LOS MAESTROS CANTORES DE NÚREMBERG / BAYREUTH 2018

LOS MAESTROS CANTORES DE NÚREMBERG / Festival de Bayreuth, 28 de julio de 2018, 16:00 horas
Otras representaciones: 5, 11, 17, 21 y 27 de agosto
Producción de Barrie Kosky estrenada en 2017 / Decorados: Rebecca Ringst. Vestuario: Klaus Bruns. Dramaturgia: Ulrich Lenz. Luces: Franck Evin
Dirección musical de Philippe Jordan (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Michael Volle (Hans Sachs), Günther Groissböck (Veit Pogner), Tansek Akzeybek (Kunz Vogelgesang), Armin Kolarczyk (Konrad Nachtigal), Johannes Martin Kränzle (Sixtus Beckmesser), Daniel Schmutzhard (Fritz Kothner), Paul Kaufmann (Balthasar Zorn), Christopher Kaplan (Ulrich Eisslinger), Stefan Heibach (Augustin Moser), Raimund Nolte (Hermann Ortel), Andreas Hörl (Hans Schwarz), Timo Riihonen (Hans Foltz), Klaus Florian Vogt (Walther von Stolzing), Daniel Behle (David), Emily Magee (Eva), Wiebke Lehmkuhl (Magdalene), Tobias Kehrer (sereno).
Minutación: Acto I: 82'27 / Acto II: 60'12 / Acto III: 122'10 / Total: 264'49 (4 h 24 min)
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Beckmesser, qué complejo eres

               Con Barbara Malisch desde la Radio de Baviera se nos introducían estos Maestros, segundo año de la producción del australiano Barrie Kosky con dirección musical, festiva, idiomática y un punto musculada del que es el director de la Ópera Nacional de París y electo de la Staatsoper de Viena, Philippe Jordan. Como ya analizamos el año pasado, Kosky concibe la obra como una metáfora de los postulados artísticos y políticos de Wagner -cuestión judía incluida-, que son juzgados en el concurso de canto del tercer acto, utilizando para ello la sala de los Juicios de Nuremberg. El tratamiento es el de verdadera comedia, con un aire fresco, jovial, atención a los detalles, magnífico vestuario -inspirado en la época, en lo que parecen atuendos de los cuadros de Durero- y absoluto respeto hacia la obra. Sachs, Walther y David son tres alter ego del propio Wagner, mientras Eva lo es de Cósima, Pogner de Franz Liszt -yerno del compositor- y Beckmesser del director judío Hermann Levi -quien dirigió el estreno de Parsifal en 1882 y quien sufre verdadero escarnio en el tumulto nocturno del segundo acto-. El año pasado la crítica internacional alabó por regla general este planteamiento tan original, con algunos comentarios muy entusiastas, y este año se repiten las mismas reacciones.


Nuevo aspecto del segundo acto. El jardín ha desaparecido para dar
paso a una estancia donde se apila mobiliario del primer acto.
               En este segundo año la producción está más rodada, y aspectos musicales que el año pasado podían sonar más académicos, así como reacciones de los personajes, se nota que están más personalizados hacia el montaje de Kosky -hay más alboroto en el concurso de canto, tras el fracaso de la canción de Beckmesser-. Éste ha introducido algunos retoques, siendo el más destacado la modificación del escenario en el que se desarrolla el segundo acto. El año pasado era una suerte de jardín en medio de una amplia estancia con paneles de madera -en realidad la sala de los Juicios de Nuremberg, que vemos perfectamente detallada en el acto tercero-. Este año el jardín ha desaparecido y nos encontramos con una estancia en la que se apila el mobiliario de la villa Wahnfried. Ciertamente es más creíble esta posibilidad que un jardín en medio de una estancia, pero la opción primigenia me resultaba más sugerente y funcional con el drama -una suerte de patio, pues este acto se desarrolla en la calle, junto a las casas de Sachs y Pogner-.

                Se repite el elenco del año pasado, a excepción de Eva y el sereno. El año pasado Eva fue interpretada por Anne Schwanewilms y ahora por Emily Magee. Schwanewilms, que fue objeto de críticas el año pasado, un tanto exageradas, que consideraron su interpretación como endeble, fue inicialmente anunciada como Eva para este año y, finalmente sustitutida por Emily Magee cuando se anunciaron los repartos completos. La producción de Kosky exige una Eva deliberadamente madura, en cuanto alter ego de Cósima. Por eso se recurrió el año anterior a Schwanewilms -que contaba con cincuenta años- y éste, a Magee, de cincuenta y dos. La soprano neoyorquina cuenta con cincuenta y dos años y ya cantó Eva entre 1997 y 2002, en la última producción de Wolfgang Wagner, que dirigieron Barenboim y Thielemann. Como sereno, Karl-Heinz Lehner ha dado paso al debutante Tobias Kehrer, a quien ya escuchamos como Titurel en Parsifal y que también se hará cargo de Hunding en La Valquiria.

