Con motivo del fallecimiento de Franz Mazura, comentamos este registro de estudio que durante años no fue publicado y que hoy, desgraciadamente, se encuentra descatalogado, y en el que Mazura interpretaba a Klingsor.
Pocos registros en estudio se han realizado de Parsifal. Tras el primero, realizado por Solti en Viena en 1972, Karajan preparó el suyo para 1980 con la Filarmónica de Berlín y, pocos meses después, en el mismo año, Kubelik grabaría el que nos ocupa. Por desgracia, y pese a su cuidado reparto y a su dirección esmerada, la grabación no fue finalmente editada y hubieron de pasar unos cuantos años, hasta que, en 2003, el sello Arts Archives lo publicase.
Rafael Kubelik |
En una web que recopila toda la discografía de Kubelik se indica que su no publicación coincidió con el fin del contrato de Kubelik con DG y que probablemente se debiera a la publicación de la grabación de Karajan. Sin embargo, Karajan comenzó a grabar antes y lo hizo en un tiempo relativamente rápido -diciembre de 1979 y enero de 1980-. Además, cuando comentamos aquél registro, ya indicamos que estas grabaciones wagnerianas se hacían paralelamente a las representaciones que tenían lugar en el Festival de Pascua de Salzburgo, por lo que DG ya sabía que se iba a publicar. Su salida al mercado coincidía con el propio Festival, pero en este caso concreto, las copias no estuvieron listas para la Pascua de aquél año y se dilataron hasta el Festival de 1981, desconociendo las razones. O dicho de otra manera, cuando Kubelik empieza a grabar, Karajan ya ha terminado, pero aún no ha salido al mercado la grabación.
Circula por la red la teoría de que este Parsifal fue directamente vetado por Karajan, teoría del veto que también circula en relación con los Maestros de Kubelik. Éstos, grabados en estudio por DG en 1967 para ser publicados en 1968, año del centenario del estreno de la obra, parece ser que no vieron la luz porque el sello consultó sobre su oportunidad al barítono Dietrich Fischer-Dieskau, quien respondió que no tenían interés. Fischer-Dieskau grabaría otros para DG en 1975, con Jochum en el podio, y el registro de Kubelik hubo de esperar hasta 1997, en que sería publicado por el sello Calig y, en 2003, por Arts Archives.
Una tercera teoría apunta a que la grabación no fue publicada porque Kubelik no quedó contento con el resultado y pidió que se destruyera, cosa que no se hizo. Y hay quien apunta a razones contractuales de Kurt Moll, Gurnemanz tanto en este Parsifal como en el de Karajan. Por desgracia, el librillo que acompaña a la edición -que trae el libreto completo- no aporta información al respecto y se limita a una breve reseña de las circunstancias de la obra a cargo de Daniel Brandenburg. Tampoco hay fotografías de las sesiones de grabación.
Sea como fuere, Kubelik desarrolló un trabajo meticuloso y fiel a la partitura, eso sí, dentro de una visión personal de la obra, lírica, sincera, sencilla y un punto otoñal. No hallaremos efectismos ni explosiones sonoras, sí un fraseo cantabile y natural. No obstante, su concepción no funciona igual en todos los momentos de la larga partitura. Así, se encuentra más cómodo en los momentos más sutiles y místicos, mientras que los más terrenales y convulsos, como el dúo Parsifal-Kundry del segundo acto, no terminan de desplegar toda su fuerza. También puede que haya quien espere una mayor estentoreidad en la Sala del Grial o en el preludio del segundo acto, pero no cabe duda de que misticismo y drama están presentes.
En cuanto al reparto, podríamos dividirlo en tres bloques: una serie de cantantes que hicieron suyos los personajes en los años ochenta y que, no siendo los históricos, defienden sobradamente sus papeles sin desmerecer -Moll, Weikl, Salminen y Mazura-; el protagonista, James King, veterano de la segunda generación de cantantes que dio el Nuevo Bayreuth en los años sesenta y que aporta lustre a la grabación por sus medios vocales aun cuando ya hubiera pasado su mejor momento vocal; y la Kundry de Yvonne Minton, inadecuada por voz y escasa de presencia dramática.
La toma sonora, es nítida, diáfana y clara. Respeta las indicaciones de Wagner en lo que respecta a la distancia de los coros en la escena de la Sala del Grial.
