El segundo Tannhäuser de Sawallisch en Bayreuth (1962)

Analizamos uno de los registros clásicos de Tannhäuser, el que Wolfgang Sawallisch dirigiera en el Festival de Bayreuth de 1962 con uno de los mejores elencos de toda la discografía y que Philips recogió en estéreo en su andadura de llevar al disco todo el Canon de Bayreuth. Un registro que el propio sello Philips editó en CD, después pasó a la caja de DECCA The Wagner operas from the Bayreuth Festival y actualmente puede encontrarse a muy buen precio en el sello ZYX Music.

TANNHÄUSER

Festspielhaus Bayreuth, 1962
Wolfgang Sawallisch

Tannhäuser: Wolfgang Windgassen
Elisabeth: Anja Silja
Venus: Grace Bumbry
Wolfram von Eschenbach: Eberhard Waechter
Landgrave: Josef Greindl
Walther von der Vogelweide: Gerhard Stolze
Biterolf: Franz Crass
Heinrich der Schreiber: Georg Paskuda
Reinmar von Zweter: Gerd Nienstedt
Pastor: Else Margrete-Gardelli


Dirección:
Elenco:
Sonido:

          Nos encontramos ante el registro de siempre, aquél que, junto con el de Solti grabado en estudio en 1971 con la Filarmónica de Viena (DECCA), aficionados de varias generaciones han escuchado para iniciarse en la obra, por su buen sonido, su sobresaliente elenco y su presencia habitual en el mercado. A principios de siglo comenzó a perder protagonismo, al quedar descatalogado y al editar Orfeo de forma oficial, en 2004 y 2014, respectivamente, los registros de André Cluytens de 1955 y del propio Sawallisch de 1961, este último el que sin duda contiene el mejor elenco de toda la discografía. Después fue incluido en la caja de DECCA The Wagner operas from the Bayreuth Festival, de muy recomendable adquisición por recoger registros de alta calidad con buen sonido. Actualmente puede encontrarse a muy buen precio en el sello ZYX Music.  
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ZYX Music es un sello alemán fundado en 1971 y dedicado durante décadas a la música pop. Desconocía su existencia hasta hace poco, cuando descubrí que había editado el Oro y el Ocaso del Anillo de Joseph Keilberth en el Festival de Bayreuth de 1952. Consultada su web, recoge a una serie de sellos de pequeña distribución entre los que se encuentra Membran, quien ha publicado una serie de registros wagnerianos históricos a muy buen precio. De hecho, bajo la etiqueta de ZYX Music se han publicado algunos de aquellos reprocesados de Membran -el Parsifal de Kna de 1951, el Tristán de Furtwängler de 1952 o el Lohengrin de  Keilberth de 1953-. También ha publicado el registro que nos ocupa, con una ventaja sobre los anteriores: los reprocesados de Membran buscaban ante todo quitar todo el ruido de fondo, por lo que resultan un punto abrasivos con los agudos y de sonido encorsetado. Aquí, como la toma sonora ya era buena en origen, ZYX Music se ha limitado a copiar la edición de Philips, por lo que podemos disfrutarla sin reservas a un precio muy asequible. Como viene siendo norma en este sello, la portada es un cuadro, aquí Tannhäuser en el Venusberg de John Collier (1901).

Philips había iniciado su andadura de publicar completo el Canon de Bayreuth en estéreo en 1961, registrando el Holandés. Los buenos resultados dieron lugar a que al año siguiente registrara Tannhäuser, Lohengrin y Parsifal1.

El Venusberg en la segunda producción de Wieland Wagner.
La imagen corresponde a 1965, con Anja Silja como Venus.

