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Salen a subasta los objetos de la actual producción de Lohengrin de Bayreuth

23/08/2025

El Festival de Bayreuth ha anunciado en redes sociales hace apenas dos horas que el próximo mes de septiembre saldrán a subasta los objetos del Lohengrin de Yuval Sharon.

Primer acto de este Lohengrin, en una imagen correspondiente a 2022

        Una selección de trajes, accesorios y partes del escenario, diseñados por los pintores alemanes Neo Rauch y Rosa Loy y que han podido verse en la producción de Lohengrin de Yuval Sharon, estrenada en 2018, saldrán a subasta en el próximo mes de septiembre en Grisebach, la casa de subastas sita en Berlín. Los beneficios irán destinados a financiar la ópera infantil del próximo año.

El Festival ha comunicado, asimismo, que hasta el 28 de agosto y con cita previa, podrán examinarse en Bayreuth los objetos que van a ser subastados.

La subasta del atrezzo de este Lohengrin confirma que será retirado de cartel, como veníamos apuntado. Ello cierra el calendario para la temporada de 2027, año de transición sin Anillo y donde a la nueva producción de Parsifal podrán verse las reposiciones de Maestros, Tristán, Holandés y Tannhäuser. Los fans de esta última producción, debida a Tobias Kratzer y estrenada en 2019, tendrán una oportunidad más de presenciarla.

LOHENGRIN / BAYREUTH 2025

LOHENGRIN / Festival de Bayreuth, 1 de agosto de 2025, 16 horas. Otras representaciones: 4, 6 y 9 de agosto
Producción de Yuval Sharon estrenada en 2018 / Decorados y vestuario: Neo Rauch y Rosa Loy. Iluminación: Reinhard Traub
Dirección musical de Christian Thielemann (director del coro: Thomas Eitler-de Lint)
Reparto: Andreas Bauer Kanabas (Rey Enrique, en sustitución de Mika Kares), Piotr Beczala (Lohengrin), Elza van den Heever (Elsa von Bravant), Olafur Sigurdarson (Friedrich von Telramund), Miina-Liisa Värelä (Ortrud), Michael Kupfer-Radecky (Heraldo), Martin Koch (primer noble brabanzón), Gideon Poppe (segundo noble brabanzón), Felix Pacher (tercer noble brabanzón), Markus Suihkonen (cuarto noble brabanzón)
Minutación: Acto I: 59:20 / Acto II: 82:47 / Acto III: 60:46 / Total: 202:53 (3 h 22 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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El regreso del mago. Y sobre el Coro de Bayreuth


        Se esperaba con impaciencia: el regreso de Christian Thielemann a Bayreuth después de dos temporadas ausente, con
diferencias ya arregladas con Katharina Wagner y no sin presión desde el Consejo de Administración y la Asociación de Amigos del Festival, que consideraban la vuelta del berlinés como una prioridad. Ciertamente la retirada prematura de este Lohengrin no dejó buen sabor de boca, y ha sido una alegría que haya completado su andadura en cartel. Bien merecería una prórroga, algo que podría suceder en 2027, pero parece que los vientos soplan por concedérsela tanto al Holandés de Dmitri Tcherniakov como al Tannhäuser de Kratzer, logrando ambos de esta forma seis años en cartel. Juega en contra el hecho de que Thielemann se ocupará de la nueva producción de Parsifal -aunque ya dirigió dos títulos en 2001 (Parsifal y Maestros) y 2012 (Tannhäuser y Holandés)- y que esta producción se arrastra desde 2018 -no se programó en 2021 aduciéndose que, en pandemia, la colocación del coro en el montaje era problemática-.

        El Lohengrin azul Delft diseñado por Neo Rach y Rosa Loy ha sido alabado por el público pese a un protagonista que es el hombre de la luz -¿de ahí quizás que todos sean una especie de insectos con alas que revolotean en torno a la instalación?- y a quien esa superioridad se le acaba subiendo a la cabeza en el tercer acto. Un montaje que tiene más interés en cuanto al decorado -ese maravilloso comienzo del segundo acto con atmósfera nocturna azulada- y al vestuario que al mensaje de fondo, que queda un tanto cojo. El público ha aclamado fervorosamente la representación, si bien creo que no ha sido ni el mejor Lohengrin de Beczala ni la mejor dirección de Thielemann, ambos dentro del sobresaliente. Quizás la función tiene algo de misticismo por el regreso de ambos, sobre todo tras la salida abrupta del berlinés, y teniendo en cuenta que ya tiene apalabrado Parsifal para 2027, sumado a lo que a continuación diremos del polaco.

        Del reparto original sólo queda el protagonista, el polaco Piotr Beczala, que por agenda no pudo acudir a Bayreuth en 2022 -debutaba Radamés en Salzburgo- pero quien deslumbró en 2018 y 2019. Ha llegado a Bayreuth tras dos funciones en el Festival de Ópera de Munich, si bien para 2026 lo tiene programado para Baden-Baden en primavera. Tras un 2024 sin abordarlo, fue un rol recurrente en su agenda en 2023: se le escuchó en el Bolshoi, Viena, París, Nueva York y Budapest. Su regreso a Bayreuth alienta las expectativas de que pueda ser el próximo Parsifal para 2027 con Thielemann: en septiembre de 2020 el tenor declaró en una entrevista que estaba preparando el rol para cantarlo en la producción que tenía previsto dirigir Thielemann en 2023. Finalmente el tenor decidió no preparar el rol y, asimismo, el director salió de Bayreuth y el Festival Escénico Sacro recayó en Pablo Heras-Casado. Pero es que últimamente se ha vuelto a escuchar que el polaco va a preparar el papel. Por lo tanto se espera en Bayreuth verle en 2027.

        El resto de roles se reparten entre debutantes y habituales procedentes del Anillo. Debutan Elsa van den Heever como Elsa y Miina-Liisa Värelä como Ortrud. Entre los habituales se han incorporado a este montaje Olafur Sigurdarson como Telramund y Michael Kupfer-Radecky como Heraldo. Mika Kares se iba a ocupar del Rey Enrique, pero por indisposición ha cedido el testigo en esta función a Andreas Bauer Kanabas. En los años anteriores el rol recayó en Georg Zeppenfeld, pero probablemente haya declinado hacerse cargo del rol por tener mañana la segunda representación de Maestros.

        El mago Thielemann desarrolla una lectura suave y redondeada, con un sonido de indudable belleza. Comienza con un preludio suave y etéreo, provisto de cierta melancolía y creciendo hasta el clímax. Aquí y allá hay detalles de sonoridades originales, comenzando por el preludio, donde entresaca detalles de las maderas entre la melodía de los violines.

