Primer acto de La Valquiria y fragmentos del Ocaso por Christian Thielemann (2021)

El sello Hänssler, en su sección dedicada a la Staatskapelle Dresden, acaba de publicar en doble CD un directo procedente del Festival de Pascua de Salzburgo de 2021: el concierto ofrecido por Christian Thielemann con el primer acto de La Valquiria y fragmentos del Ocaso.

PRIMER ACTO DE LA VALQUIRIA
FRAGMENTOS DE EL OCASO DE LOS DIOSES

Stephen Gould
Anja Kampe
René Pape

Staatskapelle Dresden
Christian Thielemann

Festival de Pascua de Salzburgo, 31 de octubre de 2021

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            El Festival de Pascua de Salzburgo de 2021, primero reducido y después trasladado al otoño, ofreció una disfrutable velada el 31 de octubre, con Christian Thielemann dirigiendo el primer acto de La Valquiria y escenas de El Ocaso de los dioses, con un solvente elenco y una formidable Staatskapelle Dresden.

Tras la suspensión del Festival de Pascua de Salzburgo de 2020 debido a la pandemia, la edición de 2021 fue trasladada a finales de octubre y principios de noviembre, en lo que se llamó Festival de Todos los Santos. Ya en la programación presentada se había optado por reducir la cita a la mínima expresión, suprimiendo la escenificación operística y ofreciendo únicamente conciertos, programación que se desarrolló entre el 29 de octubre y el 1 de noviembre. Thielemann, director artístico del Festival junto con la Staatskapelle Dresden, orquesta residente de la que es a la vez titular, ofrecieron en la apertura el Requiem de Mozart junto al Coro Bach de Salzburgo, y clausuraron la edición con un programa dedicado a Richard Strauss que incluyó Una vida de héroe. No obstante, el plato fuerte de aquél atípico año fue el concierto ofrecido el 31 de octubre, titulado Winterstürme, y en el que se ofreció, en la primera parte, el primer acto de la La Valquiria y, en la segunda, fragmentos del Ocaso. El 30 de octubre fue Daniele Gatti quien se puso al frente de la formación sajona para interpretar obras de Mozart -el concierto para violín nº 5, con Hilary Hahn, quien recibiera el Premio Karajan de manos de la hija del director, Arabel-, Mendelssohn -Mar en calma y feliz viaje- y Schumann -la Sinfonía renana-.

Thielemann al frente de la Staatskapelle Dresden en este concierto
              Los micrófonos de la ORF recogieron el evento con un sonido homologable a los estándares de hoy -sin ser sorprendente- y, menos de un año después, Hänssler, en su serie dedicada a la Staatskapelle Dresden, nos lo ofrece en un doble CD con un magnífico librillo en alemán e inglés de sesenta páginas a todo color con imágenes de la velada, semblanza de los intérpretes y distintos artículos dedicados al Anillo, incluyendo uno escrito por el propio Thielemann y titulado ¿Dinero, poder o amor? Un panorama del mundo en colores del atardecer. En él, el director deja sentado que, aunque invirtió más de 300 horas entre ensayos completos y representaciones durante los cinco años que dirigió la Tetralogía en Bayreuth (2006-10), no ha terminado aún de explorar la obra. De hecho, y como apuntaremos, en esta ocasión nos ofrece detalles ocultos en la densa partitura, en unas lecturas que bien podríamos calificar de crepusculares, con una atmósfera de fin de etapa -dorada etapa, a un nivel no visto desde el final del reinado de su maestro, fundador del Festival y alma mater del mismo, Herbert von Karajan-. En 2021 tuvo lugar el penúltimo Festival de Pascua con Thielemann a su frente y la Staatskapelle Dresden como orquesta residente. Este año ha finalizado el reinado del berlinés. Él y Nikolaus Bachler, intendente del Festival -quien lo fuera también de la Ópera Estatal de Baviera-, decidieron no renovar la colaboración por diferencias profesionales. Bachler seguirá en Salzburgo, pero a partir de 2023 el Festival carecerá de director musical titular y contará con una orquesta invitada cada año. 