Entrando con más detalle en la dirección de Kubelik, el Preludio resulta desigual. Su inicio, con una cuerda tersa muy atenta a las dinámicas y plena de recogimiento religioso, sobre la que se eleva la trompeta con el tema del Grial, nos demuestra buen oficio, pero las fanfarrias con el tema de la fe suenan algo estridentes y demasiado agresivas en la conclusión de cada una de ellas, y el posterior pasaje en la madera resulta algo aséptico. Falsa alarma, pues toda la escena en el bosque, con los monólogos de Gurnemanz, está cargada de recogimiento, con sonoridades redondeadas, tempi un punto pausados pero sin excesos, y con atención a la articulación del discurso, cuya tensión no decae.
La Verwandlungmusik y la entrada y salida de los coros en la Sala del Grial se desarrollan con fervor, aunque sin las sonoridades profundas del metal grave que podemos escuchar en los registros de Bayreuth gracias al foso del Festspielhaus, por lo que habrá quien eche de menos algo más de explosividad. Kubelik retiene un punto el pulso en la conclusión del Amen de Dresde, pero de forma muy natural, y hay sonoridades originales en las trompas, que por un momento se superponen al coro (CD 2, pista 2, 3:13). El final del primer acto es suave y reposado.
La falta de ese metal grave pastoso que emerge del foso del Festspielhaus se nota de nuevo en el preludio del segundo acto, que presenta una lectura más bien diáfana, pese a lo cual Kubelik nos introduce en seguida en la atmósfera inquietante que envuelve a Klingsor. El clímax de la escena, con el tema del protagonista, está muy bien preparado (CD3, pista 4). Claridad y equilibrio presiden la escena de las muchachas-flor para pasar a un dúo un tanto aséptico que no termina de despuntar en el momento en que el protagonista recuerda la herida de Amfortas y nos lleva hasta el final del acto sin tensión. Final en el que es de destacar la nitidez del arpa (CD3, pista 15, 0:43), pero no el derrumbe del castillo de Klingsor, que de cataclismo pasa a ordenado derribo a ritmo ligero.
Lo más logrado es un tercer acto modélico, que comienza con una introducción que delinea con claridad los diferentes planos sonoros. Los tempi reposados y la visión otoñal le vienen muy bien a este acto y Kubelik extrae algunas sonoridades muy bellas (así, CD4, pista 6, 0:33; pista 7, 2:57; pista 9, 4:20). El clímax del monólogo de Gurnemanz está muy bien planificado (así, desde pista 8, 3:00) y el interludio y la subsiguiente entrada de los coros en la Sala del Grial destacan por su claridad de lineas, luminosidad y homogeneidad. El final es sincero, lírico y luminoso.
Una de las pegas que se ha pretendido poner a esta grabación es el Parsifal de James King, de quien se ha dicho que estaba demasiado mayor. Es cierto que participó por última vez en Bayreuth en 1975 y que en 1980 tenía 55 años, pero también es cierto que estamos ante una grabación de estudio y que Parsifal tiene una tesitura fundamentalmente central, todo lo cual le permite realizar una buena interpretación del personaje, compensando la falta de frescura con un inteligente uso de los medios. Estuvo activo hasta principios de los noventa, por lo que tampoco es una de sus últimas grabaciones, aunque sí su última grabación wagneriana1. Además, pese a que fue un papel que interpretó habitualmente, aparte de este registro sólo nos ha llegado el del Festival de 1970, con Pierre Boulez en el podio (DG), dirección ligera y vanguardista, por lo que compensa poder escucharle en un registro con una batuta tradicional. Su voz era ancha, de volumen considerable y de color baritonal2. En este registro conserva bastante bien sus cualidades y frasea con elegancia, si bien en el primer acto la voz suena algo añeja y en el dúo del segundo acto en algún momento se nota que no tiene la agilidad de los años dorados, pese a lo cual en el Amfortas, die wunde! (CD3, pista 11) da el resto, con apuros bien sorteados en las notas agudas. Lo más logrado de su interpretación es el acto tercero, donde su voz baritonal y su fraseo sereno se avienen muy bien con el protagonista ya maduro -y donde los agudos, más puntuales, están emitidos con mayor comodidad-.
Aliciente de este registro es escuchar el Gurnemanz de Kurt Moll en el que es, en nuestra opinión, su mejor registro del papel. Moll había grabado el personaje meses antes con Karajan y, a principios de los noventa, lo volvería a grabar con Levine en estudio (DG, 1991) y en vivo (DG, 1993, en vídeo), pero su interpretación no alcanzaría el mismo nivel debido a unas batutas que lo encorsetan en el manierismo sonoro o en los tempi lastrados. De voz tersa y un punto aterciopelada, su Gurnemanz es recio pero no agresivo, noble en el fraseo aunque un punto distanciado en emotividad. Su técnica es impoluta y hace gala de hermosas medias voces -Dir ward es aus Arabia hergeführt (CD1, pista 4, 4:45)-. Nótese el halo de misterio con que inquiere a Parsifal al final del primer acto Was stehst du noch da? / Weißt du, was du sahst? (CD2, pista 6). En el tercer acto recrea un personaje sencillo y sincero.
La otra pega que se le ha puesto a este registro, y aquí con razón, es la Kundry de Yvonne Minton, fuera de rol. El personaje está mal plantado desde el punto de vista vocal, con sonidos fijos que no vienen nada bien a una rol de amplia tesitura que requiere recurrir necesariamente al pasaje. Minton es una cantante versátil, que ha abordado Mozart, Bizet, Berlioz, Wagner y Strauss. En el caso de Wagner, su Brangania y su Fricka han sido buenas creaciones, y no se entiende muy bien qué le llevó a dar el paso a cantar Kundry -no sólo en estudio sino también en directo-. El primer acto está bien resuelto, pero en el segundo la voz resulta mate, deshilachada en los agudos, y la interpretación carece de ese punto de seducción-locura que requiere el personaje. La complicada intervención del final del segundo acto está resuelta como buenamente puede.
Bernd Weikl es un Amfortas equilibrado, de voz firme en todo el registro y comedido en lo dramático, sin una interpretación especialmente doliente. De hecho, dramáticamente está más exultante en su registro en vídeo en Bayreuth un año después con Horst Stein (DG), si bien Kubelik tampoco desarrolla un especial dramatismo en sus intervenciones en los actos primero y tercero.
Excelente el Titurel de Matti Salminen, de voz noble, redondeada y bellamente timbrada, con el aliciente de que la toma sonora le da un punto de reverberación. Es una lástima que en su época dorada de los años ochenta apareciese más como Titurel que como Gurnemanz. Así, en Bayreuth encarnó al anciano rey en diez temporadas, mientras que nunca cantó al anciano caballero debido al monopolio que ostentó sobre el papel Hans Sotin desde 1976 hasta 1999, y si queremos escuchar su Gurnemanz tenemos que acudir a registros realizados en el siglo XXI3.
Excelente igualmente el Klingsor de Franz Mazura, de voz potente y homogénea, emisión gutural de las erres que le da una cierta fiereza, y muy completo dramáticamente.
Correcto el solo de la desconocida Julia Falk, de voz liviana, no la más adecuada para una parte que demanda una voz más oscura.
Los caballeros y escuderos se desempañan a un nivel competente. Sobresalientes las muchachas-flor, con nombres destacados como Lucía Popp, Carmen Reppel, Marga Schiml o Doris Soffel.
La prestación coral corre a cargo del Coro de la Radio de Baviera y el Tölzer Knabenchor para los coros femeninos, y su nivel es sobresaliente, sin llegar al estratosférico del Coro del Festival de Bayreuth. El primero está dirigido por Heinz Mende y el segundo por el que fuera su fundador y director hasta hoy, Gerhard Schmidt-Gaden. Salvo error, los únicos registros que emplean niños son el de Solti (DECCA, 1972) y el que nos ocupa.
En definitiva, un registro a tener en cuenta, con una lectura personal de Kubelik de gran interés y un reparto que rinde a buen nivel. Notable alto para todos ellos -que no es poco teniendo en cuenta el nivel wagneriano existente en los años ochenta-, no alcanzando el sobresaliente debido a que la batuta decae en el dúo del segundo acto y por la Kundry inadecuada de Yvonne Minton, aspectos estos que, sin embargo, no empañan un buen resultado general, con algunos momentos de gran belleza. Dado el selecto reparto con que contó Kubelik, es una pena no haberle dado a Leonie Rysanek la oportunidad de grabar el papel de Kundry -algo que nunca hizo, si bien por la red circulan grabaciones radiofónicas de sus interpretaciones en Bayreuth a principios de los ochenta, con James Levine, antes de que hiciera aparición Waltraud Meier-. Otra opción hubiera sido contar con Christa Ludwig, quien ya había grabado Kundry con Solti en 1972 (DECCA) y probablemente en 1980 aun poseía un estado vocal que le permitía enfrentarse al papel con buen nivel.
FEBRERO DE 2020.
La Verwandlungmusik y la entrada y salida de los coros en la Sala del Grial se desarrollan con fervor, aunque sin las sonoridades profundas del metal grave que podemos escuchar en los registros de Bayreuth gracias al foso del Festspielhaus, por lo que habrá quien eche de menos algo más de explosividad. Kubelik retiene un punto el pulso en la conclusión del Amen de Dresde, pero de forma muy natural, y hay sonoridades originales en las trompas, que por un momento se superponen al coro (CD 2, pista 2, 3:13). El final del primer acto es suave y reposado.
La falta de ese metal grave pastoso que emerge del foso del Festspielhaus se nota de nuevo en el preludio del segundo acto, que presenta una lectura más bien diáfana, pese a lo cual Kubelik nos introduce en seguida en la atmósfera inquietante que envuelve a Klingsor. El clímax de la escena, con el tema del protagonista, está muy bien preparado (CD3, pista 4). Claridad y equilibrio presiden la escena de las muchachas-flor para pasar a un dúo un tanto aséptico que no termina de despuntar en el momento en que el protagonista recuerda la herida de Amfortas y nos lleva hasta el final del acto sin tensión. Final en el que es de destacar la nitidez del arpa (CD3, pista 15, 0:43), pero no el derrumbe del castillo de Klingsor, que de cataclismo pasa a ordenado derribo a ritmo ligero.
Lo más logrado es un tercer acto modélico, que comienza con una introducción que delinea con claridad los diferentes planos sonoros. Los tempi reposados y la visión otoñal le vienen muy bien a este acto y Kubelik extrae algunas sonoridades muy bellas (así, CD4, pista 6, 0:33; pista 7, 2:57; pista 9, 4:20). El clímax del monólogo de Gurnemanz está muy bien planificado (así, desde pista 8, 3:00) y el interludio y la subsiguiente entrada de los coros en la Sala del Grial destacan por su claridad de lineas, luminosidad y homogeneidad. El final es sincero, lírico y luminoso.
James King |
Aliciente de este registro es escuchar el Gurnemanz de Kurt Moll en el que es, en nuestra opinión, su mejor registro del papel. Moll había grabado el personaje meses antes con Karajan y, a principios de los noventa, lo volvería a grabar con Levine en estudio (DG, 1991) y en vivo (DG, 1993, en vídeo), pero su interpretación no alcanzaría el mismo nivel debido a unas batutas que lo encorsetan en el manierismo sonoro o en los tempi lastrados. De voz tersa y un punto aterciopelada, su Gurnemanz es recio pero no agresivo, noble en el fraseo aunque un punto distanciado en emotividad. Su técnica es impoluta y hace gala de hermosas medias voces -Dir ward es aus Arabia hergeführt (CD1, pista 4, 4:45)-. Nótese el halo de misterio con que inquiere a Parsifal al final del primer acto Was stehst du noch da? / Weißt du, was du sahst? (CD2, pista 6). En el tercer acto recrea un personaje sencillo y sincero.
Yvonne Minton |
Bernd Weikl es un Amfortas equilibrado, de voz firme en todo el registro y comedido en lo dramático, sin una interpretación especialmente doliente. De hecho, dramáticamente está más exultante en su registro en vídeo en Bayreuth un año después con Horst Stein (DG), si bien Kubelik tampoco desarrolla un especial dramatismo en sus intervenciones en los actos primero y tercero.
Excelente el Titurel de Matti Salminen, de voz noble, redondeada y bellamente timbrada, con el aliciente de que la toma sonora le da un punto de reverberación. Es una lástima que en su época dorada de los años ochenta apareciese más como Titurel que como Gurnemanz. Así, en Bayreuth encarnó al anciano rey en diez temporadas, mientras que nunca cantó al anciano caballero debido al monopolio que ostentó sobre el papel Hans Sotin desde 1976 hasta 1999, y si queremos escuchar su Gurnemanz tenemos que acudir a registros realizados en el siglo XXI3.
Excelente igualmente el Klingsor de Franz Mazura, de voz potente y homogénea, emisión gutural de las erres que le da una cierta fiereza, y muy completo dramáticamente.
Correcto el solo de la desconocida Julia Falk, de voz liviana, no la más adecuada para una parte que demanda una voz más oscura.
Los caballeros y escuderos se desempañan a un nivel competente. Sobresalientes las muchachas-flor, con nombres destacados como Lucía Popp, Carmen Reppel, Marga Schiml o Doris Soffel.
La prestación coral corre a cargo del Coro de la Radio de Baviera y el Tölzer Knabenchor para los coros femeninos, y su nivel es sobresaliente, sin llegar al estratosférico del Coro del Festival de Bayreuth. El primero está dirigido por Heinz Mende y el segundo por el que fuera su fundador y director hasta hoy, Gerhard Schmidt-Gaden. Salvo error, los únicos registros que emplean niños son el de Solti (DECCA, 1972) y el que nos ocupa.
En definitiva, un registro a tener en cuenta, con una lectura personal de Kubelik de gran interés y un reparto que rinde a buen nivel. Notable alto para todos ellos -que no es poco teniendo en cuenta el nivel wagneriano existente en los años ochenta-, no alcanzando el sobresaliente debido a que la batuta decae en el dúo del segundo acto y por la Kundry inadecuada de Yvonne Minton, aspectos estos que, sin embargo, no empañan un buen resultado general, con algunos momentos de gran belleza. Dado el selecto reparto con que contó Kubelik, es una pena no haberle dado a Leonie Rysanek la oportunidad de grabar el papel de Kundry -algo que nunca hizo, si bien por la red circulan grabaciones radiofónicas de sus interpretaciones en Bayreuth a principios de los ochenta, con James Levine, antes de que hiciera aparición Waltraud Meier-. Otra opción hubiera sido contar con Christa Ludwig, quien ya había grabado Kundry con Solti en 1972 (DECCA) y probablemente en 1980 aun poseía un estado vocal que le permitía enfrentarse al papel con buen nivel.
FEBRERO DE 2020.
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1 Su última aparición en concierto fue en la gala en honor a James Levine que tuvo lugar en el Metropolitan en 1996. En todo caso, tiene grabaciones solventes posteriores a la presente, como su participación como Baco en dos Ariadnas en vivo: en la Staatsoper de Viena con Wolfgang Sawallisch (Orfeo, 1982) y en el Metropolitan con James Levine (DG, 1988, en vídeo). Su última grabación de una ópera completa data de 1989, en vídeo, donde interpreta a Egisto en Elektra en la Staatsoper de Viena con Abbado (Arthaus).
2 Sus registros wagnerianos más importantes son Sigmundo en los Anillos de Solti en estudio con la Filarmónica de Viena (DECCA, 1965) y Böhm en Bayreuth (DG, 1966), y Lohengrin con Kempe en Bayreuth (Orfeo, 1967) y con Kubelik en estudio (DG, 1971).
3 Salminen ha disfrutado de una prolongada carrera y su instrumento ha conservado su belleza, pero hubiera sido interesante escucharle el personaje en su plenitud. Disponemos de dos registros en vídeo: uno de 2004, en el Festival de Baden-Baden, con Kent Nagano y la Filarmónica de Berlín (Opus Arte) -Christopher Ventris es Parsifal y Waltraud Meier es Kundry-; y otro de 2007 en la Ópera de Zurich con Bernard Haitink (DG) -Christopher Ventris es Parsifal e Yvonne Naef es Kundry-.
2 Sus registros wagnerianos más importantes son Sigmundo en los Anillos de Solti en estudio con la Filarmónica de Viena (DECCA, 1965) y Böhm en Bayreuth (DG, 1966), y Lohengrin con Kempe en Bayreuth (Orfeo, 1967) y con Kubelik en estudio (DG, 1971).
3 Salminen ha disfrutado de una prolongada carrera y su instrumento ha conservado su belleza, pero hubiera sido interesante escucharle el personaje en su plenitud. Disponemos de dos registros en vídeo: uno de 2004, en el Festival de Baden-Baden, con Kent Nagano y la Filarmónica de Berlín (Opus Arte) -Christopher Ventris es Parsifal y Waltraud Meier es Kundry-; y otro de 2007 en la Ópera de Zurich con Bernard Haitink (DG) -Christopher Ventris es Parsifal e Yvonne Naef es Kundry-.
Muchas gracias por estas reseñas tan útiles para todo discófilo wagneriano.
ResponderEliminarGracias por leerlas. Para mí es un placer.
ResponderEliminarjmponcela, lamento decirle que su enlace a youtube no funciona, ¿podría revisarlo?, parecía un documento interesante.
ResponderEliminarEn cuanto a Kubelik, es un director con grabaciones envueltas en el misterio. No son solo sus excepcionales Maestros, o este estupendo Parisfal; hace poco encontré y adquirí una grabación suya de Pelléas et Mélisande de Debussy, con su orquesta, en vivo (versión concierto), en el sello Orfeo y con un reparto fantástico: Dietrich Fischer-Dieskau, Nicolai Gedda y Helen Donath. El sonido es fantástico, tanto que hace a uno preguntarse si se trata realmente de una simple grabación de radio, ¿lo grabarían también los técnicos de DG? Desde luego que el documento es absolutamente recomendable, por encima de otros muchos. En cualquier caso ha pasado absolutamente desapercibido. Lo dicho, misterios...
Muchas gracias! Saludos
Corrijo mi anterior comentario, el enlace sí funciona. Muchas gracias!
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