        Hay originalidades: en la introducción el metal está presente sobre la cuerda para luego ir creciendo la cuerda -ocurre también en el interludio que representa el amanecer en el segundo acto-, la bajada a piano subito en una de las frases finales del coro, el impulso con que se pronuncian los versos Preis deinem Kommen! / Heil deiner Art... o un accelerando final. En el segundo acto tras una sutil escena nocturna, demostró explosividad en la  escena de las tropas. Nótese el detalle original de los clarinetes, seguido del arpa, en la transición que va de la entrada de las mujeres al pasaje que acompaña a Elsa a la catedral, este último por cierto con una madera de sonoridades preciosistas-. La temperatura dramática ha ido subiendo a lo largo de la escena frente a la catedral, con momentos de verdadera incandescencia -el enfrentamiento entre Elsa y Ortrud, las contestaciones del coro y la entrada del Rey con Lohengrin-. Otro detalle: el ritardando en el tema de Telramund en los trombones cuando pregunta, altivo, su identidad al protagonista. La primera intervención del órgano ha sonado con bastante más presencia de lo habitual, desconozco si se debe a la colocación de los micrófonos para la retransmisión o efectivamente ha sonado así en la sala. En el tercer acto se muestra limpio y elegantísimo, y un largo silencio dramático se produce después de que Telramund irrumpe en la cámara nupcias y el protagonista lo mata. Nótese el redoble bastante presente cuando introducen el cadáver de Telramund a presencia del Rey.

        En cuanto a la minutación, nos encontramos ante la segunda más ágil a lo largo de los cuatro años en que ha dirigido este montaje: 3 horas y 22 minutos, frente a las 3 horas y 17 minutos el año del estreno (2018), siendo la más lenta en 2019, con 3 horas y 26 minutos.

Elsa (van den Heever) y Lohengrin (Beczala)
        Piotr Beczala compone un sobresaliente Lohengrin a sus 58 años: 
bello timbre, interpretación viril y arrojada, fraseo bien planteado y agudos brillantes. Tengo la sensación, no obstante, que en sus dos apariciones anteriores en el Festival ofreció una mayor variedad de dinámicas. Su intervención aquí me resulta demasiado asentada en el mezzoforte-forte -en esto recuerda a Sándor Kónya, si bien el húngaro ofrecía un Lohengrin más etéreo y el de Beczala es más viril y con ciertas resonancias heroicas-. Puede que haya influido un poco la rutina: el polaco venía del Festival de Ópera de Munich, donde había cantado dos funciones, que se suceden a éstas casi sin interrupción -la segunda en Munich fue dos días antes y las cuatro que se ofrecen en Bayreuth van también bastante seguidas-, y a su vez los ensayos finales de Bayreuth precedieron a las funciones de Munich. No obstante, en el dúo con Elsa del tercer acto exhibió cierta suavidad y, en general, un punto de melancolía. En el inicio del In fernem land faltó un punto de misterio, iniciado en mezzo piano y como sin atreverse a afrontarlo en mezza voce, a la que luego se animó unos versos después. En todo caso, vocalmente es la voz más importante de todo el elenco, por materia, técnica y fraseo.

        La sudafricana Elsa van den Heever -por el apellido probablemente de ascendencia bóer-. estudió en el Conservatorio de San Francisco y debutó tempranamente en el Metropolitan, donde precisamente el pasado mes de mayo apareció como Salomé, junto Peter Mattei y Gerhard Siegel. Comenzó como mozartiena y belcantista, y es una lírica pura. La línea de canto es elegante y frasea con gusto, pero el timbre es un tanto monjil y metálico y hay un cierto vibrato nervioso en la zona alta. Empezó fría, con poco cuerpo y temblona en el agudo, con propensión a sonidos abiertos. Estuvo más convincente en el segundo en el dúo con Ortrud. En el tercer acto la voz pequeña y metálica contrasta con la calidez de Beczala. En otoño será Sieglinde en el Anillo que está desarrollando Pablo Heras-Casado en París, papel que llevará a Bayreuth el año que viene. No sé qué tal estará en esa nueva aventura.

Telramund (Sigurdarson) y Ortrud (Värelä), quienes
físicamente encajan bien
        Olafur Sigurdarson es un Telramund carente de nobleza, con un timbre blanquecino y emisión poco elegante que no le va a un personaje que, ante todo, es un conde. No admite comparación con lo conseguido por Tomasz Konieczny en 2018 y 2019 y creo que Martin Gantner en 2022, aun teniendo una voz mate y descolorida, era más tersa y la línea de canto más estable.

        Debut en Bayreuth de la finlandesa Miina-Liisa Värelä como Ortrud, notable en lo vocal, cómoda en la tesitura -un punto metálica en su imprecación a Elsa frente a la catedral en el segundo acto-, menos en cuanto a presencia dramática, componiendo una villana estándar, sin una especial profundización psicológica.

        El bajo Andreas Bauer Kanabas, oriundo de Jena, fue miembro del elenco estable de la Staatsoper de Berlín entre 2007 y 2012 y, desde 2013, lo es de la Ópera de Frankfurt, desarrollando un repertorio variado, de Mozart a Verdi y música sacra, teniendo en repertorio los roles wagnerianos de Daland, Landgrave, Rey Enrique y Rey Marke. Además, ha hecho apariciones en teatros importantes: en Dresde con Thielemann hizo de Eremita en El cazador furtivo en 2015 -hay grabación en vídeo de C Major-, en Londres, Budapest o en las Óperas Cómicas de Berlín y París-. Ha sustituido in extremis a Mika Kares como Rey Enrique. Tenía ganas de escuchar a Kares, excelente Hagen y una voz de relieve, pero Bauer Kanabas se ha desempeñado con solvencia. Bajo cantante, de volumen suficiente, cómodo en la tesitura pero no tonante en el agudo, de acentos más bien suaves, con algún detalle interesante en el fraseo y componiendo un monarca venerable, un punto condescendiente. Personalmente soy gran defensor de los cantantes de elencos estables de teatros alemanes, pues son una garantía de solvencia y profesionalidad, como es el caso.

Michael Kupfer Radecky como Heraldo
        Michael Kupfer-Radecky, el Gunther del Anillo, ha sido un Heraldo tonante, más dado al volumen que a la sutiliza, con alguna estridencia puntual, pero efectivo. La voz tiene volumen y anchura, y en algún momento se confunde con la de Bauer Kanabas -no ocurrirá así con Kares, con quien ha hecho en los últimos años el Anillo-. Curiosamente, en su llamada a las tropas en el segundo acto ha tenido algunas frases en piano más detalladas.

        Muy bien los cuatro nobles brabanzones, con voces de entidad.

        El Coro ha demostrado su nivel, si bien en el primer acto un punto inferior respecto a lo ofrecido en Parsifal y el Ocaso, con algún leve desajuste en el complicado pasaje del sotto voce cuando ven aparecer a Lohengrin. En la escena de las tropas en el segundo acto quedó patente que la sonoridad no es tan sedosa como la de Eberhard Friedrich, optando por una textura un punto más granítica, que recuerda a los tiempos de Wilhelm Pitz -nótese en las contestaciones explosivas a Elsa frente a la catedral-. Al final de acto ha hecho gala de una suavidad que va creciendo hasta lo explosivo y se ha manejado muy bien en el tercero.

        A mi juicio estamos ante el año más flojo de los cuatro en que se ha visto este montaje -le aventajan con diferencia los de 2018 y 2019-, sin que sea malo, pues es una representación que se disfruta.