          Tannhäuser fue la primera obra de la que Wieland Wagner realizó una segunda producción para el Festival. Así, tras la que pudo verse en 1954-55, llegaría la que nos ocupa, estrenada en 1961 y en cartel hasta 1967, un año después de su fallecimiento. Frederic Spotts nos la describe así: Aunque mantuvo la estructura básica de su versión precedente, introdujo importantes cambios tanto de detalles como de atmósfera. El Venusberg dejó de ser una caverna. Venus ahora permanecía inmóvil bajo algo similar a un enorme avispero. El Valle a los pies del Wartburg era un espacio vacío salvo una enorme cruz y algunos árboles estilizados. La sala de canto se había convertido en un espacio dorado abstracto. El movimiento escénico también fue alterado, los nobles aunque con vestuario idéntico, no formaban como anteriormente un conjunto uniforme, y los peregrinos aparecían distribuidos en tres grupos2. En lo que respecta a la partitura, siguió experimentando combinaciones de las distintas versiones de la obra, hasta el punto de que puede decirse que estamos ante la versión más personal que ha podido escucharse en Bayreuth. Si en 1954-55 optó para el inicio por la versión de París auténtica -a salvo del idioma-, esto es, primero interpretar completa la Obertura en la versión de Dresde y después iniciar la Bacanal, aquí se opta por una suerte de versión de Viena adaptada: la bacanal engancha sin solución de continuidad con la Obertura unos compases más adelante que en el lugar en que lo hace la versión de Viena original. Esta producción fue además la que incluyó la histórica coreografía de la bacanal desarrollada por Maurice Bejart, novedosa en su pasión, escuchando el grito festivo de sus intervinientes (CD1, pista 1, 9:43). La versión de Dresde regresa tras cantar el protagonista la primera estrofa del himno a Venus.

Acto I. Tannhäuser regresa del mundo de Venus y se encuentra con el
Landgrave y los cantores. La imagen corresponde a 1964.

          Si el elenco del estreno el año anterior ha sido calificado unánimemente como el mejor de toda la discografía -Windgassen, de los Ángeles, Fischer-Dieskau y Bumbry en los papeles principales-, un año después hubo bajas, pese a lo cual se mantuvo un altísimo nivel. En este año Dietrich Fischer-Dieskau (Wolfram) abandonaría el Festival durante los ensayos por discrepar con el vestuario con el que aparecían los cantores y el Landgrave en el primer acto: un traje rojo con un destacado gorro y una ballesta en la mano -no olvidemos que están en una partida de caza-, no regresando nunca más -quizás no tanto por orgullo como por el hecho, bastante aceptado, de que cuando a Wieland se le contradecía en sus decisiones artísticas, llevaba la diferencia a lo personal y tornaba la cuestión en enemistad irreconciliable-.

Acto II. El revuelo generado en la sala del Wartburg.
La imagen corresponde a 1964, con la Elisabeth de Leonye Rysanek.

         Victoria de los Ángeles regresaría para 1962, pero se alternó con Anja Silja en el rol de Elisabeth y no volvería en los años posteriores. No está muy claro por qué ambas se alternaron aquél año, sobre todo teniendo en cuenta que Silja también cantaba Elsa en Lohengrin. Lo más probable es que se debiera a una cuestión de derechos de cara a la grabación de Philips, como relata Ángel Fernando Mayo en su Guía Wagner: Victoria tenía un contrato en exclusiva con EMI y la compañía inglesa no quiso ceder a su soprano, por lo que el Festival hubo de colocar a Silja en las funciones que se iban a registrar3. También se ha apuntado que se le ofreció cantar Elsa aquél año -de esta forma quedaban parejas ambas cantantes-, pero que lo rechazó. Parece que el no acudir a Bayreuth en años sucesivos obedeció a una situación personal complicada.

Acto III. La gran cruz uno de los elementos que Wieland conservó
de su anterior producción. La imagen corresponde a 1964, con
Eberhard Waechter (Wolfram) y Leonie Rysanek (Elisabeth).

          El sonido estéreo es bueno, con algunos detalles bien conseguidos, como el coro de peregrinos en la lejanía en los actos primero y tercero y las trompas en el primero, captados con sonido envolvente y buena presencia (CD1, pista 8).

La dirección de Wolfgang Sawallisch es de las más veloces de toda la discografía, lo que junto con el un pequeño corte propuesto por Wieland en la parte final del dúo de los protagonistas en el segundo acto, que ya estaba en la anterior producción, hace que la obra sea despachada en apenas dos horas y cincuenta minutos. Acompaña bien a los cantantes, quienes se sienten cómodos, pero hay mucho de rutina y poco de imaginación, lo que hace que la batuta sea lo más flojo de este registro, en todo caso correcta.

