de que siempre hizo gala. No hay flaqueza vocal, al contrario, hay momentos antológicos, de bellísima factura: la réplica a Walther en el torneo (CD2, pista 9), donde asciende al agudo con redondez, o su intervención tras el escándalo generado en el torneo, donde derrocha dramatismo de la mejor clase (pista 13). En la narración de Roma hace un inteligentísimo uso de sus recursos.
Anja Silja como Elisabeth |
Grace Bumbry (Venus). |
Eberhard Waechter encarna aquí, con treinta y dos años, uno de los mejores Wolfram de toda la discografía. Con una voz firme, robusta y noble, su interpretación es menos manierista y otoñal que la de Dietrich Fischer-Dieskau y más directa, pero igualmente de gran atractivo. Su intervención larga al final del primer acto (CD1, pista 10) no termina de desplegar toda la ensoñación de aquél, en parte por una batuta demasiado rápida. No así en el torneo de canto en el segundo o en la romanza del tercero.
No es Landgrave el papel que mejor le iba a Josef Greindl, como ya comentamos en el registro de Cluytens de 1955. Su entrada en el segundo acto, aunque se inicia con cierta suavidad, su emisión dura y nasal -si bien el tempo vivo que imprime Sawallisch le ayuda a pasar el apuro- le da un tono inflexible y escasamente paternal (CD2, pista 4). En el arioso de presentación del torneo la voz se muestra más tirante que en el registro de 1955. No obstante, en su favor, conserva su instrumento tonante de verdadero bajo profundo.
Silja (Elisabeth) y Windgassen (Tannhäuser) al final del segundo acto. |
Modélico el Pastor de Else Margrete-Gardelli, cantante danesa descubierta por Frans Andersson -el Alberich del Anillo de Kna de 1958- y fallecida prematuramente en 1971. Habitual del Teatro Real Danés, triunfó con papeles rossinianos -Rosina o Cenerentola- y fue descubierta por Wieland en una función de La finta semplice de Mozart en el Drottningholmsteater de Estocolmo. Esposa del director italiano Lamberto Gardelli, a quien debe su apellido, de ella poseemos una exigua discografía circunscrita a los papeles secundarios que cantó en el Bayreuth de los años sesenta.
Excelente el coro dirigido por Wilhelm Pitz, envolvente y explosivo, aquí con el aliciente de poderlo escuchar en una toma en estéreo.
En definitiva, un registro referencial en lo vocal, con interpretaciones históricas en los roles de Tannhäuser y Venus, y magníficas en los de Elisabeth y Wolfram. Josef Greindl como Landgrave no desmerece y los secundarios están servidos a un altísimo nivel, a excepción de Stolze y Paskuda en los roles de Walther y Heinrich, si bien no desentonan en el resultado global. La valoración global del elenco me ha suscitado dudas, pues Greindl ya no está tan fresco como en 1955, Anja Silja no tiene un timbre tan cálido como Gré Brouwentijn y Victoria de los Ángeles en años anteriores, y Eberhard Waechter es más directo que Fischer-Dieskau. No obstante, concedemos las cinco estrellas, pues Greindl exhibe su instrumento tonante y cavernoso, Silja suena más juvenil que las otras sopranos aun cuando su timbre sea más afilado, y no se le pueden negar buenas maneras vocales a Waechter, todo ello en un registro en vivo. Las dudas también vendrían en la comparativa con el registro de Konwitschny de 1960, quien tiene la cristalina Elisabeth de Elisabeth Grümmer y el mejor Landgrave de toda la discografía, Gottlob Frick, junto con Fischer-Dieskau como Wolfram y el extraordinario Walther de Fritz Wunderlich. No obstante, ni Hans Hopf como Tannhäuser ni Marianne Schech como Venus pueden competir vocal y dramáticamente con Windgassen y Bumbry, en un registro que además es de estudio, razones por las que éste se coloca un punto por debajo. Notable sonido estéreo, muy natural. Correcta dirección de Sawallisch, pero pobre en comparación con lo que han ofrecido los grandes directores wagnerianos. Sería su última intervención en Bayreuth: Wieland le tenía ofrecida para 1963 su nueva producción de Maestros, pero aquél otoño compartieron un nuevo Anillo en la Ópera de Colonia, en la que Sawallisch era director, y en la que Anja Silja interpretaría a Brunilda a instancias de Wieland. Durante los ensayos hubo diferencias entre la soprano y el director, por lo que cuando Sawallisch se enteró que Wieland quería contar con Silja como Eva, le comunicó que sólo dirigiría el montaje si se prescindía de la soprano, a lo que Wieland se negó5.
ENERO DE 2021.
No hay comentarios:
Publicar un comentario