        La Radio de Baviera no emitirá el Tristán de Semyon Bychkov. Una pena, pues la dirección del ruso fue magnífica el pasado año y este año tenía buenas expectativas respecto a la Brangania de Ekaterina Gubanova y al Kurwenal de Jordan Shanahan. Tendré oportunidad de presenciar la función del 10 de agosto. Con este Lohengrin, por tanto, finalizan las retransmisiones del Festival de Bayreuth. Una edición donde el nivel directorial ha sido muy alto y que, en general, ha habido también un alto nivel vocal. Desde que comento las retransmisiones y, en general, desde que escucho el Festival, es el primer año en que hay que hacer alguna advertencia en cuanto al Coro. Es un tema del que no se quiere hablar, pero creo que es necesario poner de manifiesto una serie de datos. Nada más finalizar el Festival de 2024 se abrió el periodo para que los candidatos pudieran postularse -recibimos una cantidad increíble de solicitudes, declaró el Director artístico Guido Hackhausen-. El 15 de octubre se cerró el plazo de presentación de candidaturas y se convocaron audiciones en siete fechas distintas en siete ciudades europeas -entre ellas Ámsterdam, Londres, Leipzig o Dortmund, explicó Hackhausen- y, por supuesto, los que ya formaban parte del Coro pudieron también postularse. El resultado es que el ochenta por ciento de los coristas son nuevos. Y aquí llega la cuestión: ¿sólo un veinte por ciento han conseguido revalidar la plaza o es que ha habido mucha gente veterana que se ha negado a pasar por el aro de una nueva audición? El tenor Jörg Golombek, miembro del elenco estable del Teatro de Friburgo y desde 2002 y hasta el pasado verano miembro del Coro, criticó duramente a Katharina Wagner por el trato que dispensaba al Coro al obligar a pasar a todos sus miembros por una nueva audición. Respondió Hubertus Herrmann, jefe de prensa del Festival, declarando: Es un proceso complemetamente transparente y necesario para un nuevo director de coro escuchar primero cada voz individualmente en una audición para obtener una visión general de las voces disponibles, con las que luego trabajará intensamente durante los meses de verano. Golombek se negó a acudir a la audición, y es factible pensar que unos cuantos más. Adució que supone un menosprecio al coro y que ningún director se ha quejado nunca de la falta de rendimiento del Coro del Festival más allá del proceso normal de ensayo; al contrario: una y otra vez, directores e incluso directores de orquesta acudieron a la sala del coro para expresar su gratitud por la colaboración especial. En su carta enfatizaba la disposición de los miembros a permanecer fieles al Festival en condiciones difíciles y a hacer sacrificios económicos, denominando el Coro del Festival como el Olimpo entre los coros de ópera, pero la disolución al acabar la edición de 2024 sin previo aviso no le parecido correcta. A esta crítica el Festival responde con un argumento formal: la invitación a formar parte del Coro es por un año y se renueva anualmente, por lo que no existe un derecho adquirido a permanecer en él. No hay, en definitiva, miembros permanentes. También han circulado voces que critican que, por el hecho de llegar un nuevo director haya que hacer audiciones generales, algo que no ocurre habitualmente. Desconozco si cuando Eberhard Friedrich sustituyó a Norbert Balatsch en 2000 hubo un proceso similar. En todo caso, el pasado mes de febrero Gerrit-Michael Wedel, Director General de la Asociación Alemana de Conjuntos de Ópera y Danza advirtió del riesgo de la pérdida de calidad del Coro.

        Creo que el hecho de que el ochenta por ciento de los coralistas sean nuevos es la causa de ese sonido tan macizo y menos envolvente en piano frente al sonido trabajado por Friedrich durante su andadura. Es de prever que sus integrantes vayan cogiendo experiencia en la compleja acústica del Festspielhaus. Antonia Goldhammer en su crítica para la Radio de Baviera se hace eco de ese exceso de volumen en algunos momentos -dice que los miembros del coro tenían muchas ganas de impresionar-. Es optimista, pidiendo que se dé tiempo hasta que todo se tranquilice. En todo caso, es una alarma importante. Espero y deseo que sea una cuestión de la recién efectuada reestructuración y nueva dirección, y que en años próximos volvamos a calificar de excepcional sin salvedades el que siempre ha sido gloria indiscutible del Festival.

Grabación digital en HD, en formato .acc a 256 kpbs, procedente de la Radio de Baviera.
Se incluyen alocuciones iniciales y finales.

6 DE AGOSTO DE 2025.

LOHENGRIN / BAYREUTH 2022

LOHENGRIN / Festival de Bayreuth, 4 de agosto de 2022, 16 horas. Ofrecido en diferido por diversas emisoras europeas. La primera, la Radio de Rumanía, el 11 de septiembre a las 20 horas (hora española). Emitido por la Radio de Baviera el 24 de septiembre a las 20 horas.
Otras representaciones: 7, 14, 19 y 22 de agosto.
Producción de Yuval Sharon estrenada en 2018 / Decorados y vestuario: Neo Rauch y Rosa Loy. Iluminación: Reinhard Traub
Dirección musical de Christian Thielemann (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Georg Zeppenfeld (Rey Enrique), Klaus Florian Vogt (Lohengrin), Camilla Nylund (Elsa von Bravant), Martin Gantner (Friedrich von Telramund), Petra Lang (Ortrud), Derek Welton (Heraldo), Michael Gniffke (primer noble brabanzón), Tansel Akzeybek (segundo noble brabanzón), Raimund Nolte (tercer noble brabanzón), Jens-Erik Aasbø (cuarto noble brabanzón)
Minutación: Acto I: 59'12 / Acto II: 83'50 / Acto III: 61'51 / Total: 204'53 (3 h 24 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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El cisne que nadaba por la corriente eléctrica

             Tercer y último año -confirmado por el Festival- de la producción de Lohengrin debida a Yuval Sharon, que en su andadura ha permanecido prácticamente inalterada en ese retoque año a año que es el taller de Bayreuth, y que será retirada de cartel un año antes de lo acostumbrado, contra sus propios méritos. Hablemos claro: el resultado artístico conseguido en 2018 y 2019 ha sido el mejor en esta obra desde el Festival de 1967, en que Rudolf Kempe bajó al foso del Festspielhaus para acompañar a Sándor Kónya y James King en el papel protagonista, Heather Harper como Elsa, Donald McIntyre como Telramund, Grace Hoffmann como Ortrud, Karl Ridderbusch como Rey Enrique y Thomas Tipton como Heraldo, un hito que ha sido publicado por Orfeo. La producción de Sharon no es la segunda de Wolfgang Wagner que pudo verse en aquella ocasión, pero también es azul y se beneficia de contar con escenas de bella estampa pese a no tener una línea argumental especialmente consistente -aquí Lohengrin es una suerte de electricista que llega a un pueblecito mágico que tiene estética de la Alemania del siglo XVII- y el tercer acto no termina de estar bien resuelto. Dado que ninguna emisora ofreció la velada en directo -la primera en hacerlo fue la Radio de Rumanía el 18 de septiembre-, la Radio de Baviera no ha ofrecido los vistosos toques de fanfarria en su retransmisión en diferido, introduciendo el locutor directamente la velada. Radio Clásica de Radio Nacional de España no ha retransmitido por el momento esta función y no parece que tenga intención de hacerlo.