La languidez inicial de los vientos al inicio de la Obertura no ayuda a entrar en ambiente, y el tema de los peregrinos aparece expuesto a tempo animado y con cierta rutina, restándole solemnidad. Tampoco el mundo de Venus, expuesto a tempo muy ágil, acaba de convencer, con una lectura literal de volumen contenido que no despliega ni toda la pasión en la aparición del himno a Venus ni todo el refinamiento tímbrico que la reposada sección intermedia ofrece. La batuta parece centrarse una vez iniciada la bacanal, ofreciendo una versión frenética y psicológicamente potente del frenesí, que se torna asfixiante, para después irse difuminando con naturalidad. La escena del Venusberg es correcta, no especialmente sutil, e intensa en las últimas frases de Venus y en la desaparición de su mundo (CD1, pista 6). El concertante final está resuelto eficazmente, con una línea cantabile, aunque el tempo que imprime a la intervención de Wolfram resulta demasiado rápida y deja poco margen para la ensoñación.

El segundo acto se inicia a ritmo veloz, festivo. El aria de la sala y el dúo de los protagonistas suenan frescos y juveniles. Efectiva la entrada de los invitados, tonante y a ritmo muy vivaz. Adecuado acompañamiento en el torneo de canto y correcto desarrollo del concertante final.

El preludio del tercer acto es correcto, aunque demasiado literal, sin entrar del todo ni en la esfera de lo ascético ni en la de lo dramático, lo que también puede decirse del coro de peregrinos. Notable acompañamiento en la plegaria de Elisabeth y en la romanza de Wolfram, como también en la narración de Roma del protagonista, donde sabe mantener la tensión. El final de la obra, desde la aparición de Venus, se va en un suspiro.

Wolfgang Windgassen es un excelente Tannhäuser, revelándose como el paradigma del actor-cantante deseado por Wagner. Es cierto que la voz clarea un punto respecto a la densidad que muestra en 1955, pero aquí hay mayor profundidad dramática. El personaje aparece en toda su complejidad de orgullo y desesperación, sin renunciar a la pasión en el primer acto -con las notas largas del Himno a Venus algo recortadas en medida y con un tempo ágil en la batuta- y con la acostumbrada línea cantabile de que siempre hizo gala. No hay flaqueza vocal, al contrario, hay momentos antológicos, de bellísima factura: la réplica a Walther en el torneo (CD2, pista 9), donde asciende al agudo con redondez, o su intervención tras el escándalo generado en el torneo, donde derrocha dramatismo de la mejor clase (pista 13). En la narración de Roma hace un inteligentísimo uso de sus recursos.

Anja Silja como Elisabeth
           Anja Silja, con su particular timbre aniñado y afilado, de color blanquecino, suena juvenil y decidida, no tanto angelical. A sus ochenta años -nació en Berlín en 1940-, es la única superviviente de los repartos dorados del Nuevo Bayreuth, a donde llegó con veinte años de la mano de Wieland, de quien fue cantante predilecta. Inició su carrera con dieciséis, con diecinueve debutó en la Staatsoper de Viena interpretando a la Reina de la Noche de La flauta mágica con Karl Böhm y, en 1960, apareció nada menos que como Senta en el Festival. Elisabeth, Elsa y Eva serían roles que le irían bien a su vocalidad, pero Wieland, con quien llegó a tener una confianza muy estrecha -se dice que fueron amantes- la promocionó como una cantante versátil -a Senta se sumaría Venus en 1963 e incluso quiso colocarla como Isolda en su segunda producción de Tristán, la que finalmente cantó Birgit Nilsson gracias a los más racionales postulados del director Karl Böhm-. Su presencia en el Festival finalizó con la muerte de Wieland, aunque desarrolló una importante carrera en los setenta y ochenta con roles como Brunilda, Salomé o Turandot -ya en un momento de crisis de voces wagnerianas-. Su carrera llega hasta nuestros días -en el otoño de 2020 apareció en Hamburgo interpretando Pierrot Lunaire de Schoenberg bajo la dirección de Kent Nagano4-. En este registro afronta el aria de la sala con excitación juvenil, desbordante de alegría, como también el apasionado dúo con el protagonista. Poseedora de un firme agudo con punta, sobresale en el concertante final del segundo acto, con un timbre más lacerante que brillante.