               Philippe Jordan hace un trabajo sobresaliente al frente de la obra, llevada con pulso animado, frescura y atención a lo que acontece en escena. La sonoridad, muy francesa, es redondeada y elegante, si bien un punto musculada -sobre todo el metal grave en el tema de los Maestros, muy estentóreo-.


Final del primer acto. En el medio, Beckmesser (Kränzle) muestra las
faltas cometidas por Walther (Vogt), mientras Sachs (Volle), se muestra
desolado.
               Michael Volle (Sachs) se encuentra inmerso en los grandes roles para bajo-barítono: Wotan -en la Staatsoper de Berlín con Barenboim en 2016, y el año que viene en el Met con el propio Jordan-; Holandés -también en el Met en 2017, con Nézet-Séguin-, Sachs en La Scala con Gatti, Mandryka en Munich, Juan el Bautista en la Deustche Oper... A la voz le falta un punto de peso, pero Volle es un buen cantante que con técnica, fraseo y dinámicas -logradas medias voces- saca adelante el papel con dignidad. Y este año llegando incluso a hacer un trabajo muy notable, pues parece más asentado en el papel, con una voz más redondeada y los dos monólogos muy bien cantados -muy dramático el Wahnmonologe- . Es cierto que en la arenga final no tiene esa rotundidad de los Sachs tradicionales, pero lo afronta con suavidad, como una especie de consejo, y no empaña el resultado global.

              El Walther de Klaus Florian Vogt es elegante, juvenil, con exquisito fraseo y absoluto dominio del papel. Marca personal es lo cómico que resulta en el acto segundo cuando se burla de la idea de Pogner de casar a su hija con un maestro cantor, imitando la voz de un bajo. A su lado, Daniel Behle como David suena con un centro viril y apasionado, frente al canto más frío de Vogt.


Quinteto: Magdalena (Lehmkhul),David (Behle), Sachs (Volle),
Walther (Vogt) y Eva (Magee).
                Johannes Martin Kränzle tiene todo un papel como Beckmesser en la producción de Kosky, y da la impresión que el cantante ha ido caracterizando el personaje a la medida de esta producción, a medio camino entre la pedantería, la malicia y el ser víctima del escarnio público: sus gemidos de dolor en el tercer acto después de la riña nocturna, sus risotadas, sus toses antes de empezar a cantar la canción en el concurso de canto o sus deliberados gallos -al final de su dúo con Sachs en el tercer acto o a lo largo de la canción-. Uno de los grandes Beckmesser actuales.

              Emily Magee disfruta de una carrera larga, desde mediados de los años noventa en que, de la mano de Barenboim, comenzó a brillar en los papeles wagnerianos líricos. Así, con Barenboim grabó Elsa en estudio (Teldec, 1998), después de haber interpretado el papel varios años seguidos en la Staatsoper de Berlín, y Eva en Bayreuth (Teldec, 1999). Con los años la voz ensanchó, afrontando con éxito papeles de soprano dramática -Adriadna, Sieglinde, incluso ha cantado Isolda-. Su instrumento está saneado, pero como Eva me suena un punto matronil, con un centro demasiado ancho para la parte. Además, sería deseable un agudo algo más ligero. No obstante, su actuación es competente, destacando el O Sachs! Mein Freund! y el quinteto, todo ello en el tercer acto.

             Wiebke Lehmkhul (Magdalena), poseedora de una atractiva voz oscura, al tener que oponer su voz en numerosas ocasiones a la de Magee, no produce el mismo contraste que con Schwanewilms el pasado año, que tenía un instrumento mucho más lírico. En algún momento se produce una cierta confusión en el oyente entre las voces de ambas.

                 Magnífico el noble Pogner de Günther Groissböck, de voz sólida, noble y tersa, pero con una interpretación matizada.

           Competente la corporación de Maestros, bien empastados en conjunto pero con voces de suficiente personalidad para lograr su adecuada diferenciación. Correcto Daniel Schmutzhard como Kothner, secretario encargado de pasar lista y leer las normas de la tabulatura, de voz más bien liviana y dúctil.

                Competente Tobias Kehrer como sereno.

                Excelente el coro, empastado, envolvente, de sonoridades juveniles y jocosas.


Grabación digital procedente de la Radio de Rumanía en formato .mp3 a 256 kbps.
Se incluyen las alocuciones iniciales y finales de la locutora de la Radio de Baviera, obtenidas de Radio Clásica de Radio Nacional de España, en formato .mp3 a 128 kbps.

31 DE JULIO DE 2018.

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