Ortrud (Lang) y Gantner (Telramund)
en el primer acto.
               El elenco ha tenido un buen número de cambios, debido a distintos motivos, cubriéndose con cantantes más o menos adecuados pero todos con un denominador común: gozan de la confianza de Thielemann. Así, Tomasz Koniczny (Telramund) y Egils Silins (Heraldo) han dado paso a Martin Gantner y Derek Welton al tener que repartirse el rol de Wotan en el Anillo tras confirmar baja John Lundgren. Petra Lang, quien desde 2019 había terminado su Isolda en el Tristán de Thielemann, ha conseguido entrar en cartel en las siguientes temporadas gracias a su relación profesional con Thielemann, de quien es una de sus cantantes de confianza. Ya en 2020 fue rescatada para Brunilda en la Valquiria del suspendido Festival de 2020, pasando a ser Kundry el pasado año en el Parsifal en versión de concierto que ofreciera el director berlinés, y ahora aparece como Ortrud, desplazando a Elena Pankratova. Finalmente, dos cambios anecdóticos en los nobles tercero y cuarto: el debutante Marek Reichert no repito, siendo sustituido por el habitual en la casa Raimund Nolte, mientras que Tiimo Rihonen no está presente este año en el Festival por haber finalizado las producciones de Parsifal y Maestros, en las que también participaba, siendo sustituido por el debutante Jens-Erik Aasbø, quien canta además los roles de Fasolt y Reinmar.

               Tampoco está en esta ocasión Piotr Beczala, una ausencia ya anunciada por el tenor desde hace un año, por coincidirle las fechas con su debut como Radamés en el Festival de Salzburgo en la Aída dirigida por Alain Altinoglu. El polaco no se ha prodigado mucho como caballero del cisne pese a los magníficos resultados conseguidos, probablemente por la dificultad y longitud del papel frente a los personajes italianos que suele frecuentar: tras su debut en 2016 en Dresde de la mano de Thielemann, cantó dos funciones en Zurich con Fabio Luisi en julio del año siguiente, y después llegaron sus intervenciones en Bayreuth en 2018 y 2019. Su última aparición en el rol antes de la pandemia tuvo lugar en dos funciones en la Staatsoper de Viena con Valery Gergiev, en enero de 2020, y el pasado año cantó otras dos en la Deustche Oper de Berlín bajo la dirección de Donald Runnicles. En septiembre de 2020 anunció su intención de preparar Parsifal a fin de debutarlo en 2022 en Cleveland con Welser-Möst y cantarlo un año después en Bayreuth, pero se ha quedado en proyecto y no hay noticias de que vaya a estudiar el rol a corto plazo. Así las cosas, el experimentado Klaus Florian Vogt asume el rol, quien ya apoyara a Beczala en 2019 en tres de las funciones del Festival y quien normalmente se turna cuando el polaco canta el rol -pues no es rentable para un teatro programar dos funciones-.

               Thielemann se despide de Bayreuth -no sabemos si de forma breve o definitiva- entre vítores indiscutibles del público, aún más acusados debido a un rendimiento superlativo de la orquesta, que se pliega sin fisuras a su planteamiento, tras la lectura de la Tetralogía, competente pero no genial, de Cornelius Meister. El nivel vocal es bueno, pero no alcanza el de los dos años anteriores por la pareja de villanos, que si bien convencen dramáticamente, vocalmente no llegan al nivel de Konieczny y Pankratova en la última edición que pudo verse del montaje. Tampoco Welton como Heraldo tiene el derroche vocal de Silins, si bien es una voz adecuada para la parte y que cumple con buena solvencia.

               Magnífica dirección de Christian Thielemann, que opta por tempi ligeros que dejan fluir constantemente el discurso, aunque sin sensación de apresuramiento -nótese la llegada de Elsa a la arrastra al oyente, sin renunciar a la sutileza en el dúo de los protagonistas y un cie catedral en el segundo acto-, con buen pulso dramático -nótese cómo va creciendo la tensión en el dúo de los protagonistas en el tercer acto- y con algunos puntos donde hace aparición una cierta ensoñación -inicio del preludio, concertante final del primer acto que no tiene la explosividad de los dos años precedentes o el final de la obra-. Atención absoluta a los planos sonoros y a las múltiples filigranas de la partitura, que lucen preciosistas con absoluta naturalidad y sin renunciar a un sonido rotundo y homogéneo y a unos clímax magníficamente preparados -final del segundo acto, explosivo interludio del tercero-. El nivel es muy homogéneo, pero el tercer acto descuella claramente por un brío dramático verdaderamente apabullante e hipnótico, con algunos momentos de éxtasis casi místico en la intervención larga del protagonista.

Vogt como Lohengrin.
               El veterano Klaus Florian Vogt demuestra que sigue siendo el Lohengrin de nuestros días, pese a que las características tímbricas de su instrumento no entusiasmen a algunos frente a los parabienes indiscutibles que recibía en los primeros años de éxito con el personaje. Su fraseo, su absoluto control de la respiración y su imperceptible zona de pasaje son características a considerar, si bien creo que su interpretación fue más aquilatada en 2019, pese a regalar una bellísima mezza voce en el In fernem land y Mein lieber schwan, pasaje este último en el que Vogt siempre ha realizado una interpretación matizadísima, consiguiendo unos pianisimi extraordinarios que son seña de identidad.

               Camilla Nylund vuelve a ser Elsa, ahora sí anunciada oficialmente en el rol, pues en 2019 hubo de reemplazar a catorce días del comienzo del Festival a Krassimira Stoyanova, prevista para las cinco primeras representaciones, por problemas de salud. La anunciada para los dos últimas no era otra que Anna Netrebko, quien el 5 de agosto de aquél año y con el primer ciclo de representaciones ya finalizado, suspendió su actividad durante tres semanas por recomendación médica. Dado que Nylund estaba anunciada oficialmente como Eva en Maestros, hacerse cargo de las siete funciones de Lohengrin era demasiado, por lo que el Festival hubo de recurrir a Annette Dasch, quien encarnó a la doncella de Brabante en la anterior producción. A sus 54 años y más de una década después de su debut en el Festival, donde ha cantado además Elisabeth, Sieglinde y Eva, su instrumento se conserva en buena forma vocal, si bien con acentos por momentos un punto matroniles -al igual que su presencia en el escenario, que evidencia que ya no es una jovencita-. Su vibrato amplio tan característicos aparece aquí contenido, lo que contribuye a elevar su interpretación. Destaca su sensibilidad en la plegaria y sobre todo la prestación ofrecida en el dúo -pese a atacar la primera nota de forma un poco agria-.