Grace Bumbry (Venus).

        Grace Bumbry, conocida como la Venus negra por la sorpresa que despertó en el Festival el debut de la primera cantante afroamericana, realizó una encarnación histórica del personaje -la crítica es bastante pacífica en considerar a ella y a Christa Ludwig como las dos mejores intérpretes del rol de toda la historia del disco-. Por desgracia, sólo cantó el rol en 1961 y 1962 y, tras participar en la novena sinfonía de Beethoven que Karl Böhm dirigiera en 1963, no volvió al Festival. Venus pasó a ser interpretada por Anja Silja. La voz de Bumbry es poderosa, a medio camino entre la inflexibilidad y la sensualidad -sobre todo en su contestación a Tannhäuser tras la segunda estrofa del himno a Venus-, con una interpretación espontánea que genera algún agudo de afinación dudosa (así, en CD1, pista 3, 2:22).

Eberhard Waechter encarna aquí, con treinta y dos años, uno de los mejores Wolfram de toda la discografía. Con una voz firme, robusta y noble, su interpretación es menos manierista y otoñal que la de Dietrich Fischer-Dieskau y más directa, pero igualmente de gran atractivo. Su intervención larga al final del primer acto (CD1, pista 10) no termina de desplegar toda la ensoñación de aquél, en parte por una batuta demasiado rápida. No así en el torneo de canto en el segundo o en la romanza del tercero.

No es Landgrave el papel que mejor le iba a Josef Greindl, como ya comentamos en el registro de Cluytens de 1955. Su entrada en el segundo acto, aunque se inicia con cierta suavidad, su emisión dura y nasal  -si bien el tempo vivo que imprime Sawallisch le ayuda a pasar el apuro- le da un tono inflexible y escasamente paternal (CD2, pista 4). En el arioso de presentación del torneo la voz se muestra más tirante que en el registro de 1955. No obstante, en su favor, conserva su instrumento tonante de verdadero bajo profundo.

Silja (Elisabeth) y Windgassen (Tannhäuser) al final del segundo acto.

          En el elenco de minnesänger destaca el Biterolf de Franz Crass, todo un lujo para la parte, de voz noble y poderosa -en esos años estaba cantando en Bayreuth el Holandés y el Rey Enrique de Lohengrin-. También un joven Gerd Nienstedt como Reinmar, uno de los secundarios más versátiles del Bayreuth de los años sesenta y setenta -llegó a cantar Hunding, Fafner o Gunther-. Menos interesantes, y lo más flojo del elenco, los dos tenores, voces de carácter: Georg Paskuda queda más disimulado como Heinrich, no así Gerhard Stolze, el histórico Mime, quien está fuera de rol como el lírico y elegante Walther, ofreciendo una interpretación histriónica, acartonada y un punto chillona. No obstante, son un detalle menor que no empañan el resultado global.

Modélico el Pastor de Else Margrete-Gardelli, cantante danesa descubierta por Frans Andersson -el Alberich del Anillo de Kna de 1958- y fallecida prematuramente en 1971. Habitual del Teatro Real Danés, triunfó con papeles rossinianos -Rosina o Cenerentola- y fue descubierta por Wieland en una función de La finta semplice de Mozart en el Drottningholmsteater de Estocolmo. Esposa del director italiano Lamberto Gardelli, a quien debe su apellido, de ella poseemos una exigua discografía circunscrita a los papeles secundarios que cantó en el Bayreuth de los años sesenta.

Excelente el coro dirigido por Wilhelm Pitz, envolvente y explosivo, aquí con el aliciente de poderlo escuchar en una toma en estéreo.