           El trío vocal está encomendado a tres veteranos cantantes wagnerianos, ya pasado su mejor momento -todos cumplieron sobradamente los 50-, pero en todo caso con correcto estado vocal y con sobradas credenciales. Sorprende la presencia de Anja Kampe compartiendo escenario con Thielemann, si bien no es la primera vez en los últimos años, y de hecho ya cantó Brunilda bajo la batuta del berlinés en La Valquiria que se ofreció en este mismo Festival en 2017 conmemorando los cincuenta años de la ofrecida en 1967 por Herbert von Karajan en la primera edición del certamen. Digo esto porque la soprano mantuvo fortísimas diferencias con Thielemann a raíz del Tristán ofrecido en Bayreuth en 2015, que terminaron con la salida de la soprano de aquella producción ya avanzados los ensayos1.

Thielemann, Gould y Kampe

              El preludio de La Valquiria se inicia vivo y muy bien articulado en los contrabajos, no especialmente tormentoso, sino más bien equilibrado. En el clímax existe un punto de apelmazamiento sonoro entre trompas y trombones, quizás procedente de la toma sonora. Toda la primera escena está expuesta con un bellísimo lirismo nostálgico, si bien la cuerda resulta más liviana y menos densa que en la grabación del Anillo realizada en Bayreuth en 2008 por Opus Arte, aunque el balance en esta ocasión deja entrever en las trompas detalles de exquisito gusto -nótese la línea secundaria en la cuerda que comienza a escucharse en pista 2, 5:36 a la nitidez de los cellos en 5:51-. La articulación de las maderas en los solos es asimismo excelente (así, el clarinete en 6:36).

La segunda escena se beneficia de un magnífico fluir, nervioso en el relato de Sigmundo, añadiendo excitabilidad a este momento y con una limpísima primera aparición del tema de la espada, interrumpida por una cuerda densa y apabullante (pista 8, 3:44). Todo el acompañamiento a Sigmundo en su monólogo de la tercera escénica es dramáticamente brillante, intenso sin sonar efectista o abrumador, y ofreciendo esos detalles de sonoridad original que son seña de identidad del director -nótese la línea secundaria de la trompa frente a la principal de la flauta en pista 9, 3:18 o el oboe seguido del clarinete en 4:43-. En el monólogo de Sieglinde, Thielemann nos descubre el interesantísimo complemento que ofrecen las trompas a la línea vocal (pista 11, 1:37), y que suele pasar desapercibido -yo nunca había escuchado todo el pasaje con esa nitidez y colocando ambas líneas en igualdad-. Vuelve a repetirse este esquema con los trombones en pista 14, 4:09.

Stephen Gould es un Sigmundo de enorme voz baritonal e interpretación nostálgica un punto atormentada. No es un rol que haya frecuentado en los últimos quince años -sí en sus primeros años de carrera internacional, de hecho cantó el primer acto de La Valquiria en versión de concierto con Thielemann y la Orquesta de la Deustche Oper de Berlín en el ciclo de Ibermúsica ofrecido en noviembre de 2004 en el Auditorio Nacional-. En 2018 lo cantó en Bayreuth precisamente con la misma partenaire. De aquella ocasión a ésta distan algo más de tres años y una pandemia de por medio, por lo que el rendimiento de Gould resulta aquí ligeramente inferior -sin descalabros-: en sus Wälse! evidencia pérdida de color y el instrumento muestra en algunos momentos cierta inestabilidad en la emisión, con empuje brusco. Ahora bien, en 2018 estaba en el podio Plácido Domingo, quien dirigiera un primer acto lento y desarticulado que no resultó cómodo al tenor, mientras que Thielemann acompaña como pocos a los cantantes. En su favor hay que indicar que el Gould maduro matiza mejor que el juvenil: nótese, por ejemplo, como apiana en Kunde gewänn' ich des gern (pista 4, 3:02), preguntando a Hunding dónde se encuentra.

Anja Kampe ha sido siempre una cantante de buenas maneras vocales e interpretación apasionada. Los años tampoco pasan en balde -cuenta aquí con 53- y la voz ha perdido un punto de carnosidad y frescura -compárese con su Senta con la Orquesta del Concertgebouw en 2013-, si bien la soprano opta inteligentemente por una interpretación sobria, sin cargar las tintas en la dimensión más romántica y ensoñadora del personaje -compárese el Du bist der lenz con el ofrecido con Petrenko en el Anillo de 2015 en Bayreuth, con una voz cremosa y un aliento dramático desbordante-.

El trío vocal
            La voz de René Pape, el Black Diamond Bass como se autodefine en su web, es la que más acusa el paso del tiempo. Contaba al tiempo de esta grabación con 57 años. El instrumento ha perdido esmalte y densidad, por lo que opta por una interpretación un punto más incisiva y seca de lo que ha sido habitual en él para dotarla de mayor impacto dramático, algo que se hace especialmente patente en sus primeras frases. El bajo, además, confesó ser alcohólico en un comunicado de disculpa que emitió el pasado mes de julio a raíz de unos comentarios que había realizado sobre un grupo de trabajadores del Metropolitan de Nueva York, por lo que no sabemos hasta qué punto le ha podido afectar a su instrumento. Pese a todo, el cantante ofrece detalles de buena factura: así, apiana la voz al preguntar con cortesía a Sigmundo su nombre -wird sein Name nun mir genannt (pista 4, 3:37)-.

            En el segundo CD se nos presentan los habituales fragmentos de concierto del Ocaso: el amanecer y viaje de Sigfrido por el Rhin, la marcha fúnebre y la escena de la inmolación -esta última con Anja Kampe como Brunilda-, en unas interpretaciones que no pueden calificarse sino de excepcionales. La primera de ella presenta una magnífica progresión del motivo del amanecer en los violines, delineado con sutileza y ensoñación y recurriendo con maestría al rubato, si bien en el clímax Thielemann se acelera en demasía, rompiendo de forma un punto abrupta el clímax (CD2, pista 1, 5:04) para luego volver a un reposo mucho más adecuado. El tema del viaje se desgrana con limpieza y meticulosidad, incluyendo los graves (pista 2, 1:02), discurriendo la melodía primero en la trompa, luego en el oboe y finalmente en la cuerda. En 3:48 la batuta nos ofrece una sonoridad original en las maderas.

La marcha fúnebre se inicia lánguida -unos compases antes de lo acostumbrado en concierto- para ir ganando progresión hasta un explosivo clímax en el que no se renuncia a los detalles -nótese la línea rítmica en la cuerda en pista 3, 4:48, o las sucesivas respuestas de los contrabajos en 4:57, 4:59, 5:02, 5:05 y 5:07-. En 6:10 se produce un extático rallentando.

Thielemann con Kampe recibiendo las ovaciones del público
al final del concierto

             La escena de la inmolación también se inicia unos compases antes de lo acostumbrado, lo que lleva a pensar que esta práctica, tanto aquí como en la marcha fúnebre, se realizó para interpretar todos los fragmentos sin interrupción, ofreciendo un adecuado enlace entre cada uno. En total, más de 21 minutos de música. Kampe inicia su entrada serena aun cuando su instrumento suene forzado. Luego se estabilizará, pero en la sección final -desde Fliegt heim, ihr Raben! (12:03)- los apuros con el agudo y los saltos son evidentes. Kampe no es la voz ideal para Brunilda, ya no sólo por la temible tesitura, sino también por las características de su instrumento, que no es el de una dramática, sino una lírico-dramática, mostrando calidez humana más que hieratismo divino, y un instrumento más redondo que lacerante, si bien tiene cualidades más que interesantes en su fraseo. La soprano debutó la Brunilda de La Valquiria en las referidas representaciones de 2017 y no había vuelto a explorar este territorio. No obstante, se ha atrevido a preparar las otras dos partes y las debutará este otoño en la Staatsoper de Berlín, en la esperada producción del Anillo debida a Dmitri Tcherniakov y que debía dirigir inicialmente Barenboim -el argentino ha cancelado por problemas de salud, optando el teatro por Thielemann-. No será el único debut de la soprano, pues esta temporada debutará también la Ortrud de Lohengrin en la Ópera Estatal de Baviera. Creo que ninguno de estos roles le va en absoluto, por mucho que haya podido hacer unas solventes Isolda y Kundry, y que parecen más bien una huida hacia adelante en la fase final de su carrera.

            Una vez más Thielemann nos descubre detalles ocultos en la partitura, como el tema de la valquiria oculto en los vientos a partir de pista 4, 1:50 y que se sucede casi como un obstinato normalmente oculto al oyente. El berlinés sabe jugar como nadie con los tempi, con ralletandi y acelerandi que marcan las distintas secciones del larguísimo monólogo de Brunilda, aunque el momento más destacado sea el derrumbamiento de la sala de los gibichungos, donde el tempo se reduce para luego acelerar imperceptiblemente. Tras apagarse la orquesta lentamente en el acorde final como un enorme órgano, diecisiete segundos de silencio nos hacen mantener el aliento hasta que el público congregado en el Grosses Festspielhaus de Salzburgo irrumpe en aplausos. La grabación ha sido generosa, recogiendo la respuesta del público durante más de seis minutos.

La Staatskapelle Dresden en el Grosses Festspielhaus recibe los aplausos del público junto
a Thielemann y Kampe al final del concierto


En definitiva, un primer acto de La Valquiria sobresaliente en lo orquestal -aunque sin llegar a las cotas dramáticas del Anillo de Bayreuth de 2008, aquí más sereno- y unos fragmentos del Ocaso absolutamente excepcionales, con el atractivo de ofrecer una visión complementaria a la Tetralogía grabada entonces: aquí se nos revela un Thielemann más otoñal y metafísico -también más transparente en detalles- que el grandioso y opulento de entonces. Solvente reparto, aunque unos años antes hubiera lucido a mayor nivel.

SEPTIEMBRE DE 2022.

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1 La historia es conocida: la producción de Tristán debida a Katharina Wagner y que se estrenó en Bayreuth en 2015 fue anunciada en 2010: Christian Thielemann estaría en el podio y la pareja protagonista estaría conformada por Stephen Gould -quien en aquél momento acababa de preparar el papel, cantándolo en concierto en Brasil para llevarlo a escena por primera vez en diciembre de aquél año en Tokyo- y Eva Maria Westbroek. En el concierto llevado a cabo en el Festspielhaus en 2013 con motivo del bicentenario de Wagner, Westbroek cantó el Liebestod, pero cuando en enero de 2015 se anunció el reparto final, se optó por Anja Kampe, probablemente por sus deslumbrantes Sieglindes de los dos años precedentes. La designación del sucesor de Rattle al frente de la Filarmónica de Berlín coincidió con los ensayos del Festival. Thielemann, quien partía como candidato favorito, fue desbancado en segunda vuelta y por escaso margen por Kirill Petrenko, pareja de Anja Kampe y quien en aquél momento dirigía el Anillo en Bayreuth. Parece ser que Thielemann no digirió bien la decisión, cargando las tintas con Kampe en los ensayos hasta el punto de que la soprano declinó continuar con la producción. Se abrió entonces un interrogante que se prolongó hasta el último momento: Isolda fue interpretada por Evelyn Herlitzius, pero el ensayo general lo cantó Linda Watson. Eva y Katharina Wagner decidieron cerrar filas en torno a éste, nombrándole Director Musical del Festival, un cargo de nueva creación que concedía a Thielemann supervisión directa de cantantes y batutas y que fue entendido como un premio de consolación ante la derrota en Berlín. Por su parte, Petrenko no acudió a Bayreuth al año siguiente, como tampoco Kampe, quien sí regresó en 2018 para cantar Sieglinde bajo la batuta de Plácido Domingo. No obstante, las irreconciliables diferencias entre Thielemann y Kampe en Bayreuth parece que sí han tenido solución en otros teatros, aun cuando haya sido de manera circunstancial.

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