El Heraldo (Welton), Telramund (Gantner) y el Rey Enrique
(Zeppenfeld) en el primer acto.
               El veterano barítono suizo Martin Gantner, de 57 años de edad y condecorado como Kammersänger de la Ópera Estatal de Baviera en 2005, posee una voz mate de timbre descolorido, aunque manejada con oficio, con una correcta línea de canto. No es la voz ideal para Telramund, demasiado liviana y carente de nobleza, si bien presenta una dicción clara, medida precisa -lo que se agradece en los parlamentos del primer acto- y dramáticamente funciona, exhibiendo un buen equilibrio entre su intensidad en el primer acto y su desesperación en el segundo, con una pincelada de personalidad escurridiza. Tras la salida de Konieczny para reemplazar a Lundgren -primero como Holandés y después como Wotan-, Gantner contaba con todas las papeletas para hacerse cargo del rol, por dos razones: una, ha sido reemplazo del Festival en 2019 y 2021 como Beckmesser -rol que se acomoda más a sus particularidad vocales, como probablemente también el de Klingsor-, teniendo además que hacer prácticamente suyo el rol del escribano el pasado año debido a los problemas de salud que atravesó Johannes Martin Kränzle; otra, y definitiva, el hecho de que ha cantado el rol con Thielemann en la última edición del Festival de Pascua de Salzburgo -curiosamente con Pankratova como Ortrud-. Gantner también lo cantó en 2019 en la Deustche Oper de Berlín en la producción de Kasper Holten, con la misma pareja protagonista y bajo la dirección de Runnicles, y apareció también en el Lohengrin que sirvió de debut a Roberto Alagna como caballero del cisne en diciembre de 2020 en la Staatsoper de Berlín, con  Matthias Pintscher en el podio, en unas condiciones mucho menos estelares que las que preveía en inicio, en el Festival de Bayreuth de 2018. El registro de aquellas representaciones circula por la red, y a parte de mostrar la inadecuación de medios de Alagna, también permite escuchar a Gantner con unas prestaciones similares a las ofrecidas aquí.

Llegada de Lohengrin en el primer acto
               Tras la discutida Isolda de Petra Lang, la alemana regresa al rol de Ortrud, que cantó en la anterior producción de la obra con Andris Nelsons y que es, a mi juicio, su rol más interesante. Con los años, el instrumento ha perdido cierto brillo -nunca fue especialmente brillante, pero la diferencia tímbrica es apreciable frente al registro de Nelsons (Opus Arte, 2011)- y las sonoridades mates y pastosas se han hecho más evidentes, si bien dramáticamente no es algo problemático en el rol que nos ocupa. A sus 59 años no presenta problemas de tesitura, resolviendo con dignidad tanto la invocación a los dioses paganos como su intervención final, si bien el ataque de este tipo de notas ha perdido enfoque.

            Tras la salida de Egils Silins para afrontar el Wotan del Oro, Derek Welton ha tomado su lugar como Heraldo. El australiano fue un sobresaliente Klingsor en la última producción de Parsifal y ha cantado el rol en producciones tan destacadas como la veterana de Christine Mielitz en Dresde con Thielemann (2016) o la ya citada de la Deustche Oper en 2017 y 2019. La voz no es destacadamente tonante, pero suena fresca y juvenil y cumple con solvencia su cometido, con una prestación superior a la ofrecida en el registro de las representaciones de Dresde.

              Como de costumbre, magnífico el Coro del Festival dirigido por Eberhard Friedrich, dúctil, de la sutileza a la explosividad.

           A título de curiosidad, pues cuando escribimos estas líneas el Festival ya ha finalizado, la segunda representación contó con un problema técnico tras el preludio, no levantándose el telón, si bien el Heraldo realizó completa su intervención. Al entrar el coro, aun con el telón bajado, se produjo un desajuste y Thielemann paró la representación, reanudándose instantes después con él subido y desde la introducción orquestal que precede a la entrada del Heraldo.

              En definitiva, se despide un Lohengrin que merecía no ya los cuatro años de rigor, sino como mínimo una prórroga de un año, y probablemente dos no hubieran cansado al personal. El montaje ha discurrido estos años sin polémica e incluso ha sido visto como atractivo, y vocalmente ha lucido a alto nivel.

Grabación digital procedente de la Radio de Rumanía en formato .mp3 a 256 kbps.
Se incluyen alocuciones iniciales y finales del locutor de la Radio de Baviera.

27 DE SEPTIEMBRE DE 2022.

LOHENGRIN / BAYREUTH 2019

LOHENGRIN / Festival de Bayreuth, 26 de julio de 2019
Otras representaciones: 29 de julio y 3, 7, 11, 14 y 18 de agosto
Producción de Yuval Sharon estrenada en 2018 / Decorados y vestuario: Neo Rauch y Rosa Loy. Iluminación: Reinhard Traub
Dirección musical de Christian Thielemann (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Georg Zeppenfeld (Rey Enrique), Klaus Florian Vogt (Lohengrin), Camilla Nylund (Elsa von Bravant), Tomasz Konieczny (Friedrich von Telramund), Elena Pankratova (Ortrud), Egils Silins (Heraldo), Michael Gniffke (primer noble brabanzón), Tansel Akzeybek (segundo noble brabanzón), Marek Reichert (tercer noble brabanzón), Timo Riihonen (cuarto noble brabanzón)
Minutación: Acto I: 60'01 / Acto II: 84'58 / Acto III: 61'35 / Total: 206'34 (3 h 26 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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Azul brillante

               Segundo año de la producción de Yuval Sharon con decorados y vestuario de Neo Rauch y Rosa Loy, el Lohengrin azul. Siete representaciones con varios cambios respecto al año pasado. Waltraud Meier se despedía de sus heroínas y enemigas wagnerianas en la pasada edición, y la vacante de su Ortrud la cubre Elena Pankratova, sobresaliente Kundry en años precedentes. Piotr Bezcala y Anja Harteros, la pareja que protagonizó el estreno, son cantantes muy versátiles, lo que les genera unas agendas muy abultadas -unido al hecho de que las temporadas de los teatros terminan cada vez más tarde y se inician cada vez antes-. Ello ha provocado que Beczala se incorpore al Festival el 7 de agosto, por tener hasta el 27 de julio Luisa Miller en el Liceo, y que las funciones de este Lohengrin se concentren en las primeras semanas de Festival, pues a finales de agosto marchará a cantar también Luisa Miller al Festival de Salzburgo -con James Conlon en el podio y Plácido Domingo como Miller-. Harteros ni siquiera estará presente en esta edición -por un lado, el Otello del Festival de Ópera de Munich con Petrenko ha coincidido con los últimos ensayos de Bayreuth, la última función del Andrea Chénier del mismo certamen con Asher Fisch ha sido el día 25, e inicia la temporada 2019/20 muy pronto, el 6 de septiembre, con Don Carlo en Viena bajo la batuta de Jonathan Darlington, por lo que asistir a Bayreuth le impediría descansar en agosto, único mes que tiene libre-. No nos olvidemos que el dúo Beczala-Harteros del pasado año fue la opción final motivada por las circunstancias y estos cantantes tienen agenda cerrada con varios años de antelación.

               Así las cosas, las tres primeras funciones tienen como protagonista a un wagneriano consumado, Klaus Florian Vogt, y como Elsa, inicialmente a Krassimira Stoyanova, salvo las dos últimas funciones, encomendadas a Anna Netrebko. El pasado once de julio, Stoyanova hubo de cancelar por motivos de saludsiendo sustituida por Camilla Nylund, que alternará el rol junto con el de Eva en Maestros. Nylund ya sonó en las quinielas para esta producción y además ha cantado el pasado mes de mayo con Thielemann la Emperatriz de La mujer sin sombra de Strauss en las funciones que han homenajeado los 150 años de la Staatsoper de Viena.

              Fuera de todo este vaivén, dos cambios anecdóticos: no repite como segundo noble brabanzón Eric Laporte, sustituido por el habitual secundario Tansel Akzeybek; mientras que Kay Stiefermann -tercer noble el año pasado-, pasa a cantar Biterolf en Tannhäuser y le sustituye el debutante Marek Reichert, joven barítono berlinés de carrera centrada en el recital.

               A las cuatro de la tarde, Barbara Malisch anunciaba la retransmisión desde la Radio de Baviera, con Ricardo de Cala en Radio Clásica. Le acompañaba Paloma Ortiz de Urbina, profesora titular de Filología Alemana de la Universidad de Alcalá de Henares, y que tiene entre sus líneas de investigación la obra de Richard Wagner en España.


La curiosa torre eléctrica que es es el eje
de esta producción.
            El resultado global de este Lohengrin ha sido sobresaliente. Thielemann realiza una lectura muy idiomática de la obra, en mi opinión superior a la del año pasado, acompañando a un reparto homogéneo y de alto nivel protagonizado, por las circunstancias, por la misma pareja que al día siguiente va a protagonizar Maestros -Vogt y Nylund-. Pareja, por tanto, de voces muy líricas y destacada dimensión etérea, contrapuesta a una robusta pareja de villanos y a unas sólidas voces graves. ¿Resultado global superior al del año pasado? Me atrevería a decir que sí. Batuta y reparto, en conjunto, rinden un punto por encima.

               Christian Thielemann desarrolla una extraordinaria lectura de la partitura en su segundo año al frente de la obra en Bayreuth. Ya el año pasado su trabajo fue muy bueno, pero en esta ocasión los tempi resultan más convencionales -en 2018 fueron veloces en algunos momentos, sobre todo con un primer acto que bajó de los 58 minutos-, por lo que todo se expone con mayor sosiego. La orquesta suena suntuosa, con perfecta diferenciación tímbrica de planos sonoros siempre sobre una cuerda carnosa y amasada que sirve de base al tejido orquestal -bellísimo vibrato en el preludio cuando se va disolviendo el clímax, las figuraciones de la cuerda nítidas cuando el coro ve llegar a Lohengrin en el primer acto o la línea de los violines en el segundo cuando Elsa va a entrar a la catedral-. Thielemann, como ya es norma en él, busca las sonoridades más recónditas de la partitura, y así, en el final del relato de sueño de Elsa, podemos escuchar los arpegios del arpa. El uso del rubato y la amplia gama de dinámicas alimenta la tensión dramática cuando es necesario.

               Inicialmente no me motivaba demasiado escuchar a Vogt como Lohengrin después del sobresaliente trabajo llevado a cabo por Beczala el año pasado. No porque Vogt sea mal cantante -desde 2007 lleva en el Festival ofreciendo veladas y veladas de éxito-, sino porque su caballero del cisne es archiconocido -existen cuatro grabaciones discográficas: con Kent Nagano en Baden-Baden (Opus Arte, 2006, en vídeo), con Andris Nelsons en Bayreuth (Opus Arte, 2011, en audio y vídeo), con Marek Janowski y la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín (Pentatone, 2012) y con Mark Elder y el Concertgebouw (RCO Live, 2015)-. Sin embargo, ha sido hacer entrada en el primer acto y atraer toda mi atención, con una interpretación extraordinaria del personaje: voz homogénea en todo el registro, fraseo, dinámicas y control de la respiración en una demostración de canto puro. Puede hacer un caballero excesivamente etéreo y espiritual, pero es innegable su altura artística y ha demostrado que sigue siendo dueño y señor del papel.


Camilla Nylund como Elsa en el primer acto.
               Tampoco me motivaba mucho el cambio de Krassimira Stoyanova por Camilla Nylund. Stoyanova es una cantante de timbre muy personal y de maneras expresivas y, dados sus buenos resultados con Richard Strauss, tenía curiosidad por escuchar el que, salvo error, es su único papel wagneriano. Nylund, al igual que Vogt, es una cantante conocida en el Festival, donde ya ha cantado Elisabeth (2011-14) y Sieglinde (2017), además de escucharla este año también como Eva en Maestros. El papel lo tiene grabado -es la Elsa del Lohengrin de Mark Elder antes citado-. Con medios netamente líricos -incluso demasiado-, compone una interpretación convincente gracias a que conoce bien su materia prima y sabe sacarle partido. Su Elsa es muy cándida y espiritual, con buenas maneras en dicción y fraseo. Tiene un vibrato amplio en el registro agudo que a mí nunca me ha convencido, sobre todo en el primer acto -apareciendo más contenido en el segundo y tercero-, pero su interpretación en conjunto es notable y se compenetra bien con la voz y maneras de Vogt. A destacar su Euch Lüften, die mein Klagen con que inicia su aparición en el segundo acto, modélico, muy bien acompañado por Thielemann.


Telramund (Tomasz Konieczny) y Ortrud (Elena Pankratova).
               El Telramund de Tomasz Konieczny, sólido el pasado año, gana enteros este año en lo vocal y en lo dramático. En lo vocal porque la voz, que ya era tersa, ha ensanchado en el centro, adquiriendo una oscuridad muy atractiva si perder firmeza en al agudo. En lo dramático, su concepción del personaje está muy bien trabajada, un punto introspectiva en el primer acto, deliberadamente frío en sus respuestas al Rey, y con variedad de dinámicas y cuidada línea de canto en los parlamentos. En el segundo acto su interpretación desesperada en el dúo de Ortrud resulta electrizante.

                Elena Pankratova ha sido un buen recambio para Waltraud Meier como Ortrud, siendo inevitable hacer comparaciones. Meier el pasado año evidenciaba que su mejor momento vocal había pasado -pérdida de ese timbre cremoso y agudo brillante-, pese a lo cual el instrumento era aseado y compensaba sus carencias con un conocimiento absoluto del papel -incluyendo cómo maquillar los pasajes más comprometidos- y una personalidad dramática apabullante. Pankratova no cabe duda de que es una de las mejores sopranos dramáticas de nuestros días, con voz homogénea de timbre atractivo brillante -curiosamente más brillante que el de Nylund en momentos de gran impacto, como su discusión a la entrada de la catedral en el segundo acto-. Se siente cómoda en el papel sin comprometer la línea de canto ni necesidad de forzar el instrumento. Por tanto, en lo vocal se cuenta ahora con una voz más fresca. Cuestión distinta es la parte dramática, donde no tiene la profundidad psicológica de Meier, aunque tampoco es desdeñable, sonando persuasiva en sus explicaciones a Telramund.

               Georg Zeppenfeld vuelve a ser un sobresaliente Rey Enrique, de voz homogénea, timbre noble, dúctil en el fraseo y variedad de dinámicas, con alguna licencia de medida en algún final de frase, perfectamente calculado con Thielemann. Ataca los agudos con absoluta seguridad y generosidad y su interpretación adquiere tintes mayestáticos. Ha sido anecdótico el hecho de que le haya templado la voz en el primer acto en  Im Mittag hoch steht schon die Sonne, en un amago de gallo.

               Egils Silins posee una voz sólida, con centro ancho y agudo suficiente, componiendo un Heraldo tonante de personalidad ruda en el mejor sentido del término.

               Competentes los cuatro nobles brabanzones.

               Excelente el coro, desde la explosividad en las grandes escenas de conjunto a la sutileza en los momentos más recogidos.


Grabación digital procedente de la Radio de Rumanía en formato.mp3 a 256 kbps.
Se incluyen alocuciones iniciales y finales de la locutora de la Radio de Baviera.
El 4 de agosto se ha retocado el audio del acto II.


28 DE JULIO DE 2019.

LOHENGRIN / BAYREUTH 2018

LOHENGRIN / Festival de Bayreuth, 25 de julio de 2018
Otras representaciones: 29 de julio y 2, 6 y 10 de agosto
Nueva producción de Yuval Sharon / Decorados y vestuario: Neo Rauch y Rosa Loy. Iluminación: Reinhard Traub
Dirección musical de Christian Thielemann (director del coro: Eberhard Friedrich)
Reparto: Georg Zeppenfeld (Rey Enrique), Piotr Beczala (Lohengrin), Anja Harteros (Elsa von Bravant), Tomasz Konieczny (Friedrich von Telramund), Waltraud Meier (Ortrud), Egils Silins (Heraldo), Michael Gniffke (primer noble brabanzón), Eric Laporte (segundo noble brabanzón), Kay Stiefermann (tercer noble brabanzón), Timo Riihonen (cuarto noble brabanzón)
Minutación: Acto I: 57'50 / Acto II: 81'07 / Acto III: 60'16 / Total: 199'13 (3 h 19 min).
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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Lohengrin es azul, es polaco, y su adversario también


               Un año más, llegado el 25 de julio, se inaugura el Festival de Bayreuth. Salvado el escollo de la renuncia de Roberto Alagna, nada más ha trascendido sino elogios hacia el Festival y a Christian Thielemann por parte de Yuval Sharon, encargado de la nueva producción. Sharon también se ha mostrado muy contento con el trabajo de Neo Rauch y Rosa Loy, responsables de decorados y vestuario, quienes, quizás por ser pintores conocidos en Alemania, han acaparado la misma atención que el propio director de la producción, algo que no es lo habitual, aunque ya ha habido algún caso antes -estoy pensando en la diseñadora Rosalie, encargada del vestuario del Anillo de Alfred Kirchner, que dirigió James Levine (1994-98), aunque en este caso fue tras el estreno y debido a la peculiar estética de su trabajo-.

               Desde la Radio de Baviera Barbara Malisch y desde Radio Clásica de Radio Nacional de España Rafael Banús, han retransmitido este Lohengrin en una tarde en que en Bayreuth se han mantenido invariables los 32º durante gran parte de las horas que dura la representación, por lo que es posible que en la sala se hayan alcanzado los 35º -recordemos que por cuestiones de protección del patrimonio, el Festspielhaus carece de aire acondicionado-. Banús centró el primer intermedio en la carrera de Waltraud Meier, ofreciendo fragmentos de un recital de los años noventa, y el segundo en Siegfried Wagner, ofreciendo su Sinfonía en do mayor. Es de agradecer su labor de presentación y sus comentarios, en un trabajo de documentación en que ha estado asesorado por Isabel Zamorano. Como curiosidad, la diligentísima Barbara Malisch se ha despistado en sus comentarios en el tercer acto y no se ha dado cuenta de que daba comienzo el preludio, callando inmediatamente.


Primer acto. Lohengrin (Beczala), Ortrud (Meier), Telramund (Konieczny),
Rey Enrique (Zeppenfeld) y Heraldo (Silins). Delante, Elsa (Harteros).
                  La producción de Yuval Sharon, a la espera de poder obtener información completa sobre su propuesta, efectivamente es absolutamente en color azul -Lohengrin es azul ha sido la consigna de Neo Rauch a la prensa y en los anuncios de la retransmisión- y con una estética próxima al cuento de hadas -de hecho los personajes llevan unas elegantes alas a sus espaldas, salvo Lohengrin a su llegada-, por lo que las imágenes de conjunto tienen una especial belleza plástica. El vestuario también parece sacado de un cuento de hadas, recordándome a los cuadros de Vermeer. El escenario, bastante ambiguo, parece trasladarnos a un bosque con una estación eléctrica en el centro y un poste de la luz. Lohengrin, de hecho, aun con toda la elegancia de su atuendo azul, es el único que viste diferente, pues bien parece un electricista -en lugar de espada lleva un rayo de alta tensión-. La idea de un Lohengrin azul ya viene de las producciones de Wolfgang y Wieland Wagner, unos Lohengrin azul y plata, tonalidades que encajan bien con lo etéreo de la música. En cualquier caso, esta producción ha venido marcada por el perfecto entendimiento entre Thielemann y Sharon, ajeno a cualquier polémica -frecuentes en los estrenos de los últimos años-, con Rauch y Loy realmente interesados en Lohengrin a lo largo de los años en que se ha ido fraguando la producción, y el público la ha acogido con agrado. Algunas imágenes en vídeo del montaje pueden verse aquí.


Segundo acto. Entrada de Ortrud en la procesión (Meier).
               En cuanto a la parte musical, hay varias características muy definidas: lectura solemne y monumental de Thielemann, con tempi ligeros -el primer acto con algo menos de 58 minutos-, sonoridades redondeadas, pero atento a la articulación y a los contrastes de dinámicas. Preciso acompañamiento a un elenco sobresaliente y homogéneo, en algunos casos realizando interpretaciones absolutamente matizadas de la parte que encarnan. Es el caso de Konieczny (Telramund) en sus alegaciones al Rey Enrique, o de Harteros (Elsa) y Meier (Ortrud) en el dúo del segundo acto. En todo caso, en mi opinión, este estreno constituye un documento fonográfico importante, por varias razones. Por supuesto, la culminación del Canon de Bayreuth por Thielemann, pero también el tratarse de la última intervención wagneriana de Waltraud Meier, como declaró al diario Merkur hace unas semanas -al menos la última intervención de relieve, pues tiene anunciada una ocasión posterior el 20 de enero de 2019 en la Staatsoper de Viena, donde cantará la breve parte de Waltraute en el Ocaso, bajo la dirección de Axel Kober-. Además, ha supuesto el debut en Bayreuth, por primera vez en su Historia, de dos cantantes polacos -Konieczny (Telramund, anunciado desde el primer momento) y Beczala (Lohengrin)-, con grandes resultados en ambos casos.

                   Christian Thielemann desarrolla un Lohengrin monumental, en los momentos más apoteósicos marmóreo, en los más íntimos, dúctil y manierista. Lectura precisa, de sonido redondo y con atención a las filigranas camerísticas que puede obtener de la partitura -así, el arpa en el sueño de Elsa del primer acto o en la marcha nupcial del tercero-. La construcción de los clímax es perfecta, destacando los finales de acto -final del primero, acentuando la parte final de las frases del coro- y el preludio y el interludio del tercero -electrizantes ambos y con precisión y brillo en los metales-.

Lohengrin (Beczala) junto al peculiar poste de la luz.
                Piotr Beczala realiza una sólida interpretación de Lohengrin. El tenor polaco ha tenido que cancelar otros compromisos para poder incorporarse desde el inicio de los ensayos y en todo momento se ha manifestado como un artista comprometido. Beczala es un cantante versátil, que ha abordado con éxito desde el verismo a la ópera eslava. Debutó Lohengrin con Thielemann en Dresde en mayo de 2016 con gran éxito -grabado por DG, que ya comentamos-. Se hace inevitable una comparación, y ésta resulta a favor de su interpretación en Bayreuth. Beczala tiene cualidades indudables para abordar el repertorio wagneriano. Su centro es ancho y viril, tiene graves, ataca el agudo con arrojo y franquea la zona de pasaje de manera impercetible. Además, tiene aire juvenil y es un cantante musical. En su interpretación de Dresde se le achacaba un mezzoforte casi continuo y algún momento de emisión tosca. Ciertamente, el primer acto está prácticamente cantado en mezzoforte, pero hay una mayor matización en el tercero y está más compenetrado con el papel. En los piano la voz parece perder brillo, por lo que procura evitarlos. Sobresale en su larga intervención del tercer acto. En conjunto, uno de los mejores cantantes actuales para la parte y, aunque ha declarado no querer adentrarse más en los papeles wagnerianos, por poderle resultar demasiado pesados para su voz, Erik y Walther son roles que creo se adecúan a sus medios y en los que podría cosechar también gran éxito.

               También debutaba en Bayreuth Anja Harteros como Elsa, probablemente el que es su papel más destacado del repertorio wagneriano. Ha demostrado maneras y técnica, pero no ha estado a la altura del resto del elenco. Algo curioso, pues los críticos más feroces con Bayreuth venían repitiendo su nombre en los últimos años y consideraban un síntoma de decadencia del Festival que Harteros no cantara allí. El timbre no es especialmente bello, un punto aniñado y chillón, y la soprano tuvo problemas con el registro agudo, con un vibrato nervioso, sobre todo en el primer acto. Quizás pudo ser el calor de la sala, pues ofreció variedad de de dinámicas y un fraseo elegante y fue ganando enteros según avanzó la representación, con un buen dúo con Beczala en el tercer acto.


Tomasz Konieczny
caracterizado como Telramund.
               Sentía curiosidad por el debut de Tomasz Konieczny, quien comenzó su carrera en el elenco estable de la Ópera de Mannheim y desde hace siete años es un cantante habitual de Thielemann -Alberich en el Anillo de la Staatsoper de Viena (DG, 2011) y Telramund en Dresde (DG, 2016)-. Desde 2013 es el Wotan del Anillo de esa producción. Si en el Anillo vienés de Thielemann me parece que como Alberich suena demasiado liviano, con los años la voz ha ido ganando peso y proyección. Su Wotan en 2016 en la Staatsoper de Viena, bajo la dirección de Adam Fischer, sin duda constituía un atractivo -circula por la red grabación en vídeo, procedente de la retransmisión que por televisión llevó a cabo la ORF-. La voz es tersa, firme, generosa en la tesitura, dúctil en los pasajes que requieren agilidad y rico en dinámicas. Destacan sus matizadísimas alegaciones al Rey Enrique en el primer acto, donde si bien la medida es algo libre en algún momento, muestra variedad de dinámicas y elegancia en los parlamentos, algo no demasiado habitual, pues no es infrecuente encontrarse con cantantes que prácticamente ladran esa parte. Ciertamente su dicción no es perfecta, pero no empaña su buen saber hacer.

             Waltraud Meier regresa a Bayreuth con 62 años y al final de su carrera. Y demuestra que tras casi cuatro décadas en los escenarios tiene mucho más que ofrecer que muchas sopranos dramáticas en su mejor momento. La voz ha perdido cuerpo, sin resultar tan cremosa como en sus mejores años, y también estabilidad y volumen, pero aun así realiza una notable recreación de Ortrud gracias a su técnica y sus extraordinarias dotes como actriz -convenientemente caracterizada, no aparentando tal edad-. Thielemann parece consciente de ello y la acompañó con atención, favoreciendo los puntos fuertes -fraseo, intención dramática- y sorteando con profesionalidad los más comprometidos -invocación a los dioses paganos en el segundo acto e intervención final en el tercero-. Un gran trabajo, dejando la escena wagneriana con porte y dignidad musical y dramática.

Rey Enrique (Zeppenfeld), Telramund (Konieczny)
y Ortrud (Meier).
               Georg Zeppenfeld, habitual en Bayreuth, vuelve a ser el Rey Enrique, papel que ya cantó en la anterior producción de Hans Neuenfels dirigida por Andris Nelsons. Es uno de sus papeles señeros, pues se beneficia de su timbre noble y de la tesitura de su instrumento, que le permite subir al agudo sin dificultad. El Rey Enrique es un papel de tesitura especialmente extensa, y Zeppenfeld acomete la parte con una voz homogénea en toda la tesitura, incluyendo agudos perfectamente colocados y graves bien proyectados. Un valor seguro del Bayreuth de nuestros días.

            Como Heraldo debutaba en Bayreuth el letón Egils Silins. Bajo-barítono de sólida carrera, su repertorio habitual son papeles más pesados -Holandés, Wotan, Juan el Bautista en Salomé de Strauss- y, por medios, no me cabe duda de que le van bien. La voz es potente, con centro ancho y agudo suficiente, y afronta la parte desde la línea más clásica, encarnando un Heraldo vibrante y sonoro.

         Bien los cuatro nobles brabanzones en sus breves intervenciones. Como curiosidad, el Festival reasignó hace una semana el papel del tercero, pues inicialmente estaba previsto que Raimund Nolte se hiciera cargo de la parte. Fue sustituido por Kay Stiefermann, probablemente por equilibrar las intervenciones de los cantantes secundarios -Nolte canta Melot en Tristán y Hermann Ortel en Maestros, mientras que Stiefermann sólo cantaba el timonel en Tristán-.

         Extraordinario el coro, como es norma en Bayreuth, dúctil -desde los pianissimo envolvente a los fortisimo explosivos- y maravillosamente empastado.

               En definitiva, una vibrante sesión inaugural, con un magnífico reparto, una extroardinaria dirección y una producción que no parece que sea clásica, pero sí respetuosa con la obra, a la espera de poder ofrecer más datos. Lohengrin es azul gracias a los sugerentes decorados de Neo Rauch y Rosa Loy, es polaco gracias a Beczala, y su adversario Konieczny también lo es.

               Es previsible que el reparto se mantenga el año que viene -aunque sólo está confirmado oficialmente Beczala-, si bien entrará en escena Anna Netrebko como Elsa, quien no cantará todas las funcionas, y Waltraud Meier no regresará, al poner fin a su carrera wagneriana, coronada de éxitos. Se dice que Elena Pankratova -actual Kundry en Parsifal- será quien la sustituya.


Grabación digital procedente de la WDR (Radio del Oeste de Alemania, Colonia) en HD,
en formato .flac. Admite estéreo 5.1.
Por petición de un seguidor del blog realizada el año pasado, se incluye la alocución inicial y final de la locutora de la Radio de Baviera.

26 DE JULIO DE 2018.