En definitiva, un registro referencial en lo vocal, con interpretaciones históricas en los roles de Tannhäuser y Venus, y magníficas en los de Elisabeth y Wolfram. Josef Greindl como Landgrave no desmerece y los secundarios están servidos a un altísimo nivel, a excepción de Stolze y Paskuda en los roles de Walther y Heinrich, si bien no desentonan en el resultado global. La valoración global del elenco me ha suscitado dudas, pues Greindl ya no está tan fresco como en 1955, Anja Silja no tiene un timbre tan cálido como Gré Brouwentijn y Victoria de los Ángeles en años anteriores, y Eberhard Waechter es más directo que Fischer-Dieskau. No obstante, concedemos las cinco estrellas, pues Greindl exhibe su instrumento tonante y cavernoso, Silja suena más juvenil que las otras sopranos aun cuando su timbre sea más afilado, y no se le pueden negar buenas maneras vocales a Waechter, todo ello en un registro en vivo. Las dudas también vendrían en la comparativa con el registro de Konwitschny de 1960, quien tiene la cristalina Elisabeth de Elisabeth Grümmer y el mejor Landgrave de toda la discografía, Gottlob Frick, junto con Fischer-Dieskau como Wolfram y el extraordinario Walther de Fritz Wunderlich. No obstante, ni Hans Hopf como Tannhäuser ni Marianne Schech como Venus pueden competir vocal y dramáticamente con Windgassen y Bumbry, en un registro que además es de estudio, razones por las que éste se coloca un punto por debajo. Notable sonido estéreo, muy natural. Correcta dirección de Sawallisch, pero pobre en comparación con lo que han ofrecido los grandes directores wagnerianos. Sería su última intervención en Bayreuth: Wieland le tenía ofrecida para 1963 su nueva producción de Maestros, pero aquél otoño compartieron un nuevo Anillo en la Ópera de Colonia, en la que Sawallisch era director,  y en la que Anja Silja interpretaría a Brunilda a instancias de Wieland. Durante los ensayos hubo diferencias entre la soprano y el director, por lo que cuando Sawallisch se enteró que Wieland quería contar con Silja como Eva, le comunicó que sólo dirigiría el montaje si se prescindía de la soprano, a lo que Wieland se negó5

ENERO DE 2021.
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1 Tras los intentos fallidos de EMI y DECCA de obtener un volumen interesante de grabaciones del Nuevo Bayreuth en los años cincuenta, una empresa que falló tanto por razones técnicas como contractuales, fue Philips quien por primera vez logró registrar todo el Canon en el Festival de Bayreuth. Comenzó por el Holandés (1961) con Sawallisch, siguiendo con Tannhäuser, Lohengrin y Parsifal al año siguiente -las dos primeras con Sawallisch y la última con Kna-. Vendrían después Tristán (1966) y el Anillo (1966-67) con Böhm y, finalmente, Maestros (1974) con Varviso.
SPOTTS, Frederic, Bayreuth: una historia del Festival Wagner, Yale University Press, 1994, Capítulo VII: "Ahora aparece, maravilla tras maravilla".
3 El grabar una única función y publicarla fue algo que se comenzó a hacer en Bayreuth en 2008, con los Maestros Cantores que dirigiera Sebastian Weigle con producción de Katharina Wagner, cuando Opus Arte comenzó a grabar en vídeo una ópera al año. Al menos en lo que se refiere a registros oficiales, no a grabaciones no oficiales, que proceden de la toma radiofónica de la Radio de Baviera. Las grabaciones en vivo que se realizaron en los cincuenta, sesenta y setenta por EMI, DECCA o Philips partían de registrar varias funciones para seleccionar de cada una de ellas los mejores fragmentos. Las grabaciones en vídeo de los setenta, ochenta y noventa se realizaban en sesiones especiales al efecto, generalmente aprovechando los últimos ensayos.
4 Destacamos el magnífico artículo de Sebastian Spreng sobre la soprano, que puede leerse aquí.
5 GÓMEZ RODRÍGUEZ, Emilio José, El Nuevo Bayreuth de Wieland y Wolfgang Wagner, Ediciones Karussell, 4ª ed., 